La batalla inmortal

Lo primero, felicito a los  compañeros de Artepolítica por haber generado este espacio  y les agradeczco la generosidad con la que permiten que otros, como  yo, puedan expresar sus sensaciones y comunicar sus puntos de vista en momentos de angustia colectiva como los que pasamos.

En esta ocasión, quiero dedicar algunos párrafos al asunto, grave si los hay, de la batalla cultural, mencionado en un post anterior por Balvanera y aludido de modo recurrente por muchas personas. Sólo voy a proponer dos o tres ejes del tema, que por supuesto es mucho más complejo y que forman parte de aquellas  “cosas que todos saben / pero que nadie cantó”, como dice el Fierro. En realidad, cosas dichas muchas veces y que cada tanto es necesario recordar, repetir y evitar que las aplaste un deliberado olvido.   

Se entiende que al hablar de cultura nos referimos a un conjunto básico de sentidos de la realidad y  de la existencia, que constituyen el horizonte del mundo compartido por un grupo. Estos sentidos operan en las costumbres, en las prácticas, en las actitudes básicas relativas a los vínculos interhumanos, a las relaciones de los hombres con la naturaleza, consigo mismos, al modo de experimentar las instancias fundamentales de la vida. Destaquemos: a los principios y valores que presiden y regulan la participación de las personas en un orden colectivo. Todo esto se conecta, por lo tanto, con los modos de mirarse a sí mismo, de reconocerse, de un grupo, un pueblo.

A mi juicio, en la Argentina operan algunas constantes que fracturan y distorsionan esa cultura básica, lo que da lugar, justamente, a la batalla cultural y  aunque por épocas parezcan desaparecer, cualquier conflicto las reactiva. O, dicho de otro modo, todo nuevo conflicto se monta en esas quiebras y hendiduras.

Enumero algunas de esas constantes.

a)      colonialismo. Dijo Alberdi:”otros pueblos podrán tener en su seno los gérmenes de su prosperidad; los de América, desgraciadamente, los tienen fuera y de fuera deben entrar los manantiales de su vida…”A partir de allí –y de civilización y barbarie – una tradición a contrapelo que arrastramos es la prédica de las clases dominantes y de grupos ilustrados acerca de la inferioridad del hombre argentino, de sus obras y productos, con la consecuencia de que nos es preciso imitar a otras culturas, a otros pueblos “exitosos”. La tesis alberdiano-sarmientina –mitrista es que tenemos una falla constitutiva, un pecado original que debe expiarse y enmendarse mediante la asimilación a aquellos pueblos necesarios y ejemplares.

b)      Mítica de la exclusión: pero aunque se quiera no todos pueden enrolarse en los modos de ser y de vivir propios de otras experiencias; hay contingentes humanos que son un lastre, una rémora para la civilización y deben ser suprimidos, jamás podrían amoldarse al modo de pensar y vivir de un obrero, empleado, súbdito inglés.

           . La consecuencia es que en el inconciente – o en el conciente- de mucha gente, un país, este país se construye suprimiendo a buena parte de su población. Suprimir no es sólo matar, también es dejar a alguien sin trabajo: a los obreros y empleados del ferrocarril, de las empresas del estado, a los empleados públicos y por supuesto a lo que quede de negros, indios y “cabecitas”.

También es suprimir a vastos sectores arrasar con las industrias privadas y pasar de ser un país que fabricaba autos, aviones, barcos y trenes, a uno que produce caramelos. Suprimir a gran parte del pueblo es dejarlo  sin representación política.  Y por cierto bombardear una ciudad abierta, fusilar, desaparecer.

c)      La distribución simbólica: los actos destinados a suprimir al otro, por parte de las clases propietarias, se complementan justificando esa supresión en el nivel simbólico. Dice Bourdieu: “El mundo social confiere aquello que más escasea, reconocimiento, consideración, es decir, lisa y llanamente, razón de ser…De todas las distribuciones, una de las más desiguales y, sin dudas la más cruel, es la del capital simbólico, es decir, de la importancia social y las razones para vivir …no hay peor desposesión ni peor privación, tal vez, que la de los vencidos en la lucha simbólica por el reconocimiento, por el acceso a un ser socialmente reconocido, es decir ,en una palabra, a la humanidad…”

Lo que está en juego, entonces, es la aceptación o el menoscabo de la humanidad de Otro. Un país no es “serio”, no constituye una auténtica comunidad mientras considere “in-humanos” o “infra-humanos” a franjas enteras de su población.

Comparando con esta breve descripción, se comprende lo que significó el peronismo, más allá de sus errores: la tentativa de construir una sociedad sin víctimas, donde nadie, ni los trabajadores, ni los niños, las viudas, los ancianos y el extranjero deban probar su condición humana.

También se entiende porque cualquier proximidad, aunque sea discursiva, con el proyecto peronista, en seguida genera reacciones descalificatorias.

 

Estas constantes se articulan en cada conflicto con motivos distintos, con circunstancias nuevas, pero emergen con su perversión de siempre. Creo, con todas las dificultades que enfrentamos, que es necesario desenmascarar ese fondo perverso, que muchos no se atreven a confesar.

4 comentarios en «La batalla inmortal»

  1. Tu artículo tiene muchos puntos fuertes Juan. Estoy de acuerdo con la faceta cultural del peronismo histórico. Daniel James decía del peronismo original que no sólo cumple la función de otorgar derechos sociales y darles de comer el famoso «plato de lentejas», le dio un sentido de pertenencia y de participación en la ciudadanía política a las clases populares mucho más amplio y significativo que la extensión de derechos y el aumento de sueldos.

    Más no obstante, pese a reconocerle sus méritos al kirchnerismo creo que no logra una movilización de las clases populares acorde con su discurso «Nac & Pop» ya que desmoviliza a muchos porque el bolsillo obrero y de clase media-baja está comenzando a enflaquecer el bolsillo, y, porque hace todos los esfuerzos posibles por hacer que esos grupos sociales no se sientan ciudadanos en su totalidad excepto cuando se los convoca a la Plaza para pegar cuatro gritos al viento.

    La épica del priemr peronismo no la veo recuperada por ningún lado. Al contrario, diría que opiniones como estas: «La CTA volverá a presentar una de sus más estimables banderas, la universalización de la asignación familiar por hijo. Se trata de un mecanismo de redistribución de la riqueza, que acortaría la brecha entre trabajadores formales (que agregan a sus sueldos esas asignaciones) versus los informales o desocupados. Una forma de ir reparando uno de los datos más chocantes de la nueva configuración de la clase trabajadora. El oficialismo (incluidos los dos presidentes y la ministra de Desarrollo Social) han sido remisos a la herramienta, por juzgarla contraproducente para la cultura del trabajo y, eventualmente, superflua ante la baja del desempleo. El transcurso del tiempo ha matizado su juicio, pues se corroboró que la creación de puestos de trabajo no terminó con las desigualdades al interior de la clase obrera: el primer nivel del Gobierno presta más escucha a la propuesta. El propio Kirchner pidió a economistas cercanos a la CTA un cálculo del costo de esa política social innovadora, que crearía un nuevo derecho ciudadano”(M. Wainfeld) no hacen demasiado por poner en cuestión el rol que los acuerdos superestructurales le asignaron a los trabajadores. Igual, hay tiempo por delante y mucho que recomponer. Esta semana se avanzó en algunas cosas y tal vez se pueda esperar que se lo siga haciendo.

  2. Julián: agradezco la deferencia de que hayas leído éstas líneas y tu correspondiente devolución.Todos estamos preocupados por la situación por la que atraviesa el país, por la realidad inmediata, por las urgencias. En ese sentido, hay textos mas importantes que y/o mejor expuestos que mi breve artículo. Pero lo que quise hacer es, justamente, despegar la atención de la inmediatez y sostener que los acontecimientos y sucesos del presente se insertan en una larga historia, en una larga resistencia, sobre todo en el plano cultural, que no es menor ni secundario ni un ornamento de lo real.El sistema simbólico es constitutivo de un grupo, de un pueblo, de una fuerza social y política. Y padecemos contínua y cotidianamente el bombardeo que nos inculca que comportamos una realidad inferior, de segunda, que la calidad del hombre argentino es pobre,etc.etc. La recomendación es cambiar, transformarse, convertirse en heraldos de la libertad y olvidar las apelaciones a la justicia. En fin, se podrían llenar páginas con los tópicos y motivos que forman parte de el hecho asombroso de que la dirigencia de un país lo desprecia y minusvalora a su gente.
    Esta es la discusión importante para mí y como esos hábitos malsanos reaparecen cada vez; mi objeto no era discutir los Kirchner, ni siquiera el peronismo, si no los términos de esa batalla que parece no tener fin.

  3. Juan:
    un buen post el suyo. El gran mérito del peronismo fue el de instalar en la conciencia del pueblo su derecho a estar mejor y la posibilidad de lograrlo.
    Por eso es el hecho maldito.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *