En Oriente los héroes fundadores se llamarían Moisés, Jesús o Mahoma; en Grecia, Edipo, Antígona y otros serían héroes trágicos.
Esos héroes míticos deben reunir ciertas características y cumplir ciertos pasos para poder servir como modelos: superar los peligros de un nacimiento desventajoso primero y, luego, las pruebas y enemigos que encontrarán a lo largo de un viaje por tierras extrañas para volver a nosotros transfigurados en arquetipo universal.
Su muerte debe, también, incluir un ingrediente de exilio o sacrificio como la predilección por Moreno, Belgrano o San Martín para nuestro panteón, ejemplifican.
En el siglo XX, cumplidas las tareas de la gesta independentista y empujada la religión al ámbito de lo privado, los medios masivos encontraron en las figuras deportivas una fuente inagotable de nuevos héroes que proponer a su público.
El primero, sin dudas, lo dio el boxeo con Luis Ángel Firpo, a través de la aún precaria información telegráfica del diario «Crítica». Los últimos de esa dimensión, probablemente, hayan sido Monzón y Bonavena.
Desde 1978, sin embargo, el fútbol desplazó el boxeo de la preferencia popular por varias razones: es menos peligroso y más accesible para muchos practicantes. Y, sobre todo, posee una organización universal cuyo ritual cuatrienal convoca a la representación colectiva de todos los países -democráticos o no- a renovar las esperanzas depositadas en su equipo de modernos argonautas.
La adhesión popular a los héroes deportivos genera comprensibles suspicacias en muchos intelectuales, mejor provistos culturalmente para soportar los embates de la historia. Pueden ser conservadores, como Borges, o comunistas, como Bertolt Brecht, quien dijo por boca de su personaje Galileo Galilei: «Desdichados los pueblos que necesitan héroes». Hay en esa actitud -como señala Alain Badiou- un distanciamiento aristocratizante, un «platonismo estalinizado». Los riesgos de enajenación colectiva, así como de instrumentación política y comercial, están indudablemente presentes en las manifestaciones plebeyas de fervor patriótico-deportivo. Mas, como el propio Borges escribió: «Siempre el coraje es mejor, la esperanza nunca es vana».
Pero también subyace un hilo secreto intuitivamente preservado por esas masas para guiarse en el intrincado laberinto de la historia. Es lo que reconocía Rodolfo Walsh desde su propia y trágica posición militante: «Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas».
linda nota…un ejemplo claro es el mito de que e. guevara era hincha de central. A guevara no le interesaba el futbol. El mito nace por una pregunta a un taxista en rosario por atletico del rosario (equipo de rugby que el conocia). A la cual el taxista interpreto como Rosario CEntral. DE AHI AL OLIMPO
Esa cita de Walsh -que supo circular en carátulas de apuntes universitarios- es apócrifa.
La cita figura en http://www.elortiba.org/walsh3.html en la nota de Roberto Baschetti: «Palabra de Walsh», con la aclaración: «Reportaje de Ricardo Piglia a Walsh. Marzo 1970»
Cabe señalar que en esa página figura «aparece» en lugar «parece», como en otras reproducciones, lo cual suena más plausible.
Ahora, si la frase no es de Walsh sino de Piglia u otro autor anónimo, debería hacerlo saber. Porque es una de las mejores que yo haya leído. Saludos.
los «heroes»y mitos deportivos forman parte de esta epoca posmo donde tenemos una sociedad del espectaculo y del entretenimiento,a lo que se suma el deseo de ascenso social rapido que los exitosos encarnan apareciendo como»modelos»a seguir.Lo fisico tambien esta como supervalorado frente a cualidades intelectuales mas dificiles de desarrollar y apreciar.
¿Hércules y Sansón eran posmo?
Isabel: vos sos una persona culta; te pido que releas con una mirada antropológica.
No niego que cada época escoja sus héroes míticos según la sobredeterminación cultual o ideológica del momento. Lo que planteo es si se puede prescindir de algún tipo de mito en la construcción de la identidad colectiva.
La cuestión sería saber en qué relato se va a enmarcar el triunfo deportivo. El del ’78 fue uno, el del ’86 otro diferente. El relato de «Fuerza Bruta» del Bicentenario incluyó algunos aspectos que nunca habían sido tocados en un desfile patriótico; y así. Un saludo.
Bob:
Muy linda tu nota. Un placer leerla.
El diario Río Negro últimamente no me produce tanto placer cundo muestra su verdadera cara al publicar esto:
http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idart=372920&idcat=9542&tipo=2
Las editoriales del Río Negro los escribe James Neilson, con quien trabajé durante la Dictadura en el Herald y me llevó al diario de los Rajneri. Ambos tienen una sola cara: son liberales tanto en economía como en política.
Nosotros podemos pensar que, en nuestras condciones, estos planos del liberalismo son contradictorios y que para imponer el uno hay que suprimir el otro. Pero ellos no; se arriesgaron por los desaparecidos y defendieron a Martínez de Hoz.
Yo sería un indigno si no reconociera que siempre respetaron mis derechos: nunca me exigieron dibujar o a escribir algo en contra de mis opiniones. Un abrazo.
Bob Row:agradezco tu calificativo de culta.Hiciste una lectura parcial de mi comentario ya que no digo que SOLO en esta sociedad se den mitos y heroes(lo de»pan y circo»se atribuye a los romanos).Son fenomenos de psicologia social o colectiva muy interesantes y variados.Quise decir que en este tiempo se acentuan por nuestras necesidades mas que nada emocionales e imaginativas.El futbol para mi es una parte de la cultura y soy una espectadora asidua de los partidos de mi club de preferencia o de la seleccion(amigos y parientes me»cargan»porque si voy al teatro o cine me llevo una radio para escuchar los momentos culminantes).Y creo que no ppuede prescindir de algun mito.
Bienvenida la aclaración. Me alegro de que no pensemos tan diferente. Abrazos.
Bob:
me parece que la nota no es lo mismo sin el último párrafo (el que por razones de espacio fue exonerado de la publicación del diario Río Negro). No es que le cambia el sentido, pero reafirma fuertemente lo que antes puede aparecer más como sugerido que como explícitamente afirmado.
Bueno, un comentario sin mucha importancia.
Es muy bueno el artículo.
Un saludo
Gracias, Mariano, es tal cual decís. La verdad es que tiré la idea cuando me encargaban el dibujo para la nota central y me asignaron un recuadro que, luego, se fue «estirando» mientras lo escribía. Así que tuve que agregar la frase de Borges como final alternativo.
Nos quejamos de los límites que nos impone la prensa liberal. Pero si Página12 cada tanto te publica de casualidad y luego los editores de las dstintas secciones dan mil vueltas (por no comprometer su presupuesto o la razón que fuera), te quedás con lo que tenés. Desde que conozco al periodismo argentino (1980) si no tenés un amigo, no entrás.
puedo agregar que conviene diferenciar mito de heroe.Cuando me atrevo a sostener que no se puede vivir sin mitos,no lo extiendo a los heroes.Heroe es el que ofrece su vida por un ideal.Implica siempre una encarnadura.Su recuerdo puede darse unido o no a un mito,que por lo general»endiosa»al heroe,aunque no necesariamente.No es lo mismo Prometeo que el Che Guevara.La leyenda es tambien un fenomeno de imaginacion colectiva,menos ligado a la historia y mas a lo inverosimil.
Posiblemente. Hay mitos no encarnados, como «la mano invisible del Mercado libre». Pero me resulta difícil pensar en un mito fundacional sin su correspondiente héroe. El Ché es un caso interesante de personaje histórico, cercano y contrastable con los datos biográficos pero que, pese a todo eso, adquiere para muchos un valor ejemplar idealizado que se resiste a la crítica «realista».
muy buena nota.
martin palermo podria muy bien encarnar un heroe mitologico argentino, aquel que consigue algo mas alla de la logica y del tiempo y que lo consigue de la manera mas impensada. pero es justamente a él al que se le pide que haga las cosas inesperadas.
» hay que saber ayudar a la suerte» seria una buena frase para definirlo.
Gracias. No sé si no es un poco temprano para Palermo, que todavía está haciendo su parábola. Pero ciertamente que Maradona es un héroe mítico que cumplió con todos los pasos requeridos: nacimiento villero, viaje y hazañas en el extranjero, martirologio («me cortaron las piernas») y transformación; una personalidad compleja y contradictoria que rompió moldes y convenciones conformistas. Ahora se sobrevive, pero su nombre sigue siendo el de un gigante, aún para quienes lo odian.
Una consideración histórica. El boxeo daba (y podría seguir ofreciendo) el héroe de manera más acabada que el fútbol, sin embargo el hecho de llevar los colores nacionales le dio y le da al fútbol mejores posibilidades. No coincido con que en 1978 se produjo el desplazamiento, hay unos cuantos mitos anteriores al 78: el partido de la década del 50 con el gol de Grillo a los ingleses (recurrieron la falsedad de que se jugó contra el seleccionado inglés cuando se trataba de un rejunte llamado Eleven England), los carasucias de 1957 en el sudamericano de Lima, la expulsión de Ratín en Wembley en el mundial de 1966 recordada como un robo histórico. Incluso, muy temprano, hubo una gira de Boca por Europa en la década de 1920 que fue presentada como una gesta del deporte nacional, por eso, podríamos suponer que el fútbol tuvo equipos heroicos antes de la aparición de Firpo. Para más, en la década de 1940 jugadores como Moreno eran contratados para radioteatros. El ritual del mundial, es cierto, le dio el plus, pero el fútbol por su mayor popularidad siempre tuvo más fuerza que el boxeo.
Otra más para considerar: no por casualidad el gol de Grillo y los carasucias corresponden a la década de mayor venta de entradas en el fútbol local, que es la de 1950. El «desastre» de 1958 en Suecia (golada ante unos desconocidos checos) le dio un duro golpe al mito de los seleccionados heroicos, pero ya en la década de 1960 hay varios mitos a considerar como la Copa de la Naciones de 1964 ganada a un Brasil bicampeón mundial, en donde Amadeo Carrizo recuperó el papel del héroe perdido en Suecia:
http://www.afa.org.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=3860:Copa%20de%20las%20Naciones%201964
Y Miguel Rugilo, el «león de Wembley», Emilio.
Que tiene la curiosidad de haber sido el héroe de un fracaso, en el sentido de que se perdió el partido sobre la hora (un amistoso, por otra parte, lo cual da cuenta de que el exitismo es un fenómeno más o menos reciente, hijo, creo yo, de la victoria recurrente y el acostumbramiento a las mismas).
Un abrazo.
Bueno, seguramente yo no sé tanto de fútbol. Pero ¿me equivoco o desde 1930 hasta el ’58 Argentina estuvo ausente de los Mundiales por una causa u otra? ¿Y desde el ’58 hasta el `78 la representación nacional no fue una sucesión de frustraciones, llegando al caos en el ’74? ¿No se negaban los clubes y hasta los hinchas a ceder sus jugadores a la selección? Los que contás son mitos secundarios, parciales (Grillo, Boca) apenas compensatorios. La popularidad del fútbol era de consumo local. El boxeo, en cambio, desde Pascual Pérez daba un campeón tras otro para el «orgullo nacional».
No hay que olvidar el tercer elemento (además del pueblo y los medios) que le da sanción al mito heroico deportivo: la autoridad política; desde Perón hasta Lanusse. En ese aspecto mejor no hablar de la dictadura, que se prendió al Seleccionado como tabla de salvación y hoy el gobierno reconoce la importancia de ver los partidos del equipo en horas de clase.
Claro Mariano, el león de Wembley!. Además de no contar con el exitismo de hoy, es interesante porque cada partido con los ingleses era un acontecimiento extrafutbolístico.
Bob: es cierto que el boxeo da EL HEROE, un tipo de origen muy humilde que gana el campeonato a las trompadas «peleando contra la vida». Pero si de nacionalismo se trata, Fangio quizás contribuyó más que algunos boxeadores, y el Torino se convirtió en otro mito por nada más que una carrera. Tus argumentos sobre el fútbol son válidos, pero yo no menospreciaría al fútbol pre78: por ejemplo, Onganía recibió en Casa Rosada al equipo derrotado en 1966 y a Estudiantes ganador de la Intercontinental en Manchester. No daría por válido el supuesto rechazo de los futbolistas a integrar la selección, eso es parte del mito de Menotti, el DT que «revolucionó» la forma de trabajo, agenda, etc de la selección. Si es por eso, hay varias renuncias contemporáneas: Riquelme, Redondo y gente menos atractiva como Balbo.
De acuerdo sobre Fangio, único argentino entre «los 100 más influyentes» de Life en los ’70 (sólo que figuraba como «italiano de origen argentino»).
Recuerdo la histeria del ’66 pero no lo del infeliz Onganía.
Aclaración: no dije que los futbolistas se negaban, sino los clubes.
Creo que una cosa que no estamos viendo es que asi como en el siglo XX los medios masivos reemplazaron a la educacion publica en la creacion del relato, en este siglo XXI estan perdiendo «market share» a pasos agigantados a manos de una multitud de nuevas organizaciones que ahora pueden propalar su mensaje gracias al «nuevo mercado de informacion» que provee internet.
Es una transicion que todavia no termino, aun hay millones sintonizando Futbol, Clarines, TN’s, ,Tinellis, Mirthas y Susanas para «sentirse parte» de Argentina y tener algo de que hablar con el taxista. Pero a la vez se unen a grupos de facebook, comentan en youtube, leen online «the economist» , comentan de cine, fotografia, ciencia, manga, y mil etceteras y de alli sacan sus heroes y relatos de realidad.
Lo que antes era preponderante en la definicion de una persona (su nacionalidad) ahora se torna cada vez menos importante y a una persona la definen sus intereses.
Alguna vez te preguntaste a quienes les interesa que la gente se defina por su lugar de nacimiento en lugar de por sus intereses? Seran los que ganan su pan con la burocracia de los estados nacionales?
Lo que vos planteás es parcialmente cierto en cuanto a la transición hacia la disminución de la preponderancia de los medios masivos unidireccionales. Pero todavía no se puede predecir el efecto a largo plazo.
Internet hasta ahora ha mostrado también ser vehículo de infinidad de pequeños mitos de menor alcance y corta duración. Mi esposa Eva desbarató en su blog (La cosa y la causa) un mito que circulaba por mail sobre un supuesto artículo negativo contra el gobierno argentino en un supuesto diario alemán que no existía. Ahora, cuando alguien recibe ese mail y va al buscador lo primero que encuentra es la desmentida de Eva y chau, se corta la cadena.
Tu afirmación sobre que las personas se definen por sus intereses y no por su lugar de nacimento se emparenta con lo que los académicos (alguno dirá si estoy errado) llaman «rational choice». En cierto modo es un visión equivalente -en el plano individual- al antiguo internacionalismo obrero del siglo XIX.
Aunque los Estados nacionales han ido cediendo parte de sus atribuciones exclusivas en distintos planos (ONU, OMC, Corte de la Haya, etc.), siguen siendo el marco en el cual los individuos (excepto los pocos free-lancers por internet) se ganan la vida, según las condiciones de trabajo existentes. Y, cuando no son buenas, tienen que emigrar como extranjeros. De modo que el grado de desarrollo que se alcance en una unidad nacional afecta directamente su modo de vida.
Es parte, pues, de sus «rational choices» conseguir buenas condiciones de desarrollo para su país. Y uno de los factores ideológicos que contribuyen a la organización de ese desarrollo es el compartir algunos mitos fundacionales que reaseguran la unidad nacional por sobre las diferencias (que existen por definición en toda sociedad de clases, desequilibrios de género, culturales o raciales, etc).
Creo que los festejos del Bicentenario mostraron que ese mito nacional podía vivirse sin agresividad y con cierta lucidez en el relato de aciertos y errores; incluso celebrando hasta cierto punto la diversidad como constitutiva de esa unidad. No me pareció nada mal.