Datos y relatos de Cambiemos

“Es necesario saber dar un treinta por ciento
a tiempo que perder todo a posteriori”

Juan Domingo Perón.
Discurso en la Bolsa de Comercio,
25 de agosto de 1944

“Si nos respetamos, si nos decimos la verdad,
si ponemos cada uno de nosotros nuestro máximo
esfuerzo, ese esfuerzo que dignifica,
que nos hace ser quienes somos, nos va a ir bien”.

Mauricio Macri
Mensaje al país por las redes sociales
por el fin de año.
30 de diciembre de 2016

 

 

espacio-vacio

El discurso pronunciado por Juan Domingo Perón en la Bolsa de Comercio en 1944, fue por décadas la muestra “irrefutable” que Perón actuaba en defensa de los capitalistas y que su esfuerzo estaba en contener una revolución socialistas “inminente”. Las cosas fueron un poco más complicadas porque los capitalistas nunca terminaron de confiar en Perón, y la inminencia de la revolución socialista, parece que no era tan inminente. Pero lo que me interesa resaltar acá es que el general tiró un número: “30% les estoy pidiendo; sino la pierden toda”. No fue una metáfora, les dijo una cifra bastante específica, la propuesta de un acuerdo sostenido directamente en dinero: 30% de lo que están ganado ahora. Eso o la amenaza de perderlo todo. Piénselo.

Lo que ocurrió después sigue alimentando las dos (o tres o cinco) bibliotecas que conlleva la interpretación del peronismo. Pero marcó un estilo de comprender la política: el peronismo es materialista. Hablamos de números, de políticas que afectan la distribución del ingreso, de poner esta cantidad de millones aquí o allá. Ese supuesto “gen del poder” atribuido al peronismo, es quizás su falta de metáforas, de parábolas: 30%, de eso le estamos hablando, diría Perón. Desde luego, todo eso fue acompañado por el relato en torno de la noción de pueblo, de nación, del peso del liderazgo. Todas esas cosas estuvieron allí siempre entre los cimientos del peronismo, pero solo lograban fraguarse si había números de por medio: mayor empleo, mejores ingresos, más hospitales, más escuelas, menos pobreza, o menos inflación. Y esa lógica de construcción política funcionó en todas las experiencias peronistas, incluida la neoliberal de Carlos Menem: sin la brutal baja de la inflación entre 1990 y 1992, los cohetes que salieran de Córdoba o el mítico ingreso al Primer mundo, no le hubiesen sumado un voto. Los extensos discursos presidenciales de Cristina Fernández, consumían minutos en el relato poblado de números, de cifras; de lo que había antes y en ese ahora; de lo construido, distribuido, concretado, firmado. Sin esa materialidad el peronismo parece no comprender el poder. No son pocos los dirigentes peronistas que te comentan lo dificultoso que es para ellos, ejercer un cargo en el poder legislativo: “acá todo es lento, interminablemente negociado. No estás todos los días en el territorio haciendo algo”. El poder existe, si se traduce en materia efectiva, palpable, inmediata. Sobre todo eso, luego se puede construir un relato, que le dará formas y ribetes a esos números y realizaciones.

Mauricio Macri, presidente de la Nación, es ingeniero. Pero es, por sobre todo, un empresario. Participó en los negocios de su padre y en otros más por su cuenta, que hoy vamos conociendo de a poco “tuve una sociedad con X persona”, etc. Minimizar costos, maximizar ganancias; la ecuación no es muy compleja de comprender (aunque no siempre fácil de lograr) y es la base de la empresa capitalista moderna. Las empresas no resultan buenas o malas si transmiten “buena vibra”, optimismo o alegría; resultan de buenos a malos negocios en tanto den o no ganancias. Principios absolutamente materiales. Uno esperaría de una persona que proviene de ese sector, un profesional que se formó bajo los principios de logros, cantidades, ganancias y pérdidas por demás específicos, replicar esa lógica en la función pública.
Sin embargo, Macri sostiene hasta hoy un discurso muy semejante a la vaguedad de la campaña electoral, donde los deseos y las metáforas abundan. Aunque en realidad es algo diferente a la ambigüedad: el discurso de Cambiemos, no tiene anclaje. No tiene un horizonte de futuro que nos presente un hacia dónde, un poco más material que la alegría, el estar juntos y el ser felices.

Pero este juego semántico, tiene aún otra paradoja: el gobierno se enorgullece de haber transparentado las estadísticas en la Argentina. Afirma que el INDEC, es ahora una institución confiable. Esa es otra importante discusión, pero lo curioso es que la confiabilidad del INDEC nos ha regalado este año una notable suba de la inflación, la cual no sabemos cuánto será de todo el 2016 debido al “apagón estadístico” que duró hasta mayo; si tomamos la medición de CITRA la cifra llega a 40,9%, las más alta de los últimos 25 años; que el aumento del monto de bonos de deuda externa pública fue de 63% en los primeros 9 meses de 2016; también que el consumo se contrajo un 8%, la peor caída desde 2002; que subió el desempleo. Y sigue. Resumiendo: el gobierno de Cambiemos no puede presentar un solo dato, uno al menos, que refleje una mejora en el nivel y calidad de vida para la mayoría de la sociedad. (Otra cosa es, si hablamos de la salida del cepo y la posibilidad de fuga de divisas, por ejemplo).

La relación entre datos y relatos es una construcción, donde pesará para siempre la sentencia de Nietzsche acerca de la relación que puede ser antojadiza entre hechos e interpretaciones y que nos regala cada tanto, algunos usos extremos. En la conferencia de prensa que brindó Mauricio Macri en Casa Rosada el 17 de enero último, un periodista le preguntó sobre los despidos en AGR – Clarín y la existencia y cumplimiento o no, de un memorándum de acuerdo; a lo que el Presidente contestó que ahora las cifras que brindaba el INDEC eran creíbles y que eso era lo importante, porque había más empleo. En primer lugar es falso ya que el INDEC informó que en 2016 se perdieron 127.000 puestos de trabajo; pero por otra parte la respuesta no guarda casi relación alguna con la pregunta. Pero sí es consistente con el discurso presidencial, esgrimido desde el 10 de diciembre de 2015: el Presidente no da cifras. No hay números, ni porcentajes, ni montos, ni objetivos específicos, materiales, por alcanzar. La alianza Cambiemos, que acusó al peronismo en general y al kirchnerismo en particular de construir un relato, una realidad histórica cuasi fantasiosa, ese mismo espacio político, se niega a hablar de hechos materiales, (aunque no dude en inaugurar obras públicas construidas por el gobierno anterior o por gobiernos provinciales). Discípulos involuntarios de Bauman, la sociedad liquida parece la imagen preferida de Cambiemos; el Informe denominado El estado del Estado, publicado a inicios de 2016, fue quizás la primera muestra cabal que el relato, una forma de interpretación al fin y al cabo, estaría por encima de la contrastación de fuentes cuantitativas: allí las cifras surgen y desaparecen de manera antojadiza: lo que es sostenido por una cifra en un renglón, es luego contrastado por una percepción en el siguiente: muchas, algo, poco. Palabras que abundan en su redacción.

Desde luego la tendencia de Cambiemos no se produce en el vacío. Buena parte de la historiografía actual revisa el siglo XX en clave exclusivamente de luchas ideológicas, de pasiones, dejando en un pequeño rincón el enfrentamiento entre clases, las confrontaciones económicas, las disputas materiales.

De allí que este gobierno se presente notablemente más ideológico que el anterior, rasgo del cual parecen abominar incluso hoy los miembros de Cambiemos. Y es ideológico, porque como decíamos desde Artepolítica en un post anterior, busca principalmente redefinir el proceso de dominación política en Argentina, avanzando, desde luego, en la transformación de su estructura económica. Esa construcción se apoya en el poder que acumula siendo gobierno y en las alianzas político – económicas que ya ha tejido. ¿Es viable este modelo? La ausencia de buenas noticias (materiales) para los sectores del trabajo y la producción, nos hacen dudar a todos sobre su éxito basado sólo en cuestiones ideológicas. Pero hace un tiempo atrás Platón había hecho algunas consideraciones al respecto.

 

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