¿Por qué la oposición tiene tantas dificultades?

Casi nadie niega que durante el último año el Gobierno ha cometido serios errores tácticos y estratégicos, que su rumbo sigue siendo poco claro y que su prestigio y capacidad de arrastre electoral se han deteriorado. Sin duda, se pueden ver distinta gradación en cada uno de estos hechos y se pueden tener distintas previsiones sobre la posibilidad de reversión. Pero los hechos como tales casi no están en discusión.

De esto se deriva una consecuencia, en la que tampoco parece haber muchas divergencias: la oposición (o, mejor dicho, las oposiciones) tiene la mejor oportunidad, en términos políticos en general y electorales en particular, que haya tenido desde la consolidación inicial de la presidencia Kirchner a finales de 2003 y comienzos de 2004.

Y, sin embargo, se observa que la oposición (las oposiciones) muestra grandes dificultades: 1) para consolidar fuerzas capaces de aprovechar la oportunidad; 2) para articular alianzas capaces de derrotar categóricamente al kirchnerismo y su articulación de alianzas (es obvio que ni los jefes tradicionales del Conurbano ni Reutemann, para dar dos ejemplos, son kirchneristas en sentido estricto, pero sí aliados) en las elecciones.

Estas dificultades, de no ser superadas, podrían llevar a que el kirchnerismo, aún perdiendo votos y aún perdiendo distritos importantes, saliera de las elecciones de octubre como triunfador.

Para examinarlas, me propongo salirme de los aprontes electorales que se suceden y se superponen con el vertiginoso ritmo de la Fórmula 1. Está claro que lo que predomina en estos aprontes es el desorden, los volantazos, los toques, los bruscos virajes a derecha y a izquerda y los despistes propios de una largada en la categoría mayor del automovilismo mundial.* El Ingeniero nos brinda, día a día, una crónica circunstanciada de este desbarajuste.

Eso mismo da algo de tela para cortar, si se lo observa desde un punto de vista menos apegado al aquí y ahora.

 

* * *

 

Empecemos, pues, por 2001. El hecho dominante de ese año terrible no fue la jubilación anticipada del patético ocupante del despacho presidencial. Espectacular, sí, pero sólo una consecuencia en el plano institucional de un proceso mucho más importante, amplio y rico: el derrumbe del modelo neoliberal. O, para decirlo con mayor precisión, del predominio de la valorización financiera (en adelante lo seguiré llamando neoliberalismo para abreviar).

No se trata de un proceso argentino, aunque aquí adquirió la violenta figura de los acontecimientos de la segunda quincena de diciembre (en especial, el 19 y 20). Un poco antes o un poco después, el modelo dominante de las décadas finales del siglo XX en el mundo, comenzó a mostrar sus contradicciones, a perder peso como pensamiento único económico y a ser abandonado como política económica preferida (con ritmos y matices muy distintos de país a país y con el mundo periférico a la vanguardia del proceso). Las epidemias siempre atacan primero a los más débiles. La crisis neoliberal recién ha llegado a los países centrales, de economías más fuertes, a lo largo del último año y medio.

El default, la devaluación y la pesificación fueron las primeras manifestaciones del abandono del paradigma que atravesó tres décadas, desde Martínez de Hoz hasta Cavallo, con la breve interrupción de Grinspun.

El neoliberalismo provocó graves consecuencias sociales, en términos de desempleo sobre todo, pero también de ampliación de la pobreza y la indigencia y del abandono de regiones enteras a una suerte siempre triste. Pero las clases dominantes siempre muestran una gran fortaleza de espíritu para afrontar las penurias que sufren los demás. A finales de 2001, sin embargo, a grandes sectores de ellas se les despertó la sensibilidad social. Es que las formas exacerbadas que el neoliberalismo alcanzó durante el menemato llevaron al quiebre de vastos sectores de la industria, insostenibles déficits del comercio exterior, de la balanza de pagos y del presupuesto, endeudamiento por encima de cualquier posible capacidad de pago y, finalmente, a la inviabilidad de la economía nacional si no se cambiaba radicalmente de rumbo. Ante el abismo, las clases dominantes (o, mejor dicho, la mayor parte de éstas) decidieron que el modelo ya les había dado todo lo que se le podía sacar y que ahora las ponía al borde del abismo.

Sólo una minoría, pero influyente porque tuvo a su servicio a muy destacados economistas de cuyos nombres no quiero acordarme, tuvo una propuesta alternativa al cambio de rumbo, que consistía en dolarización y banca off shore, una variante apenas atenuada en lo formal de la célebre propuesta Dornbusch. Es decir, renuncia a la soberanía nacional en cualquier sentido inteligible.

Así, llegamos al caótico primer semestre de la presidencia Duhalde, que sabía mejor lo que no quería hacer que lo que quería. A los porrazos, se fue delineando (devaluación, pesificación y default mediante) un modelo diferente y, en gran medida, opuesto al del neoliberalismo. La llegada de Lavagna al gabinete le dio a este movimiento más orden y autoconciencia, aunque hasta el día de hoy, ya idos Duhalde y Lavagna tiempo ha, la improvisación sigue siendo una marca de fábrica del nuevo modelo.

Ciertamente, hay segmentos de la economía, empresas y personajes que han sido partícipes necesarios del neoliberalismo y siguen presentes. Nunca lo viejo desaparece por completo, sus partes se integran en un contexto distinto. Contexto que se define por las políticas económicas en curso.

Las novedades inauguradas en el período Duhalde se asientan y se consolidan con Kirchner, al mismo tiempo que se amplían con una mayor autonomía respecto de las potencias imperialistas, la renovación de la Corte Suprema, una sustancial aunque insuficiente mejora en los índices sociales y el relanzamiento de los aletargados juicios a los criminales procesistas. Por lo menos, hasta la ofensiva de los empresarios rurales y la derrota de la Resolución 125.

(No faltarán los que digan que se le hizo un generoso regalo al FMI o gansadas del mismo jaez. Si aparecen, contestaré en su debido momento. Ahora, no perderé tiempo en demostrar lo evidente.)

 

* * *

 

Las grandes preguntas son: ¿Es posible la reversión total de la política económica? ¿Es factible un retorno a los 90?

La segunda pregunta debe contestarse con un no categórico. En medio de la crisis económica mundial más grave desde 1929 y de la quiebra (económica, política e ideológica) de la valorización financiera (alias Neoliberalismo), no hay posibilidades de emprender semejante curso. Sería como dirigir el barco deliberadamente hacia el iceberg más grande.

La primera pregunta merece una respuesta más matizada. Reversión total, no, pero ¿no se podrían modificar algunos parámetros, reducir la influencia de los sindicatos, “volver al mundo aunque sea un poquito”, sobar el lomo a los ariscos empresarios rurales (lomo que, recordemos, debe pagarse a 80 pesos el kilo), reducir la presión sobre las privatizadas y volverse más amigables hacia los inversores externos? La cosa pinta difícil, ya que la misma crisis mundial hace que estas recetas sean ineficaces.

La oposición se encuentra ante un ejercicio difícil de malabarismo. Con varias pelotas en el aire, no sabe bien a cuál atender primero. Hay que ser opositores, claro. Y muy opositores, por supuesto. ¿Y ofrecer qué? No hablo de promesas electorales, esa es la parte fácil. Hablo de programa de política económica.

Nadie lo tiene claro, ni Carrió, ni Macri, ni De Narváez, ni Solá, ni Duhalde (el Javier Villafañe de la política actual), ni De la Sota, ni Binner o cualquier otro desabrido socialdemócrata, ni los aspirantes al poskirchnerismo centroizquierdista. Das Neves, precursor del “me lanzo para 2011”, parece haber percibido que esta orfandad es severa y desensilló hasta que aclare. Los otros se debaten en movimientos convulsivos, ya que no hay plan alguno que los ordene.

Carrió, que no tiene ni quiere tener idea de qué hacer con la economía, viró del centroizquierda a la derecha más cerril, para volver a virar ahora hacia alianzas con fracciones piqueteros y el maoísmo. Mañana, ¿qué será mañana? Sólo Dios lo sabe, pero Dios no existe.

Los otros tienen algo más de ideas, pero que responden a sectores de intereses distintos y que, de todas maneras, sólo son capaces de idear retoques al rumbo económico, sin modificaciones de fondo. De ahí que ninguno se juegue abiertamente por el dólar a $ 4, ni a ninguna otra propuesta que no sean rezongos por lo que se hace mal y por lo que, aunque se hicieran las cosas bien, de todas maneras andaría mal. (Las pérdidas que la sequía causa en el agro se producirían igual, aunque la Mesa de Enlace asumiera los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Lo único que harían, en tal caso, es esquilmar al resto de los argentinos para cubrir las pérdidas de los empresarios rurales, pero las vacas se morirían igual de sed y las cosechas sufrirán mermas.)

Así, es igual de difícil aliarse o enfrentarse, puesto que nadie tiene muy claro por qué hacer una cosa o la otra. En términos estructurales, desde luego, en materia de reparto de puestos y sinecuras, todos la tienen clara. Pero eso no facilita los acuerdos ni echa luz sobre los desacuerdos.

Se podrá decir que la Alianza (sí, la famosa) tampoco tenía un programa económico alternativo. Y allí radica la inevitabilidad de su fracaso. Pero es cierto que ganó las elecciones de 1999, para el mayor mal de todos. Pero, así no se propusiera ninguna alternativa, el neoliberalismo menemista estaba en su etapa terminal, con respiración asistida, y predominó, en dirigentes aliancistas y votantes, la sensación de que habría un cambio, aunque nadie supiera en qué consistía (por cierto, sin tocar el sacrosanto 1 a 1 y, tal vez, eliminar la corrupción salvaría a la economía).

No es el caso actual. Nadie, ni siquiera nebulosamente, advierte que podrá haber un programa realmente alternativo y no parches que, de todas maneras, podrían ser implementados por el propio Gobierno, mañana o pasado o el mes que viene. Nadie, tampoco, que no escriba en Perfil o en Crítica, supone que suprimir la corrupción hará algo a favor de la economía.

La corrupción, desde ya, es alimento de los libretistas de la oposición. Pero todos, incluso ellos, sabemos a qué atenernos en esa materia. Las lacras sociales conmueven hoy a corazones opositores que jamás habían mostrado tanta compasión por los sufrientes. Es asunto fácil: los males sociales existen y en condiciones de crisis mundial, es previsible que empeoren. Pero el llanto fácil y el gesto compungido tampoco alcanzan para formular propuestas que a la vez sean eficaces y viables.

De estas dificultades surgen el desorden, la confusión y el desconcierto opositores. La dificultad para unirse y la dificultad para que quede claro por qué no se unen.


* Con esta ridícula frase hecha me estoy postulando para cronista deportivo de algún gran diario.

16 comentarios en «¿Por qué la oposición tiene tantas dificultades?»

  1. Guillermo Lagos: No soy tan obtuso como para interesarme sólo en las cosas que me parecen buenas.
    ¿Contesta eso a su inquietud?
    Saludos

  2. Mi impresión es que los argentinos no tenemos «políticos» en sentido estricto, tenemos sobreabundancia de «candidatos políticos» a lo que sea (preferiblemente a la punta de la pirámide) – de ahí que las «políticas» (económica, social, etc.) siempre están en 2do. o 3er. plano y llegando por estos tiempos al colmo de que los «políticos opositores» sesn predicadores de la anti-política.
    Un mamarracho; lo que explica que un gobierno, con innumerables errores y falencias, gestione improvisadamente y sin un horizonte cierto a futuro concreto pero a la vez es el único actor que está habilitando el debate y la posibilidad de cambios políticos más serios.
    Entre lo que hay y la nada; el gobierno se sostiene y la oposición, medios incluídos, a veces divierten pero en general, dan vergüenza.
    Saludos.

  3. Andrés: muy interesante la caracterización que hace de la oposición y del contexto temporal.

    A la vista está que el oficialismo es quien mantiene un línea de acción bastante coherente mientras que la oposición u oposiciones están como perro en cancha de bochas. Todo parece indicar (según las encuestas pre electorales) que una parte importante del electorado no estaría en condiciones de refrendar el retorno de los «muertos vivos».

    La oposición padece el síndrome de la virtualidad y no creo que pueda o quiera zafar de ello. El oficialismo tiene más elementos para accionar sobre lo concreto, mientras que la oposición es pura dialéctica (un caso de chamuyo fácil).
    saludos.

  4. Como le posteaba al Ingenieri del GBA, ése es justamente el problema . La falta de un programa rector en el medio de la lucha por el poder.
    Ni el Gobierno ni la (s) oposición( es) tienen un plan de acción para enfrentar la realidad» global» y las micro realidades locales exponen todos los intereses políticos, personales y económicos en juego.
    Pero entonces, Don Andrés, a los «de a pié» a los que nos interesa la realidad (se entiende? ) y a los votantes de todo pelaje que deberán decidir en breve a quién se le entrega la administración del consorcio y en quién confiamos para el reparto de las rupias, seguimos enfrentados al » estupor» de la clase política?
    Si es así , estamos como al principio, los barones del poder hacen alianzas con quien sea para conservarlo y los de afuera la seguimos mirando.
    A los boyardos el poder se los quitó Ivan el Terrible. Hay que recordar la historia.

  5. Canilla: el Gobierno no tiene un plan en el sentido que usted reclama (digamos, tampoco lo tiene nadie en el mundo; todos van respondiendo a los ponchazos a medida que aparecen los problemas). Su ventaja es que es gobierno, o sea, administra eso parecido a un plan que se fue armando desde 2002 y puede ir improvisando sobre la marcha los retoques. Que acierte o no es otra cuestión. La oposición no puede improvisar retoques ni nada: mira y critica. Y, a menos que tuviera un plan alternativo, no puede hacer otra cosa.
    Saludos

  6. Lo ultimo que se me ocurriria en su caso es aplicar la palabra obtuso. Pero sigo sin entender el proposito del posting. No se que le puede importar a alguien evidentemente oficialista que a la oposicion le pase esto o lo otro. La falta de programa de la oposicion es un hecho, pero qué programa tenia Cristina al ser elegida y como se está cumpliendo? Desde cuando en Argentina se votan programas?

  7. Andres, el Viejo,

    muy bueno el post. Sin embargo, harìa algunas observaciones que, me parece, aportan:

    1) En lineas generales, me parece que no hay que darle tanta bola a la idea de un GRAN PLAN. Cito a un sociologo que escribe sobre el giro estatista-industrialista de los 30´:

    ¨El modelo comienza a gestarse, mas por urgencias que por convicciones y estrategias estudiadas..¨

    Quiero decir, seria mejor que tanto el bloque social y politico que apoya al gobierno (y el que eventualmente pueda armar la oposicion)tuvieran el G.P. pero, en los hechos, las cosas van saliendo un poco por presiones de los amigos y de los enemigos, de lo que pasa adentro y afuera, etc….

    Sino fijate, Obama, alguien tiene una idea clara de adonde va… O las volteretas de Sarkozy.

    Ok, sirve tener algunas banderas y valores, algun punto de referncia. Pero creo que gobierno y opocion las tienen.

    2)Efectivamente, a diferencia de lo que planteas, creo que los dos tienen bastante en claro algunas cosas. Me parece que, por momentos caes en el economicismo,Probablemnte, como decis, el modelo economico se mantenga, con sus mas y sus menos, en el 2011, con reelecccion K, Reutemann, Macri, Carrio o Binner . De la misma forma que, se puede decir, Frondizi, Krieger Vassena
    o Illia sostuvieron el modelo economico que heredaron. Claro, los matices y los ritmos no son poca cosa: son el 80%. Pero retomando, en lo cultural- estetico- valorativo es claro que el Peronismo y-o el Kirchnerismo y-o el Peronismo K expresan un otro absoluto repecto a los Republicanos- Liberales- Libertadores- Formalistas.

    Me parece que por aca pasa gran parte de la discusion politica argentina y es la que nos permite entender mejor, por ejemplo, el tono crispado de la clase media, las volteretas del ladriprogresismo o porque es realista pensar que un socialista, una radical o un Macri puedan compartir un espacio y una formula.

    Sigo, un poquito mas tarde…

    Ernestina

  8. Sin embargo Ernestina yo creo que sería conveniente comenzar cuanto antes el debate y las definiciones para seleccionar presidente para el 2011. ¿Porqué?

    -Porque Argentina necesita crear política de largo plazo, o al menos definir rumbos. Y tales debates iran necesariamente por ese lado, o por el de los principios.
    -Porque eso crearía ciudadanía y cultura política popular, aspecto con evidente déficit.
    -Porque tenemos tiempo de ir conociendo a las personas posibles y sus potencialidades, y eso nos ayudaría a elegir bien, no impota a esta altura los partidos a que pertenecen.

    Esto sería realmente efectivo si lo organizara un ente de mucho prestigio y que pueda garantizar la neutralidad. ¿podría ser el propio gobierno?

  9. Guillermo: sencillamente, me interesa el análisis político. Que yo apoye al Gobierno por razones que seguramente se desprenden de mi texto, no obsta que me interese lo que ocurre con los otros. Es más o menos como si nos ubicáramos en el 55, yo apoyara la continuidad del gobierno de Perón e hiciera un análisis politico sobre sus enemigos. ¿Qué tendría de raro? De paso, tal vez usted no lo sepa, aunque alguna vez lo he comentado: yo no voté a Kirchner en la primera vuelta de 2003, aunque es obvio que lo hubiera votado si había segunda; el que me hizo interesarme en el kirchnerismo naciente fue el doctor Claudio Escribano, entonces subdirector de La Nación y protoopositor.
    Ernestina: de acuerdo con su punto 1. Respecto de mi economicismo, no es que yo deje de lado los factores propiamente políticos, culturales, etc. (Gramsci no lo permita). Pero creo que la irrupción neoliberal desde 1976 ha tenido un efecto tan devastador sobre el conjunto de la vida social que ese cuarto de siglo y la reversión de 2002 siguen siendo el eje alrededor del cual se ordenan todas las demás cuestiones.
    Saludos y gracias por comentar

  10. Andres:
    le pido permiso para hablar más del gobierno que de la oposición.
    Usted señala la improvisación como el motor que va construyendo sobre la marcha un modelo alternativo al neoliberalismo.
    No lo niego, pero creo que hay que analizar la cuestión desde diversos planos. Me parece que el objetivo más claro de largo plazo del kirchnerismo en materia económica es el ordenamiento de las cuentas públicas, y en eso se ha sido inflexible. Hasta algunas de sus acciones más criticables, como truchar el IPC, se han hecho siguiendo ese patrón. Esa orientación va dejando un margen, a veces amplio, a veces más estrecho, para distribuir los costos de la decisión del modo que se considera menos doloroso en un sentido global. En la implementación de ese patrón distributivo de costos, sí se ha improvisado. Se tomaron medidas con intenciones de trasladar costos a ciertos sectores, que resultaron infructuosas, cuando no de dirección inversa a la intencionada. Incluso muchas veces, ante la inviabilidad de lo decidido en primera instancia, se recula (veamos la relación con los hold outs y el Club de Paris).
    Si el cálculo dilettante no me falla (y aparte todo sale bien, porque siempre algo puede fallar, por ejemplo, la sequía es algo bastante imprevisible en el mediano plazo), el presidente que asuma en 2011 tendrá esta cuestión más o menos resuelta. Lo que sí me parece más claro es que, por esta situación más que por otras, la historia será mucho más benévola con los Kirchner que las tapas de los diarios.

    Por otra parte, le comento que, para ser oficialista, es bastante capaz de criticar, y hasta duramente, al gobierno.
    Es curioso, porque algunos declarados opositores que piden a quienes simpatizamos con el oficialismo objetividad y coherencia no hacen un solo elogio, aunque fuese tibio.

    Mis comentarios verdaderamente adolecen de economicismo; por una cuestión intuitiva le diría, tiendo a ver en ese ámbito el quid de la cuestión, casi siempre.
    Un abrazo

  11. De acuerdo con la validez del analisis, pero el hecho de fondo no es las carencias de esta oposicion especifica, o los aciertos o no de este gobierno en particular. Es que, durante el proceso democratico, ha sido posible ser elegido sin programa explicito, caso Cristina K, que fue elegida con la intuicion imposible de cumplir de que representaria cambio con continuidad, o cambiarlo 180o como hizo Menem, etc, sin problemas. Este es un caso de huevo y gallina. Como las instituciones son debiles, el Congreso tiene un rol muy limitado. Es en el Congreso donde las oposiciones tienen que producir soluciones alternativas, no en los estudios de TV. Como no tienen necesidad (hasta el fiasco de la 125, el Congreso hubiera podido estar cerrado que nadie se daba cuenta)el rol de la Oposicion en gobierno es casi inexistente, lo que le permite ser vacua. Cuando el gobierno es fuerte, prescinde del congreso = circulo vicioso.

    Si los gobiernos funcionan en base a soluciones ad hoc (cuantas de las cosas que Ud elogia en el gobierno de NK fueron anunciadas antes de la eleccion del 2003?), inevitablemente la oposicion tambien funciona sobre el principio de levantarse y ver que hace. Hay un problema de fondo, no de circunstancias.

  12. Ernestina, Frondizi no mantuvo el modelo economico que heredó de Aramburu. En 3 años creó la industria automotriz y el despegue de la industria petrolera en Patagonia. Ningún gobierno posterior dejó un legado economico positivo de ese calibre.

  13. Mariano: usted no necesita ningún permiso para hablar del Gobierno. Al contrario, me ofrece la oportunidad de ampliar un poco lo dicho en la entrada. Cuando hablo de improvisación no significa que no haya líneas maestras bastante definidas que sirven de marco a las medidas más coyunturales, en las que, insisto, predomina la improvisación. Una, desde luego, es la que usted señala: el ordenamiento de las cuentas públicas. Otra, agrego yo, recuperar márgenes de autonomía nacional en el manejo de la economía y de las relaciones internacionales. Una tercera: preservar el aparato productivo, evitando que nuevamente se imponga el predominio de la valorización financiera. Tres aspectos, a mi juicio, que bastan para defender al Gobierno de las acechanzas de quienes apuntan (en algunos casos, con clara intención, en otros, por falsa conciencia) torcer esas líneas maestras. El aspecto de mejorar las condiciones sociales no lo incluyo aquí, aunque existe, porque adolece de lo que llamaría cierta timidez.
    Me avergonzaría ser un oficialista acrítico. Creo que los oficialismos siempre sufren daños por parte de los que carecen de opinión propia o, peor, la disimulan.
    No me asusta su preocupación particular por las cuestiones económicas; pienso, con Gramsci, que tan importante como atender a las cuestiones políticas y culturales es no olvidar que se asientan sobre una base material.
    Un abrazo

    Grito Primal:
    Como ve, he eludido en el texto la referencia concreta a la cuestión electoral. No porque no tenga importancia, sino porque faltan muchos meses. Y meses argentinos, tan llenos de acontecimientos que equivalen a décadas suizas. Y meses, por añadidura, en medio de una crisis mundial como no se vio en casi ochenta años, lo que acumula aún más acontecimientos en los tiempos más breves.
    También dejé de lado la referencia electoral concreta porque me parece útil levantar un poco la mirada y observar un panorama más extenso. De ahí mi preocupación por poner a la oposición (y desde luego, al Gobierno) en la perspectiva del cambio operado desde 2002. Tengo la impresión de que, extraídas de ese contexto, las anécdotas cotidianas pueden marearlo a uno.
    Finalmente, es mi firme opinión que lo importante de las elecciones de octubre no es que gane el kirchnerismo. Lo importante es que pierdan los otros. Porque, aunque las condiciones no permitan un retorno a los 90, al menos en lo inmediato, pueden arruinar mucho de lo mejor que se ha hecho en estos años.
    Un abrazo

    Guillermo:
    La respuesta a su último comentario está en la que le dirijo a Mariano. Improvisación, sí, pero orientada por líneas maestras. Sólo un aspecto más. Discrepo en que Néstor Kirchner no haya mostrado en la campaña de 2003 lo que se proponía hacer. Al anunciar que Lavagna sería su ministro de Economía, dejó en claro que su intención era avanzar en el desguace de las políticas económicas neoliberales. Y es lo que hizo.
    La verdad es que no recuerdo si prometió medidas puntuales y sospecho que si lo hizo no recibió ni un voto por esas promesas. Usted sabe que los argentinos, largamente escaldados de promesas incumplidas, solemos definir nuestro voto por los trazos gruesos y no por el juramento de poner canillas de leche en todas las esquinas (no se ría, hace muchos años, un festivo candidato uruguayo hizo su campaña con esa promesa).
    El problema de la oposición no es que esté obligada a tener un programa acabado hasta los últimos detalles. El problema es que tiene que ofrecer una alternativa, así sea en trazos gruesos. Porque si de hacer emparches se trata, la oposición no puede hacerlos y ahí la ventaja es del Gobierno.
    No es mi culpa; yo no fabrico la realidad, aunque me encantaría.
    Un abrazo

  14. La oposicion tiene dificultades porque es anarquica y solo la vincula la critica con muy poco fundamento.Ademas esta formada por aspirantes al gobierno que se motivan por su egoismo y ambicion y no presentan ideas ni programas capaces de convencer a la ciudadania,ya de por si desinteresada por su falta de socializacion y equivocadamente manipulada por la idea de que la politica es»puerca»y de que los politicos son mala gente.Creo que los grandes intereses economicos se encargan de fomentar ese convencimiento,expresado en»que se vayan todos»sin propuestas validas ni organizadas de reemplazo,para mantener el sometimiento de la politica bajo el mercado economico.Por ultimo todas las figuras y grupos opositores y en gran medida aunque no tanto el grupo gobernante son formas de manejo capitalista que no promueven ningun cambio genuino en el sistema.

  15. La oposiciòn no parece tener un denominador comùn que vaya mas allà de «terminar con la tiranìa K».

    Sin embargo con la posible excepciòn de Castells o Ripoll, parece que se la podrìa ubicar a la derecha de este gobierno (excluyo del anàlisis al PO y otras expresiones que difìcilmente confluyan a la Uniòn Democràtica que propugnan Grondona, Carriò y otros «republicanos»).

    Lo màs parecido a un plan que he escuchado es una propuesta de Carriò consistente en eliminar las retenciones a las exportaciones y volver a financiarnos a travès del endeudamiento externo (una vez que los organismos internacionales nos hayan perdonado los presentes extravìos). Dudo que puedan ganar las elecciones con estos planteos.

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