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08.12.2012 |defendió al ministro guido mantega de las descalificaciones de la revista
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, perdió la paciencia con el estilo de opinión de The Economist. La revista publicó un artículo en el que pidió la destitución del ministro de Hacienda, Guido Mantega, para «recuperar la confianza de los inversionistas privados en el país», y generó la fuerte reacción de la mandataria, que defendió a su funcionario, subrayó la autoridad del Estado Nacional frente a los intereses extranjeros y ratificó el optimismo con el que su gobierno mira el futuro económico.
Por:
Tiempo Argentino
«Bajo ninguna hipótesis el gobierno brasileño, electo por el voto directo y secreto del pueblo brasileño va a ser influenciado por una opinión de una revista que no sea brasileña», dijo Roussef a los periodistas que se encontraban cubriendo la reunión del Mercosur que se realiza en su país.
Las críticas de la publicación británica pusieron el acento en el bajo crecimiento económico que tuvo el país durante el último trimestre, cuando el Producto Bruto Interno (PBI) subió un 0,6% contra el trimestre anterior, a pesar de que el ministro Mantega había proyectado un escenario más optimista para el período. «Rousseff insiste en que es pragmática. Si es así, debería destituir a Mantega, cuyas previsiones excesivamente optimistas hicieron que los inversionistas perdieran la fe, e indicar un nuevo equipo capaz de restablecer la confianza de los negocios», sostuvo la revista sin medias tintas al volcarse contra la gestión económica actual.
Rousseff, sin disimular el enojo, aclaró que defiende la libertad de prensa y no se atrevería a cuestionar el derecho de que cada medio publique lo que quiere, pero enfatizó que el crecimiento de 0,6% del trimestre será sucedido por un cuatrimestre mejor y descartó cualquier tipo de preocupación. «De ninguna manera tomaré en consideración esta… digamos, sugerencia. No voy a tomarla», dijo. La presidenta también se encargó de subrayar el diferente trato que las publicaciones económicas influyentes les dan a los países centrales, al marcar que ante la crisis por la que pasa el mundo, con numerosas economías que caen, escándalos, quiebres de bancos y conflicto social, «nunca se vio a ningún diario proponer la caída de un ministro» de esos países.
Otro que reaccionó desde el gobierno brasileño fue el titular de Industria y Comercio Exterior, Fernando Pimentel, que al ser consultado afirmó que «el día en que la revista The Economist nomine ministros en Brasil, el país habrá dejado de ser una república». «
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08.12.2012 |defendió al ministro guido mantega de las descalificaciones de la revista
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, perdió la paciencia con el estilo de opinión de The Economist. La revista publicó un artículo en el que pidió la destitución del ministro de Hacienda, Guido Mantega, para «recuperar la confianza de los inversionistas privados en el país», y generó la fuerte reacción de la mandataria, que defendió a su funcionario, subrayó la autoridad del Estado Nacional frente a los intereses extranjeros y ratificó el optimismo con el que su gobierno mira el futuro económico.
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«Bajo ninguna hipótesis el gobierno brasileño, electo por el voto directo y secreto del pueblo brasileño va a ser influenciado por una opinión de una revista que no sea brasileña», dijo Roussef a los periodistas que se encontraban cubriendo la reunión del Mercosur que se realiza en su país.
Las críticas de la publicación británica pusieron el acento en el bajo crecimiento económico que tuvo el país durante el último trimestre, cuando el Producto Bruto Interno (PBI) subió un 0,6% contra el trimestre anterior, a pesar de que el ministro Mantega había proyectado un escenario más optimista para el período. «Rousseff insiste en que es pragmática. Si es así, debería destituir a Mantega, cuyas previsiones excesivamente optimistas hicieron que los inversionistas perdieran la fe, e indicar un nuevo equipo capaz de restablecer la confianza de los negocios», sostuvo la revista sin medias tintas al volcarse contra la gestión económica actual.
Rousseff, sin disimular el enojo, aclaró que defiende la libertad de prensa y no se atrevería a cuestionar el derecho de que cada medio publique lo que quiere, pero enfatizó que el crecimiento de 0,6% del trimestre será sucedido por un cuatrimestre mejor y descartó cualquier tipo de preocupación. «De ninguna manera tomaré en consideración esta… digamos, sugerencia. No voy a tomarla», dijo. La presidenta también se encargó de subrayar el diferente trato que las publicaciones económicas influyentes les dan a los países centrales, al marcar que ante la crisis por la que pasa el mundo, con numerosas economías que caen, escándalos, quiebres de bancos y conflicto social, «nunca se vio a ningún diario proponer la caída de un ministro» de esos países.
Otro que reaccionó desde el gobierno brasileño fue el titular de Industria y Comercio Exterior, Fernando Pimentel, que al ser consultado afirmó que «el día en que la revista The Economist nomine ministros en Brasil, el país habrá dejado de ser una república». «
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