En este post previo, el amigo Escriba desarrolla una lectura «mouffiana» de la situación política actual, que puede resumirse en lo siguiente: «estamos divididos, lo estábamos desde antes, y de hecho es una buena cosa.»
Creo que no es novedad decir que que comparto la lectura sobre la irreductibilidad del clivaje amigo/enemigo como estructura básica fundamental no de ésta, sino de toda política; puede ser un poco más novedoso, aunque no mucho, afirmar que la primacía de la estructura política nosotros/ellos no ha sido descubierta ni inventada por Mouffe, por Laclau o por Ranciere, sino que ya estaba en Maquiavelo, o inclusive antes.
Pero me gustaría en este post enfocarme en la otra fase del movimiento populista, en la otra cara de esa moneda que tiene, en uno de sus lados, la profundización de los clivajes. Estoy hablando de la creación de hegemonía.
Para decirlo mal y pronto, la creación, o asunción, o profundización del clivaje entre un nosotros y un ellos definidos adversarialmente sólo es eficaz si tiene éxito. Es decir, profundizar en la marcación de este clivaje sólo tiene sentido cuando y si estamos seguros de que el nosotros es más grande que el ellos. Si no, ir a la polarización de las posiciones es equivalente al suicidio político.
La cuestión estratégica entonces es cómo asegurarse de que el campo definido como nosotros sea mayor (contenga más actores, sea más denso en alianzas, haya acumulado más poder político, tenga más y mejor organización, tenga más sólidos basamentos ideológicos) que el campo de ellos; si no es así, ellos nos ganarán por goleada. (Esto que digo corre para cualquiera de los campos en cuestion, y sin que importe como se nombre el clivaje en cada momento histórico; esto vale para la izquierda y la derecha, para el campo popular y el campo progresista, para peronistas y radicales. La cuestión es agrandar el campo de uno y achicar el del otro.)
La respuesta a esto está en el título de un clásico previo de Laclau y Mouffe: «Estrategia y Hegemonía Socialista». La respuesta es la creación de hegemonía.
Y la creación de hegemonía supone (como ya se ha dicho) la creación de cadenas equivalenciales de significación que vayan uniendo, gracias al acto y al discurso, las posiciones e intereses de diversos actores. Para decirlo de una manera simple: hay que ir creando solidaridades entre actores que, de otra manera, podrían pasarse al campo de «los otros». Esta creación de cadenas equivalenciales supone dar una continua pelea para ir definiendo, explicando y poniendo en acto ideas que puedan ir creando estas solidaridades entre grupos y actores diversos. Esto es la hegemonía, y la pelea por la creación de hegemonía es ante todo la pelea por la creación discursiva de un sentido común. Por eso, la pelea por la creación de hegemonía es ante todo cultural, discursiva y mediatizada.
Agudizar clivajes sin preocuparse por crear hegemonía, no va. Y en las últimas semanas, el kirchnerismo viene perdiendo la pelea estratégica por la formación del sentido común hegemónico más o menos 5 a 0.
El otro del kirchenrismo ha logrado articular convincentemente al nivel del sentido común alrededor del significante flotante «campo» cadenas equivalenciales que unifican las posiciones de un conjunto de actores que no tienen, objetivamente, intereses en común. Del otro lado, las estrategias del gobierno para terciar en la pelea por el sentido común, para articular posiciones técnico políticas que expliciten las solidaridades «hundidas», para armar las cadenas equivalenciales necesarias (las retenciones como herramienta de control de precios internos, las diferencias entre propietarios y asalariados, y otras posibles) y diseminarlas a las redes de militantes y grupos políticos no estuvieron a la altura de las circunstancias.
La tarea (aún con la mayoría de los medios de comunicación jugando decididamente en contra) no es imposible. De hecho, el kirchnerismo puede demostrar un caso exitoso de creación de sentido común en el tema de derechos humanos. Entre otras cosas, se articuló la relación entre el proceso y los cambios regresivos en la distribución del ingreso, se les dio voz a los hijos de desaparecidos, se comprometió al Congreso en la anulación de las leyes, se dieron argumentos para el sostén de la Corte suprema a esta política. Así, en base a distintas estrategias, se logró sentar un nuevo sentido común tal que la legitimidad de los juicios ya no es disputada por nadie salvo los ultras de Cecilia Pando. De hecho, varios amigos han criticado la política de derechos humanos del kirchnerismo con el argumento de que «era demasiado fácil hacerlo, todo el mundo estaba de acuerdo». Yo creo que, en este caso, es al revés: ahora parece fácil, porque fue una política exitosa en la creación de hegemonía.
Central para la creación de un nuevo sentido común sería una idea: el estado se apropia de recursos para distribuir ingresos luego de décadas de desinversión social y humana (leer acá para ver de qué estoy hablando.) También central para eso sería articular redes que vayan de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba de tal manera que cuadros técnicos y políticos dialoguen formal e informalmente con los distintos actores, conozcan sus demandas y expliquen las soluciones.
Si este esfuerzo por pelear cotidianamente las definiciones del sentido común no se genera, conduce y alimenta, el resto del partido continuará como esta semana: con el gobierno colgado del travesaño y rezando para que no metan el sexto.
Muy bien ! Aquí entra lo siguiente: El kircherismo no quiere movilizar a los sectores populares del todo y le cuesta horrores convocar a las clases medias. Le queda entonces el aparato del PJ. La experiencia de estos días debería demostrarle que con eso (solo con eso) no va. Pero no creo que lo vea.
Saludos
De acuerdo en la teoría. En desacuerdo con el caso.
María dice "el kirchnerismo puede demostrar un caso exitoso de creación de sentido común en el tema de derechos humanos". Tengo dudas.
Si el sentido común es la "reforma intelectual y moral", requisito de una política de amigo-enemigo exitosa, la cual es a su vez la única que vale la pena, el kirchnerismo en esa política no fue capaz de sumar ya no al alfonsinismo, sino a lo que éste representa o representó como valor en la lucha democrática y progresista. Es decir, no pudo (o no quiso o no supo…) crear la imagen de una lucha continua por los DDHH por parte de un campo de amistad (donde entraría lo mejor del peronismo y del radicalismo), con altos y bajos por la presión de los poderes del enemigo, sino que atribuyó los retrocesos a la inconsecuencia, indiferencia o traición de los que habían comenzado esa lucha. De ese modo, los puso del otro lado. Achicó su campo potencial y agrandó el del enemigo.
En definitiva, no supo identificar al enemigo. Siendo que,
de hecho, si no hubiera habido juicios a las Juntas, NK no podría haber ordenado descolgar el cuadrito de Videla en la ESMA.
La pregunta es ¿qué responsabilidad tiene o tenemos los del campo de la amistad progresista en el estrechamiento histórico de ese territorio "nuestro" y, por tanto, en la ampliación de la fuerza del que decimos es nuestro enemigo común?
María Esperanza: De acuerdo con el diagnóstico y con la punta que tírás acerca de como debría encarar el gobierno el asunto para recuperar el terreno perdido. Esto al gobierno lo agarró de contrapierna, es como si uno tuviera que rechazar un centro con la de palo. Lo agarra al kirchnerismo en plena reorganización del PJ y amplios sectores de las clases medias, se sabe, lo miran por lo menos con desconfianza sino con repudio. Hay dos necesidades concurrentes y a la vez contradictorias: tender el cerco para contener la tropa y a la vez generar sentido común que garantice la hegemonía. Hace falta "la mazorca" a la que alude Manolo que jugó un papel importantísimo estos días conteniendo y además el apoyo de los sectores medios que la aborrecen.
La redefinición de todo, casi absolutamente todo es contrarreloj.
Saludos, excelente post.
"Así, en base a distintas estrategias, se logró sentar un nuevo sentido común tal que la legitimidad de los juicios ya no es disputada por nadie salvo los ultras de Cecilia Pando. De hecho, varios amigos han criticado la política de derechos humanos del kirchnerismo con el argumento de que “era demasiado fácil hacerlo, todo el mundo estaba de acuerdo”. Yo creo que, en este caso, es al revés: ahora parece fácil, porque fue una política exitosa en la creación de hegemonía".
Che, no habían pasado 4 meses de asumir Kirchner cuando se anularon las leyes de impunidad. Casi lo mismo que tardó en comenzar el proceso de remoción de los cortesanos menemistas. ¿Te parece que en ese lapso se pudo haber logrado sentar un nuevo sentido común? ¿No será que ese sentido ya estaba sentado hace tiempo y el dato más o menos reciente era la incapacidad objetiva de los actores para sostenerse en el escenario?
Yo también creo que tendría que existir algo así como una "actualización doctrinaria" por parte del kirchnerismo para armar colectivo político, pero también pienso que la confrontación es, en sí misma, una estrategia que hace a la construcción de la hegemonía. quiero decir, muchas decisiones (desde la ropa que vas a usar en el día hasta casarse, seguir una carrera) se toman así, tuc, sobre la marcha. Te cae el problema y vos actuás. Ahora, ya que estás actuando, y tenés a todos estos elementos no organizados y cuya lealtad desconocés, estás en condiciones de ver esta situación con claridad y también alimentar a la formación del colectivo en base a esta polarización, entonces la construcción de hegemonía y el antagonismo se dan juntos, en un mismo movimiento, no en dos fases distintas. la forma que en la que el kirchnerismo manejó su campaña en la capital, da cuenta de esto: dando a la ciudad por perdida, se dedicaron a alimentar a macri confrontado con telerman y presentando a su candidato como 100% kirchnerista, cuando probablemente si apostaban a otro con un perfil más "lavado", no hubiesen tenido un fracaso tan rotundo. nueve meses después, no tiene por qué sorprendernos que tanta gente de la ciudad salga con las cacerolas a paoyar al campo, porque es la consecuencia de una dinámica que el propio gobierno se dedica a poner en tensión.
Yo estoy de acuerdo con el análisis, y con lo que dice el Escriba. A lo que le agregaría dos cosas: el rol de la entenddida como clase media durante el primer peronismo (jugó en contra, como ahora las clases medias rurales) y en cambio el rol de ciertos sectores obreros durante los sesenta y a los que habría que apuntar hoy. Me refiero a obreros, trabajadores y empleados, que son asalariados, que en términos de ingresos son parte o están por encima de las clases medias, pero que no participan de su univeso cultural.
Por otro lado, me da la sensación de que, hacer una sentencia definitiva es apresurado. El proceso marca que -no estoy tan seguro- hay cierta pérdida de fuerza en la legitimidad del "paro", aunque sigue con fuerza, como marcás, el significante flotante "campo", lo cual lleva a ganar porotos al kirchnerismo demonizando el "campo" y eso no es bueno del todo.
Saludos.
El sentido común sobre los DDHH del kirchnerismo se basó en los remantes del sentido común de la Alianza y la "bronca" de la crisis del 01. Por eso su construcción fue efectiva para crear un consenso por un tiempo determinado y se resquebrajó por no ser sustentable. Eran conceptos endebles, algunos facilismos, muchas poses y frases hechas.
Ejemplo: A los pibes de la Noche de los Lapices, según esta tendencia, los mataron por pedir el boleton estudiantil y no por adherir a la conformación de la Patria perono-socialista y a la lucha de clases.
Ese sentido común es como el tomate perita genéticamente modificado: No sirve para sembrar un futuro.
Justamente, no podes avanzar y construir un más allá pensando una nación basada en ideas progresistas, nacionales, populares, latinoamericanistas y una concepción macro de los DDHH si se difundió un discurso tan berreta, efectistas y simplista que favorece el “cualquierismo político” donde “todo es todo, nada es nada”.
Los ciudadanos “progres Light” se te dan vuelta cuando se pasa a lo realmente progresista, al campo político y económico, porque no son progresistas. Tal vez hayan sido meros alfonsinistas… Nicolás Casullo habla del “progresismo de derecha”.
Ejemplo: la acusación al kirchnerismo de ser hegemónico tantas veces dicho con una pose progre es una mentira atroz. Que se quieran ocupar cargos, ampliar la base de apoyo, rosquear, tranzar, seguro. Pero eso se hace porque no se es hegemónico.
Lo realmente hegemónico en este mundo es el pensamiento neoliberal que acepta la reducción del campo trazado para diseñar políticas y de las herramientas económicas transformadoras.
Necesitamos décadas, a los medios, a las escuelas y a las universidades, para aminorar la cultura neoliberal.
Menudo problema para el gobierno, construyó hegemonia con la billetera, no convenció , compró voluntades , no preguntó si eran de izquierda o derecha, señores feudales o demócratas, corruptos u honestos, todo venia bien ,el problema es que ahora, ante un conflicto de magnitud , los socios pasan la factura, no están dispuestos a defender al gobierno por la tarifa pactada, quieren más. No es que se den vuelta, nunca estuvieron convencidos , prestaban un servicio , hacian la venia a cambio de una obra pública o una prebenda. Las papas queman y entonces hay que armar
un partido político, un colectivo que apoye.
Si los precios de los granos descendieran a los niveles del 2001 estariamos en serios problemas, menos mal que ese escenario es muy poco problable, por suerte.
La política de derechos humanos , es la excepción que confirma la regla, junto con la Corte Suprema lo único progresista que hizo este gobierno.
MEC creo que haces una mezcolanza para justificar la hegemonía. Por suerte al final cuando hablás de DDHH entras en el tema del sentido que creo que es la parte que te falta mas arriba. Para diferenciarse, o sea par polarizar, no necesariamente deben ser mas, + poderosos , + en numero, para fuera deben mostrar una identidad colectiva y para adentro y para afuera sentido. Sin sentido no es posible el re ligare.
Siguiendo a Laclau y cia.y si mal no recuerdo sus conceptos me parece que con el kirchnerismo la cosa seria así:
En su afán de obtener hegemonia disuelven su particualridad, que es en ultima instancia la que otorga identidad e intenta constituirse en el universal, en la totalidad del sistema (mas o menos lo que pasa con el peronismo en gral.) el problema es que es ahí donde se pierde aquella particularidad y todo desbarranca.
La universalidad, como sustancia etica de la sociedad, es tan necesaria como imposible. En tanto, las decisiones no son pura decisión, son más bien un desplazamiento, producto de un habitus, de un sin fin de pracicas sociales que reproducen y orgnizan un orden. O Sea, finalmente las decisiones estan impulsadas por la propia trayecoria pero limitadas por las practicas instituidas.
Así, intentando conquistar los favores de las clases medias instruidas de los grandes centros urbanos (cuenta pendiente de la historia del peronismo) pierde de vista a sus aliados historicos (que hoy mas que nunca ven el el mito peronista su unica salvacion) y se debilita.Pierden su particularidad, ser lo más acabados representates de los sectores oprimidos.
Reviven un enemigo (cosa impresindible ante la ausencia de una oposición seria y dentro de la logica de que soy aquello que no soy) pero no logran ponerlo a la altura de la historia y todo se desdibuja.
Sobreactuan, innecesariamente, los DDHH; imponen retenciones, mas como un deber historico que como una herramienta de redistribución, en tal aspecto hay muchas otras cosas por hacer, que tal bajar el IVA.; se quejan del monopolio Clarin pero no impulsan una nueva ley de radiodifusión, crean el Min. de Ciencia y destruyen el INDEC.
Su trayecoria los impulsa hacia ciertas practicas pero su voluntad hegemonica (voluntad presente en todo actor político) lo impide.
Quiero aclara que a pesar de lo expreado mantengo cierta simpatia con este gobierno. Simpatia, que por cierto se desdibuja dia a dia.
Hola a todos.
Me parece absolutamente central lo que se está discutiendo y coincido plenamente con lo que MEC plantea en relación a la construcción de sentido común en el tema DDHH. Desde mi punto de vista, la cristalización de ese proceso fue Televisión x la identidad: 20 puntos de raiting en prime time de TELEFE. Ese día yo lloré un rato y después dije: ya está, ahora podemos discutir otras cosas. Eso que está en el plano de los simbólico es en la Historia, muchas veces, más importante que los "hechos reales". Por ahí se ponen verdes por esto, pero ya no me importa si esos viejos asesinos y decrépitos están presos en sus casas, en cárceles comunes o militares…claro que quiero justicia, pero la batalla más importante, la batalla por el sentido, la ganamos. Las madres, las abuelas, los hijos, los que fuimos a las marchas del 24 y el kirchnerismo.
Lo que ahora tenemos que discutir es centralmente la distribución del ingreso. Y no solo porque eso tiene una repercusión material en los bolsillos de los más pobres (el objetivo político central) y porque es la forma de construir un país más justo, sino porque además, en el plano de lo discursivo, es lo que permite dotar de legitimidad a ciertas decisiones políticas. La política de retenciones se legitima a través de la visualización de políticas redistributivas. Necesitamos construir hegemonía en relación a un modelo de Estado redistributivo. A todos los que nos identificamos con el proceso kirchnerista, incluso a los más fanáticos, nos costó mucho articular un relato sobre esto en las últimas semanas. Si este espacio pudiera enunciar claramente ese rumbo se visualizaría mucho mejor quienes somos nosotros y quienes son ellos.
Saludos.
Hola, perdón por la pregunta casi escolar, pero alguien podría explicarme qué es el kirchnerismo? Gracias
"…que cuadros técnicos y políticos dialoguen formal e informalmente con los distintos actores, conozcan sus demandas y expliquen las soluciones". Esto quiere decir que el Gobierno necesita "descubrir" como Sherlock Holmes sectores que están postergados.
Es inquietante que el Gobierno no conozca ciertos actores y no llegue a su oído la demanda. Habla mal de un gobierno que se llama popular. El ojo debería estar alerta para verlo antes que nadie. Pero parece que hubo una especie de dormirse en los laureles, en el mejor de los casos, porque no siendo eso, desnuda una política de traición a los sectores populares, que está muy lejos del discurso peronista, combatiendo al capital. En el campo se le salió de la mira el pequeño productor. ¿Y en la ciudad?
El problema de la ciudad son los salarios. Hay que ser portero o camionero, y los demás al muere. Que no veamos a gente asalariada y super-explotada golpeando la cacerola en barrios populares, agregando valor a la hegemonía del campo.
Hola a todos. Síntesis: la construcción de hegemonía necesita de una política distributiva, fuerte y en serio.
Y otro: usar hegemónico como insulto es no entender nada de nada. Gramsci criticaba a Stalin por no ser hegemónico: la alternativa a la hegemonía es el autoritarismo.
y si, «la hegemonía es ética y es política pero también es económica»…vale para todos la cita de antonio no?
salu2!