La hora de la política

El aglutinamiento opositor alrededor de la causa de los empresarios del agro nos proporciona un buen ejemplo de oportunismo político sin escrúpulos. Pero además nos proporciona un elemento positivo a los que estamos encuadrados en el Proyecto Nacional que conducen Néstor Kirchner y Cristina Fernández: nos obliga a hacer política.

 

La situación de las agrupaciones opositoras propone un análisis descarnado: somos gobierno, tenemos tanto el poder del Estado nacional para llevar adelante los cambios que hacen falta, como la voluntad de nuestra presidenta para hacerlo. A lo largo de casi seis años, la sabia política de acumulación y desendeudamiento ha construido un Estado fuerte, capaz de hacerse cargo de los resortes principales de la economía nacional. Se reconstruyó el empleo, el mercado interno y la normalidad institucional. Aún después del ataque salvaje de la primera mitad de 2008 por parte de las patronales agrarias y de la crisis importada, somos un país fuerte y funcionando. La institución presidencial está intacta y más estable que nunca, la autoridad democrática se impone.

 

Ante esto, la oposición cuenta con el innegable poder mediático, cuyos sectores concentrados se han constituído en partido político y con una única propuesta: no-kirchnerismo.

 

La falta de propuestas políticas, sociales y económicas viables por parte de la oposición es apabullante. Si todo el bagaje programático de la autodenominada «jefa de la oposición», Mirinda Carrió, pasa por «cero retenciones al campo e ir a pedir créditos al FMI», se comprueba que la conjunción de satélites agrarios de la política (Stolbizer, Solá, Duhalde/De Narváez, Carrió, Binner, Macri, etc.) tiende a formar un auténtico partido «del campo», lo que equivale a decir que es un partido del bloque de clases dominantes. Una unión transversal destinada a velar por los intereses de los patrones de la concetración agraria y a dar forma al país que estos necesitan: el país-estancia de los tiempos de Roca y de la restauración conservadora de 1955/1973. El Granero del Mundo.

 

Esta caracterización no es caprichosa. Quedó plasmada en el voto de la 125 y se dibuja en el vacilante presente de la «guerra gaucha» que no acierta a recomenzar, pasados ya los buenos tiempos de juntar multitudes en apoyo a la extorsión agrogarca. El pegoteo político de los mascarones de proa de la oposición con los referentes de la patria estanciera busca apropiarse de los últimos restos del impulso logrado después de la traición de Cobos. Debieran advertir que la situación relativa en lo relacionado al apoyo electoral esperable por el triunfo pírrico de julio de 2008 se ha diluído con velocidad, que la «guerra gaucha» se llevó a cabo impulsada por la codicia ante los altísimos precios internacionales de los commodities pero que resultó políticamente demasiado anticipada, esto es: que hasta la prueba electoral de octubre de 2009 y con la recuperación de la iniciativa por parte del gobierno, el larguísimo año y medio es tiempo suficiente como para licuar cualquier posible apoyo conseguido. Tan sólo el microclima mediático en el que viven inmersos le impide a los políticos opositores ver que se subieron a un tren fantasma.

 

Es la hora de la acción política. Aquellos que han defeccionado, quedarán en el camino. El trabajo político que los militantes tenemos por delante es concientizar, difundir la obra del gobierno, difundir la verdad traspasando el ruido opositor mediático. Tenemos la tarea de ganar las elecciones y ratificar el Proyecto Nacional.

 

Tenemos todo a favor. Un gobierno solvente, con todo el poder en las manos y la voluntad de transformar este país para siempre. Una presidenta inteligente y valiente.

 

Y tenemos una oposición desorientada, impotente y con un programa cuya única posibilidad es un regreso al oscuro pasado liberal que creó desocupación, miseria y hambre. El pasado de las «relaciones carnales» y el ajuste permanente. El país-estancia lleno de hambrientos.

 

Hay que hacer política. Este es el momento.

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Escritor y diseñador gráfico.

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4 comentarios en «La hora de la política»

  1. Algunas dudas: El desendeudamiento no es tal, se ha pagado un alto precio por libranos del FMI pero más allá de eso la deuda es más alta que al comenzar su gestión Kirchner. Por otra parte, no se ha avanzado nada en denunciar la deuda ilegítima. El Estado no maneja todos los resortes de la economía ni de lejos, ni siquiera puede asegurar la provisión de monedas. Ni la producción industrial y agrícola ni los servicios públicos o el conjunto de la educación están en manos estatales. Tampoco se halla regulada toda la economía con zonas negras de enorme tamaño en el área financiera, mediática, campestre, laboral, pesquera, petrolera y minera. Que no haya actor político concreto que pueda realizar esos cambios no implica darle cosas por ganadas al Gobierno cuando no las ha realizado.

    Por otra parte, habría que pensar el motivo por el que en los 6 años previos no se han hecho las medidas que se desea, justamente estas se iban a tomar ene ste momento, donde el Gobierno se encuentra más presionado por sus socio patronales. Sin embargo reivindico ele spíritu de querer influir en la política gubernamental, de romper el cerco de 10 tipos que es el kirchnerismo y meter agenda popular. En ese sentido, la crisis del capitalismo puede jugar a favor de los intereses y demandas populares, ya que nos encontramos con un gobierno más flexible, pero también hay que tener en cuenta que todo depende de la correlación de fuerzas y que los sectores del libreempresismo y el capitalismo subsidiado también quieren los recursos estatles para ellos.

    Por otra parte, lo de a oposición patronal, más que rancio oportunismo político (algo de esto hay, es obvio) hay mucho más de identificación político-ideológica y de aspiraciones de clase en su actitud campestre y «no despedimos a cambio de que no pidan aumento de sueldo».

    Me quedé pensando en que uno de los argumentos más heroicos que blanden los kirchneristas es: con Néstor volvió la política; antes, en los 90, no había política, ahora la hay, se habla de todo. sin embargo, creo que esta caracterización saltea algo crucial: la crisis del 2001. no fue kirchner el que hizo posible de nuevo ciertas discusiones económicas (sobre la deuda, las privatizaciones, la desregulación, los ajustes), fueron eas discusiones económicas las que lo hicieron posible a él. Sin dudas fue el dirigente que mejor supo leer la coyuntura. Digo esto porque percibo desde hace un tiempo en ciertos kirchneristas una alegría inmoderada por el renovado espíritu de discusión y debate político, que indolentemente deja intactas las condiciones reales de posibilidad de esas discusiones y debates. una tarea entre otras podría ser criticar las premisas estos debates universalmente difuminados, su alcance, etc.

    El Gobierno, ¡Es parte de la solución o es parte del problema?

    ¡Saludos!

  2. Siempre es hora de hacer politica,porque de ella depende nuestra vida.Lo dificil es motivar a la gente para que participe.Si lo que se quiere significar es que resulta oportuno defender al gobierno actual habra que buscar los medios para tal empresa.

  3. Pienso que los ámbitos son los espacios en que uno se mueve. Hacemos política a escala pequeña, desde abajo. En mi caso, mi espacio de militancia, fuera de haberme movilizado cada vez que convocó la Presidenta, es mi blog. Desde allí hago política, desde las reuniones con amigos. Es esparcir de apoco el mensaje, la idea.
    Así lo veo yo. Cada uno en su lugar puede hacer la política. Concozco a unos compañeros que tiene un localcito, un centro cultural muy a pulmón en el barrio de Constitución. Cuando fue el segundo cacerolazo a favor del campo, salieron a la calle y le preguntaron uno a uno a los vecinos porqué caceroleaban. Y debatieron con ellos. Y ¿sabés qué? muchos se volvieron adentro de sus casas, porque habían entendido que estaban en el lado equivocado de la lucha. Muchos habían salido por verlo en la tele. Lo de estos compañeros, que no salió en ningún lado, es hacer la política. A eso apunto yo.
    Saludos

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