La Presidenta y Twitter: Cristina tal cual es

Empeñada en controlar lo que se piensa sobre ella y su gobierno, Cristina Kirchner está inaugurando un nuevo estilo de comunicación pública. Sus intervenciones en las redes sociales se han vuelto más frecuentes y apasionadas.
Para contestar a las preocupaciones de Ricardo Darín sobre su enriquecimiento personal recurrió a Facebook. Y su cuenta de Twitter , @CFKArgentina , está cada día más activa y menos protocolar: transmite impresiones de viaje, informa sobre nimiedades, entra en discusiones.
Para la Presidenta , esta nueva forma de conexión ha de ser paradisíaca. El sueño de la comunicación directa se realizó. Sobre todo, en Twitter . Gracias al formidable invento de Jack Dorsey, ella puede dirigirse al público sin la fastidiosa mediación de la prensa. Es decir: prescindir no sólo de la cadena del desánimo, sino también de los estériles y costosísimos servicios de Diego Gvirtz, Cristóbal López o Sergio Szpolski. Al fin solos: la líder y su pueblo.
El uso y abuso de la cadena nacional fue un ensayo imperfecto de esta experiencia, que consiste en «hacerle saber a la gente lo que los medios le ocultan», como la misma señora de Kirchner definió hace meses.
Pero, si bien le permite sermonear sin interferencias, la cadena tiene algunas limitaciones. Por ejemplo, exige comunicar algo más o menos relevante. Y no resulta práctica cuando se está en El Calafate o de gira fuera del país.
En cambio, la exigencia de Twitter de no escribir más que 140 caracteres es ideal para disimular que hay muy poco que decir. Se advierte en el actual viaje por Medio Oriente e Indonesia.
En esta gira apareció la forma de decir que hay «gran interés de Emiratos por la Argentina» o «tradicional calidez y hospitalidad árabe en la bienvenida», sin tener que caer en una desagradable conferencia de prensa. Es cierto que Twitter puede producir una molestia. Cada tuit de la Presidenta es contestado con numerosos comentarios, no todos laudatorios. Nada que se parezca a un diálogo, ya que ni siquiera se sabe si alguien los lee. Pero tampoco es un soliloquio.
La brevedad y la inmediatez de este tipo de mensaje son también un arma de doble filo. La carta a Darín mostró a un sujeto muy especial a la hora de organizar sus ideas. Conceptos deshilvanados, errores gramaticales, saltos de un tema a otro sin conexión evidente, en fin, una modalidad que llevó al cineasta Juan José Campanella a preguntarse, sin ironía, si era cierto que la autora había sido la Presidenta. Nada hace suponer que no lo haya sido. Al contrario: Cristina Kirchner consiguió volcar en la pantalla un estilo inconfundible, cuya desarticulación queda más disimulada cuando habla. Más de un escritor profesional estará envidiando ese virtuosismo del stream of consciousness .
La frecuencia y la espontaneidad de este tipo de mensajería también desnudan algunas peculiaridades en la forma de argumentar. En los últimos días la Presidenta demostró que le cuesta demasiado mantener una controversia sin recurrir a la falacia del argumento ad hominem , por la cual se pretende refutar un pensamiento descalificando a quien lo expuso. Así, este diario publica noticias inconvenientes para el Gobierno para vengarse de ella, que le atribuyó tener una deuda con el fisco. Del mismo modo que Darín está equivocado porque en su momento fue pasible de una causa judicial. Y también porque no se preguntó por los dólares de Daniel Scioli. (Habría que prestar atención a la tímida irreverencia del «nuevo Scioli»: sus contestaciones Mr. Gardiner pueden desestabilizar de mala manera a alguien irascible como la Presidenta.)
Estas peculiaridades, que pasan casi inadvertidas en una perorata televisiva, se vuelven caricaturescas en la escritura lacónica de un tuit. En general, los presidentes utilizan sus cuentas de Twitter para comunicar actividades oficiales o indicar una noticia. Es decir, para dotar de un rostro humano a la oficina de prensa. Es el caso de David Cameron, de François Hollande o de Barack Obama, quien, además, advierte que los textos son redactados por su equipo. Otros, como Dilma Rousseff, tienen su casilla desactivada. Y están también los que, como Evo Morales, no actúan en la red.
La Presidenta, en cambio, utiliza ese medio como lo haría un particular. O una celebrity . En otras palabras: en la Cristina Kirchner virtual, que acaso sea la invención de un burócrata, la frontera entre la jefa de Estado y la ciudadana, entre lo público y lo privado, es tan borrosa como en la Cristina Kirchner de carne y hueso. Se explaya en sus sentimientos, ingresa en polémicas y hace un uso del idioma muy poco convencional. La costumbre de incluir expresiones en inglés, que ya le valió un risueño video en YouTube ( http://www.youtube.com/watch?v=XF5f8e76p-E ), le tiende ahora celadas más frecuentes. Por ejemplo, cuando confunde «always» con «of course»: «Me enteré que el monopolio (Clarín, always) en la foto de familia con los Castro.». (A propósito de esa foto, ella aparece con su botellita de Glaciar, fiel a la prevención de no consumir sino el agua que lleva desde casa.)
La Presidenta-tuitera tiene arranques de locuacidad que la obligan a ametrallar cinco o seis mensajes seguidos. Esta tecnología la habilita, además, para modular de otro modo su conflicto con la prensa. Con Twitter a mano, puede corregir y objetar las crónicas periodísticas, sobre todo en detalles intrascendentes: «Vale la pena tanto esfuerzo. Ah! Detalle: Dice Clarin de hoy que me regalaron una cereza engarzada en oro…», comentó anteayer. Se quedó sin espacio, y agregó enseguida: «Sorry pero no estaba engarzada en oro, así que me la comí. Riquisima! Es que es una cereza Patagónica, saben?»
La proximidad del teclado siempre es un peligro. No sólo para los periodistas, que deben narrar la actividad de un gobierno que decidió no hablar con ellos y que reclama, al mismo tiempo, exactitud informativa. El riesgo lo correría cualquier jefe de Estado que, como la señora de Kirchner, dedicara un tiempo considerable a enmendar a los diarios. Y ese riesgo sería todavía mayor si, en ese empeño, se equivocara. Sucedió cuando intentó recusar un informe de LA NACION sobre sus aeronaves o cuando enrostró a Darín un delito con datos falsos. Hay alguien en su entorno que no la cuida como debe.
La exposición en Twitter refuerza rasgos que en Cristina Kirchner eran conocidos: impulsividad, escaso poder de síntesis, obsesión contra la prensa, propensión al conflicto. E ilustra sobre otras características, reales o aparentes: por ejemplo, la dimensión del universo informativo o cultural de un líder, que se puede inferir del listado de personas a las que sigue en la red. La cuenta de Rousseff, por ejemplo, recibe mensajes de 574 usuarios, entre los que hay militantes del PT, funcionarios, intelectuales, pero también periodistas críticos del gobierno. Cameron es un caso parecido. Y Obama demuestra ser el «Equipo Obama»: está conectado a más de 660.000 tuiteros. En cambio, Hugo Chávez sólo se interesa por 23 personas, todas admiradoras. Entre ellas, @CFKArgentina .
La Presidenta recibe en su casilla mensajes de 50 individuos e instituciones. Allí figuran varios presidentes de América latina. Pero la mayor parte está integrada por ministros -salvo Timerman y Lorenzino-, secretarios de Estado y legisladores de su propia agrupación. No hay escritores, economistas o artistas, salvo Joseph Stiglitz. Los funcionarios que aparecen deben estar orgullosos de haber despertado la curiosidad de su jefa. O tal vez un poco inquietos, por sentirse controlados..

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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