«¡Cuídate de los Idus de Marzo!»
William Shakespeare: Julio César.
Los recuerdos nos asaltan como un rayo en un cielo despejado: la decisión del gobierno de adelantar las elecciones nacionales -si el margen legislativo actual se lo permite, y si el calendario legal no lo impide- nos recuerda al anticipado final de aquel gobierno con el que más parecidos pueden destacarse en el ciclo kirchnerista, a saber, el gobierno de Alfonsín.
Como muchos recordarán, el alfonsinismo tomó la decisión de adelantar las elecciones presidenciales de 1989 a mayo, casi siete meses antes del cambio de mando. La decisión, tomada en enero, respondió a la buena performance que el radicalismo mostraba, en ese momento, en las encuestas nacionales. Sin embargo, el embate de los grandes grupos económicos -asumido no sin jactancia por sus voceros mediáticos en aquella histórica tapa de Ámbito Financiero del 15 de diciembre de 1989, intitulada «Golpe de mercado»– se llevó puesta la precaria estabilidad económica, y entregó a Menem el poder en bandeja.
Este recuerdo se impone como una advertencia de marcado dramatismo si tomamos en cuenta que, desde 1984, son ya tres los presidentes que no han concluido su mandato: el mencionado Raúl Alfonsín, Fernando De La Rúa, y Eduardo Duhalde. Esto constituye un récord bastante alto para el que es, paradójicamente, el período de vigencia democrática más prolongado de nuestra historia, pero también libera mecanismos de alternancia no estrictamente ligados a los tiempos institucionales. María Esperanza Casullo lo describió de este modo:
«Las experiencias de las transiciones del alfonsinismo y el delaruismo han creado en los actores sociales y políticos la idea de que las circunstancias de puja de intereses objetivos deben ser resueltas o van a ser resueltas mediante la caída de un gobierno constitucional y su reemplazo por otro gobierno, también institucionalmente legítimo. […] El problema es que esta habitualidad ofrece a los actores sociales y políticos opositores muy pocos incentivos para construir salidas negociadas a la crisis. Antes que construir coaliciones y planificar alternativas para la alternancia en el mediano plazo, en todos los casos para las oposiciones parece mejor movida “empujar” un poco más con la esperanza de hacer caer el gobierno y reemplazarlo por otro más afín. […] Un corolario de esta forma de hacer política en la no política es que en la mayoría de los casos que estamos viendo en este mismo momento las rebeliones no están motorizadas por los sectores obreros o campesinos, sino por las elites económicas y culturales, tal como se ha visto en Bolivia, Venezuela y Argentina. Estos actores tienen una gran capacidad erosiva, dada su posición dominante tanto económica como cultural. En sus manos están muchos resortes de la política, el mercado, y los medios de comunicación, y pueden entonces ser actores con altísima capacidad de veto, no sólo política, sino también económica y cultural.»
En este contexto, el desafío continuado de la patronal agropecuaria a la gobernabilidad, en colusión con los principales referentes opositores, y bajo la desembozada protección de los principales multimedios, cobra una significación diferente. La necesidad oficial de evitar que la crisis internacional confluyese con las aspiraciones opositoras, alentadas por la vocación para la generación de catástrofes económicas como medio de imposición de sucesiones políticas, implicaba necesariamente una nueva recuperación de la iniciativa política. El clima de «fin de ciclo» que, poco a poco, iban imponiendo aquellos sectores y grupos interesados en la generación de alternancias -y también algunos idiotas funcionales, hay que decirlo- requería de una decisión que reflejase, al mismo tiempo, una marcada vocación democrática, y una oportunidad para renovar la confianza social.
La respuesta del gobierno frente al desafío opositor tiene por fin conjurar estos fantasmas a partir del oportuno recurso a la legitimidad popular. Es difícil no compartir esta postura, independientemente del malestar que implica la premura con que se toman las decisiones en el vértice de este proyecto político. Someterse pasivamente a una continua campaña de desestabilización no hubiese sido nocivo sólo para el gobierno: hubiese supuesto, objetivamente, adoptar una actitud de complicidad en dicha maniobra. Complicidad que, al afectar al entero sistema institucional, hubiese puesto nuevamente en riesgo precisamente aquellos valores que la oposición partidaria dice ponderar como prioridad.
Al mismo tiempo, el gobierno ha decidido impulsar una reforma de la legislación que rige el complejo entramado de multimedios argentinos. A nuestro juicio, quienes arguyen que este es un riesgo innecesario, o bien, quienes creen que se trata de otro engaño destinado a alguna clase de trueque político en el Congreso no han comprendido todavía la imposibilidad fáctica que se presenta para la consolidación a mediano plazo de cualquier proyecto político -especialmente uno de cariz progresista- en un contexto de monopolización de los medios informativos, – algo que, en el caso argentino, adquiere una dimensión francamente excepcional-. La continuidad del proyecto en curso no dependerá exclusivamente de su buen desempeño en las urnas: esa condición, necesaria como es, no comporta un componente de legitimidad suficiente cuando la disputa política se libra, como señala María Esperanza Casullo en el texto ya reseñado, antes en el marco de la sociedad civil que a través de los canales institucionales. El gobierno así lo ha entendido: la gestión, su gestión, no será transmitida.
En momentos en que sombríos espectros de un pasado ominoso revelan su rostro a una opinión pública sumida en la pasividad, el desafío reside en volver a politizar el debate, dejando en el pueblo soberano la decisión respecto de cómo debemos continuar.
Ezequiel Meler,
Me parece que ésto comienza a parecerse cada vez más al escenario venezolano.
A menos que le llamemos «partido político» a estas UTE que se arman como zafarrancho electoral, el principal actor político que enfrenta el gobierno no es un partido. Es un multimedios.
Y dado que está clarísimo que el Partido de los Medios intentará asignarle carácter plebiscitario a las elecciones, pero a su vez enfrente de Cristina solo están estas UTE’s, Clarin deberá blanquear ante la sociedad su condición de partido político. Como todos los demás partidos políticos. En un tal escenario de plebiscito, el «Braden o Perón» se tornará «Cristina o Clarín».
toda la culpa es de clarin???…si clarin no existiese…todo seria «fenomenal» digamos???…si fuese cierto,pues pongamos una bomba en clarin,q salte por los aires,y obtendremos el paraiso q los argentinos nos merecemos…q tul?
pero me pregunto…no tiene nada q ver la alianza con rico,saadi,barrionuevo??? no tiene nada q ver el acta de defuncion de la transversalidad,para terminar acobijados en los brazos de los intendentes del conurbano??? no tienen nada q ver la «pobreza extructural» recien descubierta con la desgracia en tartagal??? no tiene nada q ver la corrupcion extructural q sigue vivita y coleando???(ya los dijo capusotto «menemismo con DD.HH.»)…
tendra algo q ver los vetos a la ley de glaciares o la no promulgacion en tiempo y forma de la ley de bosques???…o quizas los aportes efedrinicos a la campaña de cristina???…o maybe lo de «firmes frente a la marejada»,y ahora caemos en la cuenta q el bote tiene agujeros por todos los wines???…o no sera el tren balin???…o el pago al contado al FMI (4% anual)…para cambiarlo por prestamos «bolivarianos» (entre un 12 y un 16% anual)???…o sera varizat,patota moreno,los negociados de devido,los parientes de d’elia en el estado,bibiloni (y el hijo de bibiloni)…???
y asi un largo coro de etceterasssssss…
«cristina o clarin»???…ojala fuese ese el problema…cerramos clarin,igor q compre TELEFE…y todos salimos corriendo a comprar pagina12 asi nos damos cuenta de lo felices y afortunados q somos todos los argentinos de ser gobernados por esta simpatica pareja…
en fin…es lo q hay…
Leandrito, con toda buena intención, hacé un esfuerzo para mejorar tu forma de escribir porque así es ilegible y se te pierde el mensaje.
Yo le diría a Leandrito que trate de argumentar sin repetir como un loro que dijo fulano o mengano. Además, le solicitaría si puede expresar algo más que su repetitivo antikirchnerismo al pedo.
No, no tiene nada que ver.
Que te «asalten los recuerdos» es un poco gracioso, nene :-)
Yo creo que ésta situación es muy distinta a la de Alfonsín en el ’89 que, desde el punto de vista económico, era mucho más dramática. El gobierno actual tiene más espacio y más herramientas para manejar la situación, aunque uno se pregunta todo el tiempo por qué no lo hacen un poco mejor.
Tampoco son comparables el fin del gobierno de Alfonsín con el de De la Rua, uno fue al final de un relativamente largo mandato de 6 años en el que había habido por lo menos tres o cuatro crisis graves, pero en el que había una relativa paz social y mucho consenso, el otro apenas pasó la mitad de uno de 4 con unas cuantas bombas a punto de explotar que no supo desarmar.
El tema, creo, pasa – y esa vez me quedé con las ganas de decirlo en el post de MEC pero después se me pasó – por el tipo de democracia que supimos construir. Teniendo tantas alternativas democráticas ¿por qué seguir insistiendo con ese modelo de democracia delegativa que al final resulta tan vulnerable a cualquier cosa?
Igual, pareciera que Cristina va por el buen camino, dejando un poco de lado esa acumulación de poder en el Poder Ejecutivo y dándole más importancia al Congreso. Pero lo presenta como si otorgara una gracia, en lugar de la forma natural de hacer política en Argentina.
Ezequiel: muy bueno realmente.
Una cosita sobre lo que dice Leandrito.
En serio Capussotto hizo esa descripción? No lo sabía, pensaba que tenía otra opinión.
Bueno, yo me animo a hacer una de igual cinismo (e igualmente falsa por supuesto)
Capussotto es Olmedo con epilepsia.
Saludos
Mariano, en realidad la consigna fue de Lanata, en Rosario.
http://www.portalsf.com.ar/modules.php?name=News&file=article&sid=831
Capussoto lo retomó, pero en lenguaje Cha – Cha – Cha, que sólo entendemos los elegidos de la secta de Casero.
En esta entrevista,
http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0259/articulo.php?art=7277&ed=0259
…se despega de esa pobre idea que le ha sido adjudicada.
Lo grave no sería, en todo caso, que un cómico tire un bolazo. Lo grave, me parece, es que tipos como Solanas lo retomen.
Eduardo:
Hay similitudes indudables con el caso venezolano, principalmente en el nivel de la composición del campo opositor, pero hay diferencias muy importantes también en el armado de una fuerza de cambio desde arriba, y en la centralidad de un recurso, como el petróleo, que permite un control nacional más inmediato o directo que la tierra. En todo caso, sigo recomendando ese documental maravilloso, La Revolución no será transmitida, de un grupo de irlandeses que caen en medio del golpe de 2002 -que, según la justicia de Venezuela, no existió: no hubo golpe-.
Yo pensaría en entramados mediáticos – corporativos – partidarios, de un lado y del otro, que dirimen sus fuerzas antes en el campo de la opinión pública, que al interior del juego institucional legalmente reconocido.
Y no esperaría que Clarín se reconozca como partido: antes que eso, cierran y ponen una financiera.
Gracias por pasar, un abrazo.
Ana:
Indudablemente, las dos cosas son ciertas: no es el 89, y el tema central pasa por la pauta de comportamiento de los actores políticos, «la democracia que supimos construir».
En el 89, el Estado ya estaba desfinanciado, y la hiperinflación simplemente liquidó al gobierno. Tampoco había una crisis de esta magnitud dando vueltas por el centro de la economía. Ahí, de todos modos, aparecen similitudes en el campo de la construcción política -Alfonsín era, o se veía, como un líder en el que debíamos delegar, tanto o más que cualquier otro referente político-, en el «tempo» de la crisis política final -muy fuerte en el quinto año-, y en la presencia de ese entramado mediático – financiero que se expresó en la tapa de Ámbito. Ciertamente, un gobierno que adelanta legislativas para no quemar bases electorales debe tener presente, según creo, el 89, en tanto lección política.
Respecto del régimen democrático, yo enfatizaría el tema de la falta de una participación adecuada al sistema institucional, algo que, evidentemente, se lleva de la mano con la crisis de los aparatos partidarios y la no – constitución de espacios de socialización de experiencias que sean una alternativa. Pero ya vimos en Estados Unidos que la no participación se puede revertir cuando las papas queman y la propuesta renueva en serio. En el medio, creo, hay que trabajar para recuperar la militancia democrática, y para establecer reglas que todos los actores respeten. Lo cual es una cuenta pendiente, por cierto, muy anterior al 84.
Che, yo me acuerdo del 89. Uno pasó los 30…:P
Gracias por pasar, un abrazo.
Ezequiel, todo lo que decís es razonable, pues el juego de pinzas que vienen haciendo la oposición con los multimedios desde el alzamiento del sector agrofinanciero es evidente.
Ahora bien, también es cierto que el horizonte económico se presenta bastante oscuro, y que probablemente el adelantamiento obedezca a un probable resultado desfavorable en octubre y no a mejores intenciones.
Un cordial saludo.
Emilio: es cierto, la intención es cerrar ahora con lo que se tiene. Tal cual. Y las previsiones, horribles.