Suelo mirar 678, programa en el que más de una vez se ha analizado la denuncia del miedo en el periodismo actual.
La estrategia dominante del periodismo filo progresista ha sido confrontar estas denuncias con épocas en las que temer era una cuestion diaria, «acá se chupó demasiada gente, se picaneó, se violó, se tiraron cadáveres al mar, como para que venga alguno acá a decir que tiene miedo»
Yo creo que la ley de medios ha generado miedos en muchos periodistas, miedos de diferentes tipos y todos relacionados a su trabajo.
Imagino a periodistas de las empresas que deben resignar señales con miedo a perder su trabajo, imagino a periodistas de estos grupos con miedo a decir lo que piensan sobre la ley, imagino a periodistas que ya se jugaron por la ley y ahora tienen miedo de que la ley fracase. Hasta imagino periodistas con miedo a que la ley cumpla sus verdaderos objetivos, periodistas con miedo a perder una posición de privilegio en la distribución de su mensaje, miedo a compartir su poder y hasta el analizado miedo a la libertad, la propia como periodista y la libertad de una sociedad bien informada.
No esta mal decir que hay periodistas con miedo, porque no esta mal que los tengan. Sin embargo, los miedos suelen exacerbar nuestras posturas, porque nos paralizan o porque nos empujan ha defender nuestra posición con todo aquello que tengamos a mano.
La ley esta a pasos de ser reglamentada y lo que viene es excitante, porque nos obliga a enfrentarnos a estos miedos, la adrenalina irá bajando a medida que la implementación avance y desde lejos podremos sonreírnos con el recuerdo de ese miedo que, en definitiva, no era otro que el miedo al cambio.
Juan Pablo: El miedo que tienen no es a aparecer en un zanjón, como en Colombia o México. El miedo que tienen es al cambio que se avecina, el de caer del pedestal en el que se encuentran. Ése es el miedo que tienen. Sienten crujir el suelo bajo sus zapatos, y no saben a quién recurrir.
Para colmo su jefe está cada vez más contra las cuerdas, así que mal les puede tirar una soga. Ya no sólo por los «hijos» de la apropiadora prófuga, sino por los propios, conseguidos por la Naranja Mesiánica. Y el último sudor helado por la espalda les debe de haber corrido cuando vieron pasar a Joe esposado a una camilla. Ahora, con las investigaciones sobre la «adquisición» de Papel Prensa, con Lidia Pappaleo relatando cómo sucedieron los hechos, no me cabe la menor duda que deberían «tener miedo». Todo llega.
Tampoco se van a quedar sin audiencia, siempre les van a quedar las señoras gordas que igualan justicia social con totalitarismo comunista.
qué problema tenes con las señoras con sobrepeso? a ver cuando se les mete en el formato políticamente correcto la etiqueta «obesidad»
Carla, no sé si tu comentario es en broma, pero por las dudas: «señora gorda» es una categoría inventada por Landrú para referirse al discurso de una categoría socioeconómica.
Creo que lo mas objetable es el usar el miedo como explicacion de entorno politico y no como una explicacion individual, casi psiquico.
El miedo es un recurso que a fuerza de ser usado por todos los opositores termina armando un surco, al que todas las aguas de la opisicion corren y que busca golpear (y creo que lo logra) al gobierno. Asi aparecen cada vez mas tipos importantes, con poder, socialmente blindados, «con mucho miedo».
Es un modo de expiación de la propia culpa, de la propia cobardía, del propio miedo, el arrojar sobre los otros, también contemporáneos, nuestras responsabilidades, todo lo que no hicimos durante la dictadura.
También en eso va una sobrevaloración del rol de periodista; justamente aquello que se pretende desacralizar, porque esos mismos que debieran haber sido «la voz de los sin voz», no deben, no pueden, serlo hoy.
En cambio, nosotros que no tenemos ninguna culpa, (porque de esta forma la lavamos), que no somos cobardes, que no tenemos miedo, sí podemos serlo, sí podemos ocupar el lugar de los otros, podemos suplantarlos, y eso es hoy, ahora o nunca.
Saludos
el miedo fomentado campea por todos los sectores sociales,el miedo a no tener o a perder…cuanto se yabla de iseguridad..de delicuencia…Hace poco en el blog algunos señalamos como resulta mas peligrosa la accion de los delincuentes de guante blanco…y miren el derrumbe de edificios por la accion u omision de quienes deberian ser responsables..en definitiva es un delicuene el que no otorga valor a la vida humana ajena ni propia…Si la ley de medios aumenta la posibilidad cultural de la diversidad no hay por que temerla.Solo los que se aferran hoy a un periodismo parasitario y rutinario desde la locusion hasta la redaccion…
No tienen miedo a nada, no les pasa nada. Es todo bulla. No tienen como y desde donde atacar, y entonces saltan con eso. ¿A la sensibilidad de quien apuntan esas mentiras? A la de cierta clase media que pueden perder porque a fín de cuentas puede llegar a ver que tan mal no le fue con el kirchnerismo. El miedo, si se le puede llamar así, es a perder el lugar de sacrosantos y, sobre todo, únicos trasmisores de la construcción de la realidad. Nada más, miedo a la pérdida del privilegio, desde que muchas personas han decidido salir a que no las hablen, sino a hablar; a que no le interpreten, sino a interpretar; a que no le construyan, sino a construir. Y de parte de sus patrones el miedo es que se venga el 50-50.
Lo más relevante, creo, es que los medios dominantes han logrado generar un consenso mínimo sobre el ¨miedo¨ como fenómeno social prioritario. Ya no hace falta justificarlo, alcanza con verbalizarlo. Chiquita Legrand tiene miedo del mozo que la mira raro, Susana y Tinelli se quejan de tener que vivir entre rejas porque ¨si no, nos matan¨ y Mariano el Latinista sostiene sin que se le caiga el misal que en México o Colombia hay menos crispación y miedo.
Pero la gran responsabilidad no es de los medios, sino de la oposición, que amplifica ese consenso a partir de cada hecho policial o de algún terrible afiche anónimo, desviando atención, y recursos hacia lo que saben que no es prioritario, con tal de limar al actual oficialismo. Imaginan ingenuamente que cuando les llegue la hora ya verán como cierran la caja de Pandora (para ese momento tal vez el Fino Palacios estará nuevamente disponible para compartir su experiencia).
Vivimos atormentados por la remota posibilidad de terminar como Axel Blumberg mientras estadísticamente tenemos muchas más posibilidades de acabar como los Pomar.