ojalá, quién sabe

Empezando por Nomeminimicen Carrió (que le aconsejó, nada menos, que lo mande al exilio a Néstor Kirchner, como si eso fuera posible) hasta el untuoso Kovadloff, son de pronto montones lo que salen ahora a decir que con la traición de Cleto (ellos no lo llaman “traición”) y el pase a la tropa contraria de la mayor parte del pejotismo más folklórico, se le abrió a la presidente “la gran oportunidad”, que tiene que aprovecharla y saber leer los hechos de la realidad. “Esto le hace bien a Cristina” es más o menos el slogan, y se aprestan gentiles a acompañar ese saludable cambio de rumbo por el que La República estaría clamando.
¿Se lee algo entre líneas en esa alborozada oferta de incorporación al bando de la sensatez y los buenos modales? “Consenso” y “calidad institucional” no están entre líneas, forman parte del discurso mismo, pero un poco menos abiertamente lo que se propone ronda por el lado de “menos populismo”, “más inversiones”, “menos discurso confrontativo”, y, más soterrado aun, relaciones carnales, adiós Chávez, Evo y Correa, dedicarse a gestionar y pedir permiso al gran capital, los multimedios, la Embajada, la CNN, El País de Madrid y la Unión Europea para dar cada paso, “civilizadamente”. En vez de política, “gestión”, como lo que prometía la Alianza y como le pidieron sus votantes a Macri.
Al menos por lo que pude escuchar, ayer en su discurso del Chaco la presidenta les dijo y nos dijo que va a hacer más bien lo contrario. Que va a seguir haciendo aquello que prometió en campaña electoral y que anunció al asumir. Ya no me acuerdo dónde leí (puede que haya sido Caparrós) que en el discurso del Chaco la presidenta no dijo nada, que es como si no hubiera tomado nota y siguiera monologando en la estratósfera. A mí me pareció lo contrario: un breve resumen de definiciones muy pensadas: este es el rumbo, no va a cambiar, tenemos un compromiso, no somos traidores. Ojalá: supongo que ella y Kirchner saben bien que va a ser extremadamente difícil y de final altamente imprevisible, pero quién sabe si lo saben. Ojalá no sea pura terquedad sino el principio de una etapa en la que lo fundamental se va a seguir sosteniendo en nuevas y muy peores condiciones. Lo cierto, para mí, lo indudable, es que cualquier concesión hacia las demandas de los cultores de la antipolítica y “la gestión” lo único que va a lograr es apurar el derrumbe. Se empieza cediendo a la derecha y la derecha termina eyectándote, como le pasó a Alfonsín y Frondizi, que no eran precisamente de izquierda ni de centroizquierda ni populistas, y contra quienes, por ende, había mucho menos odio acumulado que el que viene capitalizando –era inevitable– el matrimonio K.
Tal vez sea solo imaginación mía o proyección de deseos, pero en lo poco que dijo ayer en el Chaco (era visible en sus ojos, en su voz y en sus gestos que el golpe sufrido la afectó mucho, y no era precisamente un momento para andar prodigando más palabras que las estrictamente indispensables) me pareció que Cristina –lo que implica por supuesto, decir Néstor– prefiere arriesgarse a perder con honor, sin claudicar, a ganar convirtiéndose en fantoches lamebotas del Poder Real como Frondizi o Alfonsín. Cuando digo “perder” digo perder las legislativas de 2009 y las generales de 2011, no renunciar ahora. Ahora, y mientras dure el mandato, hacer lo que hay que hacer, ninguna otra cosa, y si se pierde, se pierde. Lo que no impide hacerlo mejor, revisar los modos, consultar con otra gente, abandonar prácticas autistas o de mesa de cocina, renunciar a nuevos pactos con los impresentables de siempre, atreverse a meter mano en donde hasta ahora no se atrevieron, sacarse pajaritos de la cabeza, pero siempre para el mismo lado, el que el discurso del Chaco parece reafirmar: más Estado, más políticas sociales, más identificación con los que menos tienen. Esto también quiere decir que, si ese es efectivamente el rumbo, los ataques van a seguir, y cada vez más duros y por los lugares más inesperados.
a única posibilidad de tranquilidad, de acá en adelante, y si Cristina de verdad cumple con lo que insinuó ayer, es poner a Carrió de presidente, a Kovadloff de vice, de Comunicador Oficial a De Angeli, y crear el cargo de Consejo Asesor Supremo y Decisorio de la Gestión, alta función que cumplirían El Cuarteto Imperial, Duhalde, Barrionuevo, De la Sota y Reutemann (y quién te dice que por ahí no lo suman a Scioli), asesorados a su vez por Lanata y Tenembaum. ¿Y Cobos? Van a poner un retrato suyo en la sala de reunión y lo van a mandar jubilado a Mendoza.

Acerca de balvanera

Daniel Freidemberg. Argentino, nacido en 1945 en Resistencia (Chaco), residente desde 1966 en Buenos Aires, actualmente en el barrio de Balvanera. Más información en el blog "días después del diluvio".

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12 comentarios en «ojalá, quién sabe»

  1. Balvanera: De todas las épicas posibles de la que más me niego a participar es de la épica de la derrota. Porque tampoco hay derecho a la derrota. Te pueden derrotar claro, pero me niego a eso de «morir con las botas puestas». Ya está, ya la conocemos a la derrota en nuestra historia y eso no nos ha hecho mejores; espero que nos haya hecho más sabios para saber que lo peor que hay es perder y peor que perder es aceptar que vas a perder pero con dignidad. No hay derecho a eso.

    Saludos

  2. Coincido con vos. Creo que es una victoria del campo popular, repetido pero pertinente, que el gobierno perdio, no cedio. Perdio y estan los nombres de los que jugaron en ambos bandos. Con tantos años de gobiernos concesivos, esta batalla perdida no deja de tener un sentido que la historia se encargara de develar, podrá ser un triunfo.

  3. balvanera: Coincido en que las 20 palabras de anoche en el Chaco contienen tanta definición sustancial como hace rato no escuchaba. Pero ahí andan los medios, bardeando y leyendo los mensajes satánicos de las entrelineas.

  4. Sbariggi: yo tampoco creo en las derrotas heroicas, más bien las rechazo profundamente, si bien tampoco en que cualquier cosa sea aceptable con tal de «ganar» (¿ganar para qué?). Me viene bien lo que decís porque me permite precisar mejor la idea. Más que perder, quise decir arriesgarse a perder, no ir a lo que parece seguro y previsible. Entre otras cosas (no exclusiva ni principalmente) porque suele pasar, tal vez la mayoría de las veces, que la apuesta a lo seguro, a lo que aconseja la «prudencia», a las transas politiqueras, sale mal y produce el efecto contrario: ¿no fue eso lo que pasó subiendo a Cobos a la fórmula?
    Pero además hay muchos modos de perder. Estoy de acuerdo con vos en que (hasta donde se pueda, y mientras no se traspasen ciertos límites) lo que no se puede perder es el poder cuando se lo tiene. «Todo es ilusión menos el poder», decía Vladimir Ilich. Si se lo tiene, hay que usarlo. Otra cosa es perder batallas, perder pulseadas: de eso me parece que habla el comentario de Julio. Y a veces viene bien para pararse mejor, reorganizar las cosas y tomar impulso.
    En cuanto a cómo tomaron el discurso los medios: qué se puede esperar. Crítica tituló «que alguien le avise». Y algo que demostró Cristina ayer, antes que cualquier otra cosa, es que estaba avisada.

  5. Otra cosa que dijo en el discurso de ayer: no sólo habló de la traición de los pejotistas, sino también (y me llamó mucho la atención) puso énfasis en que las políticas del gobierno tuvieron un importante respaldo de gente de otros partidos y otras orientaciones. ¿Se lo podría leer como un indicio de algo? Ya no se trataría de la Concertación Plural, off course.

  6. Los medios le llaman «no decir nada» a no decir lo que ellos le exigen que diga. Años de dirigir la oequesta, de inventar delaruas y cosas por el estilo.

  7. Balvanera: Bueno, si transaste todo no sería «ganar». A lo sumo sería flotar hasta que te hundas. A lo que me refiero es que una vez habiendo perdido observo en algunos una especie de regodeo en la derrota tipo «nos cagaron» y como si eso fuese lo único que podia esperarse. La respuesta en NO.

    No es fácil tampoco. Una pelea por la renta es brutal. Capitalismo bestial en estado puro y no toman prisioneros. La otra vez charlaba con Siriivasa de esto. De lo dificil que era el debate porque le estábamos peleando a la lógica del capitalismo instalado como sentido común. Y aunque parezca obvio no es tan sencillo.

    Ahora, sin regodeos tenemos que ser concientes que hemos quedado en minoria. Que el ùnico gobierno en 25 años de democracia que se atrevió a discutir la renta en este país quedó debilitado. Que hará como pueda todo lo que esté a su alcance para intentar retomar el rumbo. Yo le creo a Cristina cuando dijo lo que dijo ayer en el Chaco. Y no le hablaba al salame de Cobos que se tomó el bondi que le pasaba por la puerta. Le hablaba a un bloque de senadores que no puso lo que habìa que poner para defender a su gobierno, por las razones que sean: corporativas, de interna, especulaciones varias, intereses, incomprensión, intransigencia, lo que a uno se le ocurra, para que el episodio Cobos jamás pasase. Eso es lo grave en toda esta historia y no condenarlo a Cleto ni nada de las sandeces que estoy escuchando.
    Es un personaje menor, bajo el spot de la historia instantanea ahora como tantos otros.

    Y nosotros, los que bancamos esto tenemos que aprenderlo. Que no solo se cayeron las retenciones móviles ayer. Quiero que con la caìda de la 125 tambièn se caiga la costrucción de una épica que no lleva a ninguna parte. Que no puede ser a todo o nada. Cuantas luchas a todo o nada vamos a aguantar?

    Que quizás lo que se consiga no sea todo, quizás sea algo. Pero siempre es mejor que nada.

    Un abrazo compañero

  8. Estamos en minoría, sí. Si nos ponemos a pensarlo en serio, siempre estuvimos en minoría. La larga nota de Casullo del domingo pasado hablaba, si bien demasiado crípticamente, de eso, creo. Hubo un momento en que los vivos de siempre se suben al carro, y el tilingoprogresismo o los cualunquistas despistados se prenden porque está de moda. También pasó con Chávez. Si de algo estoy seguro respecto de Kirchner es que la mayor parte de su gobierno la hizo con extrema conciencia de que estaba en minoría. Y cuando quiso remendar esa falta a veces lo hizo bien y otras, muchas, mal.
    Pero estoy de acuerdo en que, una vez que bajaron las aguas de la euforia y del horizonte venturoso, quedó a la vista que somos minoría (como corriente de pensamiento, digo, no en el otro sentido), y hay que actuar como minoría, con inteligencia y cintura.

  9. Dejé incompleta la idea, y con errores. Quise decir: «Hubo un momento en que los vivos de siempre se subieron al carro que parecía triunfal, y el tilingoprogresismo o los cualunquistas despistados se prendieron porque estaba de moda, pero después se bajaron, como es lógico.»

  10. Balvanera:

    Aca se plantea un tema interesante: poder institucional y opinión pública. Yo hablaba del primero y me parece que vos hablás en un sentido más amplio, que el consenso en la sociedad se ha perdido.

    Es imprescindible el consenso popular pero es grave perder el poder institucional pues te da las herramientas para recuperar el consenso via leyes o medidas y te puede impugnar como pasó ayer si lo perdés.

    Prefiero que los tilingos aplaudan por la razón que sea. Suelen hacer ruido si los tenés en contra. La mayorìa de la gente sin ser tilinga suele asomarse a la realidad por la tele u otros medios. Me parece que una de los poderes que tienen es construir la circunstancia del que mira como un presente constante, sin pasado ni futuro. Y cuando conviene el pasado, el presente y el futuro transcurren ahora. Todo se ve de acuerdo a la coyuntura sin perspectiva histórica, sin reflexión alguna y construyen al receptor como un ente pasivo y sufriente de una realidad adversa. Es muy dificil platear la polìtica ahi.

    Yo creo que la oportunidad existe, que dependerá del rumbo y la inteligencia para plantear los ejes y también después de este traspié tener en cuenta que si bien estamos en minorìa nuestro horizonte es de mayorias o no será.

    Saludos

  11. Eso lo resume todo: si bien estamos en minorìa nuestro horizonte es de mayorias o no será. Si cuando decimos «mayorías» no pensamos sólo en ganar a las mayorías sino también, y sobre todo, en función del bienestar de las mayorías, como objetivo principal e irrenunciable. Después viene lo verdaderamente difícil, el «cómo».

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