La tragedia de Cromagnón es la catástrofe argentina por excelencia. El símbolo más acabado de nuestra forma de ser. Nos pinta de cuerpo entero, con todas nuestras miserias y algunas de nuestras escasas virtudes. Es el lugar donde la «viveza criolla» desnuda su cara más siniestra. Donde toda nuestra «picardía» se nos vuelve como un horrible monstruo que nos hiere.
El fallo de la justicia trae alivio para algunos y desesperación para otros. La lentitud del proceso que falta garantiza unos años más de confrontaciones y expectativa. Por lo tanto se pospondrá el duelo y la posibilidad de reflexión. Porque solo la pérdida abre la posibilidad de cambio. Nos brinda la oportunidad de pensar: «cuánto tuve yo que ver con esto?» y quizás, si podemos, hacernos cargo y cambiar.
La tragedia de Cromagnón no fue un accidente, fue la resultante de nuestra desidia. Años y años transgrediendo normas básicas de convivencia nos costaron 194 pibes. O acaso habrá algún argentino que no rompa una regla en todo un día? Reglas pequeñas, no escritas algunas, leyes otras, pero todos las violamos. Desde tirar un papel en la calle o cruzar por el medio de la calzada hasta evadir impuestos o estacionar en lugar prohibido, todos transgredimos. «Lo atamo‘ con alambre, lo atamo‘», somos «vivos», «la picardía porteña» decimos con una sonrisa. Naturalizamos el error y nos jactamos de ello. El egoísmo no tiene límites y cada uno pretende sacar ventaja del otro. La cultura del sistema exacerba el individualismo y acudimos felices al entierro de nuestros sueños.
Cromagnón es el país que construímos. Es el resultado de esa pequeña y miserable ventaja que sacamos día a día. Todos somos responsables. Vaya un rocanrol para los pibes.
Cromañon es el resultado de la corrupción estatal, del pan y circo.
Si vos te querés mezclar, me parece bien, con el fasito y el tinto, y a la plaza, y después rompamos alguna vidrierita, o asustemos alguna ancianita.
Pero yo con Ibarra y cia no tengo nada que ver, gracias.
No claro que con Ibarra no tenés nada que ver, ni con el pan y circo. Te veo más con Macri y la pizza con champagne. En mi blog hay una entrada que se llama ¿Que se vayan todos? que amplia un poco más lo que quiero decir. Igual te agradezco el comentario.
Pasa que es muy amplio hacer extensiva la desidia y también , culpar a todos es una forma de diluir la culpa. En el caso cromagnón hay gente que se preocupó más por la guita que por cuidar a las personas que iban, hay inspectores corruptos y artífices precisos de la tragedia. No considero que eso constituya un rasgo para todo el pueblo (o toda la ciudadanía, según como quieras llamrla). Saludos
Te respondo a vos que sos la que mejor onda le puso. Culpa es un concepto judeo-cristiano que nos oprime hace milenios. Hablamos de responsabilidad y claro que en lo estrictamente puntual las hay más que otras. Pero a lo que me refiero es a esa manera de andar por la vida haciendo trampas que tenemos los argentinos. Estudiamos para zafar del exámen no para aprender y de ahí en más vivimos «zafando» de las inspecciones, de la ley, de los impuestos o de caminar hasta la esquina para cruzar. La suma de todas las «transgresiones» producen Cromagnones totalmente evitables. La «culpa» después es del otro. No podemos crecer si no entendemos que en todo lo que pasa algo tenemos que ver, por acción, por omisión, por aceptar, de una u otra forma influímos en este gran desastre que es nuestro país. Te agradezco el comentario.
Yo no soy responsable. Hacer responsable a todos es hacer finalmente responsable a nadie. Hay responsables y Fontanet es uno y esta libre y encima piensa pedir indemnización. Asi nomas.
en mi blog hay una nota que se llama ¿Que se vayan todos? que amplia un poco lo que quiero decir.
Mira par aresponsables libres hablemos tambien sobre los padres que no cumplieron con los derechos del niño y que aparte tambien tenemos que pagar indeminización, y que la hipocrecia social no fue capaz de tenerlos en el banquillo de los acusados.
El que esta libre de culpas que tire la primera piedra