La hora de la verdad para Menéndez

Debajo de un silo-bolsa relleno con varias toneladas de noticias sobre el conflicto sojero, se ha desarrollado en Córdoba el juicio contra el genocida Menéndez y varios de sus cómplices. Y en estos días de definiciones, también está por llegar la sentencia para quien fuera el dueño de la vida y el dolor de varios miles.

El juzgado federal donde se desarrolló el juicio ha sido una vitrina del horror pasado pero también de algunas incongruencias y paradojas del presente. No se puede calificar de otra forma a, por ejemplo, el hecho de que uno de los jueces -Otero Álvarez- que hoy debe condenar o absolver a los reos haya sido secretario de un juzgado durante los peores años de la dictadura militar. Y si bien muchos han alegado que este funcionario no tenía capacidad de decisión, es inevitable pensar que por sus manos y sus sellos pasó el destino de decenas de habeas corpus sin respuesta.

De lado de los acusados, algunos esfuerzos por evitar sus responsabilidades han sido patéticos. Por un lado desde el principio todos han alegado inocencia; Menéndez ha dicho que el juicio es inconstitucional; otros se han escudado en el silencio o en la excusa de la “guerra contrarrevolucionaria” y uno, Acosta, ha argumentado no haber estado en el campo de concentración de La Perla en la fecha de los asesinatos que se juzgan.

Justamente Acosta es uno de los acusados que más activo se ha mostrado a la hora de las chicanas y los intentos de dilatar el juicio. Su abogado, Jorge Agüero, un menemista ortodoxo, en las pasadas elecciones de octubre empapeló la ciudad con afiches que lo retrataban portando una itaka (él dice que de juguete) prometiendo limpiar Córdoba de drogadictos y delincuentes mediante grupos de tareas barriales. Agüero sacó menos del 2% de los votos. Este “profesional” ante la enormidad de las pruebas inculpatorias ha recusado a testigos -ex prisioneros de La Perla- acusándolos de ser espías / servicios del ejército, una táctica a la que recurrió ya en anteriores juicios sin mayor éxito y con el agravante de que se demostró largamente la falsedad de esta chicana; antes había solicitado la separación de Otero Álvarez y ahora repite a diestra y siniestra que todos los testigos fueron preparados o son falsos.

Al principio hablábamos también de las incongruencias y una de las mayores, aunque pocas veces se la destaque, es que ninguno de los acusados es trasladado o presentado en el juzgado portando las esposas que son obligatorias dada la gravedad de las imputaciones y la peligrosidad de los reos. Debe ser que para algunos, estos criminales son solamente unos “hombres muy viejos” y otros todavía reaccionan con temor ante el poder que aún posee el anciano general. No olvidemos que hasta hace muy poco Menéndez participaba en los actos oficiales del ejército en Córdoba y más de una vez compartió escenario de honor con los gobernadores Angeloz y Mestre, con quienes -dicen en los pasillos- mantuvo una fluida relación que les permitió consolidar su poder en una provincia siempre conflictiva. Lo que haya de verdad en estas aseveraciones se verá algún día pero lo que si es llamativo es que las estructuras policiales de espionaje político fueron un legado de la dictadura que en Córdoba se mantuvieron, apañaron y desarrollaron hasta bien entrados los años 90.

Pero el hecho más paradójico de todos estos días fue desencadenado por el relato de un gendarme, forzado a retirarse de la fuerza al negarse a fusilar prisioneros, quien describió la situación que le tocó vivir y además detalló el lugar donde se habían enterrado los cuerpos de una pareja de desaparecidos. Hacía allí se dirigieron los abogados y los peritos para encontrar que la escena del crimen, después de 30 años, había cambiado radicalmente, el pequeño monte descripto originalmente ya no existe y en el nuevo escenario se hace muy difícil identificar el lugar exacto de los enterramientos. Un enorme mar de soja cubre el paisaje actual y debajo de él, la memoria y los cuerpos de dos argentinos (dos compañeros) reclaman justicia.

Creo que fue Cristina Kirchner la que dijo que este juicio es “un ejemplo del país que somos”, lo que no se es si estaba consciente del alcance y profundidad de esta definición.

Acerca de Tux

Tux, nacido en Tucumán pero aquerenciado en Córdoba. Soy diseñador gráfico, publico con una banda de amigos un blog. No soy tan patrota ni laburador como el abnegado hombre de campo -solamente trabajo 12 ó 14 hs.- pero suelo levantarme a las 6 de mañana para castigarme con los informativos y pegarle una leída al diario. Normalmente a esa hora tengo las mejores ideas que normalmente nunca las plasmo en el blog porque tengo que volver al yugo. Una virtud: no planto soja. Un defecto: soy mentiroso (como todo imprentero)

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4 comentarios en «La hora de la verdad para Menéndez»

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