Encrucijadas

 

I went to the crossroads, fell down on my knees
I went to the crossroads, fell down on my knees
Asked the Lord above, have mercy now,
Save poor Bob if you please

«Crossroads Blues», Robert Johnson

Nos preguntábamos el otro día con los editores de este blog qué pasa que al Gobierno le resulta bastante «simple» avanzar con una serie de medidas que resultan «ásperas» para grandes empresarios. De hecho le resulta más fácil ese tipo de avance del territorio «pintado de estatal», digamos, que lidiar con el cambiante humor de los sectores medios con capacidad de ahorro, por ejemplo, afectados por las restricciones a la compra de dólares a la cotización «oficial».

¿Dónde está el empresariado? ¿Cuál es el rol que le ha quedado luego de ilusionarse, en octubre pasado, con una «sintonía fina pro-mercado» que hasta ahora no llegó? Hubo  en ese momento sonoros aplausos, entusiasmo por lo que parecía ser el impulso a techos salariales bien bajos y medidas de «aliento de la inversión». Fue más o menos cuando Hugo Moyano dijo que la expresión «sintonía fina» le hacía acordar a cuando el menemismo decía cosas como «flexibilización laboral».

El Gobierno encaró por otro camino (¿intermedio?), uno que implicó una serie de medidas no muy simpáticas para las grandes empresas. Porque, pensemos: estamos ahora en un país en el que el Estado le dice a las grandes empresas cuántos dólares puede comprar (o no) en el mercado oficial y cuándo puede importar qué o, por ejemplo, cuánto va a tener que exportar si quiere importar. A eso se suman señales como que la mayor empresa del país ahora la va a controlar el Estado, que las reservas internacionales de la Argentina van a manejarse de una forma que se adecue a las estrategias del Estado nacional y que cuando un conjunto de grandes empresas quieran definir si distribuyen utilidades o reinvierten van a tener que negociarlo con un integrante de su directorio que representa al Estado.

Ese camino puede entenderse como una apuesta de la Casa Rosada a que la política (económica) siga definiéndose en la Casa Rosada. Un clásico del kirchnerismo, que suele pensar la política no como una actividad en la que se le va repartiendo a cada uno su certidumbre, sino que genera niveles de incertidumbre de la que van apareciendo cosas que «no deberían ocurrir». Idea que, a su vez, me parece, es una de las definiciones posibles de qué es la política, más o menos como dice Jacques Rancière.

Ahora bien. Dos preguntas.

1)  ¿No será que los empresarios estén de «brazos caídos» esperando a que nos hagamos torta?

Cada tanto, los empresarios ensayan un enough is enough. Un «ya está con el avance del Estado, eh, muy lindo todo, hasta acá nomás». Más aún con aspectos de la estratificación social que se parecen más a los de 1985 que a los de 2001.

Leemos así a Mario Vicens, presidente del XV Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), que da a entender que este avance del Estado debería ser coyuntural como parte de la salida de la crisis de 2001, pero que hasta acá está bien. O menos, también.

«En la Argentina hay una mayor participación del Estado a partir de la crisis de 2001 y 2002; cuando hay crisis, los estados tienen la responsabilidad de usar todas las herramientas con las que cuenta para atenuar los efectos. Eso ha pasado aquí y la sensación es que todavía estamos en una situación de transición, con un futuro por definirse en el que claramente va a influir lo que pase en el mundo». Y agrega: «Nuestra inquietud pasa por saber si se está planteando un nuevo relacionamiento, por ver si tras la crisis quedará instalado el modelo de un Estado más presente, como regulador y actor de la economía, o si ese protagonismo sólo habrá sido pasajero«.

Ninguna tontería. Un planteo estructural y estratégico para los intereses de los capitales más concentrados.

En este sentido, se me ocurre que la llegada de Carlos Slim a YPF –supongamos por un minuto que decida quedarse– no sería tanto algo  para festejar, sino más bien una señal que habla de las limitaciones que a esta altura de 2012 todavía muestra el esquema económico en la Argentina. ¿No hay  ningún jugador dispuesto a sacar un vueltito de 350 millones de dólares y entrar en la petrolera? De nuevo -ya sé que Slim entra por una deuda y bla, pero- ¿dónde están los empresarios locales? Yendo un poco más allá: Desde que Goyo Pérez Companc puso una heladería ¿dónde están los muchachos? ¿Escondidos? ¿Esperando? ¿Esperando qué?

2) ¿Qué costo genera la estrategia económica de la Casa Rosada?

Veamos, por ejemplo, las alternativas que plantean al Gobierno tres economistas del mainstream que coinciden en afirmar que no necesariamente aquí se va hacia un «Rodrigazo» ni a una de las crisis que cada diez años produce el sistema en la Argentina.

  • Miguel Bein, habitualmente realista y carente de enojos manifiestos hacia el Gobierno dice:

«...se requiere de otro equilibrio de precios y cantidades, cuya resolución dependerá de la combinación que se adopte entre crédito externo, tipo de cambio y tasa de interés en pesos». En español yo leo, salir al mercado de capitales, devaluar y/o retocar las tasas de interés«.

«…con algunos retoques en el precio del dólar se podría proteger el empleo y estimular la demanda de bienes no transables, con ajustes de tarifas en energía/transporte se reduciría el déficit y se asignarían mejor los recursos, revaluaciones inmobiliarias en las provincias protegerían sus presupuestos y una mínima contención del gasto público podría reducir el déficit y la necesidad de emitir pesos».

  • Miguel Kiguel, más vinculado al sector financiero, dice que las alternativas son:

«…aumentar la competitividad con una depreciación más rápida del peso, (…) una segunda opción es levantar las restricciones a las importaciones para facilitar la entrada de insumos necesarios para la producción y de bienes de capital que favorezcan la inversión, (…) una tercera opción es tratar de bajar el riesgo país, que hoy está por encima de los 1000 puntos, el más alto entre los países emergentes (…) Para bajarlo hay que buscar reinsertarse en la comunidad financiera internacional«.

A mí me parece espectacular no hacerle caso a ninguno de los economistas del mainstream si eso sirve para mantener la gobernabilidad democrática en la Argentina y que sea la política la que marque la orientación de las políticas económicas. Que defina qué-se-hace-cuándo. Qué hacemos para proteger a la mayoría. Cómo ponemos en práctica la idea de Cristina de «no ser neutrales».

Pero claro. Eso siempre y cuando no haya «Rodrigazo». Porque el primer legado histórico del kirchnerismo tiene que ser haber protegido a todos los argentinos de una crisis cambiaria, bancaria y monetaria de la que sólo saldrían parados (otra vez) los que están sentados arriba de una pila de dólares.

Foto.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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