Pasó medio inadvertido. Fue ya hace mucho. Quedó un poco tapado por el hito fundante de la nueva estrategia comunicacional del gobierno. Se especuló incluso con que el día y horario de la conferencia de prensa de Cristina habían sido elegidos precisamente para eso. Para tapar, quitarle protagonismo, al discurso inugural de la Exposición Rural que pronuniciaría (más bien leería, y con dificultad, y con mucha) Luciano Miguens. Creo que fue un error. Digo, tapar ese discurso fue un error. Porque ese discurso fue tan pero tan trasparente, tan pero tan traslúcido, tan pero tan rancio en su liberalismo versión siglo XIX; que las tapas de los diarios con las frases más resonantes hubieran sido más potentes como caracterización del núcleo de verdad de la nueva derecha que cualquier Carta Abierta con sus barroquismos. OK, la SRA de nueva derecha tiene poco, pero allí estaban, aplaudiendo con fervor, los empresarios Macri y De Narvaez, el chacarero De Angeli, los peronistas conservadores Schiaretti y Rodriguez Saá, y sobrevolaba el predio el espíritu de Cobos (que también aplaudia). Faltaba Lilita nomás, y cartón lleno.
En el plano ideológico-político Miguens recurrió a toda la batería de estrategias discursivas de la nueva derecha. Insistemente apeló a la equivalencia “nación=valores=cultura popular=campo”. Vale decir que el mismo dispositivo ideológico cuando se cambia el escenario -rutas y chacareros por predio de Palermo y copetudos- resulta un tanto más burdo y contradictorio. Las proclamas democráticas, republicanas, institucionalistas, constitucionalistas, y la preocupación por la equidad, el bienestar genreal, y otras yerbas pseudo-humanitaristas tampoco estuvieron ausentes. Ahora, lo llamativo fue que no borró el conflicto como constitutivo de lo social, como tiende a hacer el realto conservador posmoderno. Arrancó nomás el discurso haciendo explícita la existencia del conflicto, y situando al antagonismo fundamental de la sociedad argentina en términos de la sarmientina dicotomía “civilización o barbarie”. Miguens, citando a las ideas de los fundadores de la SRA, contrapuso dos modelos de constitución de la nación sobre las siguientes contradicciones: “diálogo vs violencia”; “libertad vs opresión”; y finalmente, y este enunciado fue el que disparó la lluvia de aplausos, “educación vs ignorancia” (sic).
Si bien cabría preguntarse de qué lado de esas dicotomias se ha situado la SRA a lo largo de la historia argentina con su apoyo sistemático -o directamente con su participación activa- en cada golpe de estado que tuvo lugar en nuestro país, con miles de muertos directa o indirectamente sobre sus espaldas, lo que resulta más relevante de las contradicciones que planteó Miguens es el corte profunda y explícitamente elitista y anti-popular de la evocación. De un lado el populacho, los negros, feos, ignorantes, violentos y agresivos, con sus líderes populistas, autoritarios y opresivos, irrespetuosos de las instituciones y la constitución. Del otro el progreso, la gente bien pensante, los educados, civilizados, dialoguistas (cuando corresponde serlo, o impera serlo), liberales, republicanos, restauradores. El antagonismo de la tradición liberal-oligárquica argentina. Sin matices. Sin máscaras.
El otro plano sobre el que fluyeron cristalinas las aguas del discurso fue el de la construcción de Estado. De un tiempo a esta parte, más específicamente desde la debacle del modelo neoliberal, los discursos políticos han tendido a converger sobre la idea de que una presencia más activa del estado en la vida económica es necesaria. También como fruto de la crisis cierto grado de igualitarismo y algunas apelaciones a la equidad aparecen en los enunciados de todo el arco político nacional. ¿Qué visión sobre estas cuestiones tiene el partido del campo? ¿De qué forma concibe esta nueva derecha el rol del estado? ¿De qué forma entiende la equidad?
Miguens no dejó lugar a interpretaciones. Fustigó el aumento del gasto público, «que obliga a un nivel reacudatorio cada vez más elevado, haciendo que la presión tributaria sea la más elevada de toda la historia para la gente del campo.» Se pronunció contra los controles de precios, los subsidios y «la maraña de regulaciones y normativas que imponen las oficinas de comercio, la aduana y la ONCAA.» Se quejó de las excesivas facultades de estos organismos de gobierno. Volvió a machacar sobre la «confiscatoriedad de las retenciones». Reclamó que el gasto público se concentre en infreaestructura y seguridad. Exigió que se liberaran las exportaciones agropecuarias, «porque cuanto más exportemos, más baratos serán los alimentos en la mesa de los argentinos» (hipótesis que va a contramano de todas las teorías económicas existentes). En cuanto a la equidad, apeló a la «educación» como forma de alcanzar la «igualdad de oportunidades», y ya que estaba agregó, para despejar dudas, «cuanta más educación, menos clientelismo». Falto una sola afirmación para cerrar el discurso como correspondía: «Achicar el Estado es agrandar la Nación.»
Llegando al final de su intermitente discurso, luego de hacer énfasis en varios pasajes sobre la necesidad de ampliar la representación parlamentaria del sector, realizo un llamado a presentar una alternativa electoral chacarera para 2011. El partido del campo ya tiene su plataforma. Las cosas en su lugar.
Blanco sobre negro Coek. Hoy el Melli dio una video conferencia en La Nacion y en el extracto dice que «repartir la riqueza es dar educación, justicia y seguridad y no sacarle a los que más tienen para darle a los que no tienen nada». El discurso de «no me toquen la mia» que mide tanto parece. Realmente se creen que son la patria, el pueblo y todo eso? Nosotros discutimos acerca del discurso pero no entiendo como esto puede decirse impunemente.
Tal vez los negros sean demasiado feos, tal vez invoquen miedos que nublen la razón de quienes pueden optar entre hacer política o no. Yo me lo sigo preguntando, no tengo respuesta aun.
Saludos
Estimados:
Hace ya un tiempo me vengo preguntando para que sirve abrir estos espacios de dialogo? de debate? de exposición?
En ellos vengo notando exactamente la misma tendencia discursiva que inunda a toda nuestra bendita «opinión pública»:
«Los políticos son todos corruptos»
«Los periodistas todos vendidos»
«Los que van a los actos oficialistas son todos choripaneros»
«Los empresarios son todos voraces»
«Los funcionarios son todos obsecuentes»
«Los que se opusieron a la 125 son todos «la nueva derecha», y la «nueva derecha», por supuesto es satánica»
«Los sindicalistas son todos chorros»
«A Cristina lo único que le interesan son las carteras»
«Néstor está loco»
Incluir, en cualquier opinión, la descalificación del que piensa diferente, obtura cualquier posibilidad de alcanzar un pensamiento superador, una acción mejor, una visión inclusiva, una perspectiva de conjunto, etc…
Semejante obviedad, evidentemente no es tan obvia.
Por supuesto que existen profundas diferencias en nuestro país. Siempre ha sido así. Pero la forma desgarradora de pretender «derrotar» a puro «descalificazo» el pensamiento del otro, nunca le sirve a «los más»… sino que siempre, finalmente, le es funcional a «los menos», a ciertos intereses que a su turno hacen su agosto. Y si bien nuestra historia está cruzada por esto, no hace falta ir más allá de los últimos meses para verificar que eso mismo sucede hoy.
Creo que este gobierno es de lo mejor que hemos tenido, al menos durante este período democrático. Y lo apoyo. Y lo critico.
Pero también creo que podrán venir otros mejores! Y alguna responsabilidad tenemos en ello los ciudadanos.
Estoy convencido que las empresas periodisticas muchas veces manipulan la información de acuerdo a sus intereses. Y creo que hay periodistas funcionales a ese plan.
Pero también creo que hay otros que dicen lo que piensan. Y aunque muchas veces no estemos de acuerdo, vale la pena detectarlos. Respetarlos.
Seguramente alguien pueda decir que un «periodista honesto», dentro de un grupo que manipula, no es más que una «manito de pintura», cosmética, marketing. Puede ser… y qué? Se trata de que podamos dicernir y reconocer francas opiniones de burdas maniobras u operaciones. Y, la verdad, es que cada día es más claro. Y la posibilidad de que ese juego sea cada vez más y más transparente es, posiblemente, una de las pocas formas de sortear esa agobiante sensación de que todo está «arreglado».
No creo que haya medio alguno que se pueda eximir de esta realidad. Es una tendencia global y de época. Ni por derecha ni por izquierda. Aunque esta última sea la opción que a mi más me cueste aceptar. Pero ya lo acepté…
Estimados, no creo que el único camino sea el de una sociedad fracturada de manera irreconciliable. Pero mucho depende de aquellos que tienen la posibilidad de incidir en la construcción de la lectura pública. Funcionarios, dirigentes políticos, empresariales, sindicales, religiosos… y por supuesto periodistas. Pero si sólo actuamos y opinamos desde la inmediatez de nustros pequeños intereses económicos, de liderazgo o pseudo ideológicos, la cosa no funciona.
Ojalá, además de expresarnos, podamos escucharnos. Para volver a expresarnos, pero cada vez de un modo un poco más inclusivo.
Un saludo,
Eduardo
Coek, el problema es que los muchachos parten de una victoria pre discursiva: ellos son la Nación y el Estado son los otros. Esto ya lo desarrolló Lucas, la idea del Estado que viene a joder a la Nación. O sea que no importa qué digan, cuán impresentables sean, ellos son dueños (y lo subrayaría si pudiera) de decir lo que quieran…
Por suerte muchos periodistas nos explicaron los días posteriores que «cuanto más exportemos, más baratos serán los alimentos en la mesa de los argentinos» es, cuanto menos, cuestionable.Recuerdo cómo me resonó esa frase en el bocho.
Saludos
No voy a defender la trayectoria de la SRA que es indefendible.
Perto si llamo la atención sobre el hecho de que estas torpes intervenciones del estado solo hacen de campo de cría de liberales. En el campo ya ven al Estado como enemigo, se esta a tiempo de revertirlo, pero ya veo hasta resistencias al cENSO aGROPECUARIO, COSA QUE NO OCURRIÓ CON LOS ANTERIORES.
Y de hecho veo del otro lado el espíritu de que las intervenciones deben ser por naturaleza hostiles, como que el deber del estado es estar en contra de los empresarios , o al menos los empresarios agropecuarios.
O sea otra polarización. De los dos lados empieza a haber consenso de que la misión de la intervención del Estado es joder la vida de los productores.
Si, esa cuestiòn es central. En este conflicto emergió en toda su crudeza la idea esta de que el Estado es un cuerpo extraño y enemigo de la Nación. Me parece muy buena la idea, y la forma de expresarla. Ahora, me parece que sería interesante rastrear bien el historial de esa victoria ideológica de liberalismo argentino. Otro aspecto de este mismo problema es el hecho de que Gobierno y Estado sean pràcticamente inescindibles en Argentina. La imposibilidad de construír políticas de estado, que arriesgo a que viene de la mano de la pendularidad de la política argentina, puede que sea el trasfondo de ese triunfo que pone al estado como enemigo de la Nación. Todo lo que venga del Estado, al ser inseparable del Gobierno, es contingente, transitorio, inescencial. Ante esa imagen tan borrosa de lo estatal, el campo, con sus centenarias tradiciones, no tiene que hacer tantos esfuerzos para posicionarse como lo necesario, lo permanente, lo escencial.
Y a todo esto lo que señala Mariano no deja de ser cierto. Los gobiernos, o màs bien este gobierno, que viene a representar los intereses del campo popular, en su desprecio por la construcción de estado no ayuda mucho a revertir este problema que señalás, Ale. Se me viene a la cabeza el post de Pablo de «el que pierde es un traidor». En estas cuestiones de intervención estatal hay algo de eso. El gobierno con su rusticidad a la hora de controlar precios, con su inexistente política agropecuaria antes de las retenciones, crìa cuervos. Quema instrumentos, genera rechazo a la intervención estatal. Para construír estado, hay que construír estado.
Salute
A la cruda descripcion de tu post, le tenés que agregar tu comentario de las 11.43 , es decir, cuales fueron los errores (o fueron horrores?) de K para que un ultra como Miguens (todavia recuerdo haberlo escuchado en una radio decir que Argentina debia estar al lado de EEUU en Irak) tenga este barniz de «voz autorizada» cuando representa a un grupo poderoso si, pero minoritario. Como pudo el gobierno dejar de lado a la FAA y no tenerla de aliada, en su política ? Creo que lo respondés en tu comentario. Un elefante en un bazar.
Fue otra muestra de la torpeza del gobierno para defender su proyecto. Esta falta de criterio logró que aquellos que deberán estar en posición desventajosa para ganar el favor popular (por cortar la ruta, no generar empleo, estropear el ambiente, arrojar la producción de otros sectores, concentrar la riqueza, producir solo para el exterior) llevaran todos los aplausos.
Coek no te preocupes que el gobierno ya dejo de luchar contra los generales mediaticos….
mira la tapa de clarin hoy…