La armonía como ilusión antidemocrática

Nadie en su sano juicio acusaría de kirchnerista al escritor francés Alain Finkielkraut (1949), salvo que se tomara (debido a una incontenible y firme obsesión) muy a pecho las dos k que componen su apellido.

La aclaración anterior se anticipa a posibles adjetivaciones dado que voy a utilizar una serie de fragmentos del libro “La memoria vana. Del crimen contra la humanidad” (Finkielkraut, 1989), con el objetivo de reflexionar acerca de algunos discursos o actitudes del hombre medio  argentino  con respecto a ciertas políticas del gobierno actual. Quizás, para evitar revuelos mentales, resulte oportuno precisar qué entiendo por hombre medio (¿gente común?). Una definición de Thomas Mann sobre el nacionalsocialismo me sirve para descubrirlo: “Yo no me preocupo de las consecuencias sociales. Lo que yo quiero es el cuento popular”.

El hombre medio es un ser humano atravesado por la necesidad de soluciones infantiles, es decir, precisa un cuento de hadas edificador que le permita sortear las fuertes convulsiones que implica la relación con el Otro y consigo mismo. Es, en una palabra, alguien temeroso de los antagonismos. Un hombre que recubre con papelitos de colores los profundos desajustes que entraña vivir en sociedad.

¿Y por qué decías que iban a acusar de kirchnetista a Finkielkraut?

Bien. Nadie duda de que los tiempos que corren transmiten la sensación de conflicto permanente. Todo está (prescindo de ahondar en las causas) puesto en crisis. Batallas cotidianas se libran en defensa de los distintos intereses en pugna; una especie de vuelta nostálgica a Heráclito: “La guerra (Polemos) es el padre de todas las cosas”, proposición  en extremo difícil de aceptar para un hombre medio que concibe el período actual, lisa y llanamente, como una catástrofe. Sin embargo el verdadero desastre proviene de su visión ideal del mundo, hombres y mujeres transitando una vida armónica y sosegada, aunque sin la conciencia de “que la humanidad deja de ser humana desde el momento en que no hay lugar para la figura del enemigo”.

El hombre medio, entonces, en su afán de pacificación, no hace otra cosa que imponer “la peor violencia” en tanto promueve la eliminación definitiva de los antagonismos. Para el pensador francés (y esto es un anacronismo), la inmoralidad que observan las clases acomodadas (con un fuerte apoyo de los medios masivos de comunicación) en las políticas gubernamentales no proviene de una maldad innata de ciertos sectores o de un cinismo sin precedentes, sino que responde “a la naturaleza exclusivamente moral de sus categorías”.

La  lucha en la Argentina se libra hoy, más allá de las voluntades, entre los que promueven las discusiones y quienes pretenden acallarlas con el argumento de que generan violencia, ignorando (ignorancia que esconde motivos inconfesables) “que la discordia, lejos de ser un error o un arcaísmo de la sociabilidad, es nuestro bien político más preciado, y que la excelencia de la democracia, su superioridad sobre todas las demás formas de coexistencia humana reside precisamente en el hecho de haber institucionalizado el conflicto inscribiéndolo en el principio mismo de su funcionamiento”.

Pero esto no le alcanza al hombre medio argentino pues continúa suponiendo que la vida en armonía resulta ser el mejor de los mundos posibles, y de este modo difunde la certeza de que si no existieran los Kirchner (a cada sociedad le corresponde su chivo expiatorio), “los diversos componentes de la humanidad se fundirían en un inmenso abrazo universal”.

¿Desde qué razonamiento justifican su sueño de una comunidad homogénea?

Es sencillo advertirlo: apuntan los cañones a borrar todas las distinciones, rezan por un retorno a la noche idílica como si en todos estos años no hubiera sucedido ninguna tragedia que, entre sus metas, promoviera la defensa a cuchillo limpio del modo de vida añorado por el hombre medio: la buena voluntad y el sentimiento piadoso gobernando un mundo relativo, paradójico, ambiguo, oscuro; así, “el amor destrona a Polemos, y el sentimiento invade el espacio de la diferencia, y reemplaza la expresión agonística de las opiniones por la comunión lírica de las personas”.

En realidad, el problema siempre es el mismo, si el instrumento principal con el que cuentan las clases desfavorecidas, subalternas u oprimidas para mudar, aunque sea mínimamente, su condición, es la política, el hombre medio, conforme, que vislumbra cada centímetro de cambio como una puñalada (adhiere, el hombre medio, a la filosofía de Parménides), intentará convencer a todos de que las cosas están bien así, que es estéril discutir nimiedades; promoverá la idea de que todos somos hermanos y por ese camino pacífico y democrático, un mundo mejor, más  normal y tranquilo, es posible; pero por suerte la impunidad no es completa en tanto descubrimos a cada paso que “bajo la apariencia de una gran reconciliación con los ideales de la democracia, la política se eclipsa y la visión moral del mundo triunfa una vez más”.

En la hora más oscura de la noche, el hombre medio cierra el cuento de hadas (sólo hasta mañana), acomoda su frazada y, bien cómodo, se echa a dormir con una sonrisa ambigua en el rostro.

 

29 comentarios en «La armonía como ilusión antidemocrática»

  1. Manuel, tenés un problema en la acepción que le das al concepto de «el otro». Conceptualmente al otro le brindás una mirada de amigo – enemigo. Esa separación «in situ» y «a priori» del contexto es jodida ya que esencializa las identidades. Esto lleva a un armado de conflicto eterno basado en diferencias irreconciliables del modo tal que lo son las guerras de religión. En el modelo del conflicto étnico es que se inscribe tu descripción de la política. Pibes tirando piedras en el barro y caciques armando arriba. A esa forma de hacer política es a la que se rechaza.

    1. No entiendo bien el concepto. Me gusta la idea de ser evaluado en posiciones esencialistas que yo, supuestamente, rechazo. Por eso me parece interesante el aporte, pero no me termina de cerrar. Saludos.

      1. Manuel, que tu mirada es esencialista está en el rechazo plano que tenés hacia esas otras miradas que vos rechazás calificándolas de relativas, oscuras, ambiguas, paradójicas. Tu mirada se asume como luminosa, esencialista (lo contrario de relativista), certera. De ahí que cuando ponés esos ojos sobre la política ya queda poco por discutir, todo está claro. El conflicto que vos señalás que existe en la sociedad, sos capás de describirlo de ante mano; después vendrá «lo accidental», es decir, los nombres y las fechas que irán rellenando esos casilleros estructurados desde el vamos.
        Fijate, decís en el artículo que el debate en la Argentina de hoy se da entre los que promueven discusiones y los que sólo pretenden vivir en un mundo de algodones. ¿El kirchnerismo sería el bando que quiere polemizar? ¿Con quiénes? ¿En dónde? Esta idea polemista no es lo que ha promovido el sistema de medios del gobierno durante estos diez años ni es la idea de mundo que expresa tu texto. El Otro para vos es alguien que está afuera del debate, así te lo dibujás de entrada. Tu relato no arma la cancha para el debate, la arma para la guerra. Ahí hay una visión esencialista de la política en la Argentina. El kirchnerismo (ese núcleo duro, más allá de los aliados coyunturales) entiende el hacerse del estado como sinónimo de escribir los manuales de las escuelas. Para el kirchnerismo los otros no son simétricos con él. Ya sea porque son ellos los que interpretan históricamente a las clases desfavorecidas, ya sea porque los otros son meros muñecos articulados desde la prensa (valga como ejemplo cuando la presidenta después de las PASO invitó a debatir no a los candidatos ganadores sino a los poderes que se encontraban detrás de ellos, saltando de ese modo de la esfera política a la económica, religiosa, sindical o la que fuera, pero siempre evitando ponerse al otro cara a cara sobre el terreno planteado).

        Saludos

    2. «El hombre medio es un ser humano atravesado por la necesidad de soluciones infantiles, es decir, precisa un cuento de hadas edificador que le permita sortear las fuertes convulsiones que implica la relación con el Otro y consigo mismo. Es, en una palabra, alguien temeroso de los antagonismos. Un hombre que recubre con papelitos de colores los profundos desajustes que entraña vivir en sociedad»

      Ja ja… elocuente e in your face….

      1. Diego: No sé si vos me entendiste mal a mí o yo a vos. Pero vos escribís «Manuel, que tu mirada es esencialista está en el rechazo plano que tenés hacia esas otras miradas que vos rechazás calificándolas de relativas, oscuras, ambiguas, paradójicas». ¿Yo rechazo a las otras miradas calificándoles de ambiguas y oscuras? TODO LO CONTRARIO, fijate, me cito: «la buena voluntad y el sentimiento piadoso gobernando un mundo relativo, paradójico, ambiguo, oscuro», justamente es al revés. Esa mirada armónica que se pretende desde varios sectores no alcanza para un mundo descripto de la manera en que lo hice. Si allí descansa mi posición esencialista, no lo acepto puesto que no es lo que expresé.
        Fijate también que cuando hablás del bando que quiere polemizar (y no me citás bien porque hablás de un mundo entre algodones, cosa que yo no digo, aunque sí doy a entender)me preguntás retóricamente si es el kirchnerismo ese bando. Mi respuesta es, cito: «La lucha en la Argentina se libra hoy, MÁS ALLÁ DE LAS VOLUNTADES, entre los que promueven las discusiones y quienes pretenden acallarlas con el argumento de que generan violencia..» ¿Se entiende esa marca relativa, no digo que el kirchnerismo venga a como sujeto universal a traer la polémico, sino que quizás haya sido coyuntural.
        Podría seguir pero tengo que preparar una clase para dentro de un rato. Lo que yo creo es que no hubo una buena lectura de mi texto, y eso puede ser por carencias mias también en la expresión.
        Te saludo y gracias por los comentarios.

      2. Ahh, ok Manuel, entonces el mundo paradójico, oscuro y ambiguo me decís que es el que se presenta ante TU mirada. Bien, vamos acercando el bochín.

        La metáfora de los algodones pretendió ser equivalente a «la buena voluntad y el sentimiento piadoso» que vos le asignás a la idea de la política que decís que tiene la clase media. Quise darle cierto vuelo retórico a la frase. Esto también está claro.

        Bien, lo que sí me parece que queda confuso (un pie adentro, un pie afuera) es el rol del kirchnerismo. Si afirmás que el kirchnerismo viene a ocupar ese lugar coyuntural como generador del debate, lo estás poniendo en el lugar más bonito que la estructura que vos traés a cuenta permite, el de protagonista de la historia en determinado tiempo y lugar. Porque, como te decía antes, tu mirada arma con trazos escencialistas lo que sería el ring de la historia entre buenos y malos, dejando solamente el futuro para ver quiénes van a ser los nombres propios en cada momento.

        Saludos, gracias por la respuesta.

    3. No Diego, vos tenés la misma conducta que criticás con algo así como que Uds. hacen mal las cosas con la mala política ¿cómo es la buena política?

      Frente a tan sólo un amague en cambiar en forma más o menos leve el «sistema» el conflicto es inevitable, entrando en cuestionamiento no sólo los intereses dinerarios sino hasta la superestructura que justifica a dicho sistema. La apelación de la guerra es un concepto de la mierda corpo sencillamente por que afecta sus intereses. Y ante ello apela a todo lo que tiene a mano. El problema es que la mejor clase media del mundo (que es la vernácula of cors) piensa que los problemas no se solucionan por que se antagoniza al pedo.

      El conflicto se maneja negociando y la tajada que ganes en ella depende de tu habilidad y espaldas. El problema es cuando una o todas de las partes no ceden en nada. Se impondrá entonces el que la tenga más larga. Los hippies se transformaron hace rato en yuppies

      1. ¿Que cómo es la política buena, me preguntás? De muchas maneras puede ser. La política no se trata de combos armados que una vez instalados se hechan a rodar y listo. En relación a lo que hoy tenemos hegemonizando el sentido de la política, te diría que se puede empezar como desbancar esa idea que ata a la política al armazón esencialista de guerra de bloques, ya sea desarrollo – subdesarrollo, campo vs industria, etc. Eso es una cosa que se armó en los 60s y que todavía tiene mucho peso en la intelectualidad argentina. No hace bien que esa visión del mundo sea lo primero que aparece en este presente histórico cuando se menciona la palabra política. No sólo es un diagnóstico errado sino que es contraproducente para plantear diálogos e incluso acuerdos de partes, negociaciones, como vos decís. Si creo que enfrente tengo al que me «subdesarrolla», ante el primer café frío que me sirva, lo recago a puteadas. ¿Se entiende? Como ejemplo valga el conflicto del campo, que por parte del gobierno, no bien vieron que el asunto trataba de imponerle impuestos al sector agropecuario, se les apareció toda la mitología que viene desde Rosas hasta Jaureche, y de lo que era una resolución técnicamente errada, hicieron un quilombo innecesario que incluso, a la larga, terminó por perjudicar hasta al propio kirchnerismo. ¿Se entiende?

        Saludos

      2. Precisamente Diego, actitudes como la tuya son funcionales al conservadorismo, es antagónico subdesarrollo-desarrollo y llegó a serlo –y algún reflejo hay hoy inclusive a pesar del tiempo- entre campo e industria. Pero precisamente no de parte del gobierno.

        Por otro lado, los problemas no se remiten a la existencia de una generación del ’60 o ’70 (como te dijeron poraí estás obsesionado con eso… mucha merca corpo pero bueno puede ser prejuicio mío) si vamos al caso el antagonismo campo-industria empezó en el ’30 con criadores e invernadores.

        Además confundís el error en el manejo político con la política cuando te referís a la 125. Y ahí tenés un claro ejemplo de antagonismo, sin embargo vos considerás malo el accionar del gobierno, y no decís nada de la intención cuasi golpista de la “patria”.

        Con el versito de no antagonizar todavía andaríamos con condiciones laborales del SXIX por ejemplo y desconocés así que los alcances sociales relevantes se dieron en un marco de lucha que ha llegado a ser cruenta inclusive.

        Pero bueno, es cierto que en Heidiland no se discuten por nimiedades y los papelitos de colores resuelven cualquier desajuste, todo sea por recuperar la Pax Augusta perdida hace alguna década

      3. Bueno, está bien, yo no creo que hoy la antinomia campo – industria sirva para entender los problemas de desarrollo económico del país. Pero -y esto para redondear mi postura -lo que sí vi en tiempo presente es que esa clásica antinomia de la política económica argentina operó en la arena política como índice de «batalla final» en el año 2008. Cuando yo hablo de enfoques teóricos que tuvieron su auge en la década del 60 lo digo en términos arqueológicos en el mejor sentido de la palabra. Las teorías, los signos, de acuerdo a cómo se los trate o destrate, se van sedimentando en la cultura. No fue casualidad que en el año 2008 mucha gente no bien olió pasto y un mugido vacuno enfrente sintió que estaba en la Sierra Maestra del siglo XXI. Si de lo que se hubiese tratado la Resulución 125 era de un aumento del impuesto al cheque cuya recaudación esperada para las arcas del Estado implicaba lo mismo, no se hubiese generado ese enfervorizamiento militante que efectivamente ocurrió. De hecho, vos todavía creés que la antinomia campo – industria es clave para el futuro del país. Yo te lo respeto, pero aceptame lo que te estoy diciendo, que esa tradición a la que vos adscribís ha sedimentado en la cultura asociándose a antagonismos decisivos. Y que cuando se sacan símbolos pesados a la calle y se los echa a rodar, los efectos políticos están calculados.

      4. Diego me veo obligado a ciertas observaciones:
        1) Yo no adscribo a la antinomía campo-industria, si subdesarrollo-desarrollo
        2) Uno de los motivos de nuestra postración se debe al rentismo, tan afín y no privativo de la oligarquía diversificada, sino extensible a la infant industry de Méndez et al.

        No se a que cultura te referís pero si de violencia hablamos, la “patria” tiene mucho entrenamiento, mi suegra puede darte cátedra sobre esta cuando el padre arrendaba campos allá por las reformas del 1er. peronismo y, más acá en el tiempo, el sitio de 4 meses de las “montoneras” en 4×4 o la última el año pasado cuando mancuso mandó el impuestazo donde los lúmpenes en alpargatas anduvieron a los boleadorazos limpios en la legislatura de La Plata.

        Y a mi entender, la tilingeada salió a bancarle los trapos por esa visión romántica y de pleitesía que ronda en la superestructura legada del proyecto de país que nos daba el lugar de privilegio en ser “el granero del mundo”…

        Y si de antinomia hablamos ¿cuanto hay de ella en estas declaraciones?

        Y acá la que se viene ¿habrá o no antinomia?

        Pero bueno, los populistas solemos antagonizar, todos sea por el «Schadenfreude»

  2. apoyo a Manuel.Asi como les pido a los psicologos que hagan cases publicas u gratuitas para disminuir el miedo que a la derecha le interesa fomentar,les pido a los filosofos que hablen no solo sobre Heraclito,sino sobre Hegel y Marx,Laclau y Mouffe.

    1. Yo veo que los que estan por perder el curro nos quieren meter miedo a la «restauracion conservadora», como si los que hasta hace dos años eran adherentes del modelo de golpe se despertaron fascistas.

  3. La ironía de este asunto es que no hay conflicto real. Es simplemente una pelea entre camarillas que tienen un programa común: hacer caja y quedarse en el poder el mayor tiempo posible. Por eso la «oposición» no discute propuestas. Sería más o menos lo mismo que hace el oficialismo. Después de todo, la tan cacareada asignación universal fue una idea de la Carrió, Néstor permitió que la Corpo deglutiese a CV; el gran cuco K (+a) fue jefe de gabinete, las transas K con el macrismo y sus negocios inmobiliarios y así todos los ejemplos que se quieran. Lo que me resulta inexplicable es el empleo, por parte de la gente, de cuestiones políticas para manifestar pulsiones oscuras y demasiado primarias. Familias que se dividen, amigos que dejan de frecuentarse. Viene alguien y acusa a Cristina de autoritaria, y no tiene empacho en decir que vota a la Carrió. Otro acusa al gobierno de corrupto y es votante del Mauri. No quiero imaginarme qué podría suceder si aquí se repite algo similar al Chile de Allende, o sea la discusión de dos proyectos de sociedad realmente antagónicos. Entretanto, todos estamos enfrascados discutiendo la mejor alternativa, o sea el mal menor, el gran, el único argumento irrebatible. Cualquier cosa antes que reconocer que no tenemos clase dirigente, mucho menos un proyecto de nación y que estamos en manos de unos payasos que en el fondo son bastante siniestros: empresarios fracasados, místic@s delirantes, caudillos feudoprovinciales, testaferros de la banca, punteros territoriales, e intelectuales que no se sabe qué consumen para hablar de una forma tan verborrágica como ilógica.
    Moraleja: Hay que conseguir como sea la mayor cantidad de vaselina porque las cachas nos van a quedar como coliflores.

  4. La armonía no es ni democrática ni antidemocrática.
    Hay un partido que promete conflictos permanentes. Hay otros que prometen armonía, o un esfuerzo a tender hacia ella.
    Es el pueblo el que elige, y su elección es la democrática.

    1. Es muy loco, ¿no? Esto de que «el conflicto» sea el escenario deseado. El conflicto no como contingencia a sortear sino como sitio para habitar. El conflicto como estética. La normalidad dentro del conflicto, para esto el conflicto no debe ser vivir sucio y con insomnio dentro de una trinchera, sino que la vida entera se predispone a habitar eso que se denomina conflicto. Y que existe, seguro en un nivel discursivo, retórico, pero que permite la vida, el enriquecimiento (no hablo de delitos), el amor conyugal, los cumpleaños, la reproducción, los momentos felices, todo en lo que sería una capa subcutánea del manto que genera el conflicto ahí arriba. La vida sigue su curso, nadie da la vida por una piel, por una estética.

  5. el conflicto no es un deseo,es una realidad.De ahi el cambio,la dialectica,la existencia como adaptacion y readaptacion,la funcion de la inteligencia de reconocer y solucionar los problemas,la resiliencia ante el fracaso,las relaciones con el projimo,que junto a la naturaleza es la fuente artificial y necesaria de nuestros dilemas.Y a veces se da la vida por unideal,religioso,etico,politico o estetico,y aun por amor.

  6. Me parece que Rosanvallon resulta bastante claro en cuanto a lo que significa el conflicto en la vida democrática:
    “La democracia es un régimen pluralista que implica la aceptación de la divergencia de intereses y opiniones, y organiza la competencia electoral sobre esa base. Institucionaliza el conflicto y su regulación. Por eso, no existe democracia sin que se efectúen opciones tajantes para resolver los diferendos. Hacer política en democracia implica elegir su campo, tomar partido. En sociedades caracterizadas por la división social y por la incertidumbre con respecto al futuro resulta una dimensión esencial. Pero, al mismo tiempo, no existe democracia sin la formación de un mundo común, sin el reconocimiento de los valores compartidos que permita que los conflictos no lleguen al extremo de la guerra civil. De ahí la necesidad, a los efectos de respectar cada una de esas dimensiones, de distinguir las instituciones del conflicto y las del consenso. Por un lado el mundo partidario, subjetivo, de la esfera electoral-representativa; por el otro, el mundo objetivo de las instituciones de la democracia indirecta. El reconocimiento de la especificidad de estas últimas permite así honrar plenamente los dos polos de la tensión democrática. Esto lleva al mismo tiempo a superar lo que históricamente se ha manifestado como la permanente tentación de no reconocer la legitimidad de los conflictos e hipostasiar la idea de unanimidad (tentación que no ha dejado de alimentar las ilusiones y perversiones que minan la historia del régimen democrático).” Rosanvallon, Pierre. La legitimidad democrática. Manantial, Bs. As. 2010. páginas 36 y siguientes.
    ¿Están de acuerdo con esa visión?

    1. Ja… si, bueno…. gran filtro previo de la sarasa sobre «el mundo objetivo de las instituciones de la democracia indirecta» y no se que dependencia posterior… Pero buehhh ‘ta bien… ponele me agarrastre «consensualista» hoy

      Ahora andá con esto mismo a los rentistas y después te cuento los chichones en el marote…

    2. Ja ja…
      No en esa no estuve aunque debo reconocer que tengo mi experiencia en dar recibir piedrazo, en distintas circunstancias, no tanto las «partidarias»

      De todas formas los chichones que los que me refería son los que te propinarían la casta a la cual defendés, elocuentes en la violencia física y simbólica.

  7. ya que estamos en tren de citas,anoto dos:del jugado R.Forster:algunos confunden conflicto con anarquia(9/12/2009).Rosanvallon P.;la democracia es siempre perfectibe.Debe entenderse como una experiencia abierta.Debe aceptar los conflictos pero tener instituciones de consenso para mantener el orden.Una de sus tensiones deriva de que los electos deben ocuparse del bien comun evitando responder a intereses de grupos particulares…

  8. «El hombre medio, conforme, que vislumbra cada centímetro de cambio como una puñalada (adhiere, el hombre medio, a la filosofía de Parménides)». No, che, Parménides ahí está de más, el tipo nunca escribió que el cambio fuera malo, sino que el cambio no existía realmente. Si uno cree que realmente no existe tal cosa como el cambio, no se va a poner a quejar por cada pequeño cambio. Y justamente, el poema de Parménides tenía una sección dedicada a -hablando mal y pronoto- aprender a chamuyar a la gente que no sabe que el cambio no existe. Visto así, yo diría que los que se acercan a la filosofía de Parménides son, por un lado, los que pase lo que pase saben que van a caer bien parados, ya sea porque han sido dueños de medios de producción desde hace generaciones o porque tienen la cintura para caer siempre con la mermelada para arriba, y por el otro los que están convencidos de que todo está siempre infinitamente mal.

    1. Digamos, eesa expresión «el cambio no existe», podría leerse como un modo de protección de ciertos pensadores frente a la inocencia del devenir. Yo lo leo, sin duda lo digo, desde Nietzsche. Es posible que en un análisis preciso del poema Parménides no concibiera el cambio como algo negativo, pero también es verdad que una posible interpretación es esa. Gracias por el comentario.

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