Tucumán todavía duele, pero más aún porque no dolió

Todavía duele.

Luego de que una semana transcurriera desde aquellas jornadas trágicas de extorsión policial, saqueos y muertes, San Miguel de Tucumán recuperó cierta normalidad pero persisten broncas, algo de temor y muchos debates acerca de la significación de aquellos días, lunes, martes y miércoles inclusive, en que un naturalismo darwiniano pusiera en jaque la rutina, el poco o mucho patrimonio que uno tuviera y también, más importante aún, la propia integridad física.

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El miércoles pasado, luego de dos días cargados de tensión en los que muchos tucumanos no durmieron hasta llegado el amanecer, sentía que el cansancio transformaba el dolor por todo lo ocurrido en una especie de tristeza vaga. Ese sentimiento se ligaba también a la decepción de haber presenciado los festejos en Plaza de Mayo mientras Tucumán era violencia y miedo. El mundo parece algo lejano cuando uno es confrontado por lo real. Dicen los que saben que lo real es lo imposible de significar. Queda bien citarlo, pero esas eran las sensaciones la noche del martes cuando el sueño me vencía en la vigilia junto a mis vecinos, cerca de las 6 am. En todo el Tucumán periférico –me contaron– se multiplicaba lo que ocurría en mi cuadra: barricadas sitiando cuadras, barrios enteros, fuego, palos, fierros, armas. Molotovs. En mi vida había visto una molotov. Una ambulancia tuvo que hacer malabares para atravesar las barricadas en busca de un herido: no lo consiguió. La derrota del poder público frente a la extorsión de la policía. Por suerte no ocurrió esa noche lo que la del lunes, cuando decenas de chicos, adultos y señoras, en moto, en carros tirados por caballos, en autos, en camionetas, en combis, saquearon la pollería en la que compro siempre dejando sólo las baldosas y las paredes intactas. Por suerte digo, porque el martes los esperaban preparados. No hubo que lamentar, entonces, hechos de sangre. Mucho temor, angustia y seriedad en quienes hacíamos una especie de guardia civil, que recién se fueron despejando hacia las 3 o 4 de la madrugada, cuando parecía que los rumores que llegaban no se materializarían. Recién entonces algunas bromas, pero pocos se retiraron antes de las primeras luces de la mañana. La decisión de ganar la calle, de proponer resistencia para amedrentar a los saqueadores, no resultó sencilla.

El martes los saqueos se multiplicaron (la planta de Sancor, supermercados, los comercios barriales fueron el blanco preferido) hasta la firma del acuerdo entre el gobierno provincial y la policía que, en un acto demencial, reprimió a manifestantes frente a Casa de Gobierno como retorno a la actividad. Fue Gendarmería quien debió interponerse para evitar males mayores. El miércoles a las 20 hs. se congregó en Plaza Independencia una multitud como hacía mucho no se veía, para protestar contra la policía y el gobernador Alperovich. Mientras, en mi cuadra debatíamos si armar o no una barricada para esa noche y criticábamos la actitud de los manifestantes. Comprensible bronca, claro, pero los policías que debían custodiar la ciudad estarían afectados a la manifestación. Así, los temores a los saqueos persistieron. En la Plaza, la multitud reunida pronto derivó en turba violenta y se dirigió en parte a vandalizar una concesionaria de autos propiedad del gobernador y otra parte para hacer lo propio en una comisaría céntrica, en la que se intentó prender fuego.

Los días siguientes las manifestaciones de repudio a la policía continuaron (el nuevo Jefe, Dante Bustamente, reconoció sentir vergüenza por ello) y los manifestantes se trasladaron frente a la casa del gobernador provincial. Sumaron cinco los decesos. Las pérdidas materiales son millonarias. Los tucumanos se vieron desafiados a transcurrir algunos días bajo el imperio de algo parecido a la ley de la selva.

¿Duele? Algunas consideraciones.

1. La derrota del poder público, que debió negociar con las policías, no admite otra lectura: el poder político y la conducción civil deben ser recompuestas. El papel del poder judicial en la posterior investigación será fundamental, pero no suficiente: se impone acumular masa crítica en la opinión pública pero –más importante– entre los actores políticos de todos los sectores, para encarar una reforma de las FFSS que impida en el futuro que se transformen nuevamente en fuerzas extorsivas, utilizando a la sociedad como rehén y moneda de negociación. Sindicalización con limitaciones. Policías municipales. Mecanismos de mayor control sobre las FFSS. Alguna instancia judicial, controlada por el Congreso y en estrecho vínculo con ministerios de Seguridad, que deba obligatoriamente actuar de oficio. Ley de Seguridad interior. Más y mejor formación, porque más policías no implican, necesariamente, mayor seguridad.

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2. Las Policías provinciales están en el ojo del huracán, sindicadas correctamente como las mayores responsables. La sospecha de que no sólo permitieron sino que promovieron los saqueos está también arraigada. No será fácil que la ciudadanía lo olvide –y sobre eso debe montarse lo expresado en el párrafo anterior– pero puede amnistiar más rápido de lo que podríamos imaginar si la situación es encauzada.

3. Cierta porción del kirchnerismo emocional –a falta de mejor definición– no alcanzó a comprender la gravedad del asunto, preocupada antes por deslindar responsabilidades del gobierno nacional que por comprender lo ocurrido y las condiciones que lo habilitaron. En primer lugar, la existencia de sectores que, si bien están mejor que en 2001, no participan como desearían del consumo. El “roban LCDs y no comida” trasunta un principio de exclusión. Desconoce la desigualdad como motor de resentimientos sociales y caldo de cultivo. No sólo de proteínas vive el hombre, nuestros deseos nos humanizan. Si decimos que en una sociedad consumista sólo aquellos –nosotros– con un buen pasar económico tienen –tenemos– derecho al deseo de consumo perdimos el norte de la igualdad. En segundo lugar, fueron extraviados el norte de la fraternidad, el de la solidaridad y el de la sensibilidad cuando se decidió continuar con la celebración por los 30 años de Democracia el 10 de diciembre. El lunes anterior expresé las razones para señalar la inconveniencia política del festejo, y las reacciones de los tucumanos luego (apoyaran o no al oficialismo nacional) no dejan margen para la duda: todos sintieron como un cachetazo el festejo, la música y el baile. Se de primera mano de reacciones similares en Jujuy y en Chaco. Por si fuera poco, la farandulización: tiene poco que hacer Moria Casán en una celebración de la democracia y poco que ver con los DD.HH. o la Justicia Social. Provoca pena. En tercer y último lugar –y referido también a todo lo anterior– debemos entender que el consignismo ansiolítico que ha mellado en cierto sector del kirchnerismo es algo profundamente perjudicial. El análisis del discurso mediático opositor impidió analizar lo concreto y comprender los hechos de violencia que asolaron al país de norte a sur, con origen en su zona centro, la pasada semana.

Más allá del dolor.

En términos económicos no habrá consecuencias que no sean lamentables. Las provincias ahogadas ven desafiado su presupuesto 2014 aún antes de comenzar su ejercicio. Lo mismo puede decirse del gobierno nacional, que deberá auxiliar a las provincias. Pronto se sumarán reclamos de estatales, maestros, personal de salud y las pérdidas materiales derivadas de los saqueos. No será poca la presión que los saqueos a comercios y supermercados agregarán a la remarcación de precios ya característica de la época.

Quien suponga que de ahora hasta fin de año la situación será de relativa paz social se equivoca. Sortear la última semana de diciembre será fundamental y para ello, más que nunca, será imprescindible la información para la prevención. Cuestiones estas puestas fuertemente en entredicho desde que la situación comenzó a gestarse en la Córdoba de José Manuel De la Sota. No son pocos los datos que permiten sospechar causalidades y organización por parte de las policías en los reclamos y saqueos, pero no adhiero de todos modos a teorías de manos negras todopoderosas. Son más terrenales las razones que explican el desarrollo de la sedición/extorsión policial, los encadenados saqueos y Córdoba sentó el precedente.

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La sedición policial y los actos delictivos generarán consecuencias varias que ya pudieron observarse. Por un lado, la ruptura en jirones del tejido social que desafió la vida de quienes sufrieron la liberación de sus ciudades al rapiñaje. “No los negros de piel, sino los de alma”, “no discrimino, porque tuve compañeros morochos en el Liceo”, “miralo al negro Mandela, en cambio, lo que hizo”. Textuales escuchadas y leídas de quienes reconocen que los saqueos sacaron lo peor de ellos. Se fortalecieron los lazos intragrupo, mientras que se ensanchó la grieta que separa a los distintos grupos entre sí. Recomponer los entramados de una sociedad ya de por sí bastante guettizada no será sencillo. Vale reconocer que podría haber sido peor: no ocurrió en el NOA como en Córdoba, cuando vecinos se organizaban para “cazar” saqueadores. Aun así cabe esperar otra consecuencia, muy relacionada: el mayor espacio que el discurso derechista y xenófobo ocupará en nuestra sociedad. Abundarán las menciones al tema armas y sociedad civil (y qué difícil será ahora desarmar a la sociedad, cuando las armerías hicieron su agosto en diciembre NOTA GACETA), al servicio militar, a la participación de las FFAA en tareas policiales y a la pena de muerte. Esto configurará, junto al desafío ganado al poder político, uno de los triunfos que las jornadas de violencia entregarán (antes que un intento por menoscabar la democracia, su celebración o intentar imponer un sistema distinto). El kirchnerismo (y el temor que evidentemente también embargó, en un primero momento y como reflejo de clase, al resto de los actores políticos de la sociedad –partidos, grupos económicos y medios–) es un dique de contención por ahora para ello. En 2015, sin embargo, habrá mayor masa crítica para colar estos tópicos en el debate. Y formarán parte, cómo no, de las posibilidades que los espacios políticos opositores tendrán merced a los recientes acontecimientos.

Fotos: propia, @karinaponce2, Marrritoc.

Acerca de Ricardo

De Ricardo se dice: Es un sufrido hincha de River que nació en Tucumán. Le gustan los Bitles y el Yorc Jarrison. Estudia medicina. Está casado. Políticamente es un idealista pragmático que se ubica a la izquierda del arco político pero no le da el cuero para ser revolucionario y se conforma con que la gente viva un poco mejor cada día. Para que lo denosten sus amigos se reivindica no como kirchnerista sino como Nestorista de la primera hora.

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47 comentarios en «Tucumán todavía duele, pero más aún porque no dolió»

  1. De todos modos es muy mansa la gente, sinó la cantidad de muertos hubiese sido mucho mayor. La mayoría de los saqueados lo sufrió con rabia pero con resignación, sin ejercer su derecho a defenderse. Eso no quiere decir que adhieran al supuesto «derecho a la igualdad de plasmas».
    Sin sacar del foco de la culpa a la policía, vivimos en una sociedad donde solo la represión policial o la amenaza de ella nos separa del salvajismo extremo.
    Sería muy importante identificar aunque sea a una centena de saqueadores, juzgarlos e imponer alguna pena de prisión efectiva, con mucha publicidad. Y ni hablar si encuentran algunos que hayan complotado con la policía, auqnue eso es mucho ,ás dificil de probar.

    1. me gusta lo de hacer una lista de saqueadores. podriamos empezar con Cargill, seguida por Carrefour y el ICBC, por elegir tres nomas.

  2. creo que si dolio y duele.Todos los argentinos lo sufrimos,en mayor o menor grado,porque es una parte nuestra.Pero no celebrar los 30 años de democracia era fortalecer mas lo negativo,y asi lo entendieron los radicales y otros.En ARTEPOLITICA ya escribi mi deseode que,basandome en la hostoria nacional,nos independicemos pero de la violencia.

    1. Isabelita, una cosa es hacer un acto por la democracia y otra muy distinta es festejar con recitales y baile, los mismos radicales pidieron suspender los «festejos».Mientras bailaban en la plaza de mayo, empleados mios que viven en Ing.Budge llegaron a su casa a las 12 de la noche,porque no los dejaban entrar a su propio barrio los vecinos «acuartelados».

  3. A ver, dos cosas:
    1. El «kirchnerismo emocional» es un club de autosatisfacción -como tantos, de hecho yo pertenezco a varios- pero con los que no vale la pena discutir de políticas públicas porque tienen una posición sesgada de antemano que les impide libertad de análisis. Que toda discusión concreta tenga que terminar con la conclusión «hay razones de sobra para seguir apoyando al gobierno, más allá de X» (es decir, el grueso de los artículos publicados en este blog), es pernicioso para un debate abierto y no-dogmático. Lo que un gobierno hace, dice que hace o su folklore simbólico y relato es un insumo válido e interesante para la discusión, pero no tiene prerrogativas sobre otros insumos igualmente considerables.
    2. Sociológicamente, si se me permite, es curioso cómo el kirchnerismo como movimiento político ha asumido desde arriba una estrategia que permanentemente venía denunciando como deshonesta de parte de sus más acérrimos enemigos. Su discurso fue siempre «ellos (medios hegemónicos, poderes fácticos, etc.) pintan una realidad inexistente en base a énfasis interesados y mentiras, nosotros les contestamos con la realidad: el gobierno y sus medios ponen énfasis en las muy positivas acciones de gobierno y denuncian la propagación de lecturas malintencionadas y destituyentes». Pero la manía de negar la realidad y disfrazarla en que han incurrido en este último tiempo (algunos críticos dirían que desde hace bastante) deja perplejo a cualquier observador con cierta simpatía por aquel discurso anti-medios-hegemónicos: el episodio saqueos vs. celebración 30 años; los contratos entre Baez y los hoteles de Kirchner negados como asuntos privados; la crisis energética que no es culpa de De vido; la crisis económica (ausencia de divisas, inflación extrema) inexistente; etc. por mencionar los últimos temas. En esta clave, la estrategia de Capitanich de mostrarse abierto con la prensa (y dialogador con todo el arco político), que desde ya aplaudo, parece ser un arma de doble filo peligrosísima: hay que ver hasta donde esa imagen de frescura y apertura política paga en un contexto en el cual la cara del gobierno se desacredita permanentemente por recurrir a esta estrategia de fabulación.

    1. ”Que toda discusión concreta tenga que terminar con la conclusión “hay razones de sobra para seguir apoyando al gobierno, más allá de X” (es decir, el grueso de los artículos publicados en este blog), es pernicioso para un debate abierto y no-dogmático”

      Ajahhh.. interesante o sea que una posible lectura es que para que haya un “debate abierto y no-dogmático” habría que ser un opo (¿opa?) o formar parte de uno de los nuevos sujetos sociales emergentes tras las PASO: el “kernerista arrepentido”. No se puede ser crítico de un gobierno si se apoya lo actuado…. curioso.

      Respecto a ”la manía de negar la realidad y disfrazarla” en realidad lo que se hace es desmentir las emanaciones nauseabundas de los pasquines que la feligresía regurgita como verdad revelada a pesar que dichas emanaciones se disipan como en el reciente posteo de don Basurero por citar un ejemplo o las que muy sucintamente describís.

      En fin, yo no me subiría a ningún pedestal “bienpensante” sobre todo cuando la única crítica con algún fundamento normalmente proviene de “posteadores” del palo como éste de don Ricardo. Es más y arriesgo, recién de ahí pueden beber para llenar v/fuente de sabiduría con algún argumento racional

      Saludos

      PD: sospechaba que formás parte de un ” club de autosatisfacción”

      1. ‘…lo que se hace es desmentir las emanaciones nauseabundas… que los feligreses regurgitan como verdad revelada…’ Si leyeran P12 pensarian distinto?

      2. Creo que no entendiste nada, y mirá que es difícil no pescar una…
        1. Planteo que comenzar una discusión con conclusiones predeterminadas es problemático, no una determinada conclusión, como sería que «el kirchnerismo es lo mejor de la historia» (pero ese es el tipo de conclusión que rara vez falta en los artículos de este blog y por eso ejemplifico con ella). La conclusión opuesta es igualmente dogmática y cerrada y contamina cualquier debate sobre políticas determinadas. Capisce? Salite dos minutos de la confrontación y lo vas a poder entender.
        2. Emanaciones nauseabundas de los pasquines: «10 muertos por la situación de crisis y saqueos en diversos puntos del país en oportunidad de acuartelamientos policiales».
        Desmentida: «…que la muerte no me sea indiferenteeeeeee…!!!!»
        3. Justamente el punto de mi post, para cualquier lector racional medianamente competente en lecto-comprensión castellana es que NO me interesa «el palo» del posteador. Es casi humillante tener que aclarar esto a esta altura.
        4. Querer reconvertir un chiste ajeno (de self-deprecating humor) en un chiste propio en contra de su autor, como en tu PD, es un hábito que los adolescentes de 13-14 años comienzan a juzgar inmaduro en sus pares.
        5. Lo más importante de todo, que quedó claro en las primeras 2 lineas de mi post: con miembros del club del «kirchnerismo emocional» como Ud. no vale la pena discutir… fuchi, fuchi, a otra cosa.

    2. p: creo que parte de una premisa que cae en las mismas generales de la ley que plantea en 1. Más allá de que intente ser una descripción del kirchnerismo emocional el que usted hace, bien vale para cualquier grupo “emocional».
      Respecto a 2. Si quiere un debate, podemos decir también que el oficialismo elige, de un tiempo a esta parte, relatar lo que considera conveniente. Pero no se trata de ficción sino de sesgo, como en cualquier relato.

      Saludos.

  4. Opinar de los cortes de luz es fácil, tengas o no tengas luz en el momento, todo el mundo sabe qué son, qué significan y cuánto le (te, me) cuestan. Y no importa tanto dónde sucedan, excepto que sea en la capital y aledaños, donde son gritones por ADN y hay capacidad de amplificación masiva.
    Lo de Tucumán, ya es mucho más complicado, a la idea básica de que «hay que estar», «hay que verlo…y sentirlo, olerlo, mirarlo, oírlo, etc.». Y cuando se te acaban los requisitos presenciales, aparece esa otra cosa que se puede resumir en «se me quemaron los libros».
    No hay, no hubo, parangón entre ésos días con los días de diciembre del 2001.
    Allá y entonces, el dramatismo no implicaba la idea de «espectáculo», era crisis, pura y dura, era choreo pero también hambre y era bronca, pero acotada, restringida por un sentido común que apuntaba a lo social y a la política como responsable directo y final.
    Ahora no, llamar «conflicto social» a bandas de motochorros (nunca despegados ni despegables de la «zona liberada» de la cana) es un delirio, lo que hubo, lo que corrió como reguero de – justamente – pólvora, es la idea de la «invasión» de los hunos de Atila, nada que ver con los «pobres hambrientos» (que los hay, pero no eran ésos).
    Poner el eje entre lo K y lo no K opinando de afuera, no sólo es un error grosero, es un pifie que podría pasar por ridículo, sino fuera por los muertos (que casi seguramente fueron más que los contabilizados), los chumbos (que en sí no significan tanto, lo que cuenta es la decisión de no mezquinar plomo si hay una próxima vez) y todo ese paisaje que nadie imaginaba siquiera fuera posible en Tucumán.
    Y que ahora está y va a seguir estando, mucho más allá del chiquitaje simplificador de PC y manuales infalibles.

    1. Ram, acuerdo con vos. Trato de analizar con razones, de pensar con razones, pero tengo claro, muy pero muy claro que lo hago desde una posición de privilegio: no tuve que pasar lo que pasaron los habitantes de Tucumán, Concordia, Córdoba y otras ciudades. Más aún, vivo en una ciudad tan poco importante que la probabilidad de que se diera una situación similar era casi cero. Eso no me exime de intentar ponerme en el lugar de los que sufrieron noches y días de infierno. De intentar sentir con sus sentimientos, de mirar alrededor con sus ojos, de soñar sus pesadillas. En el momento en que las personas comunes y corrientes nos convertimos en puro intelecto y dejamos de ponernos en la piel de los otros… Vamos mal.

      Y no, no fue el 2001 ni el 89. Viví de cerca los saqueos pero en ningún momento tuve miedo por eso. El que saqueaba y yo teníamos la misma desesperación por un mundo que se nos venía abajo. Aunque por mi parte tuviera trabajo y un plato de fideos en la mesa familiar, esa desesperación era la misma que la del que iba a saquear a un supermercado. Como decís: era crisis pura y dura.

      Esta vez, y pese a «estar a salvo» tuve un miedo enorme. Lo sigo teniendo. Esto es otra cosa. Es el retroceder al Lejano Oeste, el que la sociedad sea llevada en su conjunto a vivir bajo el imperio del miedo; y de las armas: o por ausentes cuando deberían estar presentes, o por presentes cuando deberían estar ausentes.

      Saludos.
      Esther

  5. es mucho mas facil criticar que proponer soluciones de fondo y viables para el pais.Comparto la critica de la»falta de prevision»acorde con el decisionismo y el repentismo de un gobierno que va detras de los hechos que aparecen.Pero tambien muchos de estos se provocan o magnifican,y entonces vemos correr al bombero para apagar los incendios hasta ahora pequeños pero multiples y continuos,pues estos si que estan programados…

  6. Hola, Ricardo

    He comentado en tu blog, aquí, en otros artículos… Sin embargo, tu artículo es demasiado valioso como para, si es necesario, repetirme. Vuelvo a decirte, también, que admiro cómo podés reflexionar con argumentos habiendo vivido lo que viviste. Escribir con calma, nada fácil cuando el mundo se te vino abajo. Yo no podría hacerlo.

    En realidad, este artículo es el mejor que he leído sobre el acuartelamiento (¿sedición?) policial de los días pasados. Tiene la profundidad del sentimiento cuando la realidad te golpea y al mismo tiempo la profundidad de un análisis social y político.

    A mí la idea de la municipalización policial me genera muchas dudas, como decía en los comentarios al artículo previo; siento el temor de que puedan convertirse en un tándem caudillo político-policial. También la sindicalización de la policía me genera dudas, más en estos momentos, aunque reconozco que sí se requiere alguna clase de interlocutor válido. Ahora bien, tampoco soy una experta en el tema; me gustaría que las distintas opciones se analicen y discutan largo y tendido, que los legisladores se pongan a trabajar en el tema y que las personas de a pie tengamos la oportunidad de interiorizarnos más.

    Me parece que hay dos cuestiones que son claves. Por un lado, y en consonancia con lo que decís, aunque las policías son provinciales debe existir un acuerdo, una ley, un estado jurídico, político y administrativo que sea nacional y que perfile y reglamente ciertas cuestiones generales. Eso puede llegar a ser letra muerta, pero tiene que estar. Porque una de las cosas que quedó en claro es que el federalismo se hace trizas ante una crisis de esta naturaleza: en definitiva todas las provincias tuvieron que recurrir al estado nacional pidiendo fuerzas de gendarmería y, posiblemente, tengan que recurrir para pagar los aumentos (los de la policía y, como bien señalás, los que vendrán por parte de otros gremios). Así que si lo que debería ser un problema provincial se nacionaliza, entonces también hay que disponer de un marco nacional muy claro.

    La otra cuestión es cómo se ingresa a la policía y cómo es la capacitación profesional, tema que también tocás: más policías no significa necesariamente más seguridad. Tampoco más armas o más camaritas de seguridad. La clave es siempre el capital humano. Sin dudas el cuerpo policial tiene que intervenir en el ingreso, ascenso y capacitación, pero estas cosas no pueden quedar en manos del cuerpo policial; eso crea una corporación que se autoperpetúa a sí misma.

    Dentro de lo que llamo «capacitación» está algo vital: cuál es el significado del funcionamiento policial. Su sentido, su orientación. Para qué está y para qué no está.

    Contás sobre la fractura social que viviste en carne propia: ese desgarro en el tejido social que hace aparecer al desnudo la discriminación y la xenofobia que nos atraviesa como sociedad. El miedo suele dejarnos así, al desnudo. En lo bueno y en lo malo.
    Pienso que este desgarro en el tejido social, aparecido cuando la policía se retiró y liberó la ciudad (muchas ciudades), también está constituido por el accionar de la policía cuando no se acuartela. No puedo generalizar ni tampoco quiero hacerlo. No creo que se dé en todos los casos, pero sí en muchos: la policía, el poder judicial e incluso a veces también el político crean ghettos. El gatillo fácil, el levantar gente en la calle porque son «merodeadores», las razzias, el que las cárceles estén en su mayoría pobladas por presos provenientes de los sectores más vulnerables, son formas de actuar que quiebran la sociedad: apuntan a que todo pobre es delincuente, a que todo morocho es delincuente, a que todo villero es delincuente, a que todo joven que no sea evidentemente rico es delincuente.
    Yo, que no soy adolescente, ni pobre (tampoco rica, apenas clase media que labura para poder comer), ni me tiño de verde y rojo el cabello, que uso una vestimenta clásica, tengo un título y una profesión y que, llegado el caso, tendría a quién recurrir, difícilmente sea detenida una noche «por averiguación de antecedentes». Me pregunto: si perteneciera a los sectores más vulnerables de la sociedad, me apalearan por las dudas en cualquier calle, me estigmatizaran continuamente, me miraran con sospecha, me consideraran vendedor de drogas por las dudas, sabiendo que entre los «blancos» también hay narcotráfico y delincuencia y deshonestidad, pero nunca caen… y un día la policía libera la ciudad, ¿qué haría? Es fácil no ser resentido, es fácil ser honesto, es fácil no sentirse tratado injustamente cuando estás en la posición cómoda del que tiene un lugar propio en la sociedad.

    La realidad es que cuando se habla de «seguridad/inseguridad» habitualmente se habla de que las personas de clase media o alta tengan seguridad. ¿El resto? Importa poco. No son muchos los que se preocupan por un hecho básico: la igualdad de derechos también significa que la seguridad del pobre es tan importante como la del rico. Que tiene que importar tanto el delito contra una persona que vive en un barrio céntrico de la CABA como el delito contra una persona que vive en una barriada humilde.

    Esto tiene que ver con lo que decía antes: ¿cuál es el sentido, la orientación, la función de la policía? Si la ideología es reprimir a los pobres, a los negros, a los jóvenes, entonces tenemos una mala policía, y aumentar el número de agentes y de móviles no hará más que abrir más brechas y más injusticias.

    No soy inocente, no pienso que sea posible, ajustando estos parámetros y todos los que se nos ocurran el desterrar la connivencia entre la policía y el delito. Esa es una trama profunda, que abarca también al poder judicial y al político y a cuanta otra cosa uno encuentre. Pero ayudaría y mucho. Tampoco podrá cambiarse la mentalidad de las fuerzas del orden de un día para el otro. Pero sí se puede hacer algo, sí se puede trabajar en el sentido de tener una mejor policía.

    Si a partir del gobierno nacional y los gobiernos provinciales se discuten todas estas cosas, si se genera el debate a lo largo de un tiempo razonable, tenemos más oportunidades de que las personas de a pie escuchemos, pensemos, también vayamos cambiando el imaginario colectivo. Hay que convencer, hay que convencernos, y eso requiere de tiempo.

    Por último, creo que se llegue a las conclusiones que se llegue sobre cómo debe funcionar el sistema policial de aquí en más, hay que tener en cuenta nuestra propia historia y la propia historia de las fuerzas de seguridad. No importar recetas que, aunque puedan funcionar muy bien en otros países, choquen irremediablemente con nuestra matriz histórica. Eso implicaría aumentar el riesgo de que las modificaciones no funcionen. En:
    http://artepolitica.com/articulos/la-sublevacion-y-el-desafio-democratico/

    Juan José da una mirada interesante para tener en cuenta y/o debatir.

    En lo urgente, lo que creo que es el hoy, está dado por asegurar que una revuelta policial como la sufrida no puede, no debe repetirse. Entiendo que, en el medio del incendio, los gobernadores no podían hacer otra cosa que negociar con la policía acuartelada para destrabar cuando antes el conflicto. Eso era la prioridad. Ahora, me parece, la prioridad es dejar en claro que la policía o cualquier otra fuerza de seguridad no puede acuartelarse, no puede abandonar sus tareas, no puede hacer huelga. Es sedición, o el término jurídico que corresponda. Es un delito.

    Continuaré, Ricardo, pero por ahora dejo porque esto es ya larguísimo…

    Saludos.
    Esther

    1. Esther,

      Como siempre, tus aportes son muy jugosos. Estoy de acuerdo prácticamente con todo lo que decís. Es cierto que el federalismo se va por la canaleta de la emergencia y la necesidad en ocasiones como ésta. No casualmente uno de los argumentos que retrasaron el solucionar la cuestión en Córdoba fue el tema legal (de todos modos sigo sin acordar con quienes esgrimen esa cuestión y el qué dirán de las tapas de los diarios; creo que la realidad demostró que se malcalculó la cuestión y luego fue aún más difícil. De todos modos, cabe pensar en la predisposición de las policias provinciales para replicar el modelo cordobesista de acuartelamiento y saqueo).
      Ah, y respecto a esta cuestión, la del federalismo cuando se trata claramente de un problema de incumbencia nacional (no en el sentido legal, si querés, sino más bien simbólico), creo que quedó claro que hubo una resolución de ese tipo, cuando los gobernadores claramente negociaron entre ellos y el gobierno nacional para establecer un techo en torno a los 8 palos y medio y mecanismos similares para su aplicación.

      Me parece fundamental para pensar la cuestión lo que mencionás respecto al accionar policial para con las clases más populares y el claro sesgo discriminatorio que tiene. Hablo del deseo de consumo como motor de resentimiento y olvidé este que mencionás, muy, muy importante. Un amigo relataba que los chicos saqueadores gritaban «aquí estamos». Creo que es un resumen muy ajustado, como el que suelen hacer los que no leen a Aguinis, Laclau o Saussure, ¿no?

      Te agradezco nuevamente tus palabras amables por demás.

      Saludos!

      1. Saco como conclusión de estos dichos que el saqueo obedeció a un malestar social de amplios sectores. Y que el único dique para evitar que ese malestar se transforme en saqueo generalizado es el accionar represivo (o la certeza de ello) de las policías. Preocupante para un década ganada.

      2. Me parece que es una conclusión extrapolada de una lectura acotada sobre la cuestión, Mariano.
        Hay, claro, nichos de pobreza a los que el crecimiento de estos años no llegó. Pero de ahí a la chicana de la década ganada, no se…

        Saludos.

  7. Esther, siempre es un placer leer tus comentarios.

    Me parece que una de las cosas que mas tenemos que pensar la relación directa entre estigmatizacion y bronca y resentimiento.

    Durante este gobierno se ha avanzado en la inclusion de una gran parte de la poblacion. Despues, (siempre es mejor ahora) discutimos, como se incluye, o a que se incluye. Pero no podemos dejar de pensar todo el tiempo y todos los dias, que la violencia simbolica que se ejerce sobre los sectores populares muchas veces es peor y puede tener peores consecuencias que la violencia fisica o economica. Es obvio que estan intimamente ligadas.

    En relacion a la policia, me cuesta y me desanima un poco pensar en soluciones. Como dije en otro lugar, personalmente prefiero siempre desconfiar de la policia y siempre generalizar. Esa policia es la que mata un pibe por dia, la que sigue torturando, la que manda a los pibes a robar, etc. Este diciembre sumo un hecho mas a su lamentable historia. El desanimo me viene porque esta claro que para generar un cambio importante no solo se necesita voluntad politica (que creo que este gobierno la tuvo en mas de una opotunidad). Se necesita de una sociedad que acompañe, una oposicion seria, y un compromiso real al enfrentar las resistencias que siemrpe surgen cuando se intenta avanzar.

    Saludos

    1. Hola, Luciano

      Gracias por tus palabras, aunque confieso que no hago más que procesar y pensar a partir de esta página y de otras en las que puedo leer artículos y análisis serios.

      Acuerdo en un todo con lo que decís.

      Estuve estudiando un poco la cuestión en Córdoba. Simplemente es escalofriante. No hay estructura alguna ni salida alguna para tener una policía profesional al servicio de la sociedad si el poder político (ejecutivo y legislativo) y el poder judicial no se ponen los pantalones largos de una vez por todas. Y si nosotros, las personas de a pie, no nos ponemos a pensar un poquito en vez de repetir consignas tontas.

      Estos tres enlaces corresponden a escritos o dichos de Horacio Javier Etchichury, profesor de la UNC, investigador de Conicet, doctor en Derecho, licenciado en Comunicación, Maestría en Yale y algunos datos más en su curriculum.

      Entrevista en Veintitrés, agosto del 2011:

      http://veintitres.infonews.com/nota-3284-sociedad-hay-que-derogar-el-codigo-de-faltas.html

      Descripción del código de faltas y de qué hacer, para todo público:

      http://resistiendoalcodigodefaltascba.blogspot.com.ar/p/20-preguntas-sobre-el-codigo-de-faltas.html

      Para quien quiera leer algo más sólido, ponencia en Congreso, 2007:

      https://docs.google.com/document/d/1Y9S4GuoqihMNVNrEtoZPiODVPyTkrhJKnj-jwSmtZBM/preview?pli=1

      Cito:

      «En el 2010, según datos oficiales de la provincia de Córdoba, se detuvo a una persona cada 10 minutos por contravenciones al Código. Lo cual significa que hay muchos cordobeses afectados».
      En otras palabras, el número de personas detenidas es tan grande que, promediando, es como que se detiene a una persona cada diez minutos, pero no por delinquir, sino por contravenir un código de faltas. O sea, no estamos hablando de DELITOS.
      La gran mayoría son menores de 25 años y de los sectores más vulnerables de la sociedad.

      Ahora bien, y citando:

      «El Código tiene penas privativas de la libertad, con días de arresto y multas, pero la detención y juzgamiento de la persona no garantiza ni la presencia de un abogado defensor, ni el acceso a un juez. La sentencia de la pena la dicta un comisario, no un juez».

      «Un comisario puede poner, a sola firma, veinte días de arresto. La pena se agrava cuando hay reincidencia. Con lo cual, el comisario puede llegar a poner, en las faltas más graves, hasta 180 días de arresto, es decir seis meses».

      «Si uno quiere puede llamar a un abogado. Pero este es un hecho que no sucede nunca porque la mayoría de la gente no sabe que puede hacerlo. Con lo cual, queda detenido hasta que la policía decida qué hacer con él. También tiene la posibilidad de apelar la sentencia que dicta el comisario. Pero esto es una posibilidad que la gente tampoco sabe que existe».

      Olvídense de las series tipo La Ley y el Orden. Nadie te avisa tus derechos. Te penan sin intervención de un juez. ¿Y por qué causas? Por ejemplo, por tomar alcohol en la vía pública (aunque tengas ochenta años, no estés ebrio, no estés manejando un vehículo y estés con una cerveza en la puerta de tu casa). Por formar parte de un grupo alborotador que moleste a los vecinos, aunque ningún vecino haya denunciado nada.

      Por parecer sospechoso de merodeo. Podés ser sospechoso si estás parado en una esquina o si estás circulando. Nadie sabe qué es ser sospechoso, sólo la policía que te detiene y el comisario que luego te penaliza con días de cárcel o multas.

      Paralelo a esto, obviamente, hay pilas de denuncias de maltrato, golpizas, etc.

      No llegué a constatar con alguna documentación seria (por falta de tiempo) lo siguiente, que leí en un par de sitios: que existe un cupo mínimo de personas que hay que detener por turno. Si los patrulleros no «llegan al cupo» entonces tienen que seguir trabajando más allá de su horario y no como horas extras.

      Es vivir bajo una dictadura militar, sólo que es policial.

      En una sociedad así, y con la policía detentando tanto, pero tanto poder, lo sucedido en Córdoba era sólo cuestión de tiempo, nada más.

      ¿Qué clase de profesionalidad policial puede surgir cuando el poder político y el poder judicial resignan las obligaciones que tienen de sostener una sociedad democrática?

      Justamente esta: la de una policía que se ve a sí misma como un poder policial.

      Saludos.
      Esther

  8. Ricardo, decís que:

    «2. Las Policías provinciales están en el ojo del huracán, sindicadas correctamente como las mayores responsables. La sospecha de que no sólo permitieron sino que promovieron los saqueos está también arraigada. No será fácil que la ciudadanía lo olvide –y sobre eso debe montarse lo expresado en el párrafo anterior– pero puede amnistiar más rápido de lo que podríamos imaginar si la situación es encauzada».

    El que la policía permitió no es una sospecha, es una realidad. Si no hubiera delitos cuando la policía no está, ¿para qué necesitaríamos a la policía? Si necesitamos una policía entonces es obvio que en cuanto se hace público que está acuartelada y las calles liberadas habrá delitos.

    ¿Promoción de los saqueos? Hay algunos casos concretos de connivencia y/o participación en los saqueos, denunciados y en manos de la justicia. Más allá de esos casos, y sólo a simple sospecha, no dudo de que fue así. Quizás no en todos los casos. Pero por lo menos en algunos, sí. ¿Que por qué sospecho? Porque los profesionales de la salud podrán estar en toda la huelga que quieras, pero no dejarán a un herido desangrarse delante de sus ojos. Porque los docentes estarán en toda la huelga que quieras, pero si su escuela se incendia o se inunda correrán a ayudar. De hecho, cuando las últimas inundaciones en la prov. de Buenos Aires se levantaron las medidas de fuerza para que las escuelas participaran en la ayuda social.
    La decisión de dejar una ciudad librada a su propia suerte no es una «medida de fuerza»: es un acto de in-compromiso total con la responsabilidad, con la propia profesión, con esa dignidad que va más allá de cuánto cobrás. Si estás dispuesto a hacer eso, estás dispuesto a todo.
    Pocos tienen más posibilidades que la policía a recurrir a la movilización de bandas saqueadoras. Si es que hay alguno que tenga igual o mayor posibilidad. Agregémosle la connivencia con el narcotráfico, lo cual implica tener organizado una red de distribución, red que, llegado el caso, puede servir para cualquier otro delito.

    Sospecho, y sopecho muy fuertemente.

    Saludos.
    Esther

    1. Esther: Eso de la necesidad absoluta de la policía para que no salgan hordas de saqueadores de los suburbios remarca que el origen real del problema es un profundo malestar social, y que la policía desplegada para reprimir es el único dique, al menos es lo que se desprende de tus opiniones

      1. Nariano, qué interesante la cuestión que planteás. O por lo menos para mí, porque me diste la posibilidad de reunir ideas, pero aún no tengo del todo claro esa reunión de ideas, así que me tomaré un día más para pensar y responderte.

        Saludos.
        Esther

      2. Una reciente encuesta de CEOP muestra que 7 de cada 10 argentinos cree que los saqueos fueron impulsados por las policías provinciales.

      3. CEOP dijo que arrasaba Filmus…
        De todos modos, a mi me lllama un policía para decirme que Fravega esta sin custodia y me puedo llevar la ultrabook con la que sueño sin pagar, y no me mueve a nada, solo a pensar que si no hay custodia en frávega, el único que puede defender mi casa soy yo mismo, y correr a ella.

      4. Falseó lo que dijo Esther.
        Usted no va a Fravega, yo tampoco.
        Con que al 1 por mil se le ocurra ir a rapiñar algo, ya tenemos 40.000 personas en todo el país.
        NO HAY -y sé lo que estoy diciendo- no hay país en el que esto no pudiera pasar si la policía se ausenta.
        No hay ningún país que no tenga un uno por mil con impulsos de robar si pinta la ocasión (sin contar los profesionales).
        Es solo estadística.
        Hubo muchísimas oportunidades de ‘profundo malestar social’, mucho peor.
        No tiene ninguna base para decir que ahora sea peor que en cualquier otra época. Es sólo ‘propaganda de guerra’ anti-K.
        Otra falacia, esta más caraduresca todavía: ‘el único dique es la policía desplegada para reprimir’.
        Está diciendo esto cuando hace 10 años que la policía tiene orden de NO reprimir la protesta social.
        Debería decir que ‘el único dique es la PRESENCIA policial disuasora’.
        Con la policía en su puesto no hay saqueos, ni intentos de saqueos.
        ¿Por qué, pese a todas sus esperanzas y deseos, no hubo saqueos en CABA? Porque la Federal no está en conflicto.
        Pero según usted habría países en los que no hay policía ni hace falta, total todos son honrados…
        Ya es hora de que se tome unas vacaciones.

      5. Yo no falseé lo que dijo Esther. Vos falseaste lo que dije yo, que es distinto.
        Si querés discutir con alguien, basate en lo que dijo o escribió, no con lo que vos te imaginás que piensa.

      6. Mariano, me había olvidado de que aún no te había respondido.

        Decís que:

        «Esther: Eso de la necesidad absoluta de la policía para que no salgan hordas de saqueadores de los suburbios remarca que el origen real del problema es un profundo malestar social, y que la policía desplegada para reprimir es el único dique, al menos es lo que se desprende de tus opiniones».

        Hay dos expresiones tuyas que son claves: «hordas de saqueadores» y «profundo malestar social».

        ¿Hubo hordas de saqueadores o hubo bandas delictivas? ¿O ambos? La policía existe en nuestro país como en cualquier otro país del mundo; de hecho, es considerada una de las pocas organizaciones necesarias, imprescindibles en los estados modernos. Sin ellas, hay delito. Si liberan una ciudad, el delito aumentará exponencialmente y explosivamente. Si, además, incitan o bien organizan bandas por sí mismas… Mucho peor.

        Supongo que si se diera un acuartelamiento policial en cualquier ciudad del «primer mundo» se viviría lo mismo que se vivió aquí.

        ¿Eso habla de un profundo malestar social? Habla, sí, de una sociedad incapaz de autosostenerse en forma civilizada, pero esto que digo no es nada nuevo, ni es propiedad argentina: en todos lados pasa lo mismo.

        ¿Malestar social? ¿De quiénes y por qué motivos?
        Creo que la discriminación, en todas sus formas, crea malestar en quienes la sufren. Tampoco es algo que haya aparecido de golpe, en el 2013: siempre hubo discriminación social, económica, cultural. La frase «esos negros de mierda» es muy, muy antigua.

        Pero no veo que exista un estado de malestar social mayor al del año pasado, o al del anterior al anterior, o al del anterior al anterior al anterior, etc. No estamos en el 2001 ni en la década del noventa ni en el 89.

        En un estado de profundo malestar social los sectores que se sienten oprimidos no esperan a que la policía deje las calles libres. Salen con o sin la policía en las calles. Cuando estás jugado y ya no esperás nada, entonces no te importa la cana.

        Saludos.
        Esther

  9. Continúo…

    Cito:
    «3. En segundo lugar, fueron extraviados el norte de la fraternidad, el de la solidaridad y el de la sensibilidad cuando se decidió continuar con la celebración por los 30 años de Democracia el 10 de diciembre. El lunes anterior expresé las razones para señalar la inconveniencia política del festejo, y las reacciones de los tucumanos luego (apoyaran o no al oficialismo nacional) no dejan margen para la duda: todos sintieron como un cachetazo el festejo, la música y el baile. Se de primera mano de reacciones similares en Jujuy y en Chaco. Por si fuera poco, la farandulización: tiene poco que hacer Moria Casán en una celebración de la democracia y poco que ver con los DD.HH. o la Justicia Social. Provoca pena. En tercer y último lugar –y referido también a todo lo anterior– debemos entender que el consignismo ansiolítico que ha mellado en cierto sector del kirchnerismo es algo profundamente perjudicial. El análisis del discurso mediático opositor impidió analizar lo concreto y comprender los hechos de violencia que asolaron al país de norte a sur, con origen en su zona centro, la pasada semana».

    Como había comentado en tu blog, a mí me fue útil mirar por la tele el festejo: me dio un ancla en el medio del miedo, una recuperación de que sí seguíamos en democracia y no en esa dictadura que asomaba de nuevo bajo el disfraz policial. Y sí, fue así. No se trata de un análisis ni de una conclusión, sino de un sentimiento individual, no extrapolable a nada que no sea mis propias emociones. Vuelvo a decir que, en lo personal, en mi ciudad, me sentía «segura».

    Esto no quita que no comprenda lo que decís. Si hubiera estado en Tucumán me sentiría exactamente igual a lo que describís. O peor.

    He pensado bastante en este tema en los últimos días, tratando de llegar a una conclusión que me sea válida (que sea buena o no es otra cosa). Soy bastante lenta a la hora de pensar.

    En fin, no creo que se debiera haber interrumpido el acto, sino más bien que faltó lo más importante, eso que se llama «política». Hubo algunos participantes que hablaron del porqué estaban allí. Pero no hubo un verdadero marco político desde la organización. El acto debería haber enmarcado con claridad que se homenajeaba a los treinta años de democracia en un momento en el que parte del país estaba viviendo la ausencia de democracia, de república, de paz, y otra vez con los uniformados con armas como responsables. Debería haber estado tu voz. Quiero decir, no tu voz específicamente, sino la de quienes estaban o habían sufrido el miedo, los saqueos, la incertidumbre. Era el momento de volver a decir: «Nunca más». De renovar el pacto de una sociedad que se espera pueda vivir sin la violencia de las armas. No sólo mirar hacia atrás sino también al presente. Una Teresa Parodi, un León Gieco, un Víctor Heredia podían cantar en ese marco. Hubieran cantado en ese marco.

    Eso hubiera sido solidaridad y fraternidad no únicamente desde la sensibilidad sino desde lo ideológico. Y no estuvo.

    ¿Por qué? No lo sé. No por problemas organizativos o técnicos (todo podía reprogramarse). ¿Por falta de reflejos? Imposible. ¿Porque no se tuvo en cuenta o no se midió las consecuencias en el interior del país? Imposible. Debieron existir no menos de cinco teléfonos conectados con cada provincia las 24 hs más todos los otros posibles medios de comunicación con ellas.
    No lo sé. Quizás se priorizó lo que menciona Isabel, que suspender todo era apostar a lo negativo. Quizás darle un encuadre como el que describo fue algo que no se animaron a hacer porque era un momento de tensión importante, quizás más tenso y delicado de lo que sabemos los de a pie.
    Como ves, no creo que en el gobierno nacional exista alguna clase de kirchnerismo que no haya evaluado correctamente o haya subestimado la gravedad de los sucesos. No, no lo creo.

    ¿Fuera del gobierno? Ahí no me meto, porque ya sería intentar hablar de una militancia que no tengo y de la que, desde afuera, poco conozco.

    En líneas generales sólo me animo a decir que si ha habido, realmente, una supremacía del análisis del discurso mediático opositor, entonces el fallo es grande. Cuando duele, lo primero que te tiene que suceder es que te duela. Ese dolor es lo único que justifica el que luego enfríes la cabeza para hacer un análisis político. Si no estás atravesado por el dolor ajeno entonces caés fácilmente en la posición de ser un insufrible teórico perdido en las nubes de vaya a saberse dónde.

    Saludos.
    Esther

    1. ¿Mi impresión respecto a los motivos? Me parece que se le dio una excesiva importancia a la cuestión mediática. ¿La impresión de muchos tucumanos con los que charlé? Unitarismo cultural, para ponerlo en términos amables (porque no fueron esas las textuales).

      Saludos.

      1. Hola, Ricardo

        «Unitarismo cultural», por decirlo suavemente… Entiendo más que bien a quienes lo creen así y lo creen con términos menos amables. Estoy a tiro de bondi de la CABA y no me banco su centralidad, ni pensar si vivís en una provincia más alejada todavía.

        En fin, puede ser que haya sido un motivo, pero no termina de cerrarme del todo…

        Saludos.
        Esther

  10. teoria+sensibilidad,unico modo de acercarnos un poco a la verdad y a la solucion.Pero fijate como hoy ya no se habla practicamente del asunto.Todo fue cuestion de guita,en un sistema monetarista?Las aguas se aquietaron.No sabemos como estan las corrientes profundas.Tal vez los mismos poderes movilizadores ahora pensaron que en estos ultimos dias les importaba mas vender.

  11. Estimado Ricardo: sabe muy bien que me solidaricé con la situación que vivían los argentinos en general y los tucumanos en particular. No puedo dejar de decir lo expresado aquel día: es doloroso que no se suspenda una fiesta cuando miles, ¿millones?, de compatriotas sufren, sufrimos. Lo demás es sarasa. Un saludo

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