LAS PEQUEÑAS REVOLUCIONES Y EL ODIO

Me encuentro en Buenos Aires acompañando a 5 Comisionados Comunales de la provincia de Tucumán (Santa Ana, San Pedro de Colalao, León Rougés y Santa Rosa, Ranchillos y Delfín Gallo) a culminar los trámites en la Secretaría de Medio Ambiente de la Nación para retirar camiones recolectores de residuos para esas localidades. Un gran salto de calidad en los servicios que podrán brindar a sus habitantes.
Anoche cenábamos todos juntos y pude asistir a una suerte de «evaluación» de estos genuinos líderes territoriales del peronismo del interior profundo acerca de lo que significaron estos últimos 10 años de gestión. Les dejo algunas reflexiones:
Me decía Horacio Paez, Comisionado de Santa Ana (localidad castigada por el cierre del ingenio durante la dictadura de Onganía en 1966, condenando a emigrar a muchos habitantes a villas miserias de Buenos Aires y San Miguel de Tucumán y a una gran pobreza a los que se quedaron):
«En mi pueblo se produjeron varias pequeñas revoluciones:
La revolución del agua potable: hace apenas 6 años estábamos en el subsuelo con la mayoría de nuestra gente sin agua. Hoy tiene agua potable el 99,9 % de la población.
La revolución de la movilidad: hoy casi todos pudieron sacar motitos en cuotas y desplazarse a las ciudades cercanas y a sus trabajos.
La revolución del aire acondicionado: hasta hace escasamente 7 años o menos tener uno era un lujo para la gente humilde. Hoy es casi como tener un televisor por la posibilidad de adquirirlo en cuotas.
La revolución de la obra pública y el trabajo: no sólo se mejoró la infraestructura y los servicios a nuestros pueblos, ello fue de la mano con darle trabajo a nuestra gente a través de cooperativas sobre todo.
La revolución de las soluciones habitacionales: esas pequeñas viviendas de 2 habitaciones y un baño para la gente más humilde que les cambió la vida.
¿Se imaginan lo que significó todo eso en nuestro pueblo?, me decía Horacio. Te lo resumo: mi gente dejó de emigrar a las villas. Ahora quieren vivir donde nacieron. Eso no tiene precio»
Lo interrumpe el Comisionado de León Rougés, Mario Moreno: «¿Te acordás lo que era León Rougés en el año 2003? Teníamos 4 calles pavimentadas y 10 autos que te puedo nombrar a los dueños sin equivocarme… hoy ni siquiera recuerdo cuantas calles tenemos pavimentadas y el parque automotor se multiplicó de una manera que me sería imposible cuantificar ahora»
Interviene el Comisionado de San Pedro de Colalao, Julio Contino: «Ya que hablan de autos… ¿se acuerdan cual era una de las imágenes más tristes de las rutas tucumanas en 2003? Los maestros rurales haciendo dedo para ir a las escuelas. Hoy no se ve ni un sólo maestro haciendo dedo: todos tienen auto. Y si alguno hace dedo es porque lo debe tener en el taller. Los mismos maestros se olvidan que hace apenas menos de 10 años les hubiera sido imposible a cualquiera pensar en vacaciones en la playa. Hoy son pocos los que no están allí o en lugares similares»
Les dejo este resumen de la charla porque esos indicadores del interior profundo no están en ningún medio de prensa. Y menos de los medios porteños, tan concentrados en lo que el fallecido fiscal Nisman tiraba al tacho de basura.
Ahora les agrego un dato que surge de estadísticas del Ministerio de Interior de la provincia de Tucumán: el año 2014 fue el año que más obras se hicieron en el interior de la provincia de Tucumán en toda su historia. A muchos nos emociona y nos enorgullece. Es bueno que tomen nota.
Y en las elecciones del 2015, cuando el peronismo arrase en el interior tucumano, saldrán los grandes medios y esa clase media alta que se indigna por facebook y whatsapp a denunciar clientelismo, que el INDEC miente o que las instituciones y la república están en peligro porque Boudou y Delía son impresentables o a seguir disfrutando de enviar la última imagen de Cristina con leyendas. Con eso les basta para sentirse inteligentes, superiores, superados.
Pobres… no saben que cualquiera sea el resultado en las elecciones de 2015 ya perdieron. Porque las pequeñas revoluciones, las esenciales, son invisibles a los ojos cerrados por el odio.
Y la historia universal lo demuestra: el odio solo sirve para destruir. No para construir.

Acerca de Napule

es Antonio Cicioni, politólogo y agnotólogo, hincha de Platense y adicto en recuperación a la pizza porteña.

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