La vuelta al Fondo: un país en disputa. Por Ezequiel Ipar y Lucía Wegelin (Texto Completo)

ECONOMÍA Y POLÍTICA
La decisión del gobierno nacional de volver a depender de la asistencia financiera del FMI representa un punto de inflexión dentro del “neoliberalismo gradualista” de la alianza Cambiemos. Los peligros y los riesgos de esta decisión no pasaron desapercibidos para nadie, ni siquiera para aquellos que se identifican con esa orientación política. Existe un consenso extendido que reconoce en esta decisión múltiples consecuencias negativas: se vuelve a encadenar la economía a una tutela externa, se consolida un nuevo ciclo de mega-endeudamiento, el fantasma del ajuste fiscal se materializa y el horizonte de una economía pujante que se dirige hacia un país con “pobreza 0” se aplaza indefinidamente. Este consenso acompaña los resultados de cualquier diagnóstico objetivo sobre los paquetes de consolidación fiscal que gerencia a escala global el FMI, que suelen demostrar que de mínima esos programas generan recesión, aumento del desempleo, más pobreza, más desigualdad y una creciente precarización laboral. Cuando este proceso genera estancamiento económico y deterioro de la solvencia del Estado, lo único que termina ofreciendo este modelo es la posibilidad de reiniciar el ciclo que causó la enfermedad: más endeudamiento, mayor ajuste fiscal y mayor tutela de la política económica.
Atrapados en el abismo hacia el que nos arrojó la decisión de volver al Fondo, tenemos que hacernos una serie de preguntas claves: ¿consienten los ciudadanos este tipo de políticas?; en el caso de quienes las consienten, ¿qué los lleva a elegir las indeterminaciones, la precarización y el sufrimiento que impone el círculo del neoliberalismo?, ¿por qué esta ceguera, que puede producir un sufrimiento social innecesario?, en definitiva, ¿de dónde extrae su legitimación el neoliberalismo actual?
Juanito Laguna aprende a leer, Antonio Berni
Para intentar ofrecer una respuesta a estas preguntas, vamos a comentar un estudio que realizamos en la Provincia de Buenos Aires con posterioridad a los cimbronazos económicos de mayo y al anuncio del “retorno al Fondo”.1 Una de las primeras preguntas de este trabajo coincidía con la pregunta que hacen los estudios de opinión pública más superficiales: ¿está ud. de acuerdo con la decisión de volver al fondo?
1 – El estudio abarca a la población en edad de votar. Los resultados efectivos fueron luego ponderados según nivel educativo y edad. Para más detalles, ver anexo metodológico.
En el Gráfico 1 podemos observar las respuestas. La clave para un análisis de los procesos sociales que sostienen estos posicionamientos políticos de los sujetos es poder leer con cuidado lo que muestran los detalles de estos resultados.
En principio, lo que vemos es una rotunda oposición a esa decisión política: sólo el 21,13% está a favor. Junto con esa posición aparece un significativo 16,94% que afirma no tener una posición tomada sobre este tema. Traduciendo estos datos de la superficie de la opinión pública relevable en términos del análisis político la pregunta sería: ¿es escaso o insuficiente –tal como parece– este apoyo que recibe la decisión de volver al fondo? Si esta decisión es rechazada explícitamente por el 61,93% de la población en edad de votar en una provincia tan compleja y relevante como la Provincia de Buenos Aires, ¿debemos afirmar que la misma no tienen ninguna legitimidas social? Estas preguntas políticas son más difíciles de contestar, pero estos resultados están más cerca de mostrarnos un país dividido, un país en disputa, que un país en el que existen grandes consensos. Tal vez la clave para la interpretación que estamos buscando consista en descifrar de qué modo la polarización política se expresa y se articula en torno a un tema tan significativo para el futuro del país como el que abrió esta decisión de volver a depender del FMI.
Si volvemos a mirar los resultados de la pregunta más superficial podemos constatar dos cosas: para tratarse de una decisión que tiene una carga negativa tan importante, que es reconocida como peligrosa inclusive por quienes terminan posicionándose a favor de esa decisión del gobierno, se podría decir que haber logrado un 38,07% de consentimiento explícito o tácito no es un logro menor para un gobierno de derecha en la Argentina; al mismo tiempo, que exista un 61,93% de rechazo explícito a esa medida, nos muestra la sedimentación y la potencialidad de otra perspectiva y otra voz pública en la política argentina, que muy probablemente no se habría construido con esa intensidad sin el activismo político del kirchnerismo y el resto de la izquierda social y política. La primera representación superficial es entonces la de un país dividido en torno al FMI, con una mayoría importante que se manifiesta en contra de esa política económica.
Tango-tea, E. Kirchner
Cuando analizamos cómo se combinan las evaluaciones políticas sobre la gestión del gobierno con los apoyos que recibe esta decisión podemos confirmar nuestra primera representación y, al mismo tiempo, complejizarla. En el Cuadro 2 vemos con más claridad de dónde proviene el apoyo al “retorno al Fondo” en términos políticos. Un 55,7% de ese apoyo se lo aporta el grupo de quienes manifiestan una identificación muy intensa con el gobierno de Macri y un 27,2% quienes están algo de acuerdo con el mismo. Es interesante notar este detalle: entre quienes están de acuerdo con volver al Fondo nadie afirma –lo que es habitual en este tipo de relevamientos– no saber o no ser capaces de emitir una opinión definida sobre el gobierno de Cambiemos. Esa posición sobre el FMI no es compatible con una vacilación o indeterminación en relación al gobierno nacional. En una escala menor, sucede algo parecido con quienes dicen no tener una posición tomada sobre esta cuestión: un 18,3% de ese grupo está muy de acuerdo con el gobierno de Macri y un 39,2% está algo de acuerdo. Esto significa que un 57,5% de los que dicen no tener posición sobre el Fondo, apoyan al gobierno que tomó esa decisión clave. En términos subjetivos este grupo funciona dividido internamente por una creencia indefinida que va de la mano de una certeza sobre la actualidad política: creen no tener posición sobre el FMI, pero saben que están a favor del gobierno que basa su nueva política en someter la economía nacional a su escrutinio. La (leve) tensión interna que vive este grupo entre la incertidumbre económica y las certezas políticas puede tener más de una deriva en el futuro, pero hoy nos muestra una marca o un efecto de un proceso ideológico que desajusta los cálculos del «rational-choice» en el campo y los discursos sobre la economía.
Reuniendo lo que sabemos hasta aquí de estas evaluaciones específicas sobre una política económica podemos llegar a una primera respuesta para nuestra pregunta. Tal como podemos ver en el Gráfico 3, quienes rechazan esta política son, en general y en términos relativamente homogéneos, opositores al gobierno del presidente Macri. Considerando ahora al total de la población estudiada, vemos que el grupo de los opositores dudosos con respecto al FMI (aquellos que se manifestaron poco de acuerdo o nada de acuerdo con el gobierno nacional y que dijeron no tener una posición tomada sobre el FMI) conforman un grupo minoritario que llega al 6,6% del total de la muestra. Lo mismo sucede con los opositores Pro FMI (poco de acuerdo o nada de acuerdo con el gobierno nacional y favorables con respecto al FMI), que no llegan al 4% del total. El grupo más importante dentro de los opositores al gobierno es el de aquellos que también se oponen al FMI, que aquí hemos denominado opositores críticos y que suman un significativo 52,7% del total de los ciudadanos de la provincia de Buenos Aires. Se dibuja así un gradiente de posiciones que explican mejor la situación: comenzando por los oficialistas Pro FMI, luego los oficialistas dudosos, los oficialistas críticos, los opositores Pro FMI, los opositores dudosos y, finalmente, los opositores críticos.
Ahora bien, lo más interesante del Gráfico 3 lo encontramos en el polo de los oficialistas (“muy de acuerdo” o “algo de acuerdo” con el gobierno nacional), ya que aquí las evaluaciones aparecen más divididas, aún cuando se dan siempre al interior de la adhesión al gobierno. De hecho, si analizamos el gradiente del gráfico como, vemos que aparecen en el medio dos grupos relevantes en términos cuantitativos y, por lo tanto, políticos: los oficialistas dudosos (9,7%) y los oficialistas críticos del FMI (8,4%). Podemos interpretar esta situación como una doble vía de llegada o de permanencia en el oficialismo: la mayoritaria, que acompaña explícitamente todas sus decisiones, inclusive las más controvertidas o riesgosas y otras dos (dudosa y crítica), que no habría que leer como menos intensas o alejadas de una supuesta “dureza” en la adhesión, sino que en este caso lo que hacen es “adherir a pesar de” sus reparos frente a la decisión de retornar al FMI. De hecho, se podría pensar que inclusive muchos de quienes apoyan explícitamente esa decisión lo hacen fundamentalmente porque están identificados con el gobierno de Macri y no a partir de un juicio particular sobre esa medida. Vemos que acá puede estar funcionando una construcción de las opiniones que no es reversible, es decir, que pocos individuos están a favor de Macri porque evalúen como racional o conveniente el programa del FMI, sino que más bien lo que sucede es lo contrario, manifiestan su apoyo o dicen no tener una posición tomada frente al FMI porque se identifican con el gobierno de Macri.
Esto nos obliga a desplazar nuestra pregunta y enunciarla entonces de esta manera: ¿de dónde proviene esa identificación política con Macri que le permite al gobierno legitimar –en medio de una tempestad económica– medidas que son apoyadas a pesar de ser evaluadas como negativas o inciertas?
La consagración de la primavera, G. Kuitca
LA IDEOLOGÍA DE LOS SUJETOS QUE ELIGEN VOLVER AL FONDO.
Si bien la aprobación al FMI viene claramente determinada por la posición favorable con respecto al gobierno de Macri, que provee diferentes justificaciones para su decisión, existe también otra fuente de legitimación u otro aspecto de la misma que se construye en un nivel más subterráneo de lo que luego aparece como opinión pública. No se trata ahora ni de «legitimidad de origen», ni de la legitimadad que proviene del ejercicio del gobierno o de compromisos valorativos, sino de un tipo de legitimidad diferente. En este caso, lo que encontramos es un conjunto de interpelaciones y consensos ideológicos que no guardan necesariamente una «relación lógica» con el tema en debate, que no provienen de la aprobación a los efectos de la gestión del gobierno, pero que terminan articulándose a ésta y colaboran en la legitimación de sus políticas. De este modo, quedan asociadas determianciones del sistema económica con el «mundo de la vida» de los ciudadanos a través de puentes indirectos, muy quebradizos, opacos y difíciles de transitar, pero que resultan eficaces en términos del sistema político y económico. De hecho, una peculiaridad del neoliberalismo consiste en su capacidad para recurrir a un amplio repertorio de estrategias de legitimación no-económicas de las «inconsistencias» sistémicas de su modelo económico, que pueden parecer ilógicas para la mirada de un observador externo, pero que no se transforman en «irracionales» hasta que un discurso no logra interpretarlas eficazmente en la arena pública.
Al indagar en nuestro trabajo de investigación estas disposiciones subjetivas (en muchos casos inconscientes) sobre las que se sostienen las opiniones manifiestas, encontramos que los dos enunciados ideológicos con los que se articulaba de modo más intenso la adhesión al FMI eran los siguientes: “El estado no debería entregar planes de asistencia social porque con eso se fomenta la vagancia” y “No conviene reclamar tanto por mejores salarios. Acá hay que trabajar más y hablar menos”. Esa articulación es la que exponemos en los gráficos 4 y 5.
El Gráfico 4 permite registrar la articulación entre la posición ideológica que rechaza las políticas redistributivas y las posiciones políticas de quienes están a favor o manifiestan no tener posición sobre el retorno al FMI. El aumento progresivo de quienes están en desacuerdo con los programas de bienestar social entre quienes aprueban o no tienen posición tomada sobre el FMI muestra la intensidad de esta asociación.
Cuando analizamos a quienes están de acuerdo con la decisión de volver a la dependencia y el monitoreo del FMI observamos que un 59% de ese grupo se manifiesta muy a favor de ese enunciado ideológico, a lo que se le debe agregar un 23,9% que está algo de acuerdo con el mismo. Entre quienes no tienen posición tomada con referencia al FMI, 46,8% se pronunciaron muy de acuerdo con la frase que rechaza los planes sociales y 31,9% lo hicieron bajo la categoría “algo de acuerdo” (en total, entre ambas categorías, suman el 78,7%). La forma del posicionamiento ideológico con respecto al Estado de Bienestar en estos dos grupos es tan homogénea que nos permite confirmar la hipótesis sobre el apoyo implícito a la medida del retorno al FMI de quienes dicen “No tener posición tomada”. Lo que sucede en este caso es lo siguiente: se trata de individuos que tienen motivos para dudar o inclusive para no estar de acuerdo con el FMI, pero su posición ideológica contraria a las políticas redistributivas del Estado de Bienestar los lleva a apoyar las medidas que toma el gobierno que este grupo entiende que defiende mejor en el plano político a esa orientación ideológica con la que se han identificado. Evidentemente, lo que se pone de manifiesto aquí es una afinidad ideológica que no depende de una consideración de los resultados sistémicos de esa medida. Al mismo tiempo, es interesante destacar que no estamos considerando aquí a un grupo marginal de la población en términos cuantitativos. Si calculamos sobre el total de la muestra el peso relativo de quienes se manifiestan con dudas frente al FMI pero están a favor del enunciado ideológico contra la redistribución del ingreso, observamos que se trata de un grupo que representa al 13,3% de los bonaerenses en edad de votar.
Sin título, J. Pollok
La comparación entre los diferentes grupos permite sostener que existe una asociación entre la oposición a un modelo de Estado redistributivo y el apoyo a esta medida del gobierno de Macri. Es decir, el apoyo a esta medida de política económica está sostenido, en parte, por una posición crítica con respecto al modelo del Estado de Bienestar Social, aún cuando ese rechazo pueda venir construido por argumentos morales o motivaciones de otra índole. Esta posición, que constituye una fibra cultural del neoliberalismo actual, está extendida en nuestra sociedad. Esto último lo podemos apreciar con claridad en el grupo de individuos que muestra la siguiente contradicción: tienen motivos para oponerse a la política concreta del gobierno que ha decidido el retorno al FMI, pero están atravesados por sensibilidades, valores y discursividades públicas en las que la nota hegemónica la pone la ideología que defiende ese mismo gobierno contra las políticas de bienestar social. Este grupo, que aparece tensionado entre intereses contrarios al retorno al FMI y representaciones ideológicas afines al gobierno que ha tomado esa decisión política, está conformado por un numeroso 30,6% del total de nuestros entrevistados (exactamente el 49,6% del 61,9% de opositores a la medida). Nuevamente, el camino que pueda tomar esta contradicción en los sujetos será decisivo para el futuro de estas políticas económicas, que tienen una dimensión ideológica constitutiva.
Una tendencia similar a la anterior se repite en el Gráfico 5, si bien lo que ahora consideramos es el grado de acuerdo con el enunciado: “No conviene reclamar tanto por mejores salarios. Acá hay que trabajar más y hablar menos”. Este modo autoritario de negar la potencialidad de las luchas sociales como medio para obtener mejores condiciones laborales constituye otra de las fibras del neoliberalismo actual, que fomenta un tipo de flexibilidad y desregulación del mercado de trabajo que suele ir asociada –paradójicamente– a enunciaciones dogmáticas y horizontes de sentido conservadores. Esta posición pretende anular toda dimensión conflictiva de la política (inclusive proponiendo eliminar violentamente todo modo de conflicto) en favor de una definición afirmativa de la gestión de lo dado. A la vez, el enunciado registra otro modo en el que se expresa la oposición a la redistribución económica, en este caso, como rechazo a la lucha sindical por mejores salarios. En el gráfico podemos leer que el 90,1% de quienes están de acuerdo con tomar deuda con el FMI están muy de acuerdo (72%) o algo de acuerdo con el enunciado (18,1%), mientras que entre quienes dicen no tener posición tomada
en relación al FMI se manifiestan de acuerdo con la frase alrededor del 70%. En este caso, el consenso subyacente es menos intenso, pero la forma de la articulación ideológica es la misma que la que analizamos en el gráfico anterior: una mayoría de posiciones conservadoras y contrarias al conflicto democrático entre quienes dicen no tener una posición tomada con respecto a la política de volver al FMI. Sobre este tópico la resistencia de los opositores al FMI es más nítida y se articula con una crítica o una distancia significativa con respecto a las ideologías anti-sindicales.
Si asumimos que estos dos enunciados expresan algunos de los trazos esenciales del neoliberalismo cultural contemporáneo, podemos concluir que esa modalidad del neoliberalismo se encuentra muy extendida en la sociedad argentina y constituye, en términos ideológicos, uno de los motivos que explica el acuerdo con el retorno de la Argentina al FMI. Con este análisis lo que estamos mostrando es que existe en la población una articulación ideológica afín al neoliberalismo que termina colaborando en la legitimación del posicionamiento a favor del FMI. A su vez, ese neoliberalismo encarnado en las creencias y las prácticas (anti-igualitario y contrario a la conflictividad de la política democrática) es el que moviliza el macrismo, inclusive entre quienes saben que puede resultar riesgosa o negativa esta apuesta de política económica.
Ophelia, J. Millais
EL MACRISMO SOCIAL, LA DISEMINACIÓN DE SU IDEOLOGÍA Y LA POLARIZACIÓN POLÍTICA
En este apartado vamos a complementar el análisis anterior estudiando otras articulaciones ideológicas, principalmente la articulación que existe entre: el apoyo al FMI, el autoritarismo social y los posicionamientos políticos con miras a las próximas elecciones presidenciales. Todo esto nos ayudará a caracterizar mejor al macrismo social y a la polarización político-ideológica que se expresa en nuestra escena contemporánea. Vamos a ver que las posiciones sobre el FMI son un claro efecto de esa polarización, pero también sirven para descifrar mejor cuál es el contenido de la misma.
El Gráfico 6 nos muestra la relación que existe entre la adhesión al FMI y un enunciado «intenso» de la agresividad autoritaria y del punitivismo social, ya que aquí se legitima abiertamente la violencia extra-jurídica de las fuerzas de seguridad. El enunciado ideológico que relevamos afirmaba lo siguiente: “para resolver crímenes muy graves, a veces es necesario que la policía rompa algunas reglas”. El sentido de la protección jurídica aludida en el enunciado y de la transgresión que se promueve en este caso quedan plasmados en este discurso violento, que sabemos que se disemina y construye
nuestro clima cultural contemporáneo. Los resultados muestran, en primer lugar, la preocupante extensión de la adhesión a este tipo de autoritarismo social. Pero también señalan una correlación positiva (aunque débil) entre estas formas de autoritarismo y la aprobación al regreso del FMI. Esta asociación entre el autoritarismo subjetivo y los posicionamientos a favor del FMI puede depender de múltiples motivos, pero lo que importa remarcar ahora es el contexto cultural de legitimación de la violencia en el que esa política se asienta. Como podemos observar en el mismo gráfico, también la oposición al FMI está atravesada (en menor medida) por ese contexto cultural violento, que le agrega a la incertidumbre económica una nota de incertidumbre sobre las bases de la sociabilidad democrática.
Cuando analizamos las identificaciones político-partidarias que acompañan o resisten esta medida del gobierno lo que encontramos a fines de mayo de este año 2018 era un escenario escindido, tal como lo muestra el Gráfico 7, entre dos grandes fuerzas políticas que se reparten cerca del 60% de la intención de voto y luego un conjunto diverso de otras identidades políticas, que incluían en ese momento a un significativo 12% de indecisos. Son estas fuerzas políticas las que organizan públicamente las tomas de posición y le ofrecen a la sociedad interpretaciones sobre el significado de la necesidad o el riesgo implicado en esta medida de política económica. Al mismo tiempo, como hemos visto, esas interpretaciones están condicionadas por las identificaciones ideológicas, que enmarcan las interpretaciones concretas que pueden ofrecer los partidos políticos y prolongan el significado de las medidas económicas en un horizonte político-cultural más amplio.
En el caso concreto de la decisión de retorno al FMI, lo que hay que analizar es de qué modo se combinan las ideologías de los ciudadanos, las imágenes que proyectan las fuerzas políticas en términos de preferencias culturales y las posiciones públicas que adoptan para justificar o rechazar esa medida los distintos espacios políticos. En el Cuadro 8 observamos esta relación desde un ángulo doble: podemos analizar qué preferencias políticas tienen los individuos según cuál sea su posición en relación al FMI (% dentro de la columna) y cómo se dividen los que adhieren a un determinado espacio político según cuál sea su posición con respecto a la política del gobierno nacional de volver al Fondo (% dentro de la fila). Si queremos analizar las posiciones de rechazo al FMI, vemos que las mismas
son muy intensas entre los simpatizantes de Cristina Kirchner (88,6%), Florencio Randazzo (88,7%) y el Frente de izquierda (82,2%). Los simpatizantes de Massa también figuran entre los opositores a esta medida, pero en menor medida y en una composición diferente a la del resto de las fuerzas que confrontan con el gobierno, que prácticamente no tienen entre sus simpatizantes individuos que se manifiesten de acuerdo con esta decisión del gobierno del PRO. Este es un aspecto y un lado de la polarización política. Ahora bien, cuando observamos el “volumen” que cada fuerza política le aporta a esa posición de rechazo al Fondo vemos otra situación. En este caso el rechazo al Fondo aparece dividido en varias partes, representando los simpatizantes de Cristina Kirchner la parte más significativa de este grupo, ya que aportan el 43,6% del total de los individuos que se definieron a partir de ese rechazo. Luego aparecen quienes no saben a quien votarán, aportando un 14,3% al volumen del rechazo al FMI, los simpatizantes de Massa con 12,5%, los de Randazzo con 9,3% y los del Frente de izquierda con el 6,7%. El resto de las posiciones que se pueden observar en el Cuadro 8 sirven para analizar mejor cómo se da la articulación entre el campo político y la medida de retornar al FMI, siendo la posición de los simpatizantes de Macri, lógicamente, la más relevante para estudiar el apoyo a esa medida (el 59,6% de sus simpatizantes están a favor y, en tanto opción política, el macrismo aporta el 79,2% de las posiciones dentro del grupo de los que manifestaron su apoyo al FMI).
Blue Coat, P. Klee
PERSPECTIVAS GENERACIONALES EN LA POLÍTICA
Una última relación que tenemos que observar tiene que ver con los grupos de edad o, más bien, con las perspectivas diferentes que existen sobre un mismo problema según a qué generación se pertenezca. Estas perspectivas, como sabemos, surgen tanto de las diferencias en las trayectorias biográficas y las tradiciones culturales, como de los horizontes vitales diversos desde los cuáles se observa y se juzga un determinado curso de acción o, como en este caso, una determinada política. En el Gráfico 9 podemos observar con claridad los dos extremos de esta relación, que muestra un incremento continuo: cuanto más avanzamos en las categorías de edad resulta mayor el apoyo al FMI y disminuye significativamente el rechazo explícito (este es el grupo que tiene proporcionalmente el mayor porcentaje de individuos “dudosos”, con el 20,1%). Estos datos nos tienen que llevar a reconsiderar las ideas más ingenuas y abstractas sobre el significado político de la “experiencia vivida”, porque observamos que son precisamente quienes cuentan objetivamente con la posibilidad de haber construido una “memoria vivida” más integral de los efectos de las políticas de consolidación fiscal que impulsa el FMI quienes muestran el mayor grado de apoyo a las mismas, haciendo así a un lado el registro sobre los riesgos y los temores con los que esas políticas pueden haber quedado asociados en los sujetos que vivieron en más de una oportunidad sus efectos dañinos.
Paradójicamente son los jóvenes menores de 30 años quienes más se oponen a esa medida, muchos de los cuales apenas cuentan en su experiencia subjetiva con el recuerdo de la crisis del año 2001 y las posteriores intervenciones del FMI que duraron hasta el año 2005.
Evidentemente, sobre esta diferencia en relación al FMI en las distintas generaciones están operando también las posiciones ideológicas y las identificaciones políticas que ya analizamos. En el Cuadro 10 podemos observar un aspecto de estas asociaciones analizando tanto la composición interna de cada fuerza política en términos de grupos de edad (% dentro de la fila), como así también las diferentes elecciones políticas que hacen en esta coyuntura social e ideológica las diferentes generaciones (% dentro de la columna).
Vemos que existen dos candidatos que poseen la particularidad de tener una participación relativa muy alta del grupo de edad más avanzada (60 años y más), que son el propio presidente Macri (entre el total de sus simpatizantes el 31,4% pertenece a este grupo de adultos mayores) y Sergio Massa (33%). También resulta destacable que el presidente Macri represente al 42,25% del total de los adultos mayores, muy lejos del resto de los candidatos (Cristina Kirchner representa al 22,6% y Sergio Massa al 18,3%). Ambos datos nos muestran uno de los rasgos distintivos del macrismo social, esto es, su fuerte inserción en la generación más adulta, que explica en parte porque observábamos en este grupo la mejor predisposición hacia el FMI. Nuevamente, no es difícil darse cuenta que aquí estamos frente a los efectos de una identificación ideológica clásica: este grupo no están a favor de Macri porque considera conveniente o razonable el retorno al FMI, sino que consideran que esa política es conveniente o razonable porque desean lo que hoy les ofrece Macri en términos de representación política. La contracara de esta constelación de sensibilidades, deseos, disposiciones ideológicas y horizontes culturales la encontramos en los simpatizantes de Cristina Kirchner, Florencio Randazzo y el Frente de izquierda. Muy probablemente, si los pudiéramos analizar con más cuidado, descubriríamos que no se trata sólo de otros contenidos que concitan adhesiones políticas y modos de manifestación pública diferentes, sino de otras forma de sentir, de desear y de comprometerse ideológicamente que entran en contradicción con las formas dominantes de la opinión pública. La intensidad de la distancia y de la escisión entre esas dos configuraciones subjetivas, que interpretan de un modo muy diferente el pasado reciente y el futuro que ese pasado contiene, funcionan –en parte– como una de las causas sociales profundas de la actual escena de polarización política. No se trata sólo de que los jóvenes quieran ser más libres y los adultos sean más conservadores, es decir, no se trata exclusivamente de diferencias existenciales abstractas, sino de una creciente ruptura entre las generaciones en términos económicos, culturales y también políticos, que atraviesa distintas problemáticas sociales como la precarización de las condiciones de vida, la aceleración de los cambios en las formas de sociabilidad, la fragilidad del mercado de trabajo y el crecimiento de ideologías autoritarias que socavan los consensos básicos de la democracia. En muchos casos, lo que para una generación funciona como el contenido de un sueño lleno de nostalgia, para la otra puede representar el material de una pesadilla.
Evocations of Dream and Nightmare, A. Kubin
CAMPO POLÍTICO Y CAMPO IDEOLÓGICO
Para finalizar nuestro análisis descriptivo, vamos a ofrecer un resumen de todas las variables que venimos estudiando hasta aquí a través de un análisis de correspondencias múltiples (Gráfico 11). Tal como aclaramos en nuestro informe anterior sobre el aborto y el campo ideológico, el análisis de correspondencias múltiples (ACM) sirve para reconocer similitudes, afinidades, diferencias y oposiciones entre perfiles subjetivos dentro de un determinado campo de relaciones entre grupos sociales. Al mismo tiempo, la representación que ofrece es amable con quien desee leer mucha información en una única representación, ya que transforma las relaciones que existen entre un conjunto amplio de variables (en nuestro caso siete) en un espacio de dos dimensiones. Podemos leer intuitivamente el espacio de un ACM de la siguiente manera: lo que aparece muy próximo (en cada una de las dimensiones y en ambas leídas en conjunto) se encuentra muy relacionado, lo que aparece distante en el espacio implica claramente una diferencia y lo que aparece muy distante, del otro lado del campo, nos habla muy probablemente de una contraposición, que puede estar funcionando como la contraposición estructurante de ese campo. Como es fácil de imaginar, este modelo de análisis resulta especialmente interesante para interpretar cualquier coyuntura ideológica y política en la que existan posiciones muy diferenciadas y contradictorias.
Si analizamos este campo siguiendo el eje horizontal (recordemos que la dimensión 1 es la más explicativa del modelo; cfr. detalles en el anexo) obtenemos una buena representación de la articulación de los posicionamientos políticos con los posicionamientos ideológicos. Los apoyos, las dudas y las resistencias al FMI también quedan claramente representadas. De izquierda a derecha observamos en este sistema de relaciones los siguientes posicionamientos: quienes están «muy en desacuerdo» con los prejuicios contra el Estado de bienestar, el autoritarismo y la ideología anti-sindical se aproximan a las identidades políticas que representan el Frente de izquierda, Cristina Kirchner y, con menor intensidad2, Florencio Randazzo. En ese mismo espacio de la izquierda están: quienes se oponen al FMI, quienes no están de acuerdo con el gobierno nacional, los jóvenes y los menores de 45 años. Del otro lado del campo se ubican, desde el centro hacia la derecha: quienes no tienen una opinión sobre el gobierno nacional, los simpatizantes de Sergio Massa, los mayores de 45 años, quienes están «algo de acuerdo» con los enunciados ideológicos y quienes dicen no tener una posición tomada sobre el FMI. Finalmente, y esto merecería un análisis más detallado, en el extremo derecho del campo se ubican los mayores de 60 años, quienes son más enfáticos en las ideologías anti-sindicales, punitivistas y anti-igualitarias, así como los simpatizantes del presidente Macri y quienes están a favor del FMI.
Lo que este mapa muestra es una imagen de conjunto de todas las posiciones ideológicas y políticas que estuvimos analizando en detalle hasta aquí. Su significado para el presente y el futuro depende de múltiples factores, pero dos situaciones se destacan: la capacidad que ha encontrado el partido de gobierno para articular posiciones ideológicas y transformarlas en formas de legitimación de su programa político y económico (que se vuelve evidente en todo el espectro derecho del gráfico, con distintos grados de proximidad y distancia); y el modo en el que esa articulación del gobierno, muy desplazada hacia la derecha del campo, lo puede terminar aislando en un horizonte de sentido que hoy aparece cargado de violencia y prejuicios sociales. Como esos apoyos han resultado hasta aquí los más próximos, existe el riesgo de que los principales conceptos con los que pretenda enfrentar la crisis que provocan sus propias inconsistencias sistémicas tengan ese mismo aire de familia. Del otro lado de este campo político aparecen otras articulaciones posibles, que no podrán avanzar si no enfrentan (y/o deconstruyen) el mapa ideológico sobre el que se ha consolidado el gobierno.
2 – Como suele suceder en estos modelos cuando se trabaja con variables que tiene una estructura interna ordinal, el eje X nos muestra principalmente las distancias entre las categorías efectivamente contrapuestas y el eje Y nos muestra la intensidad de esas distancias y de esos posicionamientos (se ve claramente que las categorías “no sabe”, “otros” y las menos intensas de las preguntas aparecen en los cuadrantes inferiores, mientras que las más claras y enfáticas aparecen en los cuadrantes superiores)
RESUMEN METODOLÓGICO
a) Sobre las fuentes de los datos:
Para realizar este análisis utilizamos como fuente los datos cuantitativos producidos por el Grupo de estudios críticos sobre ideologías y democracia (GECID-IIGG).
-El espacio geográfico que abarca es la provincia de Buenos Aires, durante la última semana de mayo de 2018 con un total de 1800 encuestas (IVR).
-La muestra es de carácter proporcional y representativa por regiones de la provincia: Gran Buenos Aires e Interior. Está conformada por 12 estratos que contienen los 135 municipios bonaerenses. Para GBA son 7 alcanzando el 60.5% de los electores con un total de 7.418.333. Para interior se conformaron 5 estratos para el 39.4% restante, con un total de 4.830.727 electores.
-La tasa de respuesta con esta metodología es del 2.9%, habiendo realizado 65.913 llamados a teléfonos fijos de la provincia. Bajo esta distribución de casos se obtuvieron 1050 casos para GBA logrando un 58.3% y 750 para interior alcanzando un 41.7%.
-Una vez obtenidos los datos se realiza un chequeo de consistencia interna, desechando un 1.2% del total de casos.
-Los criterios utilizados para el agrupamiento de municipios en cada estrato se basó en indicadores socio económicos (Censo 2010) e historial de voto por localidad (2005-2017). Por el peso que posee el municipio de La Matanza en el total provincial y debido a las diferencias en el perfil de los habitantes de las distintas localidades se dividió al municipio en dos.
-En función del tamaño, los errores muestrales correspondientes son de +/- 2,3% para el total de la Provincia de Buenos Aires y +/- 3% y +/- 3,6% para la región Gran Buenos Aires e Interior respectivamente.
b) Sobre el modelo de ACM:
Crédito: Multiple Correspondence, Version 1.0 by Data Theory Scaling System Group (DTSS), Faculty of Social and Behavioral Sciences, Leiden University, The Netherlands.
Multiple Correspondence
Número de iteración
Varianza contabilizada para
Pérdidas
22a
2.646065
.000004
3.353935
a. El proceso de iteración se ha detenido porque se ha alcanzado el valor de prueba de convergencia.
Dimensión
Alfa de Cronbach
Varianza contabilizada para
Total (autovalor)
Inercia
% de varianza
Total
5.292
.882
Media
.746a
2.646
.441
44.101
a. La media de alfa de Cronbach se basa en la media de autovalor.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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