Moreno, el fascista

El secretario de Comercio protagonizó un nuevo incidente público. Fue en la residencia del embajador de los Estados Unidos en ocasión de una nueva celebración de la Independencia de ese país. Ocurrió cuando la periodista Silvia Naishtat quiso consultarlo por la clausura de cuatro supermercados ante supuesto incumplimiento del acuerdo de precios, clausuras dispuestas por Guillermo Moreno.
Moreno primero se mostró algo perturbado ante la consulta, pero de inmediato comenzó a recriminarle a la periodista por haberlo interrumpido. El funcionario elevó el tono al parecer con la intención de capturar la atención; la periodista se disculpó, pero no alcanzó: Moreno había comenzado a increparla, cuestionándola por el lugar en el que desempeña su profesión: el diario Clarín.
Parecía un trabajo bien hecho: ya nadie se acordaba de la cuestión de las clausuras.
La cuestión se desmadró cuando un segundo periodista de este diario le pidió al secretario que no le faltara el respeto a su colega, una periodista especializada en cuestiones económicas, de reconocido prestigio y capacitada para consultarlo sobre el tema precios. La consulta de Naishtat absolutamente pertinente y estaba dirigida al funcionario indicado. Moreno perdió entonces cualquier posibilidad de autocontrol. A los gritos, escupiendo saliva –es literal– el funcionario dijo que jamás hablaría con periodistas de este diario y los acusó de tener las “manos manchadas con sangre”. “¡Decile a la embajadora!, reclamaba Moreno como quien da instrucciones a un periodista de un canal de cable, en el pasado jefe de redacción de la agencia oficial, que lo miraba azorado.
Es oportuno reparar en que lo que hizo Moreno, contra lo comúnmente se cree, no fue sólo representar un personaje intimidatorio, con un fin político definido, en este caso, desprestigiar a un medio no alineado con el gobierno nacional. Moreno actuó como una persona emocionalmente desequilibrada que intentó degradar a quienes lo consultaron por sus responsabilidades de gestión. Los psiquiatras podrían cuestionar que se emplee el término psicópata para describir la conducta de Moreno. Vayamos entonces a terreno seguro: Moreno actuó como un auténtico fascista

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4 comentarios en «Moreno, el fascista»

  1. Pobre Walter Curia, otrora respetado periodista, relegado a y por el diario Clarín. Es que debe estar muy deprimido, no tiene más los espacios que supo tener otrora, pasando su diario a dar más espacio a cosas más consistentes como las opiniones de Roa (?), las columnas humorísticas o las mentiras incomibles. Su prosa no es lo que solía.
    Ahora resulta que la impertinencia debe ser respondida con respeto. Siempre me asombró esa creencia absoluta de los periodistas que creen que cualquiera debe responderles cuando ellos preguntan. Aún un funcionario público responde a un periodista cuando quiere y, llegado el caso, por lo menos lo tratan con un mínimo de respeto y luego no tergiversan o mienten. La obligación de «responder» del funcionario es a la ciudadanía, no a los periodistas, y por los canales institucionales, no a cualquier pregunta en el aire. No reclaman institucionalidad?

    Tal vez Silvia Naishtat podría quizá haber estado un poco más ubicada si se metía con Moreno cuando este ingresara en el sanitario para preguntarle por el color de sus calzones. Quizá si se cruzaba con su médico clínico le preguntara por los resultados de los últimos estudios en medio del ágape en la embajada… Pero no, que la sacrosanta libertad de expresión de la ciudadanía está encarnada en los periodistas y sólo ellos la tienen adentro… ehhh, no.

    Pero parecen tan estúpidos a estas alturas, que es lógico que se depriman, ya que tienen con qué. Si le inventás cualquier basura y le tirás mierda por la cabeza en cada cosa que escribís, después pretendés ir a preguntarles algo en un lugar desubicado y que te responda con buena onda y predisposición? Es de estúpidos, realmente. A mi me lo enseñaron en la escuela primaria: ubicate nene, al baño en el recreo y preguntar cuando la señorita termine la clase; cuando te dirijas a alguien hacélo con respeto, sobre todo si querés llegar a buen puerto.

    Ahora supongamos que Moreno efectivamente gritó, supongamos que le salieron asimismo unos esputos por la bronca que tenía. Esta historia ¿será como la de los «guantes de boxeo» que resultaron de juguete, o la «intervención a Clarín», o la «irrupción en la asamblea de Clarín»?. Muchachos, antes podían mandar cualquier verdura que el pueblo la comía o al menos la dudaba… hoy, no. Los tiempos cambiaron y ya no basta el «lo dijo tal».

    Lo lamentable para Curia y Naishtat es que quien les cree lo hace no por su trayectoria, sino por su odio visceral al gobierno y le importa tres pitos la trayectoria o el estilo de quien destile su odio. Y es muy triste haber hecho carrera y que te releguen laboralmente en el diario, que lo sigas defendiendo y encima cualquiera en la calle se te cague de risa. Y encima que sabés que ya no te cocinás en el primer hervor, que aún cuando cambie la mano en el país, esa ignominia no te la saca nadie de encima y ya tenés demasiada edad para arrancar de abajo de nuevo. Y que en ningún otro diario te van a garpar lo que en el sangriento, mientras que te acostumbraste a un tren de vida que no bancaría que labures en un zonal. Al menos el «gordo» la hace bien y se forra para siempre, pero el resto…

    Al menos a Moreno, sea grosero o no, muchos lo respetamos por sus cojones y por su coherencia, además de su trabajo y su patriotismo. Esos periodistas, lamentablemente porque tenían con qué, están quemados. Y lo saben. Pero en lugar de trabajarlo en terapia o buscar alternativas, escriben cualquiera para ver si les vuelven a dar un lugar prominente en la sección política de Clarín.
    Cómo deben replantearse lo bien que hizo Restivo eh. Lo deben lamentar por lo bajo. Pero eso se llama cojones, que Moreno tiene, mientras Curia y Naishtat no.

    Ladislao

    1. En el país de Maradona y Moreno, lo importante es tener «cojones».

      O sea, el elemento vital para el concepto político ideológico del «modelo»: «La Tenés Adentro»

      De todos modos, si Naishtat tuviese cojones, en vez de Silvia, tal vez se llamaría Diego, o Guillermo.

      Pero no. Diego y Guillermo son únicos. Cojones. Eso.

      1. Y bueh, si eso es lo que usted rescata de mi comentario… las más de las veces la respuesta habla mucho más de quien responde. Que se le va a hacer, debe ser difícil vivir pensando en chicanas en lugar de ir un poquito más a fondo, demasiado parecido a los periodistas, conocedores de un océano de 5 cm de profundidad.
        Lo importante, reitero, es a quién se le tiene RESPETO. A esos periodistas, ni ellos mismos. Por desubicados, irrespetuosos e ilógicos mandaderos vendedores de fruta. Para peor cuando sí tuviste respeto en el pasado: qué te pasó, no encontraste lugar en otro lado Curia? Naishtat no se podía conchabar en algun otro lugar o pedirle ayuda al hermano académico? Prefierieron quedarse en la mugre hasta que perdieron lo poco que tenían, pobres.
        No le llama la atención las críticas a un funcionario que defiende los intereses del Estado (los nuestros) y al cuál no tienen por dónde entrarle? QUién es más grosero, el que pone medidas de control del Estado o quien lo insulta todo el tiempo con mentiras. Ya no vale esconderse en el «no lo sabía» al mejor estilo Alfonsito o la caterva de opositores para quienes si no está en la letra de Clarinete no existe, somos grandes ya.

      2. Gracias Ladislao por tu respuesta.

        Mi comentario se limitó a lo que más me llegó de tu comentario, o sea el viejo machismo soberbio que nos caracteriza.

        Los textos demasiado adjetivados o groseros los paso por alto o los ironizo, por ejemplo: cagar de risa, color de los calzones, estúpido, tirar mierda, caterva de opositores, deformaciones de nombres como «clarinete», y obviamente, los famosos «cojones».

        Por pudor ajeno no hice referencia a «las manos manchadas de sangre» de la pobre Naishtat, que en el programa de Chiche habla tan bajito que él se pone nervioso diciéndole que hable más fuerte. Abuela de modales suaves y mucha cultura y conocimiento de economía. Muy superiores a los de Moreno, sin duda.

        El súper secretario, además de un grotesco pendenciero, es un ignorante, gritón y maneja la economía del país como si fuera una tiendita de un inmigrante de baja instrucción que solo aprendió a abrirse paso en la vida a los empujones. Seguramente al ocaso del «modelo» su lugar en la Historia será muy menor.

        El funcionario es apenas un empleado de los votantes y contribuyentes, cosa que nunca aprendieron estos aspirantes a monarcas, y por alguna razón de la sabia civilización que aún no comprendemos del todo, los periodistas vienen a ser como una especie de intermediarios entre los funcionarios y el pueblo, ya que es harto dificultoso que cualquier ciudadano pudiese acceder con preguntas a algún súper secretario de voluminosos cojones, o alguna Reina bastante fálica.

        Me hacen felices los periodistas respetuosos como Naishtat. Y bueno, va en compensación con tanto ídem genuflexo que más que preguntar, ponen la respuesta en la boca de quien les da (temporariamente) de comer (bien).

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