El Pecado de ser Antiterrorista

Hoy se cumplen 10 años de la injusta prisión de 5 antiterroristas cubanos en el corazón del Imperio.

Absolutamente silenciado por las grandes trasnacionales de la información, la causa de estos 5 antiterroristas aparece desconocida para la mayoría del público.

La historia se resume así:

Luego del triunfo revolucionario de 1959, oleadas de emigrantes cubanos encuentran asilo en las costas de Miami en Estados Unidos. Decididos a recuperar sus propiedades «arrebatadas» por los revolucionarios, un grupo pequeño pero influyente de emigrantes cubanos decide crear organizaciones de contrarrevolución que desconoce límites en sus practicas. Apoyados y financiados por todas las administraciones norteamericanas, los recursos e influencia de estas organizaciones comienza a crecer así cómo el nivel de sus operaciones.

Alpha 66, Hermanos al Rescate, Fundación Nacional Cubano Americana, Omega 7; son algunas de las asociaciones terroristas surgidas de la derrota del Imperio en Playa Girón en 1961. Desde mediados de los sesenta estos son algunos de los atentados y sabotajes más espectaculares:

En 1961-62, la CIA organizó la vasta Operación Mangoose (Mangosta), que incluía incapacitar a los trabajadores azucareros durante la cosecha, utilizando medios químicos para enfermarlos.

En 1972 fue introducido en Cuba el virus de la fiebre porcina, lo que obligó a sacrificar más de medio millón de cerdos; y, entre 1979 y 1981, cuatro plagas que afectaron a personas y cultivos: la conjuntivitis hemorrágica, el dengue, la roya de la caña de azúcar y el moho azul del tabaco.

Sólo en sus primeras semanas, el dengue hemorrágico afectó a 200 mil seres humanos en la Isla, de los cuales murieron 158, entre ellos 101 niños.

En el propio 1979, el diario The Washington Post informó que la CIA tenía un programa contra la agricultura cubana y que desde 1962, los especialistas del Pentágono fabricaban agentes biológicos para estos fines.

Ante un jurado norteamericano, Eduardo Arosena, líder del grupo terrorista Omega 7, reconoció en 1984 haber participado en una operación para introducir gérmenes como parte de la guerra biológica contra Cuba.

En 1976 es volado en pleno vuelo un avión de Cubana de Aviación. El saldo es la muerte de sus 73 ocupantes y fue reivindicado por Luis Posadas Carriles como de su propia autoría.

Se cuentan por cientos los atentados urbanos y rurales: quema de cañaverales, bombas en centros de trabajo, escuelas y hospitales.

Ante esta situación, el gobierno cubano decide enviar a 5 hombres para que, infiltrándose en esas organizaciones (que en cualquier país democrático deberían ser clandestinas), puedan informar con antelación las futuras operaciones para poder combatirlas. Así fue como se recavó información que el Estado cubano puso a disposición a las autoridades norteamericanas. Las irrefutables pruebas sorprendieron a los amantes de la libertad que decidieron actuar inmediatamente: en un plazo de 15 días fueron arrestados en sus domicilio y por la noche Gerardo Hernández, René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González. Los Cinco Antiterroristas Cubanos.

Los cinco fueron sometidos a un juicio manipulado en la propia ciudad de Miami, completamente hostil y dominada por la mafia de origen cubano, donde era imposible realizar un proceso justo e imparcial, a tenor con las propias leyes de los Estados Unidos y del Derecho Internacional. Los sectores anticubanos desataron una falaz e intensa campaña propagandística para presionar a la opinión pública de Miami y al jurado, lo que fue reiteradamente denunciado por los abogados de la Defensa, quienes presentaron varias mociones de solicitud de un cambio de sede que fueron rechazadas.

Lo anterior viola la letra de la Quinta Enmienda de la Constitución de Estados Unidos que expresa: “…a nadie se le privará de la libertad sin el debido proceso legal…” y también se viola la Sexta Enmienda que señala: “…en toda causa criminal, el acusado gozará de ser juzgado rápidamente y en público por un jurado imparcial…”

Durante todo el proceso legal las autoridades obstaculizaron el trabajo de la Defensa al demorar y limitar el acceso solo al 20 % de la documentación sospechosamente clasificada como secreta y aún, cinco años después, se les impide acceder a esos miles de documentos para sustentar el proceso de apelación.

Violaciones Judiciales: Durante el juicio el Gobierno clasificó todas las supuestas «pruebas» como secretas e hizo que fueran tratadas de acuerdo a la Ley de procedimiento de la información clasificada (CIPA) lo cual hizo más difícil la labor de la defensa. No se accedió a la solicitud de que fueran considerados documentos oficiales relevantes para el esclarecimiento de los hechos, con lo cual se ignoró la Ley de Libertad de Información (FOIA).

Presiones: Manipulación de testigos y presión abierta sobre varios de ellos por parte de la fiscalía en el tribunal y por medios de prensa para evitar que revelasen informaciones útiles para la defensa.

Carácter irracional de las sentencias: La jueza no aceptó ninguna de las atenuaciones sugeridas por los funcionarios probatorios y acogió las agravaciones solicitadas por la fiscalía.

Violaciones de derechos: Los cinco compatriotas son prisioneros políticos y se le niega tal condición. Se le mantiene sujetos a un régimen de delincuentes comunes.

Venganza en las sentencias: Gerardo fue condenado a dos cadenas perpetuas y 15 años; Ramón a una cadena perpetua y 18 años; Antonio a una cadena perpetua y 10 años; Fernando a 19 años y René a 15 años.

Violaciones de Estado: Al juzgar la decisión ejecutada el 24 de febrero de 1996, cuando en legítima defensa por la República de Cuba fueron derribadas dos avionetas violadoras del espacio aéreo nacional de Cuba, el tribunal (que culpó a Gerardo Hernández por ello), además, violó la Doctrina del Acto de Estado que ha sido clara y reiteradamente reconocida por la Corte Suprema de Estados Unidos. Al juzgar la conducta del Estado Cubano, el Tribunal de Miami violó el Derecho Internacional.

Consecuencias: Todo este proceso ha constituido un escandaloso respaldo a los grupos terroristas anticubanos que operan en Miami. Los cabecillas terroristas han celebrado públicamente su «victoria» y han manifestado abiertamente el estímulo que este proceso significa para sus actividades criminales.

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