Un Año Ya…

Cuando Mauricio Macri fue electo Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires muchos pensamos que el escenario un año después de su asunción sería distinto al que hoy vivimos.

 

No digo de ninguna manera que sería mejor. Digo distinto.

 

Pensamos que en el proyecto de Macri esta jefatura es una escala técnica hacie el premio mayor, la Presidencia de la Nación, en pos de la cual iría en 2011 si las condiciones le eran favorables. Siendo así, supusimos que procuraría una gestión que disimulara las características mas antipopulares de un proyecto ideológico que supone un regreso aggiornado a los ’90. Que intentaría una gestión caracterizada por la eficiencia, según entiende la derecha ese concepto y que la idea, fuertemente impulsada durante la campaña electoral, de que en la ciudad no había en juego cuestiones ideológicas, sino que se trataba de administrar bien los recursos fiscales, iba a ser exhibida también como un valor de su gobierno.

 

Claro que, a partir de que la idea de que se puede gobernar sin ideología es falsa, siempre supusimos que Macri y los suyos tendrían que disimular algunas de sus concepciones para que el concepto «cool», lavado, casi distendido que se propuso en la contienda electoral pudiera sobrevivir a la hora de administrar recursos, elegir entre opciones, y tomar decisiones que inevitablemente traducen en la praxis la concepción del mundo y de la gente que tienen los que gobiernan.

 

Por eso digo que las cosas fueron diferentes. El gobierno municipal de Macri, al fin, se parece tantísimo al que uno podría imaginar de una gestión presidencial del hijo de don Franco. Y si no se parece mas es porque, afortunadamente, las cuestiones macroeconómicas, las relaciones exteriores, la defensa nacional, entre otras, no forman parte de las incumbencias del jefe de gobierno porteño.

 

Conviven en esta gestión una fuerte concepción ideológica para tomar decisiones en materia de política educativa, sanitaria, fiscal, cultural, de seguridad, de obras públicas, como en la cosmovisión que fija categorías de privilegios intocados para los mas poderosos económicamente respecto a los sectores medios y bajos de la población, con una notable ineptitud práctica que en algunos de los renglones antes señalados osciló entre el patetismo y la vergüenza.

 

Creo que lo que mejor define la opción ideológica del jefe de gobierno ha sido su actitud durante el conflicto agropatronal durante el cual, lógicamente alineado junto a la SRA, sus asociados y súbditos, proponía destrabar el conflicto mediante el diálogo, como instrumento de capitulación del gobierno nacional, y su posición ante los reclamos de diversos sectores de la comunidad (docentes, estudiantes, médicos, etc.) en su propia gestión, ante los cuales su vocación «cafetera» y dialoguista desapareció, siendo reemplazada por la absoluta intransigencia. Es decir solidaridad y apoyo al reclamo de los poderosos, desdén y hostilidad cuando los que piden son los sectores populares, los que por otra parte, reclamaban ante decisiones del propio Macri.

 

Desde las ciudadelas ideológicas en las que se encaramó Macri no se ha avanzado a la solución de ningún problema de la ciudad. En el marco de una notable subejecución presupuestaria sólo ha sido visible una compulsiva arremetida contra las calles de la ciudad en una tarea que no parece estar destinada primariamente al bacheo y al asfaltado sino a la recolección de adoquines, al cambio de veredas y a la facturación de metros de pavimento sin criterio visible de utilidad pública.

 

El invierno sin calefacción en las escuelas es una opción ideológica, el desguace de hospitales públicos es una opción ideológica, la suba de impuestos al consumo en medio de una incipiente recesión es una opción ideológica, la criminalización de la protesta es una opción ideológica, la conversión del Teatro Colón en un shopping es una opción ideológica…Así, el primer año de gestión de Macri en la Ciudad se cierra con dudas hacia adelante que su propia acción y la de los demás actores de la realidad porteña irán aclarando. El que viene es un año electoral y pese a lo antedicho no creo que hasta hoy haya razones para creer que el PRO vaya a dejar de ser primera minoría.

 

Entiendo que es el 40% de votos obtenidos en la primera vuelta de 2007 el capital que el macrismo debe aspirar a conservar para no mellar las aspiraciones presidenciales de su propietario. Y esa porción de los votantes se compone de un núcleo de personas con intereses similares a los de Macri y otro, clasemediero fundamentalmente, que sin los mismos intereses de clase que los de Macri, lo acompaña desde lo ideológico: para la concepción que ven en los empleados públicos una caterva de vagos, que cree que los reclamos de los trabajadores de la salud y de la educación se arreglarían mas fácil a garrotazos, que la salud y la educación públicas no son un problema para los que mandan a sus hijos a colegios y universidades privadas, y gozan de los servicios de la prepaga que pueden pagar, el PRO no ha hecho mal su gestión.

 

 

Las aristas preocupantes quizás sean la escasa capacidad de gestión exhibida, que se intentó excusar con victimización y quejas hacia en Gobierno Nacional (De la Rúa en el pasado tuvo éxito haciendo justamente eso) y sus avances en materia fiscal, que concluye el año con imposiciones al consumo. Esas sí pueden impactar a mediano plazo al núcleo duro de apoyos.

 

Claro que para el año que viene queda el recurso de recurrir a Gabriela Michetti, cuyo único desempeño público hasta ahora fue exhibir su rostro lánguido y piadoso en actos públicos y oficiar de traductora y exegéta («Mauricio quiso decir…») de los discursos y declaraciones de Macri, cuyo slang «country» lo haría de otro modo inentelegible para el común de sus oyentes. Las encuentes darían a la Vice con capacidades diferentes ( y superiores a las de su jefe) como la figura política con mejor imagen en la Ciudad. Eso y volcar dinero en proyectos efectistas, dado que para los efectivos 2008 demostró que no hay capacidad, o interés en algunos casos, para encontrar soluciones.

 

 

Queda por ver para adelante el desempeño de los demás actores de la realidad política porteña, desempeño que no ha sido especialmente lucido hasta hoy, sobre todo de quienes nos representan a nosotros, a quienes nos reconocemos en las antípodas de la propuesta macriana. Aunque ese tema da para otro análisis, que por ahora quedará elaborándose.
Publicado en Politeia Argentina

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