Del laberinto macroeconómico con restricción se sale con más crecimiento

Hay varias dificultades para hablar de este tema. La primera y principal es que no estamos de acuerdo, si se miran todas la posiciones económicas y políticas que andan dando vueltas, sobre dónde estamos, y hacía dónde conviene ir.

La segunda es que los pocos que señalan, desde la oposición al gobierno nacional, un horizonte no son honestos intelectualmente sobre el impacto que ese horizonte planteado generaría en la realidad. Es decir, creen que se pueden aplicar un montón de medidas pro-mercado sin afectar la situación social. En este contexto, el gobierno nacional indica que va a buscar la forma de quedarse donde está, lo cual también requiere alguna discusión, ya que una cosa es quedarnos donde estamos en distribución del ingreso y otra es quedarnos donde estamos en desarrollo industrial, incluso es probable que sea imposible sostener la primera sin modificar la segunda.

Creo que el debate más rico no se puede dar con los que hablan de la economía del país pensando más en la disputa electoral que en el desarrollo y la realidad de la Argentina. Existe suficiente evidencia que indica que hasta 2013 el mercado interno creció, más allá del paréntesis de 2009, el año 2013 fue el de mayor mercado interno de la Argentina, quizá de su historia.

También existe suficiente evidencia que muestra el ahogo externo desde 2011: la Argentina necesita desde entonces para sus objetivos de desarrollo industrial e inclusión más dólares de los que entran.

¿Qué quiere decir esto último? Que el consumo de la población está por encima de las propias posibilidades sostenibles por la estructura productiva del país. Asimismo, esto no es tan grave en el corto plazo porque ese mayor consumo fue equilibrado: los que más avanzaron en función con 2003, respecto de su consumo, son los sectores que menos consumían (esto gracias a las políticas de distribución que consolidó el Estado). Pero no parece sostenible en el mediano plazo.

En efecto, la brecha entre deciles de ingreso individual de todo el país se redujo (de 33 veces hasta 19,6 veces entre el 10mo y el 1er decil, desde 2003 hasta 2013, y promediando las 20,1 veces en 2014), el salario real aumentó entre un 31% y un 46% (entre 2003 y 2013, según que medición de «inflación privada» se use), el desempleo bajó de más de 20% hasta 7,5%, la distribución del ingreso per cápita familiar (coeficiente de Gini) pasó de 0.525 en diciembre de 2003 a 0.413 en diciembre de 2013 (21% de mejora), y 0.418 en junio de 2014, además según la base 2004, la participación del salario en el PBI (valor agregado bruto) pasó del 30% en 2004 a 51% en 2013.

Hasta acá, cabe decir que se pudo profundizar el objetivo político de mayor redistribución del ingreso, basado en el crecimiento, hasta finales de 2013 gracias al uso de reservas. En limpio, eso quiere decir que la economía derramaba fuertemente en base al consumo de todos los sectores. Si uno se fija bien, la pata concreta de esto, se vincula con más autos en la calle, más aires acondicionados, mayor utilización de energía, mucha construcción, mucha gente que vivía con piso de tierra en su vivienda que pudo ponerle alguna carpeta de material, otra que logró abrir ventanas en su casas, más utilización de los servicios, más consumo de bienes básicos, etc. El Estado cumplió un rol central en esto. Con inversiones, con jubilaciones, con moratorias, con AUH, etc. Además promovió paritarias, promovió y cuidó el empleo.

Desde 2014 la situación ya no es tal. El mundo se planchó, bajó el comercio internacional. No hay forma de calcular que un tipo de cambio más competitivo resulte en más ventas al mundo. Además el Estado contuvo el consumo privado (aumento de tasas, etc.). Sí hay una gran claridad en que se precisan dólares para seguir invirtiendo, creciendo y promoviendo el mercado interno, porque las inversiones sostienen el empleo, y el empleo sostiene la demanda. Hay distintas formas de controlar esta situación en búsqueda de un equilibrio sostenible en el tiempo. Los distintos candidatos opositores no hacen un análisis de esto, prefieren tirar slogans «vacíos» de realidad.

Estuvimos bajo el agua, de manera que sólo estaban bien los que sabían volar (hasta 2003), luego hubo muchos que lograron andar en lancha gracias a un Estado que cambió el orden de las cosas (hasta 2008), pero luego de eso se decidió bajar el nivel del agua, de modo que los que no tenían lancha pudieran caminar haciendo pie, pero claro: las lanchas ya no andan bien entre tanta gente, y entonces los que tienen lancha se asocian con los que vuelan para volver a subir el nivel del agua. La Argentina está frente al desafío, siguiendo esta metáfora (que no me gustó tanto, ¿eh?), de organizarse para que haya más lanchas y mejor infraestructura para funcionar.

En línea con lo que decíamos por otro lado, debe buscarse la manera de vincular el crecimiento al ordenamiento de variables. De alguna forma se trata de dejar atrás la relación profunda entre crecimiento, mejora de los ingresos y redistribución del ingreso desde el Estado, para pasar a una relación superadora entre el crecimiento y la sostenibilidad del orden macroeconómico (distribución del ingreso y mercado interno, incluidos) y desarrollo industrial.

En otro post (de julio de este año) decíamos que 2014 iba a cerrar con un dólar entre $8,6 y $8,8. No por ser expertos en el tema, sino por hacer el cálculo que menos afectara a los sectores populares, y dentro de lo posible. No nos equivocamos y 2014 cerrará por ahí (suponiendo, nuevamente, que el año cerrará sin afectar más a estos sectores). En este orden de cosas, y calculando un aumento de tipo de cambio similar al de 2012 estaríamos a fines de 2015 en $10 por dólar, si calculamos un aumento similar a 2013, ese dólar llegaría a $11 (descartamos un escenario similar a 2014, con alguna devaluación). El primer escenario es el que cabe esperar para una economía que logra endeudarse a tasa aceptable para hacer obras y fortalecer sus reservas, el segundo si esto no ocurre (u ocurre de manera incipiente). Ambos escenarios, siendo optimistas y realistas en base a la capacidad de gestión demostrada por el kirchnerismo.

La Argentina tiene una larga historia de endeudamiento vinculada al ajuste. El desafío de 2015 es lograr crédito sin que esté vinculado al ajuste. Si esto es posible, ese endeudamiento demorará el aumento del dólar y permitirá un crecimiento que a su vez puede generar una expectativa de un tipo de cambio más bajo. Claro, que para que esto último sea posible (una expectativa de un tipo de cambio menos alto) no se debe profundizar la distribución del ingreso (cosa que genera inflación y empuja el valor del dólar).

Por tanto, cuatro cosas: 1. el crecimiento, acompañado con crédito externo, debe orientarse al ordenamiento de variables macro para sostener la actual distribución del ingreso (un equilibrio dado por una convergencia de variables que no cambie la fortaleza del mercado interno); 2. profundizar más la distribución del ingreso desde el Estado (como se hizo todos estos años, especialmente desde 2008) empiojaría, lamentablemente, los plazos de esa convergencia, arriesgándola; 3. en la medida que esa convergencia se vaya logrando, el mismo crecimiento e inversión podrían seguir mejorando esa distribución del ingreso (lo importante es no empeorarla, o concentrarla nuevamente), ya no como consecuencia de la redistribución desde el Estado sino como resultado del aumento de la productividad, conducido ésta, por el Estado; y 4. es fundamental que este gobierno avance en este programa, tal como viene sugiriendo, para mostrar el camino y hacer más difícil que un futuro gobierno, disculpen el pesimismo (pero mejor ser pesimista que no ser precavido), tome medidas ortodoxas con un ajuste que lastime la actividad económica y la distribución del ingreso lograda todos estos años.

Se habla mucho de que se precisan 2 años para resolver algo, 4 años para aquello, ó 10 años para lo otro. Lo que debe quedar claro, más allá de las metas temporales (que deben existir, pero no ser inflexibles, como queda claro en el párrafo anterior), es que un proyecto de desarrollo con inclusión no tiene fecha de culminación, es para siempre.

Acerca de hache

hache: politólogo, maestría en sociología económica y otras yerbas. River. Línea de 4 en el fondo y Estado interventor desarrollista. Blog: Hache http://yaesta.blogspot.com/ @hernanpablo

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