Rafael Correa recibió a Ámbito Financiero en su paso por Mendoza, por la cumbre de Unasur. Afirmó que los medios públicos de su país son «razonablemente objetivos».
Rafael Correa dejó el viernes pasado la ciudad de Mendoza con un sabor amargo que no ocultó al llegar a su país. El presidente ecuatoriano aspiraba, en consonancia con Evo Morales, a que el bloque Unasur aplicara represalias económicas a Paraguay para aislar a los golpistas que desplazaron a Fernando Lugo, lo que no estaba en los planes de los gobiernos del Mercosur, Chile y Colombia. Para Correa, al no haber establecido las penas más duras previstas en los pactos de Unasur, «se les da permiso a los golpistas» de otros países. Poco antes de asistir a la reunión plenaria de presidentes, el mandatario recibió en el Hotel Intercontinental de Guaymallén a Ámbito Financiero, para una entrevista en la que abordó la encendida disputa que mantiene con algunos medios de comunicación.
Periodista: Varios gobiernos latinoamericanos han creado o fomentado medios públicos o comunitarios ¿No son demasiado gubernamentales, aun a riesgo de que el día de mañana caigan en manos de opositores políticos que sumarían el apoyo de medios privados?
Rafael Correa: Hay riesgo, porque usted está manejando un poder y un derecho. Pero más riesgo hay con los medios de comunicación privados con fines de lucro proveyendo el derecho, que por definición es público. Acá muchos por definición defienden lo privado y la utilidad del fin de lucro de un producto, una mercancía, que en este caso es un derecho. Yo no tengo respuestas definitivas. Lo que sí le digo es que hay un problema grave, latente, fundamental, estructural. ¿Cómo mitigar ese problema? Diversificando, con medios públicos con determinados controles, comunitarios, sin fines de lucro y, en la parte privada, democratizando esa propiedad. Pero estamos en medio de un escenario absolutamente opuesto. En Ecuador, seis familias manejan todos lo medios nacionales, ¡y qué clase de familias,! Con vinculaciones con otros negocios. También el problema puede ser mitigado como en el primer mundo, con mucha ética y profesionalismo, pero vaya a ver el nivel de muchos medios en Ecuador. Los medios con fines de lucro exacerban el problema.
P.: ¿En algunos modelos estatales de Latinoamérica, no se responde a medios privados muy agresivos con la misma moneda?
R.C.: En ese sentido, no. La televisión pública ecuatoriana, técnicamente, es la mejor de América Latina, y en contenidos, de lejos es la mejor de Ecuador y debe ser una de las mejores del continente. No veo mucha televisión, pero la otra vez vi un noticiero del canal público, los tres entrevistados eran opositores, pero como el presentador no insulta, no calumnia, no trata de hacer quedar mal al entrevistado si es del Gobierno, entonces ya no es considerado «prensa libre e independiente». Estoy haciendo una serie de entrevistas con el periodista Jorge Gestoso. Las críticas que recibimos es que Gestoso es incondicional del Gobierno, porque no insulta, no se escucha sólo a sí mismo, no tortura al entrevistado hasta escuchar lo que él quiere escuchar. Esa es la mentalidad que han logrado posicionar los medios. Los canales de televisión públicos, que antes no había; la radio pública, que no funcionaba; el periódico, que antes no había; son razonablemente objetivos y de una gran calidad. La otra vez han sacado reportajes con fotos y datos de las familias de funcionarios, ni siquiera denunciando ilícitos, induciendo que hubo alguna deshonestidad. Nosotros mostramos la foto de quien había publicado el reportaje, y somos nosotros los que atentamos contra la libertad de expresión. Por ejemplo, también yo he estado vetando a algunos medios de comunicación. Al Presidente de la República le han cancelado entrevistas y nos han dicho que no nos van a entrevistar. Ordenamos que no vayan nuestros ministros a contribuir al negocio de ciertas familias, entonces ahí sí es censura. Los medios privados utilizan doble moral cuando se les responde con su propia medicina.
P.: ¿Le sorprendió saber a través de WikiLeaks que la Embajada de Estados Unidos cuestionaba a muchos medios de comunicación privados?
R.C.: Es que es escandaloso. He vivido en países desarrollados de Europa y en Estados Unidos. Lo que hacen los medios de América Latina es inaceptable. Como ellos están acostumbrados a sus medios, que son razonablemente profesionales, éticos y objetivos, consideran que así son los medios de América Latina. A veces las percepciones se deben a que desde el exterior no conocen la realidad. Creen que se está criticando la libertad de expresión, porque su realidad es totalmente distinta. Si conocieran realmente lo que son los medios latinoamericanos, serían los primeros en denunciar todos los abusos.
P.: Cuando su Gobierno incautó los medios de la familia Isaías por el fraude bancario, la Embajada de EE.UU. entendió que la medida estaba justificada. Han pasado varios años ¿Va a venderlos o a entregarlos a organizaciones sociales?
R.C.: Esos medios hay que venderlos, porque hay que recuperar el dinero. Usted puede entrar a la página web, están valorados para la venta. El problema es la amenaza de la familia Isaías que quiere recuperarlos y dice al que los compre: «vamos a meter un juicio». Eso ha disuadido potenciales compradores. También le muestra la escala de valores de ciertos grupos mediáticos, que decían que había un atentado a la libertad de expresión cuando se incautaron medios de banqueros que estafaron al Estado por más de 600 millones de dólares y están prófugos en Miami. En su escala, es mejor que tengan medios de comunicación banqueros prófugos antes que el Estado.
P.: Presidente, hace un año y medio recibió una nota insultante en el diario El Universo.
R.C.: Recibimos quinientas.
P.: Pero ésta en particular llamó la atención por los términos utilizados, y usted inició un juicio penal. En Argentina se han derogado los delitos de calumnias e injurias, precisamente a raíz de un fallo relevante de la Corte Interamericana. ¿Piensa derogar los delitos de opinión?
R.C.: Déjeme recordarle que hace poco el diario La Nación de aquí sacó un editorial recordando cómo «Correa enjuició a un periodista por haber denunciado la corrupción de su Gobierno». Vea cómo mienten. El 30 de septiembre de 2010, cuando casi muero yo, mi familia tuvo que esconderse perseguida por policías insubordinados, esa nota denunció que yo había ordenado disparar sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y era un criminal de lesa humanidad. Me preguntó, en nombre de qué libertad uno tiene que aguantar esas cosas. Yo estoy en contra de los delitos de opinión. Todos los días a mí me dicen «Gobierno bueno, malo, dictadura», todo lo que quieras, pero otra cosa es la difamación. Yo estoy de acuerdo en que se penalice la difamación, jamás que se penalice la opinión.
P.: Usted decidió no aplicar el fallo judicial que obtuvo a su favor por 40 millones de dólares, ¿pero es consciente de que si se hubiera aplicado, el medio habría quebrado?
R.C.: No, porque siempre dijimos que eso iba a ir a los trabajadores. Antes de poner la demanda, dijimos «rectifiquen y todo se acaba». Lo pedí tras ganar en primera, segunda y tercera instancia. Una vez que quedó demostrado que mintieron, que se puede llevar a esa gente a la ley, porque siempre se creyeron por encima de la Justicia, una vez que los ciudadanos le han perdido el miedo a estos grandes medios, en parte, no totalmente, nuestra labor está cumplida. No queríamos conseguir ni 20 centavos de nadie. Mire las contradicciones. El abogado del director del diario el Universo, un hombre muy cuestionado, que además es el abogado de Fabricio Correa -mi hermano, con quien vivo una dolorosa situación por el asunto de los contratos ilegales-, me tiene a mí demandado por cinco millones de dólares por supuestamente haberle dicho arribista en un canal de televisión local. A mí me dijeron criminal de lesa humanidad en el diario más vendido del país, artículo que fue reproducido a nivel mundial. ¿Quién puede establecer el monto de ese daño?
P.: Presidente, usted ha criticado a la Comisión y a la Corte interamericanas de Derechos Humanos. ¿No cree que desde el Sistema Interamericano de Derechos Humanos han salido resoluciones y fallos muy saludables, por ejemplo, contra la impunidad en el Cono Sur?
R.C.: Separemos la Corte de la Comisión. Por supuesto que el SIDH ha tenido una labor relevante, histórica, pero se ha distorsionado, sobre todo la Comisión. No caigamos en la mediocridad de cierta prensa; no puede haber errores deliberados, todo debe ser verdad. El SIDH ha hecho cosas muy buenas, innegables, pero también cosas terribles.
P.: ¿Qué es lo que lo ha distorsionado?
R.C.: Hemos visto que hay sesgos enormes, con una burocracia que ha quedado a su libre albedrío, sin control de los estados que forman la asamblea de la OEA. Tiene una influencia inocultable de Estados Unidos, un país que desobedece cuando el SIDH cuestiona las cárceles de Guantánamo. Y también tiene una gran influencia el «oenegecismo». Vean ustedes dónde va a trabajar el exsecretario de la Comisión Santiago Cantón: a las ONG con las cuales se dan favores mutuos. La propia Comisión ha tomado la visión del «oenegecismo», que no entiende que cualquier poder puede afectar los derechos humanos, no sólo el estatal. El poder mediático, destruyendo el honor de las personas, persiguiendo, difamando; el poder económico, las farmacéuticas, que te cobran una cantidad exorbitante de medicamentos así eso suponga la muerte de personas. Resulta que sólo son los políticos y los estados malos persiguiendo a periodistas buenos por denunciar la corrupción. Y no se entiende que el caso más frecuente es el de políticos buenos siendo perseguidos por emporios mediáticos porque no nos sometemos a sus intereses. Así es la visión «oenegicista». Por qué, de las ocho relatorías, la única con presupuestos y reporte independiente es la de Libertad de Expresión. ¿Tiene supremacía sobre los derechos de las personas con discapacidad, las privadas de la libertad? No, es que detrás de esa relatoría están grandes capitales y se están defendiendo esos intereses.
P.: ¿Qué aportó WikiLeaks en cuanto a las ONG?
R.C.: (Risas) Descubrimos algunas perlas gracias al libro Wiki Media Leaks. Los informantes y los contactos de la Embajada, se ataron muchos cabos. Tenemos una ONG, Fundamedios, que no la conoce nadie, pero a la que se le abrían las puerta de la Comisión Interamericana y nosotros teníamos que ir a defendernos a Washington. No sabíamos cómo.
P.: Usted dijo que daría el asilo solicitado por Julian Assange en caso de que corra riesgo su vida ¿Considera una hipótesis como que, por ejemplo, sea extraditado a Estados Unidos y allí le apliquen la pena de muerte?
R.C.: Por supuesto.
P.: ¿Eso conduciría a que Ecuador acepte el asilo?
R.C.: No voy a anticipar criterios, sólo puedo informarle que estoy analizando los causales por la situación legal real del señor Assange. Hemos llamado a nuestra embajadora en el Reino Unido para consulta, para que nos informe más detalladamente la situación, y tomarermos una decisión definitva soberana, lo cual no signifca que no consultemos en su momento oportuno.
Rafael Correa dejó el viernes pasado la ciudad de Mendoza con un sabor amargo que no ocultó al llegar a su país. El presidente ecuatoriano aspiraba, en consonancia con Evo Morales, a que el bloque Unasur aplicara represalias económicas a Paraguay para aislar a los golpistas que desplazaron a Fernando Lugo, lo que no estaba en los planes de los gobiernos del Mercosur, Chile y Colombia. Para Correa, al no haber establecido las penas más duras previstas en los pactos de Unasur, «se les da permiso a los golpistas» de otros países. Poco antes de asistir a la reunión plenaria de presidentes, el mandatario recibió en el Hotel Intercontinental de Guaymallén a Ámbito Financiero, para una entrevista en la que abordó la encendida disputa que mantiene con algunos medios de comunicación.
Periodista: Varios gobiernos latinoamericanos han creado o fomentado medios públicos o comunitarios ¿No son demasiado gubernamentales, aun a riesgo de que el día de mañana caigan en manos de opositores políticos que sumarían el apoyo de medios privados?
Rafael Correa: Hay riesgo, porque usted está manejando un poder y un derecho. Pero más riesgo hay con los medios de comunicación privados con fines de lucro proveyendo el derecho, que por definición es público. Acá muchos por definición defienden lo privado y la utilidad del fin de lucro de un producto, una mercancía, que en este caso es un derecho. Yo no tengo respuestas definitivas. Lo que sí le digo es que hay un problema grave, latente, fundamental, estructural. ¿Cómo mitigar ese problema? Diversificando, con medios públicos con determinados controles, comunitarios, sin fines de lucro y, en la parte privada, democratizando esa propiedad. Pero estamos en medio de un escenario absolutamente opuesto. En Ecuador, seis familias manejan todos lo medios nacionales, ¡y qué clase de familias,! Con vinculaciones con otros negocios. También el problema puede ser mitigado como en el primer mundo, con mucha ética y profesionalismo, pero vaya a ver el nivel de muchos medios en Ecuador. Los medios con fines de lucro exacerban el problema.
P.: ¿En algunos modelos estatales de Latinoamérica, no se responde a medios privados muy agresivos con la misma moneda?
R.C.: En ese sentido, no. La televisión pública ecuatoriana, técnicamente, es la mejor de América Latina, y en contenidos, de lejos es la mejor de Ecuador y debe ser una de las mejores del continente. No veo mucha televisión, pero la otra vez vi un noticiero del canal público, los tres entrevistados eran opositores, pero como el presentador no insulta, no calumnia, no trata de hacer quedar mal al entrevistado si es del Gobierno, entonces ya no es considerado «prensa libre e independiente». Estoy haciendo una serie de entrevistas con el periodista Jorge Gestoso. Las críticas que recibimos es que Gestoso es incondicional del Gobierno, porque no insulta, no se escucha sólo a sí mismo, no tortura al entrevistado hasta escuchar lo que él quiere escuchar. Esa es la mentalidad que han logrado posicionar los medios. Los canales de televisión públicos, que antes no había; la radio pública, que no funcionaba; el periódico, que antes no había; son razonablemente objetivos y de una gran calidad. La otra vez han sacado reportajes con fotos y datos de las familias de funcionarios, ni siquiera denunciando ilícitos, induciendo que hubo alguna deshonestidad. Nosotros mostramos la foto de quien había publicado el reportaje, y somos nosotros los que atentamos contra la libertad de expresión. Por ejemplo, también yo he estado vetando a algunos medios de comunicación. Al Presidente de la República le han cancelado entrevistas y nos han dicho que no nos van a entrevistar. Ordenamos que no vayan nuestros ministros a contribuir al negocio de ciertas familias, entonces ahí sí es censura. Los medios privados utilizan doble moral cuando se les responde con su propia medicina.
P.: ¿Le sorprendió saber a través de WikiLeaks que la Embajada de Estados Unidos cuestionaba a muchos medios de comunicación privados?
R.C.: Es que es escandaloso. He vivido en países desarrollados de Europa y en Estados Unidos. Lo que hacen los medios de América Latina es inaceptable. Como ellos están acostumbrados a sus medios, que son razonablemente profesionales, éticos y objetivos, consideran que así son los medios de América Latina. A veces las percepciones se deben a que desde el exterior no conocen la realidad. Creen que se está criticando la libertad de expresión, porque su realidad es totalmente distinta. Si conocieran realmente lo que son los medios latinoamericanos, serían los primeros en denunciar todos los abusos.
P.: Cuando su Gobierno incautó los medios de la familia Isaías por el fraude bancario, la Embajada de EE.UU. entendió que la medida estaba justificada. Han pasado varios años ¿Va a venderlos o a entregarlos a organizaciones sociales?
R.C.: Esos medios hay que venderlos, porque hay que recuperar el dinero. Usted puede entrar a la página web, están valorados para la venta. El problema es la amenaza de la familia Isaías que quiere recuperarlos y dice al que los compre: «vamos a meter un juicio». Eso ha disuadido potenciales compradores. También le muestra la escala de valores de ciertos grupos mediáticos, que decían que había un atentado a la libertad de expresión cuando se incautaron medios de banqueros que estafaron al Estado por más de 600 millones de dólares y están prófugos en Miami. En su escala, es mejor que tengan medios de comunicación banqueros prófugos antes que el Estado.
P.: Presidente, hace un año y medio recibió una nota insultante en el diario El Universo.
R.C.: Recibimos quinientas.
P.: Pero ésta en particular llamó la atención por los términos utilizados, y usted inició un juicio penal. En Argentina se han derogado los delitos de calumnias e injurias, precisamente a raíz de un fallo relevante de la Corte Interamericana. ¿Piensa derogar los delitos de opinión?
R.C.: Déjeme recordarle que hace poco el diario La Nación de aquí sacó un editorial recordando cómo «Correa enjuició a un periodista por haber denunciado la corrupción de su Gobierno». Vea cómo mienten. El 30 de septiembre de 2010, cuando casi muero yo, mi familia tuvo que esconderse perseguida por policías insubordinados, esa nota denunció que yo había ordenado disparar sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y era un criminal de lesa humanidad. Me preguntó, en nombre de qué libertad uno tiene que aguantar esas cosas. Yo estoy en contra de los delitos de opinión. Todos los días a mí me dicen «Gobierno bueno, malo, dictadura», todo lo que quieras, pero otra cosa es la difamación. Yo estoy de acuerdo en que se penalice la difamación, jamás que se penalice la opinión.
P.: Usted decidió no aplicar el fallo judicial que obtuvo a su favor por 40 millones de dólares, ¿pero es consciente de que si se hubiera aplicado, el medio habría quebrado?
R.C.: No, porque siempre dijimos que eso iba a ir a los trabajadores. Antes de poner la demanda, dijimos «rectifiquen y todo se acaba». Lo pedí tras ganar en primera, segunda y tercera instancia. Una vez que quedó demostrado que mintieron, que se puede llevar a esa gente a la ley, porque siempre se creyeron por encima de la Justicia, una vez que los ciudadanos le han perdido el miedo a estos grandes medios, en parte, no totalmente, nuestra labor está cumplida. No queríamos conseguir ni 20 centavos de nadie. Mire las contradicciones. El abogado del director del diario el Universo, un hombre muy cuestionado, que además es el abogado de Fabricio Correa -mi hermano, con quien vivo una dolorosa situación por el asunto de los contratos ilegales-, me tiene a mí demandado por cinco millones de dólares por supuestamente haberle dicho arribista en un canal de televisión local. A mí me dijeron criminal de lesa humanidad en el diario más vendido del país, artículo que fue reproducido a nivel mundial. ¿Quién puede establecer el monto de ese daño?
P.: Presidente, usted ha criticado a la Comisión y a la Corte interamericanas de Derechos Humanos. ¿No cree que desde el Sistema Interamericano de Derechos Humanos han salido resoluciones y fallos muy saludables, por ejemplo, contra la impunidad en el Cono Sur?
R.C.: Separemos la Corte de la Comisión. Por supuesto que el SIDH ha tenido una labor relevante, histórica, pero se ha distorsionado, sobre todo la Comisión. No caigamos en la mediocridad de cierta prensa; no puede haber errores deliberados, todo debe ser verdad. El SIDH ha hecho cosas muy buenas, innegables, pero también cosas terribles.
P.: ¿Qué es lo que lo ha distorsionado?
R.C.: Hemos visto que hay sesgos enormes, con una burocracia que ha quedado a su libre albedrío, sin control de los estados que forman la asamblea de la OEA. Tiene una influencia inocultable de Estados Unidos, un país que desobedece cuando el SIDH cuestiona las cárceles de Guantánamo. Y también tiene una gran influencia el «oenegecismo». Vean ustedes dónde va a trabajar el exsecretario de la Comisión Santiago Cantón: a las ONG con las cuales se dan favores mutuos. La propia Comisión ha tomado la visión del «oenegecismo», que no entiende que cualquier poder puede afectar los derechos humanos, no sólo el estatal. El poder mediático, destruyendo el honor de las personas, persiguiendo, difamando; el poder económico, las farmacéuticas, que te cobran una cantidad exorbitante de medicamentos así eso suponga la muerte de personas. Resulta que sólo son los políticos y los estados malos persiguiendo a periodistas buenos por denunciar la corrupción. Y no se entiende que el caso más frecuente es el de políticos buenos siendo perseguidos por emporios mediáticos porque no nos sometemos a sus intereses. Así es la visión «oenegicista». Por qué, de las ocho relatorías, la única con presupuestos y reporte independiente es la de Libertad de Expresión. ¿Tiene supremacía sobre los derechos de las personas con discapacidad, las privadas de la libertad? No, es que detrás de esa relatoría están grandes capitales y se están defendiendo esos intereses.
P.: ¿Qué aportó WikiLeaks en cuanto a las ONG?
R.C.: (Risas) Descubrimos algunas perlas gracias al libro Wiki Media Leaks. Los informantes y los contactos de la Embajada, se ataron muchos cabos. Tenemos una ONG, Fundamedios, que no la conoce nadie, pero a la que se le abrían las puerta de la Comisión Interamericana y nosotros teníamos que ir a defendernos a Washington. No sabíamos cómo.
P.: Usted dijo que daría el asilo solicitado por Julian Assange en caso de que corra riesgo su vida ¿Considera una hipótesis como que, por ejemplo, sea extraditado a Estados Unidos y allí le apliquen la pena de muerte?
R.C.: Por supuesto.
P.: ¿Eso conduciría a que Ecuador acepte el asilo?
R.C.: No voy a anticipar criterios, sólo puedo informarle que estoy analizando los causales por la situación legal real del señor Assange. Hemos llamado a nuestra embajadora en el Reino Unido para consulta, para que nos informe más detalladamente la situación, y tomarermos una decisión definitva soberana, lo cual no signifca que no consultemos en su momento oportuno.
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