Del PRO al Conurbano: antes de ganar

Segunda parte de «Pro y Conurbano un vínculo incierto».

Cerca de un millón de habitantes del Conurbano trabajan en CABA. Representan alrededor del 20% de los ocupados del GBA. Cada día ese millón de personas se movilizan desde sus casas hacia sus puestos de trabajo donde producen pero también consumen; donde experimentan la disímil situación que hay entre ambos distritos. Esos trabajadores, juntos a otros tantos miles de bonaerenses que llegan a la ciudad en busca de esparcimiento, salud y educación, son los principales divulgadores del estado de situación porteño, de la gestión del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En el marco del vínculo entre el PRO y el Conurbano, la gestión ha sido el mensaje político más poderoso y prolongado.

Desde que llegó al poder en CABA, el PRO ha fortalecido un discurso pos-ideológico centrado en la gestión, en la nueva política que buscar “estar cerca”, que quiere “resolver los problemas de la gente” vía una gestión transparente y eficiente. Eso se asentó en un andamiaje publicitario muy aceitado; en el que, por ejemplo, se llegaban a comunicar intensamente políticas públicas con escaso impacto real (los casos paradigmáticos son el programa que proponía a todos los argentinos terminar el secundario desde cualquier parte del país a partir de una plataforma online y gracias al GCBA y el famoso “Alquilar se puede”).

La política más exitosa, y paradigma de la gestión PRO, ha sido el Metrobus, una obra de gran impacto en la movilidad metropolitana, de alta visibilidad (transformó la imagen de su principal arteria) y donde gran parte de los usuarios son del Conurbano. El Metrobus tiene todos los atributos que el ala comunicacional del PRO valora en una obra: eficiencia, modernidad y, sobre todo, visibilidad.

Más allá de los problemas que ha tenido la gestión del PRO en la Ciudad (sub-ejecución presupuestaria, nula política de vivienda, bajo nivel de inversión en infraestructura escolar y sanitaria, fracaso de su promesa de extensión del subterráneo), ésta se ha visto favorecida gracias a la comparación con las capacidades estatales de los distritos que la rodean.  Los presupuestos que manejan explican en gran medida esa distancia. Para 2017 el GCBA cuenta con una previsión presupuestaria de casi 190 mil millones de pesos. Quilmes, un distrito con un cuarto de la población de CABA, contará para el mismo periodo con alrededor de 6 mil millones. CABA cuenta con ingresos fiscales por habitante que multiplican por diez los que reciben Lanús, San Martín o Ituzaingó. Estas desigualdades se observan en la gestión, y permean la mirada que los bonaerenses tienen de sus gobiernos y del de la ciudad. Se refuerza una vez más la idea de diferencia y desigualdad, pero sin denunciar la injusticia que eso puede representar. Es, sin duda, un factor clave al analizar el vínculo del PRO con el GBA.

A la gestión entendida como un instrumento de campaña, durante el 2015 se le sumó una herramienta inédita, una herramienta que transformó para siempre las campañas políticas en el país, y particularmente en el Conurbano: el uso de las redes sociales que hizo el PRO, en especial Facebook. No es el objetivo de este ensayo presentar números exactos del alcance e impacto que tuvo esa vía de comunicación. Excede nuestras intenciones y recursos. Lo que sí resulta claro es que el uso de esa red social parece haber modificado la manera en que los candidatos (sobre todo, los candidatos a intendentes) llegan a sus votantes. Se ha fortalecido el “mito” Facebook.


La inmensa mayoría de la población del Conurbano no consume medios locales, y no participa de discusiones políticas o debates sobre el futuro de determinada ciudad. El voto se decide (o decidía) en base a diversas fuentes en la que la voz del candidato a intendente no era, ni por lejos, lo principal. Medios nacionales, tracción del voto nacional y/o provincial, afiches, pasacalles, militancia territorial, clientelismo eran (o son) las principales herramientas políticas y comunicacionales del Conurbano. Facebook transforma todo esto pues ahora esos candidatos que antes no llegaban a su electorado pueden plantear sus deseos, proyectos, opiniones de manera directa y masiva. Cuanto lo transforma es un interrogante que no podemos resolver desde este ensayo. Que tiene un efecto no se puede negar.

Hablamos del “mito” Facebook pues el relato de la victoria que se construyó desde el propio PRO ha sobredimensionado esa incidencia. Julián Gallo, su responsable de campaña en redes sociales, ha llegado a firmar una nota titulada “El primer presidente de Facebook”. En ella además de mensurar el impacto del medio (“Desde la noche del 25 de octubre hasta el 1° de noviembre, Macri alcanzó con sus posts en Facebook a más de 23 millones de personas, 15 millones de ellos de manera orgánica”) describió tres ejes principales de la comunicación digital que se dieron: concebir a Mauricio Macri como un medio de comunicación; tener a Facebook como el centro nuclear de los activos digitales; incrementar las ocasiones para expandir la identidad pública del candidato. Estas características, propias de la campaña presidencial, impregnaron todas las campañas, la de la gobernación, y la de las intendencias. Por primera vez la mayoría de los habitantes del Conurbano pudo acceder a los proyectos, planes, deseos, de los candidatos locales.

Este novedoso alcance de Facebook permitió comunicar una idea fuerza de la campaña 2015 (aunque nunca del todo explicitada): la Capital se propone gobernar el Conurbano (y la provincia). María Eugenia Vidal, Martiniano Molina, Néstor Grindetti, Nicolás Ducote, Diego Valenzuela no se presentaban como expresiones emergentes de su distrito. La imagen que se emanó desde la campaña era una suerte de desembarco, la propuesta de un tipo de gestión particular, la gestión porteña, la del PRO. Más allá del origen de los candidatos, de su lugar de residencia, todos eran presentados como elementos exóticos, no pertenecientes a la política del distrito, candidatos nuevos pero con experiencia. Se le proponía al votante del Conurbano una oferta política en cierta medida “importada” de su distrito vecino. Esta propuesta fue novedosa, y en gran medida eficaz. El desafío de los próximos años es cumplirla pero con presupuestos del conurbano, no de CABA.

Más allá de lo antedicho, puede considerarse y con razón que fue en el Conurbano donde ese éxito fue menos extendido. El PRO desembarcó vía gobierno nacional, provincial, y algunos locales con muchas expectativas pero también mucha desconfianza propia y ajena. El primer año de gestión, como en tantas otras ocasiones, los mensajes (los comunicacionales, y los de políticas) fueron, al menos, contradictorios.

Del PRO al Conurbano: después de ganar.

Durante su primer año como Presidente, en sus discursos oficiales, Mauricio Macri pronunció una sola vez la palabra Conurbano; lo hizo al referirse al desarrollo del Metrobus. “Área Metropolitana” o “Región Metropolitana” fueron mencionadas cuatro veces: dos en ocasión de un discurso sobre movilidad, dos en relación a la situación energética. Muy poco realmente.

Resulta llamativa esa ausencia. Sin duda ha habido muchas actividades oficiales en la región en las cuales se recogían temas urgentes como los déficits habitacionales y viales, los problemas productivos y de empleo, pero no ha habido hasta ahora un discurso oficial dirigido al área como un todo. Hay menciones a la pobreza a nivel país, pero nunca centradas en el Conurbano. Se nos escapa el sentido de esta ausencia, y si la decisión es consciente.

Más claro y entendible son otras ausencias. Un análisis realizado a fines de octubre en base a todas las conferencias de prensa del gobierno nacional demuestra que las palabras “desigualdad”, “redistribución” y “distribución” desaparecieron del discurso oficial. Estas ausencias rozan al Conurbano de manera directa ya que es el área más desigual del país (tomando toda la región metropolitana), en la que la agenda redistributiva es determinante. La desigualdad es una experiencia diaria de todo habitante del Conurbano. No tener un discurso sobre la desigualdad, es no tener discurso sobre lo que ocurre en ese territorio.

María Eugenia Vidal logra mayores niveles de conexión con el Conurbano (todas las encuestas la colocan diez puntos por encima de Macri). Sin embargo, tampoco interpela al Conurbano como un todo, no en lo discursivo. Como afirmamos antes, son muy altas las connotaciones negativas que tiene el concepto “conurbano”, y eso puede explicar su llamativa ausencia. Donde sí aparece, y acá ya abandonamos lo puramente discursivo y nos introducimos en lo político-económico, es en la discusión sobre el Fondo del Conurbano. La mayor bandera del PRO en relación al área. Aunque tímida, aparece como la más importante interpelación a esos diez millones de habitantes.

Al referirse al tema se debe partir de una realidad concreta, aunque poco entendible: el Fondo del Conurbano Bonaerense perjudica a la provincia de Buenos Aires. Se creó con el objetivo de favorecerla y hoy beneficia a todas las provincias menos a la que pretendía desarrollar. Esto aumenta la debilidad fiscal estructural que tiene el distrito, aunque obviamente no es el único factor.

Vidal ante esto ha planteado la necesidad imperiosa de modificar la situación. Ha avanzado, aún sin una definición clara, de manera un tanto errática. Ha realizado algunas actividades públicas pero sin continuidad A lo largo del 2016 este debate tuvo tres expresiones: uno a nivel declaraciones públicas de apoyo al pedido oficial (de funcionarios, de legisladores provinciales, de consejos deliberantes, del propio Presidente Mauricio Macri), otro a nivel legislativo, y un tercero, judicial.

En el Senado nacional se presentaron tres proyectos. El 7 de julio de 2016, los senadores Juan Manuel Abal Medina (PJ-FPV) y María Laura Leguizamón (PJ-FPV) por un lado y Jaime Linares (GEN) por otro, presentaron sendos proyecto. Cuatro días después, el 11 de julio de 2016 se presentó la propuesta del Senador Federico Pinedo (PRO). Los tres  buscan modificar la situación actual en beneficio de Buenos Aires. Difieren en los mecanismos para superarla; que fisco se ve más afectado; y cuál es el papel de los municipios. Hoy por hoy esta discusión está empantanada. Aún más después del debate sobre Ganancias de fin de año pasado.

Donde sí ha habido cierto avance es en el ámbito judicial. El 1º de agosto la provincia de Buenos Aires presentó en la Corte Suprema una demanda contra el Estado nacional para recuperar la totalidad del Fondo del Conurbano; también el retroactivo del último lustro. A su vez exigió ser incluida en el reparto del fondo de infraestructura social  del 4%. Según la propia gobernación la demanda podría alcanzar los $300 mil millones. A fines de noviembre pasado, la Corte Suprema de Justicia de la Nación admitió la competencia originaria para tramitar la demanda, abriendo así la puerta a un posible fallo en los próximos meses. La apuesta de PRO parece ser la vía judicial. A fin de año pasado, Macri afirmó: «La Gobernadora (María Eugenia Vidal) tiene razón. Los bonaerenses tienen razón. Han sido discriminados con un tope arbitrario que desvirtuó el origen de esa ley (la del Fondo del Conurbano). Así que espero que la Corte (Suprema de Justicia de la Nación) le dé cabida a eso. Y es algo que deberemos atender la Nación y el resto de las provincias».

De cara a este 2017 la discusión del Fondo del Conurbano será central, sobre todo en la campaña. La apuesta oficial a que haya una resolución judicial muestra las dificultades políticas con la que seguramente se encontrará en el ámbito legislativo. Una discusión donde se cruzan factores tan disímiles como la teoría “devolutiva” del federalismo fiscal y la discriminación de los distritos opositores en detrimento de los gobernados por Cambiemos. El panorama general muestra un creciente déficit fiscal del gobierno nacional; una provincia de Buenos Aires que discute cada año mayores niveles de endeudamiento y; poca predisposición del resto de las provincias a ceder fondos propios en tiempos de ajuste y caída de la actividad. En este contexto, hasta ahora, y fortaleciendo las distancias que hemos mencionado, la gran ganadora del 2016 fue la Ciudad de Buenos Aires al sumar 3,75% de coparticipación gracias al Decreto Nº 194/16.

Por ahora este debate parece no tener destino cierto. Con el correr de los meses puede convertirse en un activo del PRO, pero eso va a depender de factores que exceden a la política de la provincia.

En síntesis, el PRO, tanto antes como después de ganar, le ha hablado, y mucho, al Conurbano; aunque no desde una interpelación directa. Esos mensajes no les han sido indiferentes a los bonaerenses, lo que no quiere decir, necesariamente, que han sido exitosos. En la última parte de este trabajo intentaremos reconstruir parte de esos resultados.

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