Centroizquierda de guante blanco: el plan de Aguad-Pinedo-Carrió

Cristina de Kirchner
El secreto de octubre tal vez no descanse en el atomizado e insondable 50% que no votó a Cristina de Kirchner en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias del último domingo. Al menos, eso se desprende del incipiente plan que desde Córdoba testea el radical Oscar Aguad junto a Elisa Carrió y al macrista Federico Pinedo para instalar a Hermes Binner como el único candidato opositor para desafiar la reelección presidencial.
Se trata de un esquema inédito que barre tanto con las candidaturas de Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Carrió para instar al corte de boleta y apoyar a Binner, el candidato opositor que obtuvo el cuarto lugar en las primarias con un amplio margen para crecer hasta el 23 de octubre. No repite el fenómeno de amontonamiento de la Alianza sino que apunta a exhortar al electorado al corte de boleta manteniendo las candidaturas legislativas de la alfonsinista Unión para el Desarrollo Social, la Coalición Cívica de Carrió y el duhaldista Frente Popular.
Desde su concepción teórica, este sacudón en la estrategia de campaña, dice, apunta a confrontar dos modelos de centroizquierda. El centroizquierda del kirchnerista Frente para la Victoria, con el apoyo explícito de los judicialmente salpicados Hugo Moyano y Sergio Schoklender contra el centroizquierda de guante blanco de Binner, quien está programáticamente más cerca de la Casa Rosada que de Chascomús y Lomas de Zamora.
El marco doctrinario de este plan, todavía en etapa de elaboración, arroja algún grado de claridad en el traumático y confuso mapa opositor. El 50% que no votó a Cristina de Kirchner representa una porción del electorado que difícilmente cambie el sentido de su sufragio para apoyarla en octubre. Por lo tanto la energía de campaña debería concentrarse en desangrar el caudal electoral del Frente para la Victoria y allí Binner aparece como el único candidato capaz de absorber a ese nicho de votantes identificados con los logros del Gobierno.
Programáticamente, Cristina y Binner no están tan alejados. Más allá de la política agropecuaria y la suba o baja de las retenciones -herida que el votante rural ya parece haber cicatrizado-, el bloque socialista apoyó en el Congreso muchas de las iniciativas del kirchnerismo: estatización de las AFJP y de Aerolíneas Argentinas, asignación universal por hijo, ley de matrimonio homosexual y hasta la nueva ley de radiodifusión. Todas banderas de campaña de la Presidente.
Consagrar a Binner como el candidato único opositor representaría además una especie de muerte digna para Alfonsín y Duhalde quienes se vieron obligados a mutar el «plan del mejor segundo» por el «plan del peor segundo» frente al empate técnico en 12 puntos porcentuales de los votos que los dejó a casi 40 puntos de Cristina de Kirchner. En medio de ese descalabro opositor, y con Aguad como principal usina política, emerge este plan para respaldar a Binner quien con apenas cinco semanas de campaña cosechó 2.124.675 votos, prácticamente los mismo que Alfonsín y Duhalde. El lomense advirtió que sería una cobardía deponer su candidatura presidencial. Sin embargo, Alfonsín y Carrió son los más permeables a este amague de resurrección del Acuerdo Cívico y Social con Binner como punta de lanza. Tanto el diputado UCR como la jefa de la Coalición Cívica ya blanquearon que en octubre sus fuerzas sólo juegan espacios en el Congreso y que sus postulaciones presidenciales prácticamente adquirieron la categoría de testimoniales.
Que este experimento tenga origen en Córdoba tampoco es casual. Allí Aguad concentra la resistencia radical contra Alfonsín y mantiene un puente directo con Pinedo y Gabriela Michetti, espadas del PRO en la Cámara de Diputados. Fue en ese escenario donde se libró una encarnizada pero sorda guerra del diputado cordobés contra Alfonsín, quien terminó desplazándolo de la presidencia del bloque para ubicar a Ricardo Gil Lavedra.
Aunque las negociaciones aún se mantiene en el subsuelo de la política, ya comenzaron a surgir algunos indicios. Ayer Pinedo irrumpió en los medios para proponer, casualmente, que al menos dos candidatos opositores depongan sus candidaturas presidenciales (ver nota en pág. 10).
Carrió se mantiene en el autoimpuesto exilio proselitista. La diputada y candidata a renovar su banca por la Coalición Cívica, Patricia Bullrich, insistió en que la mejor estrategia para octubre es concentrarse en los legisladores, frente al escenario adverso para esa fuerza que podría perder diez legisladores y quedar reducida a ocho. Bullrich dijo que «es prácticamente imposible con este nivel de fragmentación dar una batalla con este Gobierno», por lo que insistió en la necesidad de apuntar a conseguir el mejor desempeño en las listas de legisladores. En ese contexto, Binner aparece como la única figura capaz de concentrar el voto opositor y sumar votos kirchneristas. Existe además un proceso de fuga de radicales y cívicos hacia las filas del Frente Amplio Progresista de Binner iniciado por la diputada UCR, Sandra Rioboó y el legislador provincial de la Coalición Cívica, Sebastián Cinquerrui, que luego de los resultados del domingo ya parece irreversible. El fenómeno se repite en las profundidades del conurbano, donde los jefes del bloque de la Coalición Cívica en el Concejo Deliberante de José C. Paz, Enrique Filippa, y San Miguel, Alberto Novo, están a punto de firmar su pase al FAP.

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