Todos hemos sido alguna vez solteros, y casi todos consideramos que la soltería era sinónimo de libertad. Libertad que perderíamos si nos casáramos o formáramos una pareja.
Casi todos, tarde o temprano, hemos cambiado o cambiaremos nuestros planes y nuestros puntos de vista, arruinados por la sonrisa de una mina o de un tipo. Y nos casamos o formamos una pareja. A la mayoría no nos fue tan mal: la persona con quien soñamos vivir el resto de nuestras vidas resultó tan buena compañía como creímos que iba a ser.
No resultó perfecto. No podía serlo. Para quienes esperaban la perfección total en la relación, el triste desenlace de la separación fue inevitable. Para quienes sabíamos – o entendimos posteriormente – que la perfección en una pareja es imposible, la cosa resultó casi siempre bien, hasta muy bien. No perfecta, por supuesto, pero mejor que la soltería.
En el camino hubo que aprender a aguantar muchas cosas. Tragarnos muchos sapos, problemas que dificultan la convivencia, pero que no implicaron traición o maltrato. Sapos difíciles de tragar, que destruyeron nuestro sueño de felicidad total, de una relación perfecta. Pero seguimos eligiendo la relación, a pesar de los problemas.
Fueron muchos los sapos que debimos tragarnos: su carácter, no tan perfecto como esperábamos; el desorden en el baño o en la cocina…
El más universal de los sapos que nos tragamos es la suegra. A pesar de algunas (al menos es el caso de la mía) que hacen esfuerzos ímprobos por no meterse donde no las llaman, terminan fatalmente metiendo la pata hasta la verija, opinando cuando nadie les pregunta, tomando partido cuando deberían acercar posiciones. Terminan siendo el sapo más complicado y difícil de tragar.
Queda confirmado lo que siempre supiste: tu suegra es un sapo.
Esos sapos no deberían ser causales de desencanto ni de separación. Aunque intentamos trabajosamente cambiarlos en la otra o el otro, o al menos evitar que influya demasiado, posiblemente siempre estén ahí. Si aprendemos a olvidar o a aceptar los batracios ingeridos, podemos vivir en un estado relativamente parecido a la felicidad. Siendo humanos, no podemos pedir mucho más.
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Algo de esto ocurre también en política. Al menos, me ha pasado a mí.
Mi conciencia política tiene la misma antigüedad que la democracia. Nunca en mi vida había sido oficialista: mi menemismo duró menos que la gestión de Miguel Roig, y mi duhaldismo nunca llegó a ser otra cosa que el reconocimiento de dos medidas positivas. No podría haber sido oficialista con Alfonsín ni con el suegro de Shakira.
Pero luego llegaron los Kirchner, y me hice oficialista por primera vez en mi vida.
Supongo que los demás que apoyan a este gobierno sienten o piensan más o menos como yo. Por eso, de aquí en más, hablaré de nosotros, los casados. Perdón: nosotros, los oficialistas.
Lo que este gobierno ha hecho hasta ahora es, para nosotros, lo mejor que se ha hecho en política nacional desde antes que naciéramos. Somos concientes de que lo que falta es mucho, pero estamos seguros que el país está lentamente avanzando por el camino correcto.
Claro que debimos y debemos tragarnos varios sapos, muchos sapos. Muchos de ellos difíciles de tragar, como De Vido, como Jaime, como las exhibiciones de poder de Moreno. Como las alianzas con Saadi o con Rico. O como los hoteles en El Calafate.
No se puede ser oficialista y pretender nunca tragarse ningún sapo. Eso es un idealismo que no lleva a ningún lado, la inútil exigencia de un imposible. Si uno acepta alguna vez ser oficialista, debe saber que se va a tragar varios sapos, como quien elige formar una pareja debe saber que se va a tener que aguantar muchas cosas, empezando por la suegra.
Queda, por supuesto, la opción de no ser oficialista nunca, renunciando a participar en política. Quienes se glorían de su apoliticismo son políticamente inútiles para la sociedad y para sí mismos. Sufren las decisiones de otros, en las que se niegan a tomar parte, que les cambian periódicamente la vida, para mejor o para peor. Dado que se han negado a participar en las decisiones comunes, no tienen derecho a protestar por las decisiones que los demás tomamos en común.
Son entes tan absurdos como yernos solteros, obligados a aguantar una vieja sin acostarse con la hija o el hijo, sin haber siquiera intentado hacer feliz a nadie.
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Hay otra opción más, que equivale a enamorarse de la estrella porno de generoso cuerpo, que no verán nunca excepto en la pantalla, en la máxima exhibición de su belleza. Sin suegra, sin reproches, sin aliento mañanero.
Eso es lo que eligen los partidarios de una opción que nunca será gobierno. No por convencimiento personal, sino porque – inconscientemente – se sienten atraídos por eso mismo: nunca serán oficialistas. No soportarían estar del lado del gobierno, su oficialismo duraría menos de una semana. Acostumbrados de por vida a criticar, nunca podrían apoyar ninguna gestión. Mucho menos militar activamente por un gobierno, ¡eso jamás!
Dentro de esta opción están – aunque no les guste oírlo – la mayoría de los simpatizantes y militantes de izquierda. Casi ninguno es zurdo porque adhiera completamente a la revolución social, sino porque se sienten mejores que los demás si corren al gobierno por izquierda. A este gobierno o a cualquier otro.
Ser izquierdistas los libra de por vida de ser oficialistas. Si alguna vez algún casi zurdo llegara al gobierno, lo atacarían por no ser suficientemente revolucionario. De hecho, es lo que están haciendo.
En nombre de un ascensor que nos llevará directamente a la azotea, la izquierda argentina colabora en la demolición de la escalera que (con mucho trabajo) al menos nos ha permitido llegar al primer piso. Y le hacen el juego a aquellos a quienes les importa un pito si estamos en la terraza o en el sótano, siempre y cuando ellos puedan estar más arriba que los demás.
Hoy somos oficialistas. No porque nos gusten los sapos que nos tenemos que tragar, sino porque nos los aguantamos, a cambio de un futuro algo mejor para nuestros hijos y nuestros vecinos. Porque tenemos los huevos de ser oficialistas, de apoyar algo cuando es mucho más cómodo ser opositores.
Espero que, alguna vez, estos opositores universales tengan el valor de ser oficialistas. Cuando nosotros les recordemos los sapos que se tendrán que tragar, ojalá sean capaces de admitir que se los tragan, que no les gustan pero que es un precio que están dispuestos a pagar.
Mientras tanto, admitan que hoy, que el discurso dominante es contrario al gobierno, es muy cómodo ser opositores y se requiere valor para ser oficialistas. Ser eternamente opositores no es ser libres, puede ser algo muy parecido a la cobardía.
Marcelo
Firmo al pié. Y lo dice quien votó al Pinorto durante 20 años, en cualquiera de sus encarnaciones. Hoy lo veo y no me da ni siquiera pena. Le perdí el respeto por comoleto. Un onanista que, habiendo perdido gran parte de su libreto en manos de este Gobierno, ahora debe dedicarse a la ecología.
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Ídolo, genio, ¿de que planeta viniste?
Imposible decirlo mejor.
P.D: Igual, por ahora, solamente por ahora, estoy más que feliz con mi soltería, mis -como siempre digo- 24 años de soltería. La soltería de oficialismo la perdí a partir de la victoria en las legislativas 2005 de CFK sobre Chiche Duhalde.
Ya vas a caer. Y no te lamentes, que, como decía mi abuelo «casarse es jodido, pero llegar a los 90 solo, te la regalo».
Gracias. Me inspiró la patrona hace un tiempo, cuando me apareció de repente y me dijo «Te conozco de hace veinte años y durante quince fuiste opositor. Empezaba a preocuparme, creía haberme casado con un opositor de por vida.» O algo así.
Marcelo
PD:Mi suegra tiene internet. Que no lo lea, que no lo lea, que no lo lea…
Gaucho
Este agresivo discurso dirigido descalificatoriamente a quienes elegimos militar EN AGRUPACIONES QUE NUNCA PODRAN LLEGAR A SER GOBIERNO, por lo menos peca de ignorancia acerca de nuestra historia, y te ayuda a opinar como si quienes no tuvimos la sagrada revelaciòn de ser oficialista constituyamos un hato de pelotudos infelices y autodestructivos.
En Argentina del 46 al 51, ocurrieron hechos màs trascendentes que todo aquello que descubriste en el 2003. Existiò una polìtica que en sus primeros años de acciòn produjo una verdadera revoluciòn en la justicia social, le pasa la aplanadora a tu presuntuosa afirmaciòn de que el actual oficialismo es lo mejor que le pasò al Paìs desde antes que nacièramos. No hace falta ser Peronista (no es mi caso)para reconocerlo. O lo viviste o lo estudiaste con rigurosidad, materia que me parece tenès pendiente.
Ese movimiento social-polìtico ocupò con el paso de los años,entre proscripciones y persecuciones, el mayor espacio polìtico de nuestra sociedad, pero lamentablemente tambièn se nutriò de un sindicalismo conservador , oportunista y corrupto ,-salvo escasas y màs que valientes excepciones-, con tanto poder asociado a quienes se sucedieron ejerciendo cargos polìticos, que en la pràctica apareja una lucha de larguìsimo alcance por parte de quienes pretendemos romper ese entrampado, a diferencia de la actitud de quienquiera que se te ocurra que haya pasado por el poder, incluyendo al movimiento K por supuesto.
Examinando tanto ìmpetu de oficialista en actividad, me permito señalarte que no has sido precisamente generoso en la enumeraciòn de los sapos que te tragàs. Bastante discreto.
Sì, en cambio, te has permitido entre tantos epìtetos, calificar de cobardes a quienes trabajan o trabajamos para sostener una ilusiòn de cambio diferente a la tuya ( ciertamente con pronòstico de muy lejana realizaciòn). Lo hacès con tanta ignorancia y mala fe a cuestas, que pasàs por alto los votos afirmativos que ayudaron a la promulgaciòn de leyes fundamentales. Claro està que a los señores les molesta que ademàs nos preocupemos por las respectivas instrumentaciones, transparencia que le dicen, a cargo siempre de los sapos que mencionaste y otros que omitiste. Y a eso le llaman «correr por izquierda».
Salvando tu obstinaciòn por descalificar hasta la ofensa y el agravio -que me costò no corresponder adecuadamente-, reconozco que el tuyo es buen material para un manual de auto-ayuda apto para jòvenes con huevos suficientes para ser oficialistas.
No trato a nadie como un hato de pelotudos. Pensándolo bien, sería posible militar en una utopía «de muy lejana realización» y ser al mismo tiempo, un poco menos crítico al reverendo pedo del actual gobierno.
Acuerdo enteramente con vos con lo ocurrido entre el 45 y el 51 (me pregunto por qué no del 51 al 55). Justamente yo nací durante el gobierno de Illia, por eso puse «desde antes que naciéramos»,
Cualquier revolución social genera a mediano plazo (ni siquiera a largo plazo) una herencia que profesionaliza lo que en un principio fue un apostolado. Eso incluye a los sindicalistas profesionales, que son mucho mejores negociadores que los amateurs: saben pedir el doble de lo que van a conseguir y reconocer el límite de lo que pueden obtener. Por la mismo razón, también son buenos negociadores en provecho propio. Ojalá pudiéramos salir de ese «entrampado» que mencionás, pero es otro de los sapos que posiblemente tengamos que tragar una y otra vez.
No pretendí ser exhaustivo en la lista de sapos, posiblemente quise ser inclusivo: puse cosas que vos y yo estamos plenamente de acuerdo con que son sapos y excluí las que no acordaríamos.
No me permití llamar cobarde a nadie; dije que «puede ser algo muy parecido a la cobardía». No sé si se nota, pero es un texto muy trabajado, así que las palabras son elegidas una por una. Era para que otros pensaran cuál era su posición, no para insultar. Y, junto con «políticamente inútiles» (que va dirigido a otra gente) fue el único epíteto del texto.
Sobre correr por izquierda, me refiero puntualmente a los casos de la ultra izquierda (caso Ripoll o Castells) o la centroizquierda discursiva inútil (caso Solanas, de quien fui aliado alguna vez).
Lo siento por la ignorancia, es lo que hay. Lo que no hay es mala fe. Seguramente no estaremos del todo de acuerdo en qué son las «leyes fundamentales». Seguramente la 125 no te parezca fundamental, pero la discusión por esa medida tímida y secundaria tuvo una importancia histórica fundamental: la derrota del gobierno en su discusión permitió la resurrección de la escoria derechista, que (hasta unos meses era seguro) pueden ser el próximo gobierno. Y en esa, la izquierda jugó casi monolíticamente en contra.
Siceramente no entiendo adonde va dirigido el último párrafo. No sé si hay una ironía en lo del «manual de auto-ayuda».
Gracias por no «corresponder adecuadamente» a lo que creíste descalificaciones, ofensa y agravio. Soy demasiado viejo para agraviar a nadie, y todavía no lo soy tanto como para que no me importe lo que sientan los demás cuando digo lo que me viene en mente.
Marcelo
Gaucho
En primer lugar elijo aceptar que de buena fe no has tenido intenciòn de ofensa o agravio.
Sin embargo, releyèndote, insisto en que, conscientemente o no, te manejàs con un lenguaje que desprecia a quien no comparte tu militancia oficialista, muy sìmil a la doctrina K.: «o estàn con nosotros sin chistar, o son enemigos». Es lo que huelo,a riesgo de equivocarme, pero vayamos a otros items:
Me preguntàs porquè no del 51 al 55: Lo mìo es el recuerdo de un joven estudiante secundario en cuyos oidos resuenan las opiniones de los laburantes que vivìan en el mismo conventillo donde vivì mis primeros veintipico de abriles. Con el paso del tiempo interpretè ese perìodo de igual manera pero con otros elementos de juicio.
Hay mucho para leer y empeñosas bibliotecas que siguen discutiendo a favor y en contra de lo que afirmo.
Acerca de la 125 aseguràs que no me pareciò fundamental, pero te equivocàs. Sòlo la tosudez, la falta de estrategia , la soberbia infinita de N.K. y la defensa a muerte de los grandes intereses exportadores-aceiteros que fueron beneficiados por la ONCA dirigida por Echegaray (a quien controlaba su esposa) hicieron posible que la historia tomara el rumbo estùpido que tomò, culminando con la traiciòn de Cobos.
Pero no acepto distracciones encubiertas: esa escoria derechista que mencionàs cuando derrotan al gobierno en las elecciones, guste o no guste, no fue otra cosa que el PJ travistièndose una vez màs. (con excepciòn de los sectores minoritarios adheridos al Peronismo,que siempre han trabajado con lucidez y decencia, y sin cobardìa por falta de «oficialismo»).
O acaso no superan en nùmero a los gorilas verdaderos sumados a los que han inventado estos ùltimos años?
Ciertamente han cambiado los vientos, y todo augura que esa masa de eternos empobrecidos, liderada por los punteros que siempre actualizan sus propios intereses, votarà en el 2011 a favor de la continuidad de los K.
Y lo curioso es que en segunda vuelta, una vez màs, con ojos y nariz tapados, contaràn con nuestro voto, el de los cobardes no oficialistas. (ni se me ocurre reciprocidad en Capital, donde tenemos posibilidades; no tengo dudas que prefieren a tipos como Macri, fàcil y justo blanco de mùltiples acusaciones)
Dado que mencionàs la inutilidad de Solanas respondo de este modo: cualquiera que lo conozca de cerca sabe que en manera alguna presume de contar con lo necesario para ganar una batalla presidencial,-meta màs que lejana-. Sì en cambio, quienes de alguna manera adherimos y militamos tambièn junto a los Lozano, Macaluse y otras figuras ya conocidas, les reconocemos a todos ellos proyectos fundamentales para el desarrollo de nuestro Paìs, para no quedar pegados en exclusiva a los rigores del clima. Espero que se entienda. Pretendemos algo màs que agro-dòlares. No se consiguen con discursos. Hacen falta polìticas adecuadas y gente que piense al servicio del «proyecto» con su propia cabecita.
Trabajamos para que de una vez por todas se reconstruyan nuestros ramales ferroviarios por motivos que cualquier economista de buena leche entenderìa. Pero va ser difìcil si tenemos como socios al gremio de los camioneros. O me equivoco?
Este es un ejemplo nada màs, producto de la capacidad de algunos, pero siempre sometido a la discusiòn horizontal y no a la bajada de lìneas del iluminado de turno.
Estimo que corresponderìa al menos un cierto decoro antes de seguir citando a Pino con irrisorias descalificaciones; en homenaje al menos a su conducta en los 90, tan diferente, no te parece??
Aclaro: asumo que acudì a una ironìa con lo del «manual» con el fin de no dejarme llevar por la calentura de responder feo al entender que agraviabas a un sector al que estoy orgulloso de pertenecer a estas alturas de mi vida. Me corrijo: màs que a un sector, a una ideologìa como sinònimo de los deseos que alimentan nuestras esperanzas.
No desprecio a quien no comparte mi militancia oficialista. Respeto, por ejemplo, a quienes han militado en favor de Alfonsín o De la Rúa, más allá de lo que piense de éstos. Quienes los han defendido se han tenido que engullir tremendos sapos, y deben saber que señalarnos los nuestros no hace la verdadera diferencia. Que no son los sapos lo que defendemos, que no somos seguidores acríticos. Puede que se hagan los pelotudos, pero eso no significa que no sepan lo que es tener que tragarse sapos.
De hecho, a fines de los 80 había una categoría llamada «sirraulismo», por la que nos mofábamos de los que aprobaban todo lo que venía de Alfonsín sin chistar.
Sobre la 125, la tozudez no estuvo del lado del gobierno. Los extorsionadores no aceptaban nada que no fuera la rendición lisa y llana del gobierno. Aceptaron la discusión en el Congreso, y simultáneamente dijeron que si ganaba el sí igual iban a seguir contando al país. ¿O no fue así? El oficialismo ofreció cambios, la oposición agromediática, exigió todo a cambio de no dejarte a vos sin comida. Por otro lado, el senador Urquía, dueño de aceitera General Deheza, ese que era el principal beneficiado, según vos, votó no. Digo, como para que no confundas los bandos.
Yo también espero tener un país que no dependa del clima, a pesar de que soy un ganadero. Prefiero producir carne para una Argentina industrial que para el mundo, mientras la Argentina sigue siendo lo que fue hace un siglo. El proyecto de los K, si es que lo tienen, me resulta insuficiente. Pero es un piso desde el cual seguir adelante. Lo que propone la derecha es convertir ese piso en techo, ésto que se consiguió hasta hoy sería lo más a lo que puede aspirar la Argentina.
Lamentablemente, Pino le hace el juego a eso. Lo peor es que no lo hace porque simpatiza con esa gente, sino porque no soporta el «estilo» de los K. Si no fuera así, ¿por qué va al programa de Mariano? ¿Cómo lo puede dejar decir que están de acuerdo? En lo esencial, si están de acuerdo, entonces no sé que es lo que quiere y cree Pino. Y creo que no están de acuerdo, entonces, ¿cómo puede dejar que digan eso? ¿O acaso cree que la mayor parte de los votos que le saca al gobierno señalando los sapos van a ir a él y no al colorado?
Te aclaro que no me como la bajada de línea de nadie; debería quedarte claro, dado que soy lo menos parecido que hay a un militante clásico. Yo creo lo que creo, y apoyo a los K porque ellos responden a lo que creo, no al revés. Si me digo kirchnerista es porque decir que ellos son marcelistas obliga a largas explicaciones. No me gusta lo que hacen, sino que hacen lo que me gustaba de antes.
Sobre el respeto a Pino por lo que hizo en los 90, no estoy de acuerdo. Ni tampoco en faltar el respeto a los K por lo que hayan hecho en los 90, ni acusar a Perón por lo que hizo antes del 43… Yo juzgo actos, no personas.
Ma alegra que pertenezcas a una cierta ideología, en la que posiblemente estemos bastante de acuerdo. Pero en la aplicación práctica de esa ideología, yo estoy dispuesto a apoyar a alguien que tiende a avanzar en la dirección correcta, antes que criticarlo en cada cosa que haga, con la excusa de que no lo está haciendo más rápido.
Marcelo
Donde dice «contando» debe leerse «cortando al país». Es que en mi teclado, la r y la n están al lado ¿????
Muy pero muy bueno. Yo había escrito esto en el Decálogo del progresista negro (http://artepolitica.com/articulos/para-un-decalogo-del-progresista-negro/):
6. “Oficialista” no es mala palabra. Y no se marcan primero las diferencias y después las coincidencias cuando éstas son más importantes que las primeras.
No lo había leído. La que más me gustó es la primera, concuerdo absolutamente. Sólo que a mí me hubiera costado un mes ponerlo en palabras tan bien como vos.
Marcelo
¡Gracias!
Acabo de leer toda la discusión que causó tu artículo. ¿Vale repetir y voler a plantear la misma discusión a los 2 años? No es que quiera opinar algo yo, sino que creo que daba para más.
Marcelo
Sentite libre de postear tu versión del decálogo si querés, Marcelo. Saludos.
Lo malo de estar a favor de un oficialismo o de tener suegra es que ambas cuestiones implican tomar un compromiso con algo o alguien. Y cuando uno se compromete, arriesga. Le puede ir bien, mal o regular pero siempre va sabiendo a qué atenerse. Al acierto o al error.
El suegrismo político, con las coartada de «las ideas puras» y el «joya, nunca oficialista» le escapa al compromiso como a la peste y siempre podrá ser el dueño de la precisa, de la última palabra y de descubrir la cuadratura del círculo, eso sí, cualquier referencia a Onán no le será ajena.
las suegras tambien nos tragamos sapos,¡y como!es un problema de diferencias generacionales.En cuanto a politica ser opositor no significa renunciar a la politica sino estar en desacuerdo con el oficialismo,y esta funcion es util y necesaria,en tanto sea honrada.Si resultan inutiles los pretendidamente»apoliticos»(que nunca en realidad lo son)y si es cierto que el pecado de nuestra izquierda es ser un tanto desubicada y megalomana.Ahora,tratemos de que los sapos a tragar no sean cururu…
Perdón por tardar en responder. La diferencia entre los sapos que se comen las suegras y los que se comen los yernos y nueras están en que unos eligen algo que incluye suegras; y las suegras se tienen que bancar las elecciones de sus hijos. Sinceramente, el lugar de las suegras es mucho peor que el de los yernos, a pesar de la leyenda. Pero no me sirve para analogías políticas.
La segunda parte de mi escrito se refiere a los «apolíticos», no a los opositores. Y en la tercera me refiero a quienes se oponen a todo, o bien apoyan algo que nunca será gobierno. Extrapolando bastante (y corriendo serio riesgo de equivocarme), afirmo que muchos de los que hoy apoyan a Pino o a Ripoll dejarían de apoyarlos si alguna vez llegaran al gobierno. Puedo estar equivocado, y a eso se refiere el penúltimo párrafo, porque inevitablemente se van a comer unos sapos «rococos» como los del Titicaca (¿qué son los cururu?). Espero en ese caso no ponerme yo en el papel que ellos asumen hoy, y no señalar yo esos sapos. Espero apoyar lo que vaya en la dirección que me resulta buena y oponerme a lo que yo considere negativo. Sobre todo, espero nunca aliarme a la derecha por enemistarme con ellos. O con nadie.
Marcelo
mire en internet que es un sapo cururu.En cambio el»rococo»mas bien es un estilo estetico recargado imperante en el siglo XVIII.
En wikipedia, rococo (sin acento) redirige a «rococó», que es un estilo etc. Es una forma elegante de ayudar a quienes tienen PC sin acento. «Sapo rococo» dirige a un sapo enorme del NOA y Bolivia, que he visto y es realmente impresionante. Es cierto que no busqué cururu.
Gracias Isabel, y suerte con el/los yerno/s. Con la/s nuera/s ni me molesto, que ni la suerte ayuda.
Marcelo
como litoralense,me siento mas cercana al guarani que al altiplano.Me malacostumbre a escribir sin acentos en la PC.,pero se que cuando quieren me entienden,mas alla de la burla.
No era burla. Perdón si se entendió así. Y la cita a wikipedia es porque edito allí, y sé cómo son las cosas desde adentro.
Marcelo