Discusiones internas

Voy, hoy, a hacer catarsis. Un compañero de la JP Descamisados me tilda de ortodoxo en Facebook porque se me ocurrió decir, a partir del debate por “el tema de la minería a cielo abierto”, que yo banco a los compañeros (así los considero) gobernadores José Luis Gioja y Luis Beder Herrera. En otras oportunidades, más, me han acusado de no ser peronista, porque como aquellos que adesde dentro del PJ adversan a la conducción K, no consideran tales (por “montos infiltrados”) ni a Néstor ni a Cristina, en la defensa de cuyas gestiones (faltaba más) yo me enrolo, ergo a mí tampoco. Más allá de tanta referencia personal, por las que pido disculpas, las anécdotas simbolizan un debate bastante extendido y que, entiendo, vale la pena abordar.Escribí, en enero de 2011, en ocasión de la visita de Daniel Scioli al plenario de la Corriente Nacional de la Militancia, que, en un espacio como el peronismo (opuesto al liberalismo, desde ya; y del que el kirchnerismo forma parte), la discusión debe empezar por cualquier lado, menos por el de las características particulares de los protagonistas que lo componen.

Dije, y reitero ahora, “lo importante (…) no pasa por si apoyar o no a Scioli (…) sino por tener la capacidad de construir una línea interna capaz de condicionarlo”. A Scioli o a cualquiera del que se considere que, si llega a la jefatura del Estado, girará ‘a la derecha’». Es decir, un buen debate es, ante todo, el de cómo se construye el marco, la correlación de fuerzas capaz de poner las condiciones del proceso histórico.

Las particularidades de ninguna personalidad política han, a lo largo de la historia, determinado por completo la totalidad de las variables del período en que le toca actuar. Yo asumo mi identidad de peronista. Con su característica fundamental: la de ser un populismo, una construcción heterogénea a su interior, que se articula a partir de la conducción. Y lo hago sin beneficio de inventario. Lo que haya que discutir, se discute adentro. Descreo de las construcciones al estilo Sabbatella, de “acompañar lo bueno, no acompañar lo malo”. Eso es, además de (en algún punto) soberbio y autoritario, un tanto facilista también. Las cosas son más complejas que la lucha entre los buenos y los malos, en la que es fácil diferenciar y agrupar a unos y otros de cada lado.

Desde ya, quien suscribe está más cerca de La Cámpora, de la Desca, del Evita. De Chivo Rossi, y no de De La Sota, por ponerlo en nombres propios. No obstante lo cual dije desde mi blog que apoyaba a Gallego para las elecciones a gobernador cordobés de agosto pasado. Porque entiendo la política en términos de colectivos y procesos amplios y no de individualidades y hechos particulares. Detrás de todo lo que defendemos de estos ocho años, han transpirado, bancado y sostenido muchos “indeseables”.

Por estos días brotan incontables repudios a Moyano, que se aleja cada día más de Cristina. Y yo mismo considero que no le da, a Moyano, para discutirle el liderazgo del proceso (al interior del cual, y de ningún otro, se expresan las banderas que defiende desde hace mucho –seguramente desde antes que la propia CFK—el moyanismo) a la Presidenta. No obstante ello, es imposible evitar que en la historización del kirchnerismo aparezca Moyano como parte fundamental de lo que ha sido plebiscitado en 2011. Y que, además, bueno sería advertir que, en los peores momentos del kirchnerismo, mucho más feas se podrían haber puesto las cosas si Moyano (y Scioli, también) decidía hacerse a un lado. Esto tira abajo el sabbatellismo de que sólo CFK ha hecho lo bueno, y que por eso sólo a ella vale acompañarla.

Cristina ganó las elecciones en Córdoba luego de haber acordado el apoyo (sí que muy particular) de sus hombres en dicha provincia a De La Sota. Fue, ése, un acuerdo político paradigmático. El desarrollo de la línea kirchnerista cordobesa requirió del apoyo a DLS, en un primer momento; que obtuvo como contrapartida el trabajo del peronismo cordobés activo mayoritario a favor de CFK en las presidenciales, lo que permitió el mejor resultado histórico del FpV en dicha provincia y que aportó a la construcción del 54,11%. Previo a todo ello, el FpV Córdoba era meramente testimonial. Hoy, es una construcción más potente, capaz de disputar poder.

El ejemplo del devenir electoral cordobés, no es antojadizo. Se trata de ejemplificar cómo impactó la decisión de efectuar acuerdos políticos del tipo de los que venimos defendiendo en este texto (y en muchos otros previos), para bien, en la construcción de un poder cuya magnitud hoy se disfruta, a la hora de intentar el programa de gobierno que se quiere desplegar. Con esto quiero decir que hay un paso previo a la posibilidad de concretar las acciones que se quieren desde lo ideológico, e ineludible: la construcción de poder.

Muchos de los que hoy dudan de Scioli, por lo que dudan, habrían dudado de Néstor en 2003, por ciertos episodios de su recorrido histórico previo. Esto no es un demérito para Kirchner, por el contrario: es de buen conductor saber decodificar los marcos que posibilitan un programa de gestión del Estado determinado. Kirchner no fue menemista como dicen algunos tontos. Lo que trato de decir es que la militancia tiene como tarea la construcción colectiva, para disputar el marco correlativo al interior de la fuerza política.

En este entendimiento, no sólo por, directamente, la esencia del kirchnerismo, sino hasta por mera conveniencia, si se lo quiere ver así (yo no, pero por si alguien sí), el futuro de esta fuerza, de su desarrollo, de su continuidad histórica (que, en línea con lo que venimos diciendo, no tiene que ver con la permanencia de CFK más allá de 2015 en sí), está sólo al interior del peronismo. Y conviene gastar energía en cosas más edificantes que en posibles purgas internas.

Dicho esto, y sentada la posición de Segundas Lecturas con respecto al debate interno del kirchnerismo (necesario), nos retiramos, por vacaciones, de la actividad hasta el 11/02/12.

Acerca de Pablo D

Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.

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5 comentarios en «Discusiones internas»

  1. Pablo, es impresionanate el nivel de individualismo y de pragmatismo «vacío» que tiene el post que escribiste.
    ¿Cómo podés justificar «errores» históricos siempre y cuando no se declame la crítica a «las banderas»? Néstor fue menemista, fue duhalidista y cuando fue presidente hizo eso que vimos que hizo. No podés negar esa historia ni tampoco subordinar las características que fue teniendo la historia dentro del «significante padre» que en éste caso sería el peronismo.
    Bajo la ideología que aquí arriba manifestás se entiende perfectamente que el menemismo haya sido posible y también que algo parecido (o aún peor) pueda volver a ocurrir en cualquier momento. Si lo que importa es «ser peronista» y allí adentro se tolera (o se niega) todo lo demás, lo único que importa es que el nombre propio, el de uno, tenga poder. Pasarla bien dentro del poder de De la Sota mientras se ve si de ahí se puede sacar algo. Mientras tanto se tiene algo del poder que encabeza ese Menem rubio y quién te quita lo bailado. Si se consiguen los ideales, bien, sino, la pasamos mejor que afuera. Esto es una vergüenza. Pero lo grave -que a su vez es lo interesante que tiene tu artículo- es que esa lógica no es de tu absoluta autoría. Lograse poner en palabras la lógica peronista. Esa que dentro de un rato va a posibilitar sin resquemores que Moyano se junte con Barrionuevo para declarar un paro nacional, si es que los intereses de ambos lo consideran necesario.
    Esa lógica disminuye la democracia y fomenta la rosca interna debajo de los símbolos que de una facción a otra de las disputas sólo adquieren los pequeños matices que las personas asocian a sus vidas afectivas. En definitiva, es la lucha vacía por los matices de los símbolos, estos matices que justamente hacen que la persona que se identifica con ellos se sienta realizada. Poder y realización personal, nada más.

    1. claramente es el comentario de un tipo que no podría hacer jamás un poco de política.

      apenas quejarse en internet y en los taxis.

    2. Los Kirchner han sido sin duda los mejores gobernantes que ha tenido nuestro país en el último medio siglo. La forma en que se viene expresando la ciudadanía en las urnas lo corrobora.

      Pero evidentemente la realpolitik, que intenta explicar Pablo D en este post es un plato demasiado fuerte para espíritus delicados como Diego.

      1. Creo que daría para una larga charla. Perón y Evita introdujeron cambios muy profundos en la conciencia de nuestro pueblo, señalándole que podía ser artífice de su propio destino y enseñándole que tenía derecho a una vida digna.

        Es sobre esta conciencia y aspiraciones que se pusieron a trabajar Nestor y Cristina. Así se diría que son dos instancias de un mismo proceso. Lamentablemente en ambos casos han tenido que enfrentar un enorme odio gorila en vez de una oposición racional y patriótica.

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