Los diez errores económicos del primer año de gobierno de Mauricio Macri

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(Fragmento del paper «La economía argentina al cierre de 2016 Un año de gobierno de Mauricio Macri«)

 

1. “La salida del cepo no generará inflación”

El ministro Prat Gay señaló en octubre de 2015 que “el 80% de los precios ya incorporan un dólar cercano al paralelo (“blue” o “contado con liqui”), por eso, cuando unifiquemos el tipo de cambio, va a subir el dólar oficial y eso no afectará a los precios”. La realidad fue diferente: los precios subieron
3,9% en diciembre 2015, 4,1% en enero, 4% en febrero y proyectan un cierre de año con una inflación en torno al 42%, la más alta desde 1991.

El vicepresidente del Banco Central, Lucas Llach, había escrito en noviembre de 2015 en su blog que estaba convencido de que la salida del cepo podría ser no inflacionaria si, en simultáneo, se removieran las barreras proteccionistas imperantes. En otras palabras, si se hubiera eliminado
completamente cualquier tipo de limitación al ingreso de importaciones, recordando las recetas anti inflacionarias de 1977 y 1991: la apertura como elemento disciplinador de los formadores de precios internos, algo así como atacar una gripe con quimioterapia.

En definitiva, el diagnóstico inicial sobre la salida del cepo y la evolución de los precios fue equivocado y signó en buena medida la marcha de la economía durante 2016.

 

2. “El costo de incrementar las facturas de electricidad equivale a dos pizzas”

El ministro Prat Gay señalaba: “asustan cuando dicen cuánto van a subir, pero una factura que se pagaba 150 pesos y pasa a 350 son (una diferencia de) 200 pesos, que es dos pizzas”. La realidad que describía el ministro existía pero en un segmento acotado del consumo residencial. Efectivamente,
existen zonas de ingresos medio y altos que venían pagando facturas de servicios públicos muy reducidas debido al atraso tarifario y los subsidios erogados por el gobierno nacional. Pero lejos de corregirse esta inequidad, el incremento tarifario afectó a todo el país, hogares, empresas, pymes,
comercios y economías regionales.

Las subas fueron mucho más elevadas de lo anunciado, alcanzando guarismos de entre 400% y 500% e incluso fueron mal implementadas, llevando a la intervención de la Justicia, que obligó en muchos casos a dar marcha atrás. Pero el efecto inflacionario fue muy significativo, afectando la estructura
de costos de industrias y comercio.

 

3. “La ley antidespidos genera un efecto contrario a la inversión, será vetada y reemplazada por un compromiso empresario para evitar despidos”

El 9 de mayo el gobierno firmó un acuerdo con sectores empresarios que incluía promesas de inversiones y el compromiso de no realizar despidos por 90 días. Fue una reacción ante el proyecto de la oposición de sancionar una ley “antidespidos”, la cual fue finalmente vetada por el presidente. Durante el período de vigencia del “acuerdo”, las empresas privadas redujeron sus planteles de personal: 35.474 trabajadores menos en mayo, 16.857 menos en junio y 2.440 menos en julio. Es decir que durante el período de vigencia del compromiso de no despedir, las empresas privadas echaron a
casi 55.000 trabajadores.

La ley anti despidos estaba lejos de ser la mejor herramienta para proteger empleos. El accionar del Ministerio de Trabajo y el uso de diferentes instrumentos estatales se han mostrado en el pasado como un mejor antídoto para evitar fuertes caídas de dotación de personal en períodos
críticos. Sin embargo, el Ministerio de Trabajo estuvo lejos de ocupar ese rol y se fueron eliminando requisitos de no reducir planteles de personal de diferentes programas, tales como los planes de pago de AFIP.

En términos agregados, desde el inicio de la presidencia de Macri hasta el mes de septiembre se perdieron 121.000 puestos de trabajo del sector privado.

4. “Reduciremos el déficit fiscal ahorrando gastos que están de más”
De acuerdo a las expresiones del ministro Prat Gay, el objetivo del primer año era reducir el déficit fiscal en 1% del PIB, ahorrando gastos ineficientes. La realidad fue muy diferente: se introdujo un ajuste de gastos, fundamentalmente en la inversión en obras públicas, que contribuyó a acelerar el proceso recesivo, lo que a su vez condujo a reducir la recaudación impositiva. A ello se sumó la baja de retenciones a las exportaciones agrarias y mineras, con lo cual se redujo aún más la recaudación.

La consecuencia ha sido entonces que el déficit fiscal no se redujo sino todo lo contrario. En resumen: se recaudó menos por menor imposición a sectores económicos de mayor rentabilidad y, debido al impacto de la recesión, el ahorro de gastos no tuvo el efecto de reducir
el déficit fiscal.

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5. “La baja de las retenciones a los productos agrarios generará más empleo y más inversiones”

El gobierno instrumentó una baja en las retenciones amparado en el optimismo del sector privado y los resultados de corto plazo que generaría. El CEO de Monsanto señaló que la baja en las retenciones aumentará la producción en un 50%, diversificando la producción. El Secretario General de UATRE, gremio de trabajadores rurales, “Momo” Venegas, señaló en diciembre 2015 que “el campo va a crear dos millones de puestos de trabajo en la inmediatez”.

La realidad ha sido diferente: las economías regionales continúan en crisis, hubo una reacción moderada en la inversión que no compensa en absoluto la caída de otros sectores y no se crearon empleos directos, sino que hubo una caída de más de 2.000 puestos de trabajo en el sector primario en septiembre de 2016 contra septiembre de 2015.

 

6. “Asistiremos a una lluvia de inversiones”

La gestión de Mauricio Macri partió de cierta idea naif de que la mera presencia de dirigentes políticos más amigables con el mercado y funcionarios pertenecientes a grandes corporaciones generaría por sí sola, un shock de confianza que se traduciría, junto a política de liberalización financiera, en mayor afluencia de inversiones.

Lejos de eso, no se han observado anuncios importantes de nuevas inversiones. Ante la magra cosecha de capitales, el gobierno lanzó un blanqueo. Pero dicha herramienta, antes que un perdón fiscal fue planteada como una suerte de pedido de disculpa hacia sectores que, según esta visión, se habrían visto obligados a evadir capitales del país para evitar confiscaciones populistas. Se trata de un planteo reñido con la ética y el respeto a las instituciones democráticas: ¿podría entonces cualquier ciudadano evadir sus obligaciones impositivas amparado en su discrepancia con la política pública y las leyes vigentes? ¿Podría un empresario industrial argumentar que la apertura de las importaciones le resta posición competitiva y entonces lo obliga a evadir impuestos como forma de evitar ser desplazado del mercado?

 

7. “La recuperación llegará en el segundo semestre”

El excesivo optimismo inversor llevó al gobierno a postular la recuperación en el segundo semestre. A medida que la actividad económica profundizaba su deterioro, el discurso oficial fue mutando a la aparición de “brotes verdes”, a haber “tocado fondo” y otras metáforas poco
sustentadas en datos empíricos. El cierre de año muestra una caída más pronunciada y pocos elementos de recuperación en el corto plazo.

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8. “La inflación es un fenómeno monetario. Ajustando la emisión monetaria, se reducirá en 6 meses”

El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, señaló que “la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario; la política monetaria tiene rezagos de unos seis meses, con lo cual la inflación que vemos es producto de una fuertísima expansión en los agregados que
vivimos en la segunda mitad de 2015 y que tendrá efectos que se expandirán durante el primer semestre”.

A partir de estos preceptos, el BCRA aplicó una política monetaria contractiva, elevando las tasas de interés de LEBAC para contener el tipo de cambio, generando un gran negocio financiero y un sesgo anti productivo.

La inflación recién comenzó a ceder ayudada por el fallo de la Suprema Corte, en el marco de una economía fuertemente recesiva y un tipo de cambio muy apreciado. Sin embargo, no logró estabilizarse ni descender por debajo de los niveles registrados un año atrás.

Como mostramos en un capítulo especial de este Reporte Anual 2016, la evolución de los agregados monetarios no explica la trayectoria de la inflación, estando la misma vinculada a los saltos del tipo de cambio y a la puja distributiva entre salarios y márgenes de ganancia.

Naturalmente, pueden presentarse efectos de retroalimentación inflacionaria ante la expansión de agregados monetarios, por ejemplo, intensificando la demanda de dólares y empujando hacia arriba la devaluación esperada. Pero el foco del proceso inflacionario está dado en la combinación de los factores antes señalados: inflación cambiaria y puja distributiva. Algo de esto pareció tomar nota el BCRA cuando definió una política de estabilización cambiaria donde, llamativamente, intervino ante alzas en algunos momentos del año, pero no lo hizo cuando el tipo de cambio se redujo.

Ante este escenario, las ideas iniciales de “aprender a flotar” o “libre flotación” parecen tener un destino de archivo.
9. ¿Crecimiento económico sin industria ni innovación?

El discurso productivo del gobierno está plagado de contradicciones. Por una parte, se plantea un proyecto de desarrollo extrapolando la experiencia australiana, pero omitiendo el fuerte papel que en ese país tiene la innovación tecnológica y las industrias que sustentan la explotación de recursos naturales. Australia es, por ejemplo, el país que explica el 60% de las exportaciones de software para minería. Por su parte, el gobierno de Macri redujo el presupuesto del CONICET y otras instituciones de ciencia y tecnología, desprotegió a la industria satelital a pesar de los pasos positivos dados por ARSAT y ha incluso habilitado la importación de bienes de capital usados, perjudicando a la industria nacional. Sumemos a esto lo ocurrido con las energías renovables y tenemos un panorama que explica parte de la caída
de la producción y el empleo industrial.

El gobierno tiene un diagnóstico equivocado acerca del vínculo entre la inversión extranjera y el empleo. El ministro Prat Gay señaló que “el aislamiento financiero llevó a que se perdieran 41.000 millones de dólares de inversiones extranjeras. Esas inversiones hubieran generado 2.060.000 puestos de trabajo”. Lamentablemente, la aritmética que propone Prat Gay no funciona de esa manera. Si las inversiones no vienen acompañadas de radicación de procesos industriales y de ingeniería y el armado de redes de proveedores locales, sus efectos son muy limitados. Más aún en las actividades primarias, que es adonde se radicaron las inversiones
extranjeras en otros países de la región y de que, dice Prat Gay, nuestro país perdió. Si la inversión extranjera es solo una vía para financiar importaciones, como muestra el ejemplo de las energías renovables o la regulación que incluso autoriza a importar líneas de producción
usadas, entonces el vínculo que propone Prat Gay es muy reducido, cuando no ínfimo.
10. “Regreso al mundo”

Una de las premisas más señaladas por el gobierno en este primer año es la fuerte actividad para “reinsertar a la Argentina en el mundo”, destacando la cantidad de mandatarios extranjeros que han visitado el país, la participación en foros internacionales y el restablecimiento de relaciones con los mercados de capitales.

Se trata, en realidad, de una peculiar interpretación de la geografía mundial, por cuanto Argentina venía sosteniendo fuerte relaciones con diferentes países y regiones, por ejemplo, con China, país con el que se habían firmado importantes acuerdos comerciales, financieros y de obras infraestructura. China no solo es parte del mundo, sino que es el más dinámico de la
economía mundial.

No obstante ello, restablecer relaciones financieras con los mercados financieros de occidente era un tema pendiente de resolver. El problema es, nuevamente, la visión naif que tiene el gobierno respecto al contexto histórico. No es el escenario de 1990: la economía internacional
afronta importantes problemas, los países desarrollados crecen muy poco (cuando logran crecer), crecen tensiones internas expresadas en, por ejemplo, el Brexit y la victoria de Donald Trump, el comercio internacional se reduce y cambia el escenario financiero. La época de auge de los commodities llegó a su fin, si bien los precios no se han desplomado, pero ya no tienen el dinamismo que mostraban hasta 2012 (o 2014 en el caso del petróleo). Son tiempos para pensar en niveles de crecimiento moderados, apostando a proyectos específicos y aprovechar capacidades internas. En ese marco, la inversión extranjera puede ser un complemento, puede ser invitada, pero ya no tiene el dinamismo del pasado y además tenemos sobrada experiencia de que sus efectos dependen de las políticas internas que se implementen para potenciar sus ramificaciones en redes productivas.

En síntesis, este error de diagnóstico, de mirada sobre el contexto internacional, de pensar que estábamos ante un deja vu de 1990, es otro aspecto que explica el magro desempeño del primer año de gobierno.

 

Concluyendo: Errar es humano, incluso para el mejor equipo de los últimos 50 años.

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