¿Qué pasa si los cuatro-cinco-grandes-temas no son joda? Es cierto que lo más sencillo es reírse de la idea de que este país “se soluciona” poniéndose de acuerdo en los cuatro-cinco grandes temas fundamentales, y que lo demás sale solo. Pero qué pasaría si hubieran, efectivamente, algunos temas sobre los que podría construirse un consenso más amplio que el campo nacional y popular solo (sea eso lo que sea, sea eso quienes sean). Es decir, me da la sensación de que los cuatro-cinco (decidan si cuatro o cinco urgente) grandes temas, no son aquellos sobre los cuales la sociedad tiene que construir un consenso; tampoco me parece que sean, necesariamente, cuatro o cinco políticas públicas; me parece, más bien, que son dos o tres reglas no escritas sobre las cuales la clase política, en su totalidad, tiene que estar dispuesta a jugar.
Primer momento. Ruckauf sentado en un programa del canal Metro pegándole a todo lo que hizo el kirchnerismo desde el 2003 en adelante. La conductora arroja una última pregunta, como para terminar de rematarlo, y le pregunta por Néstor Kirchner secretario general del Unasur. Ruckauf se acomoda en el asiento, y dice algo así como: “ah, no, para adentro esta gente es un desastre, pero de la frontera para afuera no hay nada mejor para un argentino que otro argentino”. Bien (y sí, ya sé quien es Ruckauf, eh).
Segundo momento. El País, de España, publica un artículo diciendo que los Kirchner sobreviven al malestar popular “gracias a la ineficaz oposición”. Allí se da cuenta del periplo opositor desde Redrado hasta el fallo de la Cámara de Apelaciones, pasando por las intentos fallidos de conseguir quórum propio en el Congreso.
¿Qué pasa si el tema uno -porque es el primero que se me ocurre, no porque sea el más importante- es ese? Dentro del país nos sacamos los ojos, desde Usuahia a La Quiaca todo, fuera de ahí, nada. Es, digámoslo, un buen tema para ponerse de acuerdo: fuera del país, somos todos argentinos, nos ponemos gorro, bandera y vincha y a buscar inversiones, muchachos, que en el exterior somos todos embajadores del Estado argentino: oficialistas, opositores, apoyos críticos y no tan críticos. Hay que luteranizar el Estado, permitir que cualquiera, en el extranjero, sea sacerdote de la marca argentina. Charlemos sobre qué nos pareció la guerra de Malvinas y las negociaciones posteriores: pero cuando un dirigente político, del color que fuera, pone medio pie afuera de los límites geográficos, inmediatamente le da play al cassette del derecho internacional y la soberanía argentina sobre las islas.
El Gobierno, de quien no se puede dudar que conoce el contenido de la nota de El País, tuvo y quizás tiene una gran oportunidad para salir a decir -ya que se insiste con la cuestión mediática en el discurso-: “no, muchachos, en este país las instituciones funcionan fantásticamente y por eso hay sesiones en las cuales la oposición consigue sus objetivos y otras en las cuales no, pero en definitivas cuentas acá hay un sistema democrático donde la dinámica del oficialismo y la oposición fun-cio-na”. O sea, un Gobierno que diga: sí, los compañeros opositores son una cosa tremenda a veces, pero eso lo digo yo, eh, si lo dice uno de afuera me hirve la sangre. Sería un primer buen gesto para empezar a construir un par de reglas del juego democrático.
De la misma manera, del otro lado se necesita un gesto. En primer lugar, en la cuestión del Unasur, una oposición que acompañe la candidatura de Néstor Kirchner. ¿Suena fuerte? Puede ser, que se negocie la de mínima, entonces. Una oposición que no evalúe que sería una tragedia para América que Kirchner sea nombrado al frente de Unasur, porque no es un hombre democrático; no es un gesto demasiado generoso, pero es algo. Se trata de construir los límites del juego democrático, donde la regla uno sea: el arma de apelar al extranjero para denunciar la situación interna, durante un gobierno elegido democráticamente y que respeta los derechos políticos esenciales, no vale. Todo lo demás, hacia adentro, vale. No tendría problemas en que, hacia adentro, alguien diga que Kirchner conduce un tren a Varsovia o algo así. Cuando se lo dice afuera, la cosa preocupa un poco más. No quisiera apelar al recurso de “en-los-países-serios”, pero se me ocurre que una forma de construir una imagen de un país serio en el exterior, es que los primeros defensores de ese país sean quienes todavía no son gobierno.
“Miren, nosotros no estamos de acuerdo con lo que está haciendo este Gobierno; sin embargo, en mi país las instituciones funcionan a la perfección y tenemos el derecho no sólo a decirlo sino a tratar de implementar lo contrario desde el Congreso cuando podemos hacerlo”. No se pide demasiado a los opositores. “Miren, nosotros creemos que este es el rumbo que tiene que tomar el país y la oposición cree que es uno distinto. Sin embargo, nos parece una falta de respeto que un diario de España hable de la ineficacia de los sectores opositores que forman parte del Estado argentino de la misma manera que lo forma esta Presidenta y sus ministros”. Tampoco se pide demasiado al oficialismo.
¿Estamos de acuerdo?, ¿firmamos?
Vamos por el Tema Dos, entonces.
podria ser.
hay algo que me hace ruido: «sí, los compañeros opositores son una cosa tremenda a veces, pero eso lo digo yo, eh, si lo dice uno de afuera me hirve la sangre»
por el chamuyo ese de las «campañas antiargentinas»
pero siempre que se trate de un gobierno democratico, me parece que no estaria mal. Lo de Carrio fue increible.
en el tema dos, si me parece que habria que generar un consenso
Tengo que confesar que no valoro el consenso mas alla del 50+1 que requiere una republica, ni las politicas de estado me resultan ni necesarias ni sagradas, mas alla de la de cumplir la CN y la ley. Lo demas dejemos que se decida con el trajin de la politica. Una politica de estado, como lo fue por 10 anos la convertibilidad, no debe detenernos cuando el 50+1 decide que no le es provechosa. Las politicas de estados son tales ex_post, despues de anos de obtener el apoyo del 50+1 significara que tenemos una politica de estado. No al reves.
Y coincido con Pepe que molestarse mas por lo que diga El Pais que lo que digamos aqui, es un poco provinciano. Y tambien lo es creer que si va el gobierno o la oposicion, le cambiarian la linea editorial a El Pais.
esto que planteas pr un lado esta bien y es verdad
por el otro la argentina es el unico pais del mundo que no lo hace. somos los mas antiargentinos del mundo
no se por que tema es pero smos los mas antipatriotas que hay criticamos todo eh no hay nada que nos venga bien de argentina
y la verdad es que hay que ponerse la camiseta si no te gusta ocupate sino silencio stampa.
los brasileros todos dicen somos los mas grandes del mundo geniales no sabes que buenas politicas.
creo que el nacionalismo esta demasiado vinculado a la derecha y los militares o cual le da un mal lustre.
pero yo etoy muy orgulloso de ser argentino como deberíamos estar todos no importa si argentina es buena o mala. somos todos hijos o nietos de inmigrantes que vinimos aca e hicmimos la america. es parte del problema del mito fundacional argentino
los yankees piensan qe seas quien seas si te rompes el culo por tus propios medios podes ser el mejor y llegar a lo que quieras
nosotros tenemos como mito que nos tiene que dar todo. y no te digo de acceso a la vivienda etc
es el no me aprueban al nene en el colegio. para tu hijo estudia?
el estado no hace esto o aquello. y por que no te juntas con la gente del barrio a hacerlo
tocqueville en la democracia en america nota esa diferencia entre usa y francia y aca esta totalmente exacerbado
La verdad ,lo planteado en el punto 1 me parece irrelevante.
Queres hacer una política de estado de verdad: hacé una ley para la asignación por hijo, convertila en un derecho y no en una dádiva del kirchnerismo y cuando la presentes hacelo rodeado de Cáritas,la CTA,la Red Solidaria,la Coalición Cívica,etc que fueron los que batieron el parche durante años.
Si el gobierno, pudiera superar por un rato la mezquindad y el cortoplacismo,podria argumentar:
Esta es una idea que plantearon diversos sectores por mucho tiempo, nosotros tenemos el mérito de concretarla y ahora queremos que se convierta en un derecho para las próximas generaciones.
Ajá, ¿y qué parte de todo esto dice que una cosa quita a la otra? Yo no hablé de política de Estado, si querés la hacemos también (ojo, después no vale hablar de «apropiación de los derechos humanos de los niños»), sino de un par de reglas para la clase política. Segundo punto: ¿vos decís que pasa por el Congreso una ley sobre asignación universal? Tercero: ¿por qué una ley es menos una dádiva que un decreto? Fundamente.
No es mejor que a quien implemente una accion correcta se le permita su hora de eutoadulacion, asi los proximos tambien tendran estimulos para implementar acciones correctas. Al fin y al cabo, no importa si en la foto sale solo o con todos los heroes de la historia, solo importa que implemente lo que esperamos hace 20 anos que se haga y, como efecto colateral, enviamos un mensaje al futuro «politicos, quien implemente esto se le permitira su minuto de gloria, sin importar intenciones, ni prontuario». Si los politicos no obtienen redito politico, estamos esperando un acto religioso.
Es cierto una cosa no quita la otra.
Una ley pasa en el congreso simplemente porque amplios sectores de la oposición plantearon,con matices , la asignación universal por mucho tiempo, es claro que hay que estar dispuesto a hacer modificaciones o recibir aportes «de los que no tienen ideas».
Una ley es mejor por razones obvias: solo puede ser eliminada por otra ley (mientras que ahora se puede eliminar del próximo presupuesto) y se convierte en una obligación del estado argentino y no en algo que el gobierno de turno otorga si quiere. Si un próximo gobierno quisiera hacer un ajuste sobre la asignación tal como está ahora ,simplemente la elimina del presupuesto.
Lo del término dádiva no fue muy feliz de mi parte: quise decir que no se vea como una concesión provisoria,de emergencia por parte del ejecutivo.
Lo que estás proponiendo, Tomás, es la base de un sistema democrático. Los griegos (los atenienses del siglo V) vivían en un sistema marcadamente asambleario cuya vitalidad radicaba en la asunción de que la política estaba signada por la contingencia. En ese sentido, la vida seriamente democrática podía (y debía) prescindir de ciertos universalismos. Pero no de todos, puesto que la imposibilidad de fijar los límites de la acción implicaba la muerte automática de cualquier proyecto social (político). Así, cualquier ciudadano podía asistir a la asamblea a proponer una medida; pero que ni se le ocurriera decir, por ejemplo, que por ahí lo mejor era «disolver este sistema asambleario tan caótico que tan mal nos está haciendo a los atenienses». Le clavaban una lanza en el cogote, ahí mismo. Y lo mismo con cualquier propuesta que fuera en contra de los «cuatro o cinco grandes temas» que se le atribuían a un tal Solón. De ahí para abajo, se mataban a trompadas.
Es tan de sentido común que parece demasiado tonto escribirlo, pero es imposible construir una práctica política democrática sin suponer un suelo indiscutible, no sometido a su propia regla.
Está claro, de todos modos, que cualquier analogía con un mundo insospechado (un griego del siglo V es, a los efectos del establecimiento de un paralelo, tan útil como un marciano) encuentra límites de arranque. En el punto que nos ocupa el primer límite es la heterogeneidad social e ideológica sobre la cual se debe decidir el piso común (los griegos tenía una solución un tanto drástica para estas cuestiones). Y no hablo de otros límites porque ya me hace cortocircuito la mente tratando de imaginar posibles soluciones para este. No obstante, creo que, a diferencia de lo que plantea camargen, la supuesta irrelevancia del tema es la que lo hace atractivo, porque es precisamente en esa irrelevancia donde las polaridades pueden disminuir su brecha. Encontrar unas cuantas irrelevancias más no sería nada despreciable.
Ale, creo que el respeto de la constitucion que tenemos hoy se parece bastante al suelo indiscutible que vos mencionas. Hoy las 4 o 5 cosas existen, lo que pasa es que se vuelven transparentes por no ser objetadas. Nadie plantea no elegir por elecciones, nadie plantea no respetar la CN, disolver el congreso, etc.. Hay mas de 4 acuerdos generales. Al que tenga ganas le recomiendo esta nota de Natanson en Pagina12 sobre la moncloa y la moncloa argentina. Resistimos una comparacion. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-129688-2009-08-09.htPr
Con todo respeto, siempre leo atentamente tus posts y coincido muchisimas veces pero o no entendí este o me parece que esta vez pifiaste… ponernos de acuerdo en las 3, 4 o 5 cosas basicas… consensuar tiene que ver con tener proyectos parecidos y divergir en ceustiones metodológicas por ejemplo. Cómo nos vamos a poner de acuerdo entre argentinos si hay unos que prefieren hacer el negocio de ser lobbystas de los hold outs por ejemplo antes que dejarles a sus hijos un país menos endeudado? Y ojo, son opciones legítimas desde que no crucen la línea de la legalidad. Eso de que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino es algo que me da escalofríos… conozco muchos argentinos que para mí son mucho peores que gentes de otras tierras… argentinos a los que nada me une… qué tengo yo (como argentino) que ver con Macri por ejemplo? o con Duhalde? o con Menem? tal vez tenga que ver más con Lula o con Rafael Correa, qué se yo… puede ser que no entienda de que estamos hablando. Puede que me haya colgado mal y no haya entendido el post, pero no me parece mal que los que nos sentimos iguales, independiente de nacionalidades, nos juntemos y demos todas las batallas en donde sea posible y contra los que podamos, independientemente del país. Además ojo, que un argumento parecido era usado durante la dictadura cuando venían denuncias desde afuera, y sin ir más lejos se escuchaba con los pedidos de extradición de Baltasar Garzón a los represores argentinos por ejemplo. Un abrazo.
No hablo de consensuar políticas públicas ni proyectos con los que no se puede (con los que sí, sí, eh, pero es otra discusión). Hablo de que la clase política dirima -o no- sus conflictos, sin apelar a organismos extranjeros como si acá hubiera una dictadura, y a tener un piso básico para decir: nos puteamos para adentro, pero hacia afuera preferimos -políticamente, que se entienda- un argentino antes que nada.
El post me recordó cuando leí que una diputada había escrito «cartas» con declaraciones en contra del gobierno para enviarlas al exterior, a embajadas y otros organismos…uf. Eso sí es morder banquina.
Entiendo que para potenciar el interesante debate que abren los comentarios se hace necesario distinguir «temas» de «reglas». Una cosa es tener cuatro cinco temas consensuados (sí, es cierto, la historia transcurre y va traccionando algunos consensos) y otra distinta es tener cuatro o cinco «reglas» consensuadas acerca de como comunicarse, como debatir, como combatirse, como disentir, como expresar el malestar.
Suele ser más dificil acordar las reglas de una conversación que el tema del cual se pretende conversar.
Creo que a lo que se refería el post era a las pràcticas, a las reglas que regulan las prácticas. Ah…una cultura, nada menos.
Pero a ver, contextualicemos. No quiero caer en el lugar común de «en un mundo globalizado…» pero hoy no existen declaraciones adentro y afuera. No hay forma que Carrió diga puertas adentro que Kirchner es autoritario y que le diga a El Pais de España que las instituciones funcionan fantástico porque en 15 minutos todos los medios nacionales la estarían tildando de loca tarada y que se desalinearon los patitos (ni hablar de qué diría Anibal).
Ahora, si la propuesta es «no acusarás de autoritario a alguien que fue elegido democraticamente» yo personalmente acuerdo, pero no me parece que quienes se benefician del «clima de crispación» estén de acuerdo con que les anulen la herramienta discursiva que mejor les ha funcionado.
Creo que en política se puede acordar «con estas armas no vamos a jugar». Pero es muy dificil hacerlo una vez que alguien ya las usó.
Saludos!
De acuerdo con el amigo elbosnio.
Las 3 o 4 cosas que definirían un venturoso Moncloa argentino, ya las acordamos (como bien señala Natanson en su artículo).
Habiendo consensuado el fin del pretorianismo, las elecciones libres y el respeto a la Constitución y a las leyes no veo que otra cosa debemos consensuar. El resto lo define la política.
Las ¨políticas de Estado¨, que tendrían una fuerza mayor a la de la mayoría, huelen a voto calificado, a senador vitalicio chileno, a una aristocracia que sabe hacia donde debemos ir mejor que los propios electores.
Con respecto a la crispación política, la verdad es que es irrelevante. La teatralización de la violencia nada tiene que ver con la violencia real. El problema de Carrió no son las declaraciones incendiarias contra el gobierno, su problema es que se quedó sin agenda en el 2003, como bien lo señaló el Borda Times. El problema de Moreno no son las supuestas amenazas que compulsivamente le hace a Coto, su problema es que es un inútil.