AMIA, Hipótesis B: Si no fue Iran… (III). Se derrumba la Hipótesis A de Galeano-Nisman-EE.UU-Israel y compañía…

Ya nadie duda que la acusación de Nisman es un pastiche inconexo carente de pruebas, de una acusación seria y hasta de una redacción jurídica, más cercano a un artículo periodístico que a una acusación formal propia de un fiscal de la Nación. Tampoco que la columna vertebral de la acusación fue desmentida por la Interpol y por la realidad, ya que los hechos afirmados no sucedieron ni podían suceder. Pero además, como se verá aquí, tampoco se duda que la base, el sustento de la acusación contra la presidenta y su canciller (la autoría de Irán del atentado contra la AMIA) fue desmentida por un exembajador de EEUU, un periodista norteamericano que investigó el tema, una experta periodista argentina, un equipo del FBI y la justicia británica (sumados a los cuatro libros de investigación sobre el tema y otros investigadores de los atentados citados en nuestras notas anteriores).

Con el derrumbe de la autoría de Irán de los atentados la acusación de Nisman contra el canciller y la presidenta deja de tener sentido, porque ya no estaría en juego la supuesta negociación espúrea para cambiar comercio bilateral por la impunidad de los iraníes perjudicados por una infundada acusación. Lo que colocaría la jugada de Nisman (un fiscal manejado por los servicios de inteligencia y la embaja de de los EE.UU.) en otro terreno, muy alejado de la justicia y la verdad y más cercano a un intento de golpe de estado blando contra el gobierno.

El último toque dramático de estas dos décadas trágicas desde los atentados fue que al fiscal que investigaba el caso, el último capítulo de este drama lo encuentra encerrado en el baño de la costosa fortaleza ultrasegura de Puerto Madero donde vivía, pegándose un tiro (voluntario o no) a horas de su promocionado y rutilante show parlamentario-mediático que posiblemente marcaría el fin de su carrera, su buen pasar económico y su prestigio. Y, muy posiblemente, lo llevaría al banquillo de los acusados como partícipe del encubrimiento en el próximo juicio oral, pactado para agosto de este año.

Junto con la dispersión de la nube de rumores que levantó la muerte del Nisman (y que los medios hegemónicos intentarán mantener en sus pantallas y medios afines) y el repaso prolijo del material que se ha escrito seriamente sobre los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA, comienza a derrumbarse el muro de falacias y medias verdades montadas desde el principio y que sostuvo durante 20 años el tandem Galeano/Nisman-EE.UU/Israel sobre la culpabilidad de Irán.

Mucho de eso quedará totalmente despejado cuando se sustancie el juicio por el encubrimiento de los verdaderos culpables perpetrado por el gobierno de Menem con la complicidad de la dirigencia política de la comunidad judía de Argentina, y se saldará cualquier duda sobre la bizarra acusación (hecha a medida de la oposición mediático-política al gobierno) presentada de repente por el último fiscal de la causa.

Repasemos, ahora, parte de los textos de periodistas que investigaron seriamente ambos atentados, y publicados mucho antes de la acusación de Nisman, y que revelan (junto con lo publicado aquí en las notas anteriores) que la hipótesis B parece ser la única que queda en pié. Pero no nos apresuremos y veamos qué tienen que decir estos otros periodistas.


Nota publicada en The Nation de los EE.UU.:



El montaje AMIA-Irán

21/07/2011

Por Gareth Porter 

(Se trata de una) nota periodística publicada en 2008 que revela cómo la

administración Bush, junto a diplomáticos israelíes y argentinos, ejercieron presión para responsabilizar a Irán por el atentado a la mutual judía. Un caso plagado de pruebas contradictorias que podrían desmentir la hipótesis principal que guió las investigaciones. A pesar de que las armas nucleares e Irak han sido el foco principal de la campaña de presión de la Administración Bush en contra de Irán, los funcionarios de Estados Unidos también intentan manchar a Irán como el principal patrocinador global del terrorismo. Y la última táctica del Equipo Bush es utilizar una acusación de hace 13 años de que Irán es responsable por el notorio atentado en Buenos Aires, que destruyó la sede de la ciudad del Centro Comunitario Judío, conocido como AMIA, asesinando 86 personas e hiriendo a 300, en 1994. Altos funcionarios anónimos de la Administración le contaron1 al Wall Street Journal el 15 de enero que el atentado en la Argentina “sirve de modelo de cómo Teherán ha usado sus embajadas alrededor del mundo y su relación con grupos militantes extranjeros, en particular Hezbollah, para atacar a sus enemigos”.

De hecho, la manipulación del atentado argentino por parte de la Administración Bush, se encuadra perfectamente con su costumbre de larga data en el uso de evidencia distorsionada y manufacturada para construir causas en contra de sus enemigos geopolíticos.

Luego de pasar varios meses entrevistando funcionarios en la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, familiarizados con la investigación argentina, la cabeza del equipo del FBI que la asistió y el investigador independiente más informado del caso, encontré que nunca se halló evidencia real que pudiera implicar a Irán en el atentado. Basado en esas entrevistas y los registros documentales de la investigación, es imposible evitar la conclusión de que el caso contra Irán sobre el atentado a la AMIA ha sido dirigido desde el principio por la enemistad de los Estados Unidos con Irán, no por el deseo real de encontrar a los verdaderos responsables.



Una pared de presunciones.

La política sobre los atentados se torció desde el principio por una estrategia de la

Administración Clinton para aislar a Irán, adoptada en 1993 como parte de un entendimiento con Israel en las negociaciones de paz con los Palestinos.

El mismo día del crimen, antes de que pudiera saberse algo sobre quién era el responsable, el Secretario de Estado Warren Christopher le echó la culpa “a aquellos que quieren detener el proceso de paz en el Medio Oriente” – en obvia referencia a Irán.

William Brencick, entonces el jefe de la sección política de la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires y el contacto principal de la investigación, recordó en una entrevista conmigo en junio pasado, que una “pared de presunciones” guió el enfoque de los Estados Unidos en el caso. Las presunciones principales, dijo Brencick, eran que la explosión era un suicida y que el uso de un suicida era prima facie evidencia de la participación de Hezbollah – y por lo tanto de Irán.

Pero la teoría del suicida pronto encontró serios problemas. Tras el atentado, el gobierno de Menem pidió a los Estados Unidos que enviara un equipo para ayudar en la investigación, y dos días después del ataque, expertos del Bureau de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego llegaron a Buenos Aires junto con 3 agentes del FBI. De acuerdo a una entrevista que el jefe del equipo, el experto de ATF Charles Hunter, le dio a un equipo de investigadores independientes liderados por el periodista estadounidense Joe Goldman y el periodista de investigación Jorge Lanata, tan pronto como el equipo llegó la Policía Federal adelantó la tesis de que la Renault Trafic blanca había llevado la bomba que destruyó la AMIA.

Hunter pronto identificó discrepancias importantes entre la tesis del auto-bomba y el patrón de explosión que se registró en fotos.

Escribió un reporte dos semanas más tarde notando que luego del atentado, la mercadería de un negocio justo al lado de la AMIA estaba compactada contra las ventanas del frente y mercadería de otro local había volado hacia la calle – sugiriendo que la explosión había venido desde el interior del edificio, más que desde el exterior. Hunter también dijo que no entendía cómo los edificios del otro lado de la calle podrían estar todavía en pié si la bomba había explotado en el frente de la AMIA, como sugería la tesis del auto-bomba.

La falta de evidencia de un testigo ocular que amparara esta tesis fue llamativa. De 200 testigos oculares en la escena, sólo uno aseguraba haber visto la Renault Trafic blanca. Muchos testificaron que estaban mirando hacia el lugar donde la Trafic debería haber explotado y vieron nada. Nicolasa Romero, esposa de un policía de Buenos Aires, era ese testigo solitario. Ella dice haber visto una Renault Trafic blanca acercarse a la esquina donde estaba parada con su hermana y su hijo de 4 años. Pero la hermana de Romero declaró que el vehículo que vieron pasar era un taxi amarillo y negro, más que una Trafic Blanca. Otros testigos declararon haber visto un taxi amarillo y negro segundos antes de la explosión.

Los fiscales argentinos argumentaron que piezas de una Trafic blanca incrustadas en los cuerpos de muchas de las víctimas de la explosión, probaba el caso del suicida. Pero la evidencia fue desacreditada por Gabriel Levinas, un investigador del equipo legal de la AMIA.

Él descubrió que le habían enviado al fabricante de la Trafic blanca fragmentos recuperados del vehículo para su análisis y descubrió que ninguna de las piezas habían sido expuestas a altas temperaturas. Esto significaba que estos fragmentos de vehículo no podían ser de esta Trafic en particular que la policía había identificado como el auto-bomba – ya que este vehículo se sabía que se había incendiado antes de ser reciclado y reparado.

Sin embargo, a pesar de la falta de testigos oculares y la debilidad de la evidencia forense, el Departamento de Estado adoptó públicamente la teoría del atentado suicida en 1994 y 1995.



El problema del motivo.

Investigadores independientes también han especulado ampliamente sobre por que Irán accionaría de esta manera contra los judíos de Argentina mientras que sus aliados de Hezbollah estaban envueltos en una lucha armada con militares de Israel en el Líbano. En su acusación contra varios ciudadanos iraníes por el atentado, los fiscales argentinos

argumentaban que Irán había planeado el atentado contra la AMIA porque el gobierno de Carlos Menem había cancelado abruptamente dos contratos para la transferencia de tecnología nuclear a Irán.

Pero la acusación en realidad provee extractos de documentos clave que socavan esta conclusión. De acuerdo a un cable del 10 de febrero de 1992, del embajador argentino en Irán, el director del Departamento Americano del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, había “enfatizado la necesidad de llegar a una solución al problema [de la transferencia de tecnología nuclear] que evite dañar otros contratos”. Irán, claramente, señala su esperanza de poder reactivar los contratos suspendidos y mantener otros tratos con Argentina también.

El 17 de marzo de 1992, una bomba destruyó la Embajada de Israel en Buenos Aires – un incidente que los fiscales argentinos también atribuyen a Irán. La acusación, de todos modos, cita a un alto funcionario del INVAP, una empresa nuclear argentina que dominó la Comisión Nacional de Energía Atómica, diciendo que durante 1992 había “contactos” entre INVAP y la Organización de Energía Atómica de Irán “con la expectativa de que la decisión del gobierno nacional sería revisada, permitiendo reanudar las tareas de los contratos”.

El mismo funcionario confirmó las negociaciones alrededor de dos proyectos cancelados desde 1993 hasta 1995 – antes y después de la explosión de la AMIA. Estas revelaciones sugieren que la actitud de Irán hacia la Argentina era exactamente la contraria a la que afirma la acusación.

El motivo para la involucración de Hezbollah en el atentado a la AMIA, de acuerdo a la acusación, era la venganza contra los israelitas por el bombardeo del campo de entrenamiento del Valle de Bekaa a principios de 1994 y el secuestro en mayo por parte de Israel del líder chiita Mustafá Dirani. Sin embargo, esta teoría no puede explicar por qué Hezbollah elegiría tomar represalias contra judíos en la Argentina. Ya estaba en guerra con los israelíes en el Líbano, donde un grupo usaba atacantes suicidas en un intento por presionar a Israel a finalizar su ocupación. Hezbollah tenía a su alcance una forma más fácil de represalia, que era lanzar cohetes Katyusha a través de la frontera hacia Israel.

Esto fue exactamente lo que Hezbollah hizo para tomar represalias contra Israel por la matanza de 100 civiles libaneses en la ciudad de Qana en 1996. Este episodio inspiró aún mayor ira hacia Israel entre los militantes de Hezbollah que ningún otro evento en los años 90, de acuerdo al especialista en Hezbollah de la Boston Univerity, Augustus Richard Norton.

Si Hezbollah respondió a esta provocación Israelí con cohetes Katyusha en territorio israelí, no tiene sentido que respondiera por una afrenta menor diseñando un ambicioso plan internacional contra los judíos de la Argentina sin conexión a la ocupación israelí.



“Toda la cuestión de Irán parecía un tanto endeble”.

En una entrevista el pasado Mayo, James Cheek, embajador de Clinton en la Argentina en el tiempo del atentado me dijo “En mi conocimiento, nunca hubo evidencia real [de responsabilidad de Irán]. Nunca aparecieron en nada”.

La pista más caliente en el caso, recuerda, era un desertor iraní llamado Manoucher Moatamer, quien “supuestamente tenía toda esta información”. Pero Moatamer terminó siendo un oficial de bajo rango insatisfecho sin el conocimiento de las decisiones gubernamentales que argumentaba. “Finalmente decidimos que no era creíble” recuerda Cheek. Ron Goddard, entonces el Subdirector de la Misión de Estados Unidos para la Argentina, confirmó el relato de Cheek. Recuerda que los investigadores no encontraron nada para conectar a Irán con el atentado. “Toda la cuestión de Irán parecía un tanto endeble”, dijo Goddard.

James Bernazzani, para entonces el jefe de la oficina sobre Hezbollah del FBI, recibió indicaciones de armar un equipo de especialistas para enviar a Buenos Aires y ponerle un punto al caso de la AMIA. Bernazzani, ahora a cargo de la oficina de la agencia en Nueva Orleans, recuerda en noviembre de 2006 cómo descubrió que la investigación argentina sobre la AMIA no había arrojado evidencia real sobre la participación de Irán o Hezbollah en el atentado.

Las únicas pistas que sugerían una conexión con Irán al atentado en ese momento, de acuerdo a Bernazzani, eran una cinta de vigilancia del attache cultural de la Embajada de Irán Mohsen Rabbani, buscando una van Trafic blanca y un análisis telefónico de llamadas hechas semanas antes del ataque.

Poco después del atentado, el diario más grande de Buenos Aires, Clarín, publicó una historia, filtrada por el Juez Galeano, que la inteligencia argentina había grabado a Rabbani buscando comprar una van Trafic blanca “meses” antes del atentado. Un sumario de las órdenes de arresto de Rabbani y otros 6 iraníes en 2006 continuaron refiriéndose a “documentos indiscutibles” probando que Rabbani había visitado concesionarios de autos para buscar una van como la utilizada en el ataque. De hecho, el reporte de inteligencia sobre la vigilancia a Rabbani entregado a Galeano diez días después de la explosión muestra que el día que Rabbani vio una van Trafic blanca fue el 1ro de Mayo de 1993 – quince meses antes del atentado y mucho antes de que los fiscales afirmaran que los iraníes decidieran hacer de la AMIA su objetivo.

En ausencia de toda evidencia concreta, la SIDE se volcó al “análisis de conexiones” de los registros telefónicos para armar un caso circunstancial sobre la culpabilidad iraní. Los analistas de la SIDE argumentaron que una serie de llamados hechos entre el 1ro de julio y el 18 de julio de 1994, a un celular en la Triple Frontera en Iguazú, Brasil, debieron haber sido hechos al “equipo operativo” del atentado – y supuestamente un llamado a un celular de Rabbani podría ser conectado al mismo grupo. El funcionario de FBI Bernazzani me dijo que estaba shockeado por el uso de la SIDE en el análisis de conexiones para establecer responsabilidades.

“Puede ser muy peligroso” me dijo “usando este tipo de análisis, usted podría conectar mi teléfono con el de Bin Laden”. Bernazzani comentó que las conclusiones a las que llegaron los investigadores argentinos eran meras “especulaciones” y que ni él ni los funcionarios en Washington habían tomado en serio las evidencias que apuntaban contra Irán.

Luego, en el 2000, un desertor más apareció con una nueva historia sobre la responsabilidad de Irán. Abdolghassem Mesbahi, quien afirmaba haber sido el tercer hombre en el ranking de los servicios de inteligencia iraníes, le dijo al juez Galeano que la decisión de volar la AMIA había sido tomada en una reunión de altos funcionarios iraníes, incluido el presidente Akbar Hasehmi Rafsanjani, el 14 de agosto de 1993. Pero Mesbahi fue rápidamente desacreditado. Bernazzani me dijo que los funcionarios de inteligencia creían que para el 2000 Mesbahi había perdido ya hacía tiempo su acceso a la inteligencia iraní, que era “pobre, inclusive en la quiebra” y que estaba listo para “proveer testimonio a cualquier país sobre cualquier caso que involucrara a Irán”.

A pesar de que el caso contra Irán carecía de evidencia forense creíble o evidencia testimonial y se basaba fuertemente en inteligencia dudosa y en el testimonio de un desertor desacreditado, Nisman y Burgos prepararon su acusación contra seis ex funcionarios iraníes en el 2006.

De todos modos, el gobierno de Néstor Kirchner mostró sus dudas sobre seguir adelante con este caso. De acuerdo al periódico Forward, cuando grupos judíos-norteamericanos presionaron a la esposa de Kirchner, Cristina, sobre las acusaciones en una asamblea general de las Naciones Unidas en Nueva York, en septiembre de 2006, ella indicó que no había una fecha firme para proseguir con acciones legales contra Irán. Sin embargo la acusación fue hecha al mes siguiente.

Tanto el abogado principal que representa a la AMIA, Miguel Bronfman, y el juez Rodolfo Canicoba Corral, quien luego emitiera las órdenes de arresto para los iraníes, le dijeron a la BBC en mayo pasado que la presión de Washington había sido instrumental en la repentina decisión de emitir las acusaciones al mes siguiente. Corral indicó que él no tenía dudas de que las autoridades argentinas habían sido urgidas a “unirse a los intentos internacionales de aislar al régimen de Teherán”.

Un alto funcionario de la Casa Blanca acaba de llamar al caso de la AMIA como “una clara definición de lo que significa el apoyo al terrorismo por parte del Estado de Irán”. De hecho, la insistencia de los Estados Unidos de adjudicarle el crimen a Irán para poder aislar al régimen de Teherán, a pesar de que no hubiera evidencia para apoyar tal acusación, es la definición perfecta de la creación cínica de una acusación al servicio de los intereses del poder.

 

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* La investigación de este artículo fue financiada por el Fondo de Investigación de “The Nation Institute”.

Traducción por @PaulaCautiva
Gareth Porter, es historiador y periodista especializado en política de seguridad nacional de Estados Unidos. En 2012 Recibió el Premio Gellhorn en el Reino Unido por sus artículos sobre la guerra de EEUU en Afganistán.

Nota completa

Nota original en inglés en la revista norteamericana The Nation


Cinco años después de aquella nota, el mismo Porter vuelve a escribir sobre el caso:



Fuentes poco confiables en acusación a Irán por caso AMIA

Análisis de Gareth Porter.

WASHINGTON, 8 ago 2013 (IPS) – El fiscal argentino Alberto Nisman basó la orden de arresto que en 2006 emitió contra altos funcionarios iraníes por el ataque con explosivos contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994 en los argumentos de representantes del grupo opositor armado iraní Mujahedin E Khalq (MEK), revela el texto completo del documento.

La evidencia central que cita Nisman en la orden de arresto original, de 900 páginas, contra siete altos funcionarios iraníes es una presunta reunión desarrollada el 14 de agosto de 1993 entre figuras de la talla del líder supremo Ali Jamenei y del entonces presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanyani (1989-1997).

Según Nisman, allí se tomó la decisión oficial de seguir adelante con la planificación del atentado contra la AMIA, que se perpetró el 18 de julio de 1994 en Buenos Aires, dejando un saldo de 85 muertos y más de 300 heridos.

Pero el documento, que desde hace poco tiempo está disponible en inglés por primera vez, muestra que las únicas fuentes que sostienen ese argumento fueron representantes del MEK, o Muyahedines del Pueblo de Irán.

El MEK tiene una historia de atentados terroristas contra objetivos civiles en Irán, además de servir como ejército mercenario con base en Iraq para las fuerzas del ahora difunto líder iraquí Saddam Hussein durante la guerra entre ambos países (1980-1988).

El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos eliminó a ese grupo de su lista de organizaciones terroristas el año pasado, luego de una campaña realizada por destacados exfuncionarios estadounidenses que habían recibido importantes pagos de grupos e individuos favorables al MEK en reclamo de que los sacaran de esa nómina.

El farragoso y reiterativo informe de Nisman cita declaraciones de cuatro miembros del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (NCRI), que es el brazo político del MEK, como las fuentes para argumentar que Irán decidió el atentado contra la AMIA en agosto de 1993.

La fuente principal es Reza Zakeri Kouchaksaraee, presidente del Comité de Seguridad e Inteligencia del NCRI.

El informe cita el testimonio brindado por Kouchaksaraee ante un tribunal oral argentino en 2003, en el que señaló que la decisión de perpetrar el ataque la tomó el Consejo Supremo de Seguridad Nacional en una reunión que se realizó el 14 de agosto de 1993 entre las 16:30 y las 18:30 horas.

Nisman también cita a Hadi Roshanravani, miembro del Comité de Asuntos Internacionales del NCRI, quien dijo saber la hora exacta de inicio de la reunión -4:30 pm- pero dio como fecha el 12 de agosto de 1993 en vez del 14.

Roshanravani también dijo conocer la agenda exacta de la reunión. El funcionario del NCRI declaró que se discutieron tres asuntos: el progreso y la evaluación del Consejo Palestino, la estrategia de exportar el fundamentalismo al mundo y el futuro de Iraq.

Roshanravani dijo que la idea de un ataque en Argentina se había discutido en el marco del segundo punto.

El NCRI/MEK sostenía que el gobierno de Rafsanyani había decidido un atentado terrorista contra un centro comunitario judío en Argentina como parte de una política de “exportar el fundamentalismo al mundo”.

Pero esa propaganda del MEK sobre el régimen iraní se contradijo con la evaluación de la inteligencia estadounidense de aquel momento. En su Estimación Nacional de Inteligencia 34-91 sobre política exterior iraní, finalizada el 17 de octubre de 1991, Estados Unidos concluyó que Rafsanyani había estado “apartándose gradualmente de los excesos revolucionarios de la década pasada” y acercándose a “un comportamiento más convencional” desde que asumió como presidente en 1989.

Ali Reza Ahmadi y Hamid Reza Eshagi, identificados como “desertores” afiliados al NCRI, aportaron más datos para corroborar el testimonio de los altos funcionarios del mismo. Nisman dijo que Ahmadi trabajó como funcionario del servicio exterior iraní de 1981 a 1985. Eshagi no es identificado de otra manera.

Nisman cita a Ahmadi y a Eshagi, que formularon solamente declaraciones conjuntas, diciendo que fue durante una reunión que empezó a las 16:30 horas en agosto de 1993 que el Supremo Consejo de Seguridad Nacional decidió llevar a cabo actividades en Argentina.

Nisman no cita a ninguna fuente ajena al MEK declarando que esa reunión haya tenido lugar. Cita el testimonio judicial de Abolghassem Mesbahi, un “disidente” que no trabajaba para la agencia iraní de inteligencia desde 1985, según su propio relato, pero solo a efectos de que el gobierno de Irán tomara la decisión sobre la AMIA en algún momento de 1993. Mesbahi no brindó evidencias que apoyaran el argumento.

Nisman cita reiteradamente a los mismos cuatro miembros del NCRI para documentar la presunta participación de cada uno de los siete altos funcionarios iraníes para los cuales emitió órdenes de arresto.

Una evaluación del documento completo muestra que Nisman cita 29 veces a Kouchaksaraee, 16 a Roshanravani y otras 16 a Ahmadi y Eshagi, siempre juntos, haciendo la misma declaración para un total de 61 referencias a su testimonio.

Nisman no cita ninguna evidencia o motivo para creer que alguno de los miembros del MEK estuviera en posición de haber sabido sobre tal reunión de la cúpula iraní. Aunque la propaganda del MEK durante mucho tiempo alegó tener acceso a secretos, su información, en el mejor de los casos, se obtuvo a través de funcionarios de bajo rango del régimen.

Al usar el testimonio de los opositores más violentos al régimen iraní para acusar a los más altos funcionarios de haber decidido el atentado terrorista contra la AMIA, Nisman ignoró el obvio objetivo político de crear apoyo en Estados Unidos y Europa para derrocar al régimen iraní.

Nisman dijo que el hecho de que los individuos sean opositores al gobierno de Irán no hace en absoluto que sus declaraciones sean menos significativas.

Los testigos del MEK son completamente confiables, escribió Nisman.

Sin embargo, a lo largo de los años, los representantes del MEK emitieron un comunicado tras otro, conteniendo información sobre presunto trabajo iraní encubierto en materia de armas nucleares, químicas y biológicas, casi todo la cual resultó ser falso cuando la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) lo investigó.

Círculos políticos favorables a Israel y contrarios a Irán tratan desde hace tiempo a Nisman como la fuente autorizada sobre el caso del atentado a la AMIA, así como sobre el tema más amplio de Teherán y el terrorismo. En mayo, el fiscal emitió un nuevo informe de 500 páginas acusando al gobierno iraní de crear redes terroristas en el hemisferio occidental que se agregan a su acusación por el ataque de 1994.

Pero que Nisman base la acusación crucial contra Irán únicamente en fuentes del MEK y que niegue su obvia falta de confiabilidad pone de relieve que el fiscal juega un rol político en nombre de ciertos intereses poderosos, en vez de realmente querer investigar los hechos.

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El especialista en seguridad Gareth Porter revela detalles sobre los vínculos entre el fiscal Nisman y Estados Unidos.

Sebastián Premici y Walter Goobar entrevistaron al periodista e investigador estadounidense especialista en seguridad, Gareth Porter, autor del libro “La fabricación de una crisis” a propósito de la muerte del fiscal, su relación con los gobiernos de Bush, la causa AMIA y los intereses en el escenario internacional.

En la charla, el especialista en seguridad dijo que se buscó aislar a Irán y armar una red internacional de estados, una coalición contra el país de Oriente Medio y aseguró que eran muchos los intereses para culpar a los iraníes del atentado de la AMIA.



Cliquear para escuchar el audio del reportaje.





Ahora repasemos lo que escribió hace unos días sobre el tema, la reconocida periodista argentina Stella Calloni:



Las mentiras de Nisman y la Justicia argentina en la causa AMIA.

La periodista Stella Calloni reflexionó sobre la investigación del peor atentado de la historia argentina. 

Si desde la misma noche del atentado EEUU e Israel determinaron que el acusado debía ser Irán, sin haber investigado nada. Era imposible hacer una investigación seria con semejante obstáculo.

Para recordar:  EEUU e Israel ofrecieron un «testigo» en 1994. Ya nadie recuerda que Galeano salió disparado para Venezuela a interrogar al supuesto testigo Manoucher Moattamed, que se presentaba como un ex funcionario iraní, escapado de su país, algo que nunca fue y que nunca sucedió como se demostró. Tanto gasto, tanta información falsa, transmitida con grandes titulares. Era un testigo inventado por la CIA y el MOSSAD israelí, pero que al poco tiempo quedó totalmente desacreditado por sus mentiras, contradicciones y falsedades, después de crear también falsas ilusiones a los familiares de las víctimas.

Ahora ¡que poca memoria tienen algunos!, que olvidaron que se montó un juicio sin una sola línea de verdad. Un juicio escandaloso, acusando a unos y a otros, y como testigo Telleldín, delincuente que se ocupaba de descalabrar o luego vender autos robados. A quien Galeano, con aprobación de Rubén Beraja entonces presidente de la DAIA, entregó 400 mil dólares – en la cárcel donde estaba –  para que mintiera y señalara a un iraní y a otros; incluso policías locales que tendrían cuentas pendientes, pero que como se demostró en el juicio oral nada que ver con este caso, y debieron se liberados.

Tantas y tantas mentiras – todo esto consta en la justicia y se puede leer en los diarios de la época – convirtieron al juicio en un desastre. A esto se agrega el robos de pruebas, que precisamente no acusaban a Irán. Esa justicia, para mantener la tesis de EEUU e Israel ha cometido tantos desatinos, que lograron la detención en Londres del ex Embajador iraní en Argentina Hadi Soleimapour en 2004, por el que se pidió la extradición.

Cuando la justicia británica solicitó las pruebas para dicha extradición, lo que mandó Argentina – la «justicia argentina» – no contenía ninguna. Porque no existen. Como resultado Londres debió pagar al funcionario iraní casi 200 mil libras esterlinas de indemnización, por haber detenido a este hombre, sin causa alguna. Está en todas partes. Estos sí no son inventos. En un principio hasta Interpol por esos mismos tiempos, devolvió un pedido de la justicia argentina, para una alerta roja por falta de pruebas.

En los últimos tiempos -y después de grandes cambios en ese organismo y presiones de los poderosos- se impuso el alerta roja, pero pregunten por las pruebas. ¿Qué pruebas mandó Nisman?. Pregunten eso. Porque si esas pruebas son el alegato de acusación a Irán que dio a conocer el fiscal el año anterior, es un escándalo. Letra por letra toma lo que EEUU e Israel utilizan como acusación, supuestos, medias verdades, prueba concreta ninguna. Intentar utilizar este cruento atentado con tantas víctimas, acusando a un determinado país al que quieren invadir desde hace tiempo, es tan criminal como el atentado mismo.

Ningún país que se respete en el mundo va a entregar funcionarios, acusados por la CIA y el MOSSAD u otro servicio de inteligencia externo. 

¿Porqué el gobierno israelí no quiere que así como viajó la justicia argentina a Venezuela y a Europa para interrogar testigos falsos, fuera a tomar declaraciones a los acusados, en su propia tierra, en presencia de comisiones de veedores internacionales imparciales, como garantía de absoluta seriedad y respeto a la justicia?

El Memorándum surge de un trabajo paciente diplomático como un extraordinario gesto, que contribuye a la política internacional y a la solución pacífica de conflictos. ¿Será que escuchar a estos acusados podría poner en escena la verdad y no todo lo que se ocultó con presiones, dinero y demás en los juicios que se intentaron aquí?

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Repasemos ahora partes de una nota reveladora de Horacio Verbitsky sobre el tema:

 

La InfAMIA.

Parte de esta historia ya fue narrada hace más de 10 años:

 

(…) el 18 de julio de 2004, en una nota que se tituló “La InfAMIA. El acuerdo Menem-Rabin para no investigar”. A pocas horas de producido el atentado, a las 9.53 del 18 de julio de 1994, el gobierno israelí del general Yitzhak Rabin propuso al argentino de Carlos Menem coordinar una interpretación unificada, que conviniera a los intereses políticos de ambas administraciones. Así lo informó el embajador argentino en Israel José María Valentín

Otegui, en un cable emitido a las 2.50 horas del 19 de julio de 1994, apenas 17 horas después del estallido que costó la vida a 85 personas y heridas a 300. De este modo, ambos gobiernos condicionaron la investigación a las respectivas ventajas que cada uno pudiera obtener y sin mayor interés por el descubrimiento de la verdad y el castigo de los responsables. Lo mismo ocurrió con los dirigentes de la DAIA y la AMIA. Timerman recuerda que durante una de las reuniones en las que se discutió el memorando, Schlosser le preguntó por qué insistía tanto en la investigación. “Por respeto a los muertos en el atentado”, le respondió. “Olvidate de los muertos. Hay que pensar en los vivos”, dijo Schlosser. Algo similar le transmitió a Timerman su colega israelí, Avigdor Lieberman, durante un encuentro en las Naciones Unidas. “¿Para qué quieren un juicio, si los diarios de todo el mundo ya publicaron que fue Irán?”, le dijo con sorna. El año pasado, para desacreditar el Memorando de Entendimiento, el ex embajador de Israel en Buenos Aires, Itzhak Aviran, declaró que “la gran mayoría de los culpables ya está en el otro mundo, y eso lo hicimos nosotros”.

El cable sobre el acuerdo Menem-Rabin fue hallado entre las informaciones secretas que el gobierno de Néstor Kirchner resolvió liberar al conocimiento de los familiares de las víctimas y de la Justicia. En 2004 el entonces encargado de la Unidad Especial de Investigación del atentado, Alejandro Rúa, puso en conocimiento de Canicoba Corral el cable EISRA 010365/1994. Allí Otegui informa que Rabin enviaba a Buenos Aires en un avión de la Fuerza Aérea israelí a un diplomático de su relación personal y directa, el subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de la Cancillería de Israel, Dov Schmorak, quien había sido embajador en la Argentina entre 1980 y 1985.

Antes de embarcarse hacia Buenos Aires, Schmorak se comunicó en medio de la noche con el embajador Otegui y le pidió que lo ayudara a entrevistarse con el presidente Menem y con el canciller Di Tella en cuanto llegara a Buenos Aires. Para el gobierno israelí “es importante coordinar con el nuestro una versión coincidente del atentado”, en especial por el impacto que la manera de presentar lo sucedido tendrá ante la opinión pública israelí, “dado que partidos de oposición y algunos medios de prensa están utilizando el hecho para atacar duramente política de paz gobierno Rabin”. 

En ese momento, estaba muy avanzada una negociación de paz en Oslo que incluía a la OLP conducida por Yasser Arafat y por primera vez comprometía al gobierno sirio del presidente Hafez Al Assad. Contaba para esas tratativas con el apoyo del gobierno estadounidense de Bill Clinton, en cuya presencia se firmaron los acuerdos en la Casa Blanca, en septiembre de 1993. En enero de 1994 el presidente sirio anunció que la negociación con Rabin incluiría “una paz real y relaciones normales” a cambio de la devolución de las alturas del Golan, ocupadas por Israel en la guerra de 1967.

Luego de revelar la existencia y el contenido de este cable, el ex presidente de la DAIA Rubén Beraja, uno de los acusados por desviar la investigación me preguntó si había más información, para conocer si “fuimos títeres de un juego macabro por parte de ambos gobiernos”. También me contó que el 22 de julio de 1994, durante una reunión en la quinta de Olivos, “Menem insistía que de confirmarse las presunciones debían cortarse las relaciones con Irán en forma inmediata”. Es decir tres días después de la reunión con el enviado de Rabin.

Si las motivaciones de Rabin y Clinton se explicaban por razones políticas de sus respectivos gobiernos, el interés del gobierno argentino de entonces por desviar la atención lejos de Siria es comprensible, por los lazos familiares de Menem, el financiamiento que El Assad le suministró para su campaña presidencial en 1989 y la denuncia de traición en 1990, cuando Menem se sumó a la primera expedición estadounidense contra Irak (gobernado por el mismo partido Baas que Siria), incumplió los acuerdos de cooperación espacial con países árabes y entregó a Estados Unidos todos los de-sarrollos del misil Cóndor. 

El viernes asumió sus funciones el nuevo embajador Noah Mamet. Habrá que aguardar una futura tanda de Wikileaks para saber si es real la información que circula entre funcionarios judiciales que conocen a Nisman, sobre un encuentro con el consejero político Ken Roy antes de presentar su incandescente dictamen. Roy es el enlace de la embajada con la Asociación de Magistrados, que conduce la resistencia judicial al gobierno. Esta relación promiscua con una potencia extranjera no ha producido el menor escándalo en quienes, de derecha a izquierda, sólo lo ven como un proyectil capaz de hacer daño al gobierno nacional. Cualesquiera sean los respaldos de Nisman, no se entiende cómo podría el gobierno “fabricar la inocencia de Irán”. Como el fiscal es quien debe probar la culpabilidad, esta es una inversión de la carga de la prueba o una implícita admisión de que al cabo de diez años carece de elementos probatorios.

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Y, finalmente, repasemos lo que acaba de decir un exagente de la SIDE sobre lo sucedido al fiscal Nisman:



El exSIDE Iván Velázquez: «La persona que traicionó a Nisman fue el mismo Jaime Stiuso».

El ex militar y exagente de los servicios de inteligencia argentina, recordó su paso por la Policía de Seguridad Aeroportuaria y su causa judicial por la que abandonó el país: «Toqué la caja e intereses muy pesados». Actualmente asesora a embajadores de todo el mundo. Asegura que es un perseguido político del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner pero defiende las medidas que tomó en la SI.

Acusado como el «responsable de la operación de espionaje electrónico más grande la historia de América Latina» y de haber ideado un supuesto intento de golpe de Estado contra Néstor Kirchner, Velázquez niega todo y arremete contra Stiuso

– ¿Qué opina de la disolución de la ex SIDE?

– Responde a una situación coyuntural y que debería haberse tomado hace rato. Hace diez años, la SIDE dejó de ser lo que era. Es cierto que en el menemismo ya estaba la cadena de la felicidad con los periodistas y la división cuasi policial que utilizaban armas, se metían en secuestros y allanamientos que no era algo propio de ese organismo. Debería ser un auxiliar de la justicia y anticiparse a los hechos a través de la inteligencia. No soy oficialista pero lo que hizo la Presidenta merece sacarse el sombrero. Reconozco los ovarios que tuvo para hacer semejante cambio.

Celebro la decisión pero, por mi paso por allí, sé que hay muchos profesionales valiosos que fueron fustigados injustamente. Esto es un boomerang porque los 1700 agentes medios que podrían quedar en la calle es peligroso. Igual no creo que pase nada porque pasarán a policías provinciales o municipales pero creo que acabará con todo. No creo que sea un cambio de nombre únicamente.

Es una oportunidad histórica que tiene el país de que todos dejemos de estar vigilados por entrar en una página o escribir en un foro. Es muy importante saber de quién dependerá ese monopolio de las escuchas ubicada en la Avenida de los Incas que era la cueva del apriete (se refiere a “OJOTA: División de Observación de judiciales). Te llamaban al celular personal y te pasaban una conversación privada que habías tenido previamente con otra persona. También hacían “maniobras de integraciones” que es armar frases o diálogos con palabras extraídas de distintas conversaciones para armar una supuesta escucha y pasarla como válida. Stiuso era un experto en judicializar rumores para apretar a todo el mundo. Hoy está la oportunidad de que el periodismo pueda ejercer su trabajo en paz. Con esta decisión se eliminarán los agentes de calle de Fernando Pocino y las patotas de la Dirección de Operaciones de Stiuso. En el 2008 denuncié todo esto pero la Comisión Bicameral del Congreso se hicieron los boludos. No hay que ser ingenuos.

– ¿Stiuso es capaz de todo?

– Es un gran profesional, muy respetado. Pero el síndrome de Hubris también le llegó a él. En sus últimos tiempos se irritaba por si algún pasquín o blog de cuarta se lo nombraba. Antes mandaba a las patotas y ahora pedía la ficha de todos (así se llama a las carpetas). Su megalomanía y poder lo hizo creer intocable. Pero estas estructuras que son bandas operativas actúan como lo denunció Gustavo Vera y mantienen prostíbulos, están metidos en el tráfico de drogas y personas. Me tocó lidiar con ellos en Ezeiza con la PSA (Policía Seguridad Aeroportuaria). Ellos tenían a su mano derecha, su delegado que permitía el paso de la droga. Cuando me metí con Marcelo Saín les quitamos las credenciales de libre acceso a sus agentes que podían entrar y salir por todos lados. Sacamos esos privilegios y hubo momentos muy tensos. Hay que ser objetivo y dudo que se arme un aparato de militantes de La Cámpora ahí adentro. Esperemos.

– ¿Por qué cree que se divorció el gobierno de Stiuso?

– Están los factores externos que explica a quién respondía cada uno. Se cruzó una línea.

 Mi lectura es que a Jaime lo tienen vinculado con las agencias del Norte con las que respondían y con su colaboración con los servicios secretos israelíes. Te cuento que los fondos o colaboraciones terminaban en los directores de entonces. Ese fue el fusible que generó el cortocircuito con esa relación.
– ¿Y la investigación de Alberto Nisman no influyó?

– Sí. Que en paz descanse porque nadie se merece esto. Tan mal paga el diablo a quien tan bien le sirve. Ellos también fueron víctimas de Stiuso como su ex esposa que armó una causa mentirosa en la que estoy metido y terminó metido en su propio baile.
– ¿Lo mataron?

– Creo que fue un suicidio. La persona que lo traicionó fue el mismo Jaime Stiuso porque Nisman le pidió unas escuchas para completar el informe final y se las negó. Jaime le dijo que no. La denuncia es lo que dijo Pepe Eliaschev y había muchas cosas más que no aparecieron. Se vio víctima, padeció una puñalada trapera que la sufren todos los del entorno de Jaime. Se vio solo y se mató.
– ¿Conoció a Lagomarsino?

– Es el personaje que no me cierra en esta ecuación. Por eso dejo abierta otra hipótesis. Es el elemento extraño. Ese muchacho no me cierra. Ahí tienen que profundizar la investigación. Para saber el autor del crimen, tienen que buscar quién salió bien parado de esta historia. A la Presidenta no le convenía la muerte de Nisman. Hasta ahora no aparecieron escuchas en las que aparece Cristina o Timerman. Eso hasta ahora no está. En el terrorismo no se manejan con cuadros de tercera línea y los árabes son muy celosos del secreto y no boconean por teléfono que es algo típico del argentinismo criollo. Pero Lagomarsino queda descolgado. El último que lo vio con vida es el primero que lo vio muerto. Nisman sabía de armas y le gustaban los fierros. ¿Cómo se entiende que le pidió un 22 a este tipo? Con un 22 tenes un 30% de autoeliminarte y un 70% de quedar paralítico, cuadripléjico o perder las funciones motoras o el habla. Estando al lado de Stiuso sabía de todas estas cosas. Nisman sabía mucho de la jerga de la inteligencia.
– En síntesis ¿Qué implica la desaparición de la SI o SIDE?

– Me llama la atención los que hablan bien de Stiuso como Miguel Ángel Toma que estaba agarrado de las bolas por Jaime. No lo entiendo. El gobierno irá contra Stiuso. (…) Espero que Cristina siga resolviendo instituciones arcaicas y mafiosas pero el próximo gobierno agarrará una papa caliente. ¿Qué hará con Pocino y los boliches swinger y gays que están a nombre de testaferros o del ex Director de Contrainteligencia, Germán García? ¿Perseguirá la Presidenta y judicializará a estos tipos que manejaron a la SI? No lo sé.  Espero que se termine la felicidad de periodistas entre comillas que vivían cobrando de la SIDE y que la Presidenta publique la lista de todos ellos que cobraron hasta ayer.

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Acerca de Basurero

Soy un basurero interesado en Antropología, Historia Argentina, Política, Economía Política, Sociología, idioma Inglés, Fotografía y Periodismo, y culpable confeso de ejercicio ilegal de estos temas en mi blog.

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