El proceso es el resultado

Posteado Célia Schlithler en 13 enero 2009 a la 0:00 (extracto)

Traducción Reflexiones siesteras

Todos queremos que nuestras iniciativas, acciones, programas y proyecto sociales tengan resultados e impacto. ¿Pero, es necesario ampliar nuestra visión sobre que es resultado en el área social? En el caso de las redes sociales esto es muy relevante.

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Ni todo lo que cuenta es contable. Ni todo lo que es contable cuenta.
Albert Einstein

 

 

La preocupación por la demostración de los resultados es asunto recurrente en los encuentros de profesionales de empresas, institutos y fundaciones que hacen inversión social. Lo mismo sucede cuando Organizaciones de la Sociedad Civil (OSCs), que tienen proyectos financiados por medio de esas inversiones, se reúnen.
Es natural que todo inversor decida donde invertir basado en resultados proyectados. (con arreglo a resultado). De igual manera, la continuidad de la inversión está directamente relacionada con los resultados obtenidos. Cuando el objetivo de una inversión es un fin determinado, es fácil inferir los resultados, porque no hay duda en cuanto a lo que se espera. ¿Pero, y en el caso de la inversión social? ¿Cómo expresar claramente cuáles son los resultados esperados?
Aunque continúe el interés por los números, los inversores sociales ya saben que los resultados de proyectos sociales nunca son solamente cuantitativos. Por este motivo, la definición de indicadores también tienen en cuenta los resultados cualitativos, con la certeza de que la verificación de este tipo de indicador siempre tendrá un componente subjetivo. Lo que, de hecho, es bastante positivo, pues no se está mensurando la productividad de robots o de máquinas (hasta ellos son operados por seres humanos, lo que interfiere en su desempeño).
Es un hecho, también, que los proyectos sociales prevén evaluación o monitoreo del proceso. Sin embargo, pienso que lo que todos nosotros necesitamos entender es que el proceso ya es resultado.
Hace diez años trabajo con la formación de redes sociales, principalmente las redes de desarrollo comunitario, y constato frecuentemente que esta visión sobre el proceso aún no es compartida por un gran número de personas. Las preguntas que me hacen sobre los resultados de las redes siempre se refieren si lo que se está realizando se cumple y en beneficio de cuantas personas. Estas cuestiones son importantes, pues es esencial que las redes sociales realicen acciones colaborativas y proyectos colectivos definidos a partir de contribuciones que cumplan con los objetivos de la red, de los cuales, necesariamente, dependen los cambios sociales.
!Sin embargo, es preciso percibir que el proceso de formación de la red ya es un importantísimo resultado! Conseguir reunir, y mantener unidas, personas de diferentes organizaciones y sectores en una configuración horizontal, multiliderada, participativa y cooperativa es un resultado muy importante. La existencia de la red en sí provoca, por ejemplo, cambios en la calidad del diálogo entre habitantes de una comunidad y las empresas que formen parte y, también, entre las OSCs y el sector público. En vez de reivindicaciones y, por qué no decir, exigencias, se decide colectivamente qué hacer ante situaciones que afectan a todos. Las fuerzas existentes en la comunidad son potencializadas por medio de la unión y articulación promovida por la red. Como consecuencia, acciones colectivas y cambios en políticas públicas se efectivizan, lo que podría tardar años por los caminos “tradicionales”.
Creo que esta misma visión puede ser compatible con cualquier (buen) proyecto social. En proyectos de generación de renta, por ejemplo, el resultado en el aumento de la renta y el impacto en la mejoría de calidad de vida son, obviamente, siempre esperados. Sin embargo, quien tuvo la oportunidad de conversar con los habitantes de una comunidad, participantes de este tipo de iniciativas, sabe que raramente es de lo que ellos hablan cuando opinan sobre el proyecto. Sus testimonios hablan de los conocimientos adquiridos, de la unión de la comunidad, de la auto-estima rescatada, aún cuando no hubiere aumento en la renta. Esos resultados forman parte del proceso y son cambios que permanecerán, pues nadie podrá quitarles el conocimiento adquirido como comunidad.
Los proyectos de formación para el trabajo de jóvenes, que incluyen la educación integral, también son un buen ejemplo. A lo largo de la formación, los jóvenes cambian de actitud, pasan a ser más participativos, repiensan sus valores, y maduran. La inserción en el mercado de trabajo es sólo uno de los resultados que vendrán después.
Si consideráramos que el proceso es el resultado, la propia elaboración de los proyectos puede ser más criteriosa en las elecciones de las estrategias y actividades que se adoptarán, de este modo se puede contribuir a la elaboración de un proceso mucho más rico para todos los involucrados. El Glosario Social del GIFE define impacto social como ”la transformación de la realidad de una comunidad o región a partir de una acción planeada, monitoreada y evaluada”. Y afirma que “sólo es posible dimensionar el impacto social si la evaluación de los resultados detecta que el proyecto efectivamente produjo los resultados que pretendía alcanzar y modificó las características de la realidad que pretendía transformar”. Por lo tanto, si el proceso se confecciona prestando más atención, los indicadores de resultados, definidos antes que el proyecto se instrumente, se ampliarán.
Cuando quienes financian los proyectos sociales (ndt. Sea el estado o privados) se apropien de la visión de que el proceso es resultado, ciertamente habrá una mejor percepción de la retroalimentación durante la ejecución de los proyectos. Será posible, también, detectar precozmente que su inversión no está dando resultados, a tiempo para cambiar el proceso y obtener el impacto esperado en pro del desarrollo social.

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