And that’s good
Isn’t it grand? Isn’t it great?
Isn’t it swell? Isn’t it fun?
Isn’t it?
But nothing stays
In fifty years or so
It’s gonna change, you know
But oh, it’s heaven
Nowadays
Nowadays, de John Kander y Fred Ebb. Chicago The Musical
(se puede darle play mientras se lee el post)
La política puede pensarse de distintas maneras. Hay una de ellas que me interesa traer aquí. Es la que la define, de algún modo, como el esfuerzo eterno, imprescindible, inevitable de los hombres por lograr algo (casi) imposible. Algo como como tratar de asir un médano enorme que se escapa todo el tiempo entre los dedos. Se trata de una búsqueda por detener el fluir del tiempo y de los acontecimientos, dotar de un orden (estable, virtuoso) a algo (la vida en libertad entre los hombres) que se resiste a tenerlo. La fortuna, esa mujer, (perdón, chicas), se resiste a ser domada. Puede -y lo más probable es que pueda- llevarte puesto a la primera de cambio. O a la segunda. O a la tercera. La política no es un caos. Tiene sus reglas y regularidades. Tiene movimientos, ritmos, notas que se puede tratar de conocer. Pero ¿sirve de algo conocerlos? ¿Cuánto sirve? ¿Quién será el que tenga tanta virtú como se necesita para domar a la fortuna?
Quien quiera entender un poco más e intervenir en esa tarea (casi) imposible deberá suponer a «todos los hombres malos y dispuestos a emplear su malignidad natural siempre que la ocasión se lo permita». Dicho con crudeza: «si dicha propensión está oculta algún tiempo, es por razón desconocida y por falta de motivo para mostrarse; pero el tiempo, maestro de todas las verdades, la pone pronto de manifiesto».
Lo bueno, lo virtuoso, lo bello, lo alegre no dura. Existe mientras podemos aferrar el médano en ese momento en el que ya se nos empieza a escurrir la arena entre las manos. En algunos momentos y en algunos lugares se logra. Y hasta se logra por mucho tiempo. Son excepciones.
It’s good
Isn’t it grand? Isn’t it great?
Isn’t it swell? Isn’t it fun?
Isn’t it? Nowadays
Más o menos así piensa las cosas Nicolás Maquiavelo, por ejemplo, en sus Discursos. En Maquiavelo siempre se está en un «fin de ciclo» (¿o es un nuevo comienzo?). Se sabe, las «buenas» formas de gobierno -la monarquía, la aristocracia y la democracia- degeneran con cierta rapidez en las «malas» -la tiranía, la oligarquía y algo así como una anarquía-. «Fácilmente se pasa de una a otra». Y todo suele siempre ir para peor («casi ningún estado tiene tan larga vida que sufra muchas de estas mutaciones sin arruinarse»). O un estado vecino lo somete o «se le verá sufrir perpetuamente los referidos cambios».
¿A qué viene todo esto? No es más que una oportunidad para recordar que no siempre tenemos presente lo difíciles (casi imposibles) que son las artes de la política. Y lo anormalmente estables que han sido, a fin de cuentas, estos doce años de krichnerismo.
You can like the life you’re livin’
You can live the life you like
You can even marry Harry
But mess around with Ike
And that’s good
Isn’t it grand? Isn’t it great?
Isn’t it swell? Isn’t it fun?
Y también estos conceptos nos permiten reecontrarnos con otra idea: que nada, nada dura para siempre así como era, inmutable. Menos en política. Y de esa forma es que este domingo a la noche, cuando empecemos a conocer los resultados de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) va a haber algo -no sé bien qué, no sé bien cómo- que va a empezar a cambiar o que va a seguir cambiando. Y que no sabemos si será para mejor. Maquiavelo nos diría que lo más probable es que no lo sea.
Han sido estos unos años especiales, por lo menos para quien escribe. No quiero decir, ni mucho menos que hayan sido tan livianamente divertidos («Isn’t it fun?»), como le parecen las cosas al personaje de Roxie Hart en el musical Chicago, ni para mí, ni para nadie. Sólo que, si se me permite, me han parecido especiales. En 2003 aún no había tenido a mi primer hijo. Creo que en 2003 entendía menos algunos costados del país y de la región en la que vivo. En 2003 no creía que la democracia argentina hubiera aprendido de algunos de sus errores, por lo menos los errores que a mí más me preocupaban. En 2003 creía que era muy difícil que no fuera todo para peor. La evaluación de cómo han sido quedará para cada uno. Yo tengo la mía.
Y ahora, sobre el futuro, cuando falta poco para el domingo… aquí estamos nuevamente. ¿Y cómo será? Una vez más no lo sé.
In fifty years or so
It’s gonna change, you know
But oh, it’s heaven
Nowadays