La despolitización de los políticos:

                                                      Por Alejandra Varela

      

                    Los anuncios apocalípticos de Elisa Carrió suponen que ¿hay personas esperando que el apocalipsis suceda? O que ¿ella usa ese posible apocalipsis para sembrar el pánico y la duda? Realizo estas preguntas porque en el texto publicado por Martín Caparrós se menciona “La iglesia cristiana primitiva lo tenía claro: su target estaba hecho de opositores varios, personas en franco desencuentro con modos y maneras del Imperio (pobres, mujeres, esclavos, metecos y otros marginales) entonces su consigna principal consistió en asegurar que ese mundo cruel e injusto tenía fecha de vencimiento: la promesa apocalíptica En un sentido que, si mal no interpreto, busca asimilar  los usos de Carrió a los textos bíblicos  y me detengo en estas preguntas  porque ya es un lugar común afirmar  que todos están hartos de los Kirchner, cuando existimos algunas personas  que nos sentimos identificadas con este gobierno y estamos dispuestas a defenderlo. Al no detenerse en este detalle, Caparrós pareciera afirmar que los presagios apocalípticos de Carrió se fundan en un malestar popular que los precede. Esto no es así, Carrió ha sido una agitadora del malestar en los tiempos más calmos del Kirchnerismo. Además la oposición ha propagandizado el desastre como un modo de convencer a l ciudadanía de los males de un Kirchnerismo que había mejorado sus vidas. Nuestra sociedad cuando está bien necesita autoconvencerse de que está mal y de que una crisis se avecina. Suele llamar o provocar sus propias desgracias.   

                       “El apocalipsis sirvió durante esos siglos (…) para que la iglesia cristiana se mantuviera alejada del poder: ¿para qué ensuciarse con las minucias de un poder que estaba por desaparecer? “  Carrió usa sus presagios apocalípticos para hacer política pero es una política de la anti-política. Despolitiza a la ciudadanía cuando habla en términos bíblicos y pareciera sentarse a esperar la hecatombe  pero, en realidad, la suya es una intervención política, una profecía auto cumplida que la justifica en su rol de no hacer nada, es decir, no proponer, no centrarse en una política y en acciones y soluciones pero que busca generar el desastre prodigando malestar y temor. Si la hecatombe tiene lugar  Carrió se va a Punta del Este y desde sus playas nos dice a todos con un rostro embragado de felicidad: yo les avisé.  

                         Después de usar el apocalipsis para enfrentar al poder, la Iglesia termina sumándose a sus filas, actuando  como un mecanismo de control social y propagandizando la resignación. Carrió asusta con el apocalipsis y después le dice a los trabajadores que pongan el hombro y no pidan aumentos de sueldo. Se convierte en una vocera de los intereses  de la UIA y está dispuesta a sacarle las retenciones al campo. Su discurso apocalíptico contribuye  a desestabilizar al gobierno de Cristina Fernández pero es sumiso al verdadero poder.

                        Lo que Caparrós llama el honestismo, otros lo han llamado la judicialización de la política que tuvo su esplendor durante los años noventa y era una manifestación de impotencia. Como no me puedo dar una estrategia para enfrentar al menemismo, me pongo en el lugar del honesto para alinear a todos aquellos que sufren la corrupción menemista. Lo interesante sería pensar  por qué no se pudo enfrentar políticamente al menemismo. La despolitización promulgada por Carlos Menem  fue absolutamente estratégica. Así como Raúl Alfonsín politizaba a la ciudadanía porque se enfrentaba con los militares las corporaciones y la iglesia, Menem necesitaba de una ciudadanía despolitizada para destrozar al país. La oposición no discutió la idea del fin de la política, fue obediente y se resignó a la denuncia.

                        El “honestismo” es para mi, una herramienta de desencanto que paraliza a la ciudadanía. Decir  que todos roban lleva a no creer en nada, a descalificar cualquier iniciativa política porque lo único que quieren es hacer caja”. El problema es que este tipo de frases no sólo las dice Carrió sino que pueden leerse en el periódico del Partido Obrero. Me gustaría preguntarles a estos trotskistas  si la revolución rusa no necesitó caja,  si el trabajo voluntario que se impone después de una revolución, no busca que el estado tenga dinero para sostenerse en su independencia y existir y funcionar como tal.  

                   Que una Presidenta como Cristina Fernández tome una medida distributiva y equitativa como son las retenciones  y esa medida fracase porque son muchos los que creen que esa plata va a ir a los bolsillos de los Kirchner aunque esto sea una ridículés,  que no se pueda creer en una medida política porque si uno no desconfía no es inteligente y que por este honestismo el mejor gobierno de la democracia puede llegar a fracasar, es realmente el apocalipsis. Lo bueno sería  que Caparrós reconociera que él aporta mucha agua para ese molino.

                    Es verdad que el honestismo se limita a una política mediática y que no puede realizar nada por fuera de los medios pero no deja de producir efectos nocivos sobre lo real porque lo que Caparrós llama “devaluar palabras” es convertir la realidad en aquello  que a Carrió le gustaría que fuera. Busca convencer a la ciudadanía  de una mentira, juega a negar la realidad  y reemplazarla por una situación que le resulta más útil a sus propósitos y puede hacer esto porque ningún periodista interviene para obligarla a argumentar, a analizar, porque nadie la confronta con argumentos que pongan en crisis sus desmesuras. Si existen políticos mediáticos, existen también periodistas  que olvidan  que pueden discutir, advertir, cuestionar aquello que exponen.

                     El periodismo fue un fiel cultor del honestismo (entre ellos Jorge Lanata). Durante los noventa muchos entendieron que su rol era denunciar, destapar escándalos. Lograron prestigio, popularidad, credibilidad en base a este recurso. Cuando llegó el Kirchnerismo era necesario cambiar pero ellos tuvieron miedo de ser tildados  de oficialistas o vendidos, de perder sus logros profesionales. En vez de entender que el regreso de la política necesitaba de un periodismo más analítico que denunciante, optaron por asimilar a Néstor Kirchner a una nueva versión del menemismo.  

                     Hoy una ciudadanía que sale a la calle con sus cacerolas para defender los intereses de quienes quieren aplastarla, necesita de periodistas  que la ayuden a pensar, que le den nuevos elementos para entender la realidad, que le recuerden lo que mejoró su vida en estos seis años. Si se sigue propagandizando el honestismo, la denuncia, el más de lo mismo, se promulga esa chatura de la desconfianza es un cinismo de: soy vivo  porque no creo en nadie, el desencanto, que no mueve a la acción sino que es destructivo con las no pocas conquistas de los últimos años, insuficientes pero amenazadas por el ejercicio de tele-políticos y sus secuaces.

                       En los años noventa, Alfonsín le dijo en la cara  a Adolfo Sturzenegger en un estudio de televisión que no representaba las ideas del partido,  en un momento donde el economista afiliado al radicalismo era señalado como la salvación económica del partido, como el hombre acorde con los tiempos. Por supuesto que por ese entonces el líder radical fue cuestionado  como un retrógrado autoritario, cuando, en realidad, estaba defendiendo su lucha por convertir al radicalismo en una social democracia en pleno reinado del neoliberalismo. Cuando ser social demócrata era tan utópico como para un chico de la cava pensar en ser astronauta. Alfonsín nos estaba enseñando que hay que defender los ideales aún cuando se haya fracasado por sostenerlos.  

                       Un tele político no puede pensar de este modo. Carrió, Francisco de Narváez, Mauricio Macri, van para donde va el viento, ellos no quieren ser perdedores. Cristina Fernández y Néstor Kirchner están, a mi modo de ver, en la misma línea que Alfonsín. Si la sociedad pudo entender muy tardíamente cuál fue el rol de Alfonsín en la historia fue por la experiencia del Kirchnerismo. La persistencia en un proyecto político más allá de las derrotas, los agravios y los riesgos no es terquedad ni desesperación por el poder solamente, nadie soporta un lockout de cuatro meses por ambición, se necesitan convicciones, una fuerza moral que te sostenga.

 

                         Se equivoca Lanata al creer que él es el intérprete de los sentimientos populares. Muchos entendimos a Alfonsín después de ver la contienda entre Cristina Fernández y el sector agropecuario y comprobar que los dos gobiernos enfrentaron a los mismos enemigos.

                         La doctora encarna el individualismo más descarnado, irreductible: yo digo, yo callo, yo voy a hacer, yo voy a deshacer, yo me voy, yo vuelvo, yo nunca me fui, yo nunca estuve.”Ese individualismo es el que lleva a defender la renta extraordinaria del campo, ese individualismo se convirtió en la ideología de la clase media, ese individualismo fue el sustento del menemismo. Carrió siempre monologa, nunca se la ve confrontando con otro porque en el debate pondría en evidencia su mentira. ¿A esto le llama Carrió ser republicana? ¿Se la imaginan como Presidenta?

                        Carrió se definió hacia la derecha cuando se dio cuenta de que no podía estar a la izquierda del Kirchnerismo. Vio un caudal de votos que no le podían arrebatar los Kirchner

 

 

4 comentarios en «La despolitización de los políticos:»

  1. Es lamentable lo que ocurre con la Iglesia, fundamentalmente en las altas esferas, en este país. Siempre han sido funcionales a la derecha y es triste que así sea porque es una institución que mucha gente sigue, tanto ricos como pobres. En otros países no es tan así. Y también sobran ejemplos de personajes puntuales del clérigo que no han apoyado esa posición. Aún así, sigue siendo una cuota pendiente de la Iglesia argentina. Jesús dijo: «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al Reino de los Cielos». Ahí tienen un punto de partida para reflexionar sobre sus acciones.

  2. totalmente de acuerdo con el cierre. Carrio lo unico que quiere es llegar a presidir para satisfacer su ego. Cuando Kirchner empezo a hacer mas o menos lo que ella defendia empezo a hacer oposicionismo por derecha. Digamos que Kirchner se quedo con sus banderas a lo que ella dijo «no importa, tengo otras» como el chiste de Groucho.

  3. me gusta esta pagina por que estoy aprendiendo muchas cosas,tengo 13 años y me intereza mucho todo esto,comenzo cuando la profe comenzo a contarnos un poco de todo esto y despues nos mando tarea y me encanto,busque por internet y me intereso muchisimo.si no fuera por esto no ubiera entendido nada.pero lo abre leido miles de veces.
    perdon la falta de ortografia, es que bueno nunca fuy muy buena escribiendo.

    atte:gracias <3

    1. Brenda me parece que con 13 años es complicado formar una postura correcta por leer un texto únicamente.. antes de posicionarte de un lado u otro tenes que ver diferentes puntos de vista y ahí tomar tu postura, no esta bueno quedarse con una sola campana. Infórmate mas si realmente te interesa la política y no solo por Internet, lee libros, consulta con mayores, que te cuenten lo que vivieron ellos, no es tan simple como parece. Mira a tu alrededor y ahí si podes llegar a estar un poco mas encaminada. Todo lo que se dice es relativo, este texto lo tenes que tomar con pinzas, no soy nadie para aconsejarte, ni siquiera te conozco pero sos el futuro de la sociedad y es necesario que habrán los ojos.

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