Chile vota

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Este domingo 17 de noviembre se elige al Presidente de la República de Chile para el período 2014-2018. Los postulantes al sillón de La Moneda son: Michelle Bachelet (Nueva Mayoría); Marcel Claude (Partido Humanista); Marco Enríquez Ominami (Partido Progresista); Tomás Jocelyn-Holt (candidato independiente); Roxana Miranda (Partido Igualdad); Franco Parisi (candidato independiente); Alfredo Sfeir (Partido Ecologista Verde); Evelyn Matthei (Alianza) y Ricardo Israel (Partido Regionalista de los Independientes). La segunda vuelta electoral, de ser necesaria en caso de que ningún candidato alcance el 50% más uno de los votos, tendrá lugar poco menos de un mes después, el 15 de diciembre.

La disputa presidencial está concentrada en las figuras de la expresidenta Michelle Bachelet, Evelyn Matthei y Franco Parisi. De modo más preciso, dos incertidumbres configuran el panorama electoral: la primera y principal, si Bachelet triunfará el 17 de noviembre y no hará falta un ballotage, y la segunda, si deberá enfrentarse en una potencial segunda vuelta contra la oficialista Matthei o contra el independiente Parisi. Adicionalmente, el alto nivel de abstencionismo esperado –la instauración del voto voluntario con inscripción automática podría potenciar el fenómeno- se constituye en una fuente de incertidumbre que puede afectar el resultado.

Michelle Bachelet representa al pacto Nueva Mayoría, que agrupa al Partido Socialista, el Partido Demócrata Cristiano, el Partido por la Democracia, el Partido Radical, el Partido Comunista, la Izquierda Ciudadana, el Movimiento Amplio Social e independientes de centroizquierda. La estrategia programática de la expresidenta asumió tres ejes: reforma constitucional democrática -uno de los temas de debate más relevante de la campaña-, nuevo sistema tributario más justo y equitativo y educación de calidad.

La candidata presidencial de la Alianza, Evelyn Matthei, inscribió su candidatura acompañada por la Unión Demócrata Independiente y la Renovación Nacional. Según declaró la propia postulante, los cuatro ejes de su campaña son la salud pública de calidad, educación, delincuencia y regionalización. Asimismo, Matthei postula como prioritaria la modernización del Estado y la administración pública, entendiendo por esta la incorporación de pautas y lógicas del sector privado.

Franco Parisi -estuvo muy cerca de estrechar un acuerdo con Enríquez Ominami para disputar internas en un mismo espacio- es un economista de fuerte ascendencia mediática. A partir de esa posición, Parisi procura establecer un vínculo personal y “apartidario” –según postula- con la ciudadanía chilena. En las últimas semanas, la candidata oficialista amplió su foco de discusión, incorporando un discurso crítico a Parisi. Se observa: la disputa por el segundo lugar parece encauzarse hacia un desenlace impredecible, a la espera de que Bachelet no logre superar el 50% más uno de los votos.

En simultáneo con la elección presidencial se realizarán las elecciones de diputados y senadores. En esta ocasión se elegirá la totalidad de los 120 diputados correspondientes a los 60 distritos que componen el país, y 20 senadores (de 38) correspondientes a las circunscripciones de las regiones de Antofagasta, Coquimbo, O’Higgins, Bío Bío, Los Ríos, Los Lagos, Magallanes y Metropolitana de Santiago.

Además, la ciudadanía chilena elegirá a sus representantes en los Consejos Regionales (Cores). Los Cores están integrados por el intendente, quien es designado por el Presidente de la República, y ejerce la presidencia del organismo, y por consejeros, los cuales duran cuatro años en sus cargos y pueden ser reelectos.

La competencia electoral de los consejeros está organizada en base a circunscripciones provinciales delimitadas al interior de las regiones, que sólo existen a los efectos de la elección. Cada provincia de la región constituirá, al menos, una circunscripción provincial. Las provincias de mayor número de habitantes se dividirán en más de una circunscripción provincial, según lo que se establece en el artículo 29 bis de la ley número 20.678.

Reforma constitucional, propuestas y campaña

Las últimas modificaciones a la Constitución chilena fueron realizadas por el expresidente Ricardo Lagos, quien en 2005 eliminó ciertos artículos de carácter autoritario, muchos afincados desde el periodo pinochetista, cuyas huellas persisten aun hoy y en diversas áreas. En ese entonces, se apartó de la Carta Magna la designación de senadores vitalicios, y se estableció la facultad del líder del poder ejecutivo para destituir a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas.

El proyecto de reforma constitucional de Bachelet, como se dijo, uno de los ejes más importantes de su campaña, ordenó posicionamientos coyunturales y diagnósticos de fondo sobre el sistema político chileno en el actual período proselitista. Si bien la propuesta trae novedades en diversas materias, las innovaciones en la cuestión electoral presentan un relieve singular. De tal forma, el proyecto de reforma constitucional de Bachelet apunta a revertir el esquema mayoritario distintivo de la constitución autoritaria: el sistema binominal. Bachelet defendió una nueva Constitución que “elimine el sistema binominal que no permite una democracia moderna, adecuada y la elección de parlamentarios como es en todo el resto del mundo[1].

La relación entre poderes, particularmente entre el ejecutivo y el legislativo, también es objeto de cuestionamiento. Aquí los efectos institucionales parecen ser mixtos. El proyecto constitucional admite procurar la moderación del excesivo presidencialismo chileno. Para tal efecto, propone conservar el bicameralismo transfiriendo nuevas atribuciones al Congreso. Sin embargo, el proyecto abre la puerta a la relección inmediata del Presidente y empodera al mismo a disolver el Congreso por una vez en su mandato.

La propuesta también apuesta a avanzar hacia un régimen semipresidencial. En esta línea, plantea una separación entre la jefatura de Estado y la jefatura de Gobierno. De este modo, el jefe de Estado mantendría la decisión sobre el “derecho a excepción” o la “prerrogativa del veto parcial suspensivo”, mientras el jefe de Gobierno se encargaría de “conducir las relaciones internacionales” y de promover nombres para ministros.

Bachelet prometió en su campaña presidencial de 2005, y pretendió abordar durante su gestión, algunas de las reformas políticas. Los resultados no fueron del todo exitosos. El programa de octubre de 2005 se comprometía a “diseñar y aprobar un sistema electoral que sustituya el sistema binominal y garantice la competitividad, representatividad y gobernabilidad”. Fueron tres los intentos del Poder Ejecutivo por cambiar el sistema. El primero en abril de 2007, cuando la propuesta presentada por el ministro José Antonio Viera Gallo fue aceptada por gran parte de la Concertación y de Juntos Podemos Más, pero rechazada por la UDI y RN, dejando sin quórum la apuesta. En mayo de 2008 y en mayo de 2009, cuando se dieron los otros intentos, el gobierno insistió con una iniciativa que proponía eliminar el límite de 120 diputados. Este primer paso para pasar a otro esquema -aprobado este año en el Congreso- también fue resistido por las expresiones de la derecha chilena.

Además del fin del binominal, Bachelet propuso “impulsar la elección directa de los Consejeros Regionales”, “promover un sistema de registro electoral automático para los mayores de 18 años y un mecanismo de votación electrónico”, e “insistir en el voto de los chilenos en el extranjero”. De esas medidas, sólo logró cumplir con la elección directa de cores y la inscripción automática, aunque no pudieron regir debido a la falta de leyes complementarias. No obstante, es durante el gobierno de Piñera cuando se aprueba el paquete completo de inscripción automática, voto voluntario y ley de los Concejos Regionales.

Asimismo,  Bachelet se manifiesta partidaria de la “despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo” en tres casos: peligro de la vida de la madre, violación o inviabilidad del feto. Además, sobre el matrimonio igualitario, la candidata anunció que se convocará a un “debate abierto y participativo” para el posterior envío de un proyecto de ley. Esto es particularmente importante porque presagia (aunque algo de esto ya ocurrió) ciertas tensiones al interior de la coalición de Nueva Mayoría. Los Democratacristrianos se muestran insatisfechos con esas perspectivas del programa, mientras el PC apoya y reclama profundizar esta senda.

Por su parte, Matthei, la candidata oficialista sostiene que “la gente quiere que los políticos le alivien la vida cotidiana, por lo tanto lo que no le importa a la gente son las discusiones ideológicas como qué tipo de Constitución vamos a tener, qué tipo de país vamos a tener en el sentido de quiénes van a ser los que van a tener más poder, porque las discusiones constitucionales son básicamente discusiones ideológicas que en la vida cotidiana a la gente no le cambian nada”. Como podemos apreciar en esta nota, existen varias hipótesis para intentar explicar la mala performance de la candidata oficialista. Quizás la victoria de Piñera haya creado un nivel de expectativas creciente en un sector amplio de la sociedad que no tuvo su correlato en la evaluación que realizan estos mismos sectores cuando su mandato está prácticamente concluido.

En esta línea, puede observarse un importante cambio en la sociedad chilena que explica la caída de la derecha. De acuerdo a la encuestadora CEP, un 74% quiere la reforma educacional de Bachelet y un 67% está de acuerdo con la reforma tributaria, mientras que casi la mitad del país está a favor de una asamblea constituyente, para rediseñar a fondo la Constitución. Y lo más relevante, un 85% está de acuerdo en que se deben reducir las diferencias de ingreso, un problema que muchos identifican como la raíz de las dificultades sociales del país.

Muchas encuestas coinciden en que Bachelet ganará en primera vuelta, en algunos casos derribando la barrera del 50% y más que duplicando a la candidata oficialista. Con este panorama, el oficialismo intentó esmerilar su candidatura con algunos intentos, esporádicos y poco eficaces. Por ejemplo, el ministro del Interior Chadwick sostiene que las propuestas y medidas que propone Bachelet van a generar un freno al empleo, al crecimiento, al aumento y a la mejoría en las remuneraciones, y que harán, en definitiva,  que Chile se distancie cada vez más del desarrollo.

Un párrafo aparte lo merece la candidatura de Marco Enríquez Ominami. La relevancia de su aspiración va más allá del resultado propiamente dicho. El hecho de que compita con Michelle Bachelet en el mismo nicho del electorado hace que su desempeño resulte determinante para saber si el país deberá encarar una segunda vuelta el 15 de diciembre. Y de la mano de esto, su presencia obligó a la expresidenta a tomar buena parte de sus banderas políticas y económicas, dando a su candidatura una impronta progresista que va mucho más allá de lo que se le conoció en sus años en el poder político (2006-2010). Las propuestas del candidato que han sido replicadas por la exmandataria son varias: una reforma de la Constitución, cambios en la política tributaria, el fin del sistema electoral binominal que subrepresenta en el Congreso a las minorías, una educación gratuita y de calidad, y eliminar restricciones al aborto, entre otras.

En definitiva, el éxito de la candidatura de Bachelet, y de su propuesta redistributiva, radica en que el “modelo económico chileno” comienza a exhibir serias carencias, que se expresan en la dependencia del cobre y las materias primas, y en una dificultad para generar mecanismos que logren volcar los beneficios hacia masas sociales cada vez más exigentes. Es también una incógnita si el eventual triunfo de Bachelet modificará la estrategia de alianzas regionales de Chile, relegando los vínculos con los países de la Alianza del Pacífico para fortalecer e incrementar los lazos con el MERCOSUR (siendo el país transandino una nación asociada a este organismo). Y por supuesto, si los avances frente al restrictivo Sistema Electoral Binominal, quizás el legado institucional más palpable de la dictadura, serán fructíferos o no.

Todo ello comenzará a saberse a partir de este domingo a la noche, cuando se cuenten los votos. Sólo resta esperar.

 

 

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6 comentarios en «Chile vota»

  1. Con los resultados a mano, es interesante el hecho de que entraron 4 estudiantes de izq. al congreso. Este hecho no hace más que reflejar el éxito de la lucha estudiantil chilena contra el modelo neoliberal aplicado a la educación, probablemente uno de los países más desiguales en este tema. Habrá que ver cómo la sociedad revierte el modelo neoliberal que impera en chile, haciéndolo cada vez más desigual y que empobrece a su pueblo. Los resultados son alentadores, un pequeño avance.
    Saludos,
    Pedro.

  2. Saludos
    El comentario de Pedro es muy revelador de la influencia que ha tenido el movimiento estudiantil en Chile, tuve la oportunidad de estar en tierras chilenas hace dos años y apreciar el sentido y la fundamentación de la causa, la de la educación, una lucha sin duda digna y pertinente, ya que la educación es un estandarte no sólo de sabiduría, sino también un arma blanca (si se me pertime la analogia) en contra de la represión, la desigualdad y la injusticia.

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