Mapa de elecciones parlamentarias (Rusia)

Hace dos años, por iniciativa del presidente Dmitri Medvédev, se implementaron ciertas reformas relativas al sistema electoral y a la regulación de las actividades de los partidos. Las reformas consistieron en una serie de ajustes y no estaban destinadas a modificar drásticamente el sistema. En general, tuvieron una recepción positiva y la ciudadanía las tomó como prueba de un nuevo estilo de gestión más abierto.
En Rusia, el estilo de gestión puede ser más importante que la letra de las leyes vigentes. Y, en este sentido, aunque la legislación electoral actual sea formalmente democrática y se corresponda con todas las reglas civilizadas, la aplicación depende en buena medida del estilo de las relaciones políticas establecido por el mandatario. Es justo afirmar que dicha persona determina las formas de la política. En este sentido, es indudable que Medvédev ha establecido un estilo más liberal. Además, ha enviado una señal a las élites regionales y les ha dejado claro que el uso excesivo de los recursos administrativos y las manipulaciones no serán bienvenidas por el Kremlin. Todo esto, así como las elecciones regionales de 2010-2011 —que no estuvieron exentas de violaciones por parte del partido gobernante, aunque estuvieron lejos de los estándares autoritarios de Bielorrusia, por ejemplo—, ha llevado a los principales participantes del proceso político a esperar que las elecciones parlamentarias de diciembre de 2011 sean más democráticas que en el pasado.
A seis meses de las próximas elecciones parlamentarias, el escenario es el siguiente:
Hay dos extras en el escenario político actual que desde hace años ensayan el mismo acto. El Partido Comunista, liderado por Guenadi Ziugánov, obtendrá con toda seguridad alrededor del 15% de los votos. Hasta hace poco se creía que los votantes tradicionales de este partido eran jubilados, entre los cuales cada vez es menor la cantidad que posee una visión positiva de la URSS. Si bien esto es cierto en gran parte, el Partido Comunista ha seguido consiguiendo su porción de votos. ¿Cómo es posible que así sea? Se debe a la gente joven y de mediana edad que ven en el Partido Comunista un potencial de protesta. Aunque, por otra parte, la cantidad de votantes comunistas no aumentará. Principalmente porque el propio Ziugánov se ha vuelto obsoleto. Hace demasiadas concesiones (en favor del electorado que se manifiesta) y no ha generado nuevas ideas en mucho tiempo. En otras palabras, el Partido Comunista se ha estancado y no se espera una revitalización para este ciclo electoral.
Lo mismo sucede con el Partido Liberal-Demócrata de Rusia (LDPR), cuyo líder, Vladímir Zhirinovski, se ha mostrado muy cansado en los últimos años. Su antiguo fervor nacionalista ha sucumbido; ya no parece un extremista, sino más bien un político completamente sano y constructivo que en ocasiones brilla en el cielo algo deslucido de la política rusa, donde hay demasiados grises. ¿Tendrá Zhirinovski la energía suficiente (el LDPR continúa siendo un partido unipersonal) para conseguir que su partido su partido llegue a la Duma? Aún es demasiado pronto para afirmarlo con certeza, pero tiene posibilidades.
El panorama parece aún más oscuro para Rusia Justa, liderada por Serguéi Mironov, el exportavoz del Consejo de la Federación (la cámara alta del parlamento). Las encuestas de opinión colocan la popularidad de dicho partido alrededor del 4-5% . Esta cifra está por debajo del umbral del 7% necesario para ingresar en la Duma. Aunque aquellos partidos que obtengan entre el 5 y el 7% de los votos podrán contar con 1 ó 2 escaños en la nueva Duma como compensación, de acuerdo con las enmiendas presidenciales a la Ley Electoral introducidas hace dos años. Después de que Mironov se enemistara con la gobernadora de San Petersburgo, Valentina Matvienko, el líder de Rusia Unida decidió relevar a Mironov de su cargo, el tercero con más poder del Gobierno. Por iniciativa de la Asamblea Legislativa de San Petersburgo, Mironov fue llamado nuevamente por el Consejo de la Federación. Paradójicamente, esto sólo beneficiará a Rusia Justa, ya que la “acusación de las autoridades” crea la imagen de Rusia Justa como fuerza opositora, lo cual le ayudará a posicionarse con más precisión. Aunque Mironov todavía guarda un as en la manga: su nombre es Dmitri Rogozin y es el representante permanente de Rusia ante la OTAN en Bruselas. Madre Patria, el partido que Rogozin creó con vistas a las últimas elecciones parlamentarias, obtuvo con facilidad un 15% de los votos. Aunque posteriormente fue absorbido por Rusia Justa y Rogozin, que había asustado a muchos con su abierto nacionalismo, fue enviado a “reeducarse” a la capital de la burocracia europea. Es muy probable que Rogozin regrese a la política rusa este otoño como miembro de Rusia Justa.
Por último, el partido mayoritario, Rusia Unida, liderado por Vladímir Putin, (que a pesar de no ser miembro del partido, es su líder), planea presentarse renovado en las próximas elecciones. Los mandatarios del partido percibieron que los votantes estaban cansados de ciertas caras y que estaban cada vez más irritados porque Rusia no está saliendo de la crisis lo suficientemente rápido y no está solucionando diversos problemas sociales y económicos. Rusia Unida está intentando canalizar este descontento de un modo constructivo, mientras los partidarios de un desarrollo acelerado observan con impaciencia. Putin anunció la creación de un Frente Popular pre-electoral con el fin de permitir que candidatos ajenos al partido (hasta un 25%) estén presentes en en las listas de Rusia Unida. Esto refleja el deseo del partido de atraer nuevos rostros. También se espera que en vistas de las elecciones de diciembre Rusia Unida proponga gran cantidad de nuevas ideas. La maquinaria de Rusia Unida se encuentra trabajando activamente en un ambicioso programa de campaña. Por su parte, el aún extremadamente poderoso Putin está intentando lograr que el electorado crea en todo esto.
Mientras tanto, también existen interrogantes en la derecha. El partido Causa Justa, cuyas perspectivas electorales hasta hace poco eran muy bajas, tendrá oficialmente un nuevo líder para finales de junio: el multimillonario Mijaíl Prójorov —una figura controvertida, aunque también muy pintoresca—. Sus desventajas son su fama de inteligente playboy propenso a derrochar dinero en complejos de ski franceses y su aparente deseo de extender la semana laboral de cuarenta a sesenta horas. Se le atribuyó esta propuesta cuando, de hecho, lo único que Prójorov propuso fue que quien quisiera trabajar más de cuarenta horas a la semana en su profesión estaba legalmente capacitado para hacerlo (el actual Código Laboral ruso lo prohíbe). Por su parte, presenta varias ventajas ya que es un rostro nuevo en política, no está vinculado con la burocracia gobernante, es exitoso en su ámbito y tiene buena presencia ante las cámaras. Además, actualmente en Rusia existe una demanda de un partido liberal de derechas, un partido que pueda expresar los intereses de personas que no estén a la espera de las dádivas del Gobierno, sino de aquellos que no quieren depender del Estado y esperan que éste les permita materializar su potencial en negocios y ganancias.
Lo más interesante del actual panorama político con miras a las elecciones parlamentarias de diciembre es que apenas depende de la cuestión de mayor actualidad en la política rusa: quién será —Medvédev o Putin— el candidato de Rusia Unida para las elecciones presidenciales de marzo de 2012.

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