los indignados ciudadanos tienen a quién culpar

El Grupo Enel opera en 40 países de cuatro continentes diferentes y llega a más de 61 millones de clientes. ¿Cuánto puede importarle que el Servicio Meteorológico Nacional confirme la peor ola de calor de las últimas cuatro décadas en la Argentina?
El último balance de Enel (2012) arrojó ingresos por 84.889 millones de euros y una utilidad neta de 7735 millones en la misma moneda. El ejercicio de Edesur entre enero y septiembre de 2013 registró un resultado integral positivo de 1124 millones de pesos, dato por supuesto censurado por los ex secretarios de Energía del desmantelamiento estatal energético y petrolero entre 1983 y fines de 2002.
¿Es negocio Edesur para el Ministerio de Economía y Finanzas de Italia (¿y por qué diablos esta cartera de la nación europea es la responsable de llevar la electricidad a millones de argentinos?).
Es evidente que además de Enel, debe haber otros accionistas, locales tal vez, para los que nuestro país y la distribución eléctrica les represente un lucro más que deleitable. ¿Por qué diablos también la distribución eléctrica debe ser un negocio más? Veamos. Hay algo que se llama SADESA. Se trata de una sociedad de capitales argentinos y accionista minoritario de Edesur (a través de Distrilec) y controlante incluso de varias usinas generadoras. ¿Quiénes la conforman? En orden de importancia: Guillermo Pablo Reca (presidente y ex Merril Lynch, la nefasta calificadora), Inversora Los Arroyos SA (Eduardo Escasany) y Coinvest Argentina SA.
Aparecen después la firma Cantomi Uruguay SA y la familia Miguens Bemberg, a saber: Carlos José Miguens, Cristina Teresa Miguens, Diego Fernando Miguens y María Luisa Miguens. Los Miguens Bemberg son los ex propietarios de Cervecería Quilmes, aunque tienen negocios por doquier (desde dulce de leche hasta fondos de inversión multimillonarios).
Por último, aunque no menos importante, está Eduardo Escasany, figura prominente de una de las familias que más dinero ganan en la Argentina, presidente del Grupo Financiero Galicia y participante del insólito almuerzo de agosto de 2012 en apoyo al procesado Carlos Pedro Blaquier (conjuntamente con Luciano Miguens y De Mendiguren, entre otros). Pero la cosa no termina aquí, no.
Bien pegadita en participación accionaria aparece otra familia prominente, los Caputo. ¿Un miembro o varios? Unos cuantos, a saber: Jorge Antonio Nicolás Caputo, José Luis Marcelino Caputo, Mónica María Caputo, Nicolás Martín Caputo. Al respecto de este último, hablamos de uno de los empresarios de la construcción más poderosos de la Argentina, a la sazón amigo y asesor de Mauricio Macri, inseparables desde una primaria y secundaria juntos en el Cardenal Newman.
Nicky Caputo ha hecho fortunas con la administración macrista. Llama la atención pues que el intendente despotrique contra los cortes de luz responsabilizando al gobierno nacional, ignorando el pequeño detalle del vínculo entre uno de sus principales socios y el control de SADESA. Finalmente, a los Caputo le siguen Aferlux SA y un tal Roberto Gustavo Vázquez.
Pasemos ahora a Edenor. ¿Su controlante? Pampa Energía SA. ¿Y quiénes figuran al frente? Los hermanos Mindlin y Gustavo Mariani en primerísimo lugar. Siguen después varios fondos de inversión entre los que destacan Dolphin Fund Management y Eton Park Capital Management (uno de los más importantes del mundo).
El resultado del ejercicio enero a septiembre de 2013 reportó para Edenor ganancias por 792 millones de pesos (los ejercicios 2011 y 2012 fueron negativos pero les permitieron, como ella misma señala, poseer «un perfil de deuda bien equilibrado» y continuar «fortaleciendo su estructura de capital durante 2011, rescatando y cancelando un capital» de 44,2 millones de dólares). ¿De qué sirvieron estos centenares de millones o tan positivo desendeudamiento a los atribulados ciudadanos del área metropolitana de Buenos Aires?
Entre Edesur y Edenor recolectaron ganancias por 1916 millones de pesos en los primeros nueve meses del año. ¿Cómo que no ganaron dinero y pretenden aumentos tarifarios? ¿Para qué y quién? ¿Para que las nuevas generaciones de Mindlin, Miguens, Caputo y Escazany tengan el futuro asegurado, en detrimento del presente y futuro de millones de argentinos? ¿Para los equipos de polo de los Miguens Bemberg o su fábrica de dulce de leche?
El neoliberalismo logró imponer en el debate la noción de tarifas retrasadas pero, amén de que las ganancias que reportan, el debate más bien pasa por otro lado: la energía eléctrica como bien social o mercancía. Da vergüenza la complicidad y la defensa que los medios del atraso y la exclusión, con su equipo de lobbistas ex secretarios y periodistas, les obsequian diariamente. ¿Qué hacen estas familias, estas sociedades y estos fondos con nuestro dinero? ¿Qué es esta barbaridad de llenarse el bolsillo con la plata de todos los argentinos en lugar de ser reinvertida en todos los argentinos por la calidad plena del servicio y el bienestar de la ciudadanía, acompañando la demanda y el consumo energético de un país y una sociedad en crecimiento y desarrollo?
Accionistas irresponsables e ineficientes para operar la distribución eléctrica; hombres y mujeres de carne y hueso que lucran con un servicio público vital, ofrenda divina de la privatización del sector eléctrico heredada de los noventa.
Los indignados ciudadanos argentinos tienen en estos apellidos a los responsables de una incesante tomadura de pelo y que, dadas las actuales condiciones climatológicas extremas (ya venidas para quedarse), no puede prolongarse por más tiempo. Y tienen también una perlita final reveladora, el norte para la solución definitiva de los problemas en la distribución eléctrica en la Argentina. El estatuto legal del Grupo Enel, cuyo controlante como fuera dicho es el Estado italiano, señala: «La compañía está bajo el control de facto del Ministerio de Economía y Finanzas, el cual tiene suficientes votos como para ejercitar una influencia dominante en las reuniones de accionistas.»
Es hora ya de que el pueblo argentino ejerza influencia dominante (como mínimo) a través del Estado nacional en todas las distribuidoras eléctricas del país, porque el aumento del consumo y la demanda pueden y deben ser satisfechos sin tener que recurrir a congelarlos o desacelerarlos sino todo lo contrario, acompañarlos sin ajustes y fomentarlos, tal y como se verifica desde 2003 a la fecha. En fin, porque agrandar el Estado es consolidar y agrandar la Nación, la justicia social y la seguridad jurídica popular.

Acerca de Napule

es Antonio Cicioni, politólogo y agnotólogo, hincha de Platense y adicto en recuperación a la pizza porteña.

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