La comparación de Kirchner con Hitler no fue un exceso. Está mostrando que la derrota fue mayor de lo que creíamos. Desde ya, afectó a la economía, al realineamiento de fuerzas políticas y al consenso en la opinión pública. Pero la vuelta del «fantasma del riesgo país» es una luz de alerta sobre algo más profundo que está en juego.
Se ha escrito bastante, y hablado mucho más -no podía ser de otra manera-, sobre las consecuencias de la caída del proyecto de retenciones móviles y la significación y saldo del conflicto con los productores agropecuarios. No voy aquí a profundizar en cosas que se han dicho ni a decir lo que preferimos callar. En todo caso, quisiera llamar la atención sobre una defección peor que la de Cobos (o, mejor dicho, que inscribe la acción de Cobos en una significación que lo excede). Una defección en las propias filas que es heredera de la ambigüedad y el déficit de proyecto -que no es un déficit de comunicación- del gobierno. Se trata de la defección ante el ataque por parte del enemigo al principio de soberanía, fundante de la autoridad política, con los argumentos del progresismo y de «la crítica». Defección y complicidad, vergonzante al principio, y ahora desembozada, de los «progres» propios.
Un breve rodeo antes de volver a lo mismo. Discípulo de Carl Schmitt, el joven Reinhart Koselleck publicó en 1954 la tesis titulada Crítica y crisis, en la que se dedicaba a desgranar las condiciones socio-políticas en las que se gestó el desarrollo de la Ilustración, para explicar el porqué del fracaso de la ilusión en el progreso, etc. En este sentido, digamos que nuestro amigo Reinhart participaba del pesimismo ambiente sobre la auto-imagen explicativa de la modernidad de la Alemania de posguerra, en una línea distinta de la de la escuela de Frankfurt. En su libro, propone comprender las dos dimensiones constitutivas de la modernidad -la soberanía y la crítica – que vieron la luz a partir de dos grandes guerras civiles: las guerras civiles religiosas y la guerra civil francesa que se llamó «Revolución». El invento que corroe la legitimidad medieval es la Reforma, que quiebra la mediación institucional de la Iglesia al principio de legitimación trascendente: en adelante, se habilitan las guerras civiles religiosas, que no tienen marco de regulación política y por lo tanto encuentran, en su fundamento trascendente, la irreductibilidad del enemigo. Se inventa la posibilidad del genocidio moderno.
Digamos, para resumir, que la solución a la guerra civil religiosa es separar la culpa de la responsabilidad, la moral de la política: de Hobbes en adelante, la soberanía se funda en su propia facticidad: la guerra o la paz son las alternativas públicas, lo bueno y lo malo es un asunto de conciencia privada.
Como contrapartida, explica Koselleck, la conciencia individual, que accede ahora sin mediaciones a Dios (la verdad, el bien, lo justo) es el campo de desarrollo de la crítica, al principio oculta en reuniones de francmasonería, en clubes, a ese estado absolutista, que es una crítica a la soberanía bajo la forma de propuestas a futuro. Olvidadas las condiciones de posibilidad de su propia existencia -la paz luego de las guerras civiles- la burguesía retoma los temas de los teólogos para recubrir con principios morales su disputa por el poder y proponer las condiciones de un progreso ilimitado, de la mano de una creciente ampliación de las esferas de la crítica en detrimento del poder. Todo poder es, para los ilustrados y luego, para los liberales, abuso del poder. Sin embargo, la crítica es meramente disolvente: no ofrece un criterio alternativo para fundamentar el orden político. De ahí que el régimen que emerge es un régimen mixto en el que conviven la soberanía y las neutralizaciones.
En esta tensión estructural de la modernidad, está claro que el progresismo es heredero de la crítica y enemigo de la soberanía. Como ella, su acción política es disolvente porque critica al poder en términos morales: el poder es «malo», el poder es «corrupto», el poder no es «transparente», y reclama un estado neutral. Está claro que hegemonía del discurso progresista en Argentina encuentra su legitimidad en la crítica a la dictadura genocida. Aunque debe notarse que ha tendido a acentuar en sus críticas el carácter autoritario, más que el genocida de una dictadura que, por otra parte, reclamaba legitimidad a partir de argumentos liberales – el restablecimiento de los «valores» (morales) cristianos. La configuración de un régimen de acumulación basado en la valorización financiera, y su profundización en la década menemista, no forman parte de los argumentos hegemónicos al interior del discurso de la crítica del progresismo. En gran medida, porque el capital financiero y el progresismo coinciden en su objetivo de erosionar la soberanía. La alternativa al menemismo construida sobre la base del discurso progresista -la ALIANZA- fue una contradicción en sus propios términos: su legitimidad construida sobre la crítica del poder la sirvió en bandeja ante el dominio del capital financiero. El perro se mordió la cola. No desató la guerra civil pero seguramente ayudó a generar las condiciones para la masacre de diciembre de 2001.
Sabemos que el hecho político fundante que permite resolver la crisis es la pesificación asimétrica, que, al costo brutal de licuar el salario real, sentó las bases de posibilidad de un régimen de acumulación distinto. Desde entonces, se abrió una grieta en la hegemonía neoliberal que permitió avanzar en la reconstrucción del principio de la soberanía, que tuvo aceptación popular a partir del gobierno de Néstor Kirchner. Esta re-configuración del espacio político generó las bases para que la oposición, incapaz de construir una alternativa política, encontrara en los argumentos de la crítica su punto de unificación, partiendo literalmente al espacio del progresismo: gran parte de sus argumentos eran retomados por la oposición a un gobierno que realizaba sus demandas, aunque inscribiéndolas en un discurso ajeno. Otra parte de sus argumentos eran retomados por sus enemigos políticos para derrotarlos en la ciudad de buenos aires, otrora bastión de lo políticamente correcto.
Las retenciones móviles eran una medida «fiscalista», en el sentido que reafirmaban la soberanía política del estado nacional y su capacidad para regular el ciclo de acumulación del capital financiero, que ahora subsume la extracción de la renta agropecuaria. Es más, el eventual carácter redistributivo de las retenciones era una derivación de su naturaleza fiscalista, derivación no necesaria, cuya realización dependía de la acción del campo popular para, en primer lugar, garantizar la existencia de las retenciones, y luego, el direccionamiento de los fondos. El carácter estratégico de la disputa por el principio de soberanía que se ponía en juego con la medida estaba claro para el enemigo: sus argumentos giraban alrededor del carácter «confiscatorio» de las retenciones, de la inmoral necesidad de fortalecer la «caja»… en fin, con el desarrollo del conflicto, la propia enunciación del carácter «fiscalista» de la medida era un argumento de la oposición para deslegitimarla.
«Monarquía», «Totalitarismo», «gobierno hegemónico», «estado confiscatorio»: no es casual que los argumentos del progresismo fueran fácilmente subvertidos y resignificados por el enemigo. Las comparaciones con el fascismo, el nazismo y el stalinismo – «Kirchner es Hitler» (Duhalde), «Kirchner es Ceau?escu» (Carrió), «Kirchner es stalinista» (De la Sota)- no son divagues: responden a la misma cadena discursiva del liberalismo, las neutralizaciones políticas y los argumentos morales. Está claro para ellos que Kirchner no es un genocida. La canallada de la comparación no consiste en «elevar» a Kirchner a la altura de Hitler, sino en «descender» a Hitler a la altura de Kirchner. Al poner el rasero que los iguala en el carácter «autoritario» de ambos regímenes, el enemigo oculta, bajo la determinación general represiva de todo estado como relación de dominación, la naturaleza y el sentido opuestos del régimen nazi y del kirchnerismo (por si hace falta: vigencia irrestricta de las libertades individuales, reconstrucción paulatina de los derechos sociales, condiciones favorables para la recomposición de las organizaciones del campo popular, intento de regulación de la acumulación del capital en sentido de mayor participación en el producto bruto de los trabajadores, juicio y castigo a los genocidas…)
De nuevo, todo poder es, para los ilustrados y luego, para los liberales del s.XIX, y luego, para el antiperonismo, y ahora, para el lugar común del progresismo (lo que Koselleck llamó «la crítica»), abuso del poder.
A la luz de esto, es comprensible la parálisis político-argumentativa del «ala» progresista del gobierno durante el conflicto. Para explicar esta parálisis, se ha apelado a la falta de voluntad política de este sector, a su tradicional actitud esquiva ante el conflicto, a su temor ante la caída en las encuestas… quizás todo ello sea cierto, pero además, su repertorio argumental -su identidad discursiva-, forjada al calor de la denuncia moral y del antiperonismo, como consecuencias residuales de su antimenemismo, es incompatible con la defensa del principio de soberanía.
La frase «mi voto no es positivo», la puesta en escena de la situación de angustia moral de un hombre común que está frente a una elección difícil, es una cristalización bastante aproximada del grado de penetración del «campo progresista» en el gobierno, y de su triunfo. La crítica, dice Koselleck, es disolvente del orden y, como discurso, no tiene una performatividad instituyente sino destituyente. La crítica no puede afirmarse sino a partir de la negación, no puede ejercer el poder sin recubrirlo de connotaciones y justificaciones morales… por eso «mi voto no es positivo». El voto «no positivo» de Cobos no pacificó el país: hizo estallar la crisis larvada en la identidad kirchnerista, crisis que De Ipola ya avizoraba en 2006.
Ahora van por Moreno y De Vido, no tanto por sus claros defectos sino porque son el reducto que expresa, perversamente, el principio de fortalecimiento del estado en el gobierno.
En suma, reinventar los modos de legitimación del poder y de la intervención del estado, resignificar el discurso crítico a la luz de la nueva experiencia histórica y profundizar el rol del intelectual en esta etapa… antes de que el fundamentalismo de los «progres» se muerda de nuevo la cola.
Excelente.
Para mí ha dado Ud. en el clavo de lo que se está tratando hoy en este país.
Pero, además, habría que agregar que la crítica (de la argentina) no sería lo que es, si no se hallara articulada a un polo efectivo de poder y de voluntad de poder. Un profeta armado.
Por más que se nieguen, el poder y la soberanía nunca dejan de existir. Acaso sea esa, precisamente, la contradicción a demostrar en el campo opositor: nada más adecuado para el progresismo aliado.
Ante este panorama, un puntito más o menos en el INDEC carece de importancia. Hasta eso hay que bancar como un derecho del estado democrático, opuesto a los tecnicismos liberales.
te felicito escribes la nota y tambien te contestas con los comentarios, sos tan indecente como los que defiendes
Me interesa el post, Coyote. Si no entiendo mal, lo que estás planteando es que el moralismo progresista vacuo que forjó la identidad política del ala más fotografiable del kirchnerismo se contradice con la necesidad de, simplemente, gobernar. Estoy de acuerdo, en general, con esa idea. Me generan algunas dudas estos puntos, en los que agradecería elucidación, si hay tiempo:
1)La recurrencia a la expresión «capital financiero», que parece oponerse a, supongo yo, «capital industrial». ¿Qué tipo de distinción se establece entre estos términos?
2)¿Para vos el principio de soberanía consiste en el cambio de la matriz de acumulación desde lo financiero hacia lo, digamos, productivista (Menem-Kirchner)?
3)¿Te parece realmente que la «crítica» es incapaz de fundar un orden social? Es obvio que su carácter disolvente es, justamente, negativo, pero es el paso previo a toda reconstrucción. (En correlato con esto, ¿te parece realmente que los ilustrados franceses estaban «contra todo poder»? Si no me equivoco, la teoría política de la Ilustración, tomada en rasgos generales, era crítica de todos aquellos poderes que no se fundaran en la Razón. Esto es muy distinto de estar en contra de los poderes en general, cosa que, me parece, no se verifica en ninguno de los autores importantes de ese período. Y si vamos a la Revolución Francesa -¡que no fue meramente una guerra civil!-, sin dudas el Terror no podía traducirse directamente en ningún orden social; esto lo dice claro Hegel; pero Hegel dice también que el Terror es el momento en donde se cortan los lazos sustanciales que ataban el individuo a una comunidad y se abre el espacio de la época burguesa como tal.)
Hechas estas preguntas, pienso: coincido con tu tesis si inserto la salvedad de que el progresismo argentino no «criticaba» verdaderamente; se quejaba, maldecía, rezaba, pero no criticaba. Me parece que no podemos resignar la noción de crítica, porque si eso no hay transformación de nada. La manutención de la soberanía no es un fin per se. Saludos.
A este artículo le falta editarlo, reeditarlo y cortarle por lo menos la mitad de los párrafos. Un artículo, para ser leíble, no tendría que superar las 800 palabras (éste tiene casi 1700). Además, tratar de ir al grano con lo que se quiere decir y no escribir largos prolegómenos que no se entiende muy bien a dónde llevan.
Y después de todo eso, volver a editar.
«La perfección se alcanza, no cuando no hay nada más que agregar, sino cuando no queda nada más que quitar».
Antoine de Saint-Exupery
Ana, te agradezco mucho por la preocupación, pero cuando necesitemos un editor prometo avisarte. Veo con frustración que has decidido pasarte a la discusión sobre las formas a falta de argumentos sobre los contenidos. Todo para terminar citando a un piloto dilettante como vocero del canon de la perfección. Tal vez, para lograr la perfección, lo que haya que sacar sea tu comentario y el de ropero.
Saludos.
Coincido con Ana. Se abunda en detalles.
Al margen de si lo hizo largo o corto, complicado o no, Coyote plantea una cuestión muy de fondo, y Reverso larga una serie de interrogantes que merecen respuestas. Desplegar todo eso vale la pena, es interesantísimo, en vez de quedarnos discutiendo si el artículo se adaptó a la pauta. Por supuesto que si se mete Caroll va a ser para impedir que se discuta en serio, y que nos enredemos en pavadas. Métanle para adelante, please, los que de verdad pueden opinar sobre el tema, estoy muy interesado, me dan mucho que pensar.
De primera esto eh. Lo felicito.
Saludos
No me queda claro quien es el «enemigo» ni porque se juega la soberania en este conflicto y sobre todo cuando decis:
«más que el genocida de una dictadura que, por otra parte, reclamaba legitimidad a partir de argumentos liberales – el restablecimiento de los “valores” (morales) cristianos»
el liberalismo propone la separacion de la iglesia del estado, de donde sacas que el liberalismo defiende valores morales cristianos?
el gobierno era hegemonico, hasta que por primera vez el congreso no le aprobo algo, lo del indec es autoritario,cual es el problema en decirlo?
A éste post le falta trabajo de traducción. Noto una ansiedad pasar disputas teóricas a la más urgente actualidad política local.
Cosas groseras: Ni De la Sota, ni Duhalde ni Carrió podemos decir así no más que son liberales “puros”. El caudillismo de los dos peronistas en sus provincias y el catolicismo de Carrió reclaman, en todo caso, algunos subíndices a esa clasificación.
Peor todavía: Una dictadura con valores tradicionales y religiosos, no puede ser un gobierno liberal. Ahí hay un exceso de economicismo marxista que ve la determinación última de las cosas en el libre cambio, y en ese caso las políticas de Martínez de Hoz estarían habilitando la denominación de “liberal” a la dictadura del ’76.
Hay que reinventar la participación del Estado tras el desguace de los 90’s, pero atendiendo a las críticas.
En principio sumarme calurosamente a los elogios, el tema es clave y el post muy bueno. Mi opinión es que el gobierno en este punto se está comportando según la tradición peronista de estrategia pendular. Trata de sumar para su proyecto a todos los que puede y por eso no termina de jugarse para uno u otro lado. La disputa Alberto-De Vido era parte de esto y ahora llamar a Massa, pero mantener a Moreno, lo continúa. Mientras trata de ejercer el poder con todos los elementos que pueda (incluyendo la «caja», mentir con el Indec para ahorrar si es necesario, etc), en otros campos se comporta distinto. Como ejemplo de política progresista, la no-represión es la más importante, notar como en el conflicto con el campo, el adversario se aprovechó de ella todo lo que pudo. Creo en este tipo de políticas, pero también pienso que así como funcionan en tiempos de «paz», cuando las contradicciones se agudizan pueden llevar al descalabro total (para «guerra», Ezeiza como ejemplo). Es razonable que el péndulo funcione hasta cierto punto y luego haya que jugarse, es posible que hayamos llegado a esta encrucijada. Realmente creo que ese «jugarse» no es nada sencillo y hasta es muy traumático, lo que digo es descriptivo, la verdad es que me costaría proponer decisiones concretas al respecto. Sospecho que esta discusión puede alcanzar incluso el interior de muchos de nosotros.
Respondiendo al punto 3 de reverso: Creo que la crítica debe estar en su punto más alto, cuanto más fuerte sea un gobierno. Aún si es un gobierno con el que acordamos, debemos aprovechar sus momentos de fortaleza (2006, por ejemplo), para mejorarlo todo lo posible. La crítica actual, por lo menos la pública, no me refiero a un espacio de debate como este, solo actúa en forma de pinza combinándose con la presión de los poderosos. Por eso tanto vos como yo, criticamos las posiciones de Solanas, por mencionar a uno.
ustedes tienen un problema que es intepretar las cosas asi: «si el enemigo critica tal cosa, no hay que darle bola porque es el enemigo»
no se dan cuenta de que si un gobierno tiene como «enemigos» a los «neoliberales» o a los progres o a quien sea dentro del pais es un concepto totalitario?
yo no creo que este sea un gobierno autoritario y totalitario,y mucho menos un regimen facista, me parece muy exagerado, pero tampoco creo que son «simples excusas de los fachos que quieren bla bla»
por otro parte que seria «poner los huevos que hay que poner»? que medidas? el combate contra los «generales mediaticos» ya lo dejo el Kirchnerismo sino miren la portadas de clarin del lunes y hoy…
EL problema que le veo al artículo es que choca un poco contra la realidad, ya que por un lado, la línea que baja Cristina Fernández es la línea discursiva progre, no una línea rupturista peronista, sino una de tipo socialdemócrata del Tercer Mundo, bastante alejada de la realidad, por demás. Por otro lado, el sector progre que apoya al Gobierno ha sido uno de los apoyos más firmes en estos últimos meses, amén de que electoralmente han demostrado ser estables tanto como los peronistas (el kirchnerismo no baja de 20% en Capital).
En lo que respecta a presencia del Estado el kirchnerismo no sólo no ha salido de la trampa de administrador de la «gobernabilidad» del progresismo noventista, sino que ha erigido la mayor parte de su discurso en torno a ese tópico, hace pocos meses que Néstor y Cristina entonan (visiblemente incómodos) las estrofas de la marchita.
La intervención del Estado que permtia romper las formas demoliberales y los pactos superestructurales no sólo no se han producido, sino que cada vez que se trata de hacer algo en ese sentido se lo hace mal y termina ponienndo en cuestión a la propia legitimidad del Estado, como el casod e Moreno o como las retenciones al agro.
El otro día Sbatella denunciaba que Moreno es funcional a los monopolios. Me parece que deberíamos detenernos más en eso. ¿Por qué no hay inspecciones laborales a las grandes empresas? ¿Por qué Grobo era un «burgués nacional»?
Todo eso es parte del «modelo» y los Kirchner no parecen dispuestos a cambiarlo.
PD: No me salten con la cantinela de ¿Y quién lo va a hacer, Macri? ¿Quién está a la izquierda del mapa político? etc, etc. Acá se trata de develar porque no hacen lo que un Gobierno «popular» debe hacer, no de ver si lo de enfrente es peor.
Alejandro, no hace falta que me avises porque no estoy interesada en ocuparme de ello, nomás fue un comentario con buena intención sobre un artículo que me resultó muy difícil de leer e imposible de comentar porque no se entiende a dónde lleva.
Quizás nomás sean mis limitaciones intelectuales.
El comentario del piloto diletante (¿qué habrás querido decir con eso?), por otra parte, resume a la perfección una de las normas básicas de todo articulista o ensayista que se precie y por eso lo cité.
El ninguneo en este blog de los que no piensan exactamente igual a ustedes sigue a la orden del día, por lo que veo. No creo que así se construyan espacios plurales, dicho sea de paso.
Bueno Ana, convengamos que si bien Alejandro se zarpó un poco vos parecías sarcástica y bardera en el comentario anterior. Tal vez no era tu intención, pero lo parece. Y no te retractaste de ello.
Julian: Es que a veces ser funcional a los monopolios, por ejemplo cuando se acuerdan precios con ellos que son los únicos que logran respetarlos, termina resultando en políticas de estado ejecutivas, sobre todo a corto plazo, mientras que favorecer la competencia es más complejo y tarda más en funcionar. No me estoy poniendo del lado de Moreno contra Sbatella, para mi es claro que a largo plazo favorecer el monopolio es malo, solo quiero anotar que el problema que señalás también tiene que ver para mi con lo planteado por el post.
Claro Sergio, pero acordar con los monopolios es como ser amigo del Grupo Clarín. Es más cómodo y en el corto y hasta medio te da réditos, pero cuando las papas queman te dejan. Ellos no tienen ideología ni partido, sólo se guían por la conveniencia económica que les brinda un régimen capitalista de país subdesarrollado. Intervenciones como las de Moreno o (no) intervenciones como las de Picolotti terminan deslegitimando al Estado y favoreciendo a los grupos que no desean ningún tipo de intervención del mismo a no ser que sea para salvarlos económicamente.
No te pido la Junta de Carnes y Granos, pido que al menos piensen la cosa. Pero no, es más fácil tranzar con Clarín, Radio 10 y Coto.
¿Sarcástico y bardero? Ahora que lo releo, lo veo quizás un poco brutal, pero qué se le va a hacer, la diplomacia nunca fue mi fuerte. Pero intentó ser una crítica constructiva.
Completamente de acuerdo Julian, en pensar la cosa como vos decís, el tema es complejo. El demonizado «capitalismo de amigos» por ejemplo, está claro que enseguida nos evoca un estado al servicio del capital privado. Pero también tiene algo del capital privado al servicio del estado si le vemos la contraparte dialéctica. El petroleo estuvo a 140 y las retenciones allí eran del 70%, ¿por qué no hubo problemas?, porque creo verdaderas las denuncias de que el grupo que compró las acciones a Repsol es amigo K. A la vez el caso Clarín que citás es el mejor ejemplo en contra de la tranza, cuando se nos dan vuelta, estamos hasta las bolas. Pero ¿qué hacemos con eso? Ver a Eduardo Feinman de mi lado, te aseguro que me asquea. ¿Entonces? ¿Vamos para adelante con Página 12 que no lo lee «nadie»? Tranzar no nos asegura nada, se nos pueden dar vuelta, pero las políticas progresistas tampoco nos aseguran nada, porque así como se da vuelta el capital, ni bien le conviene, la ideología también se da vuelta cuando no está de acuerdo, y no se los podés reprochar, siempre te dijeron que estaban con vos por compartir tus ideas, si las traicionás, porque alguna vez te parece que no tenés más remedio, ellos te dan la espalda. Como te la da el capital, que tampoco nunca te engañó, estaba con vos por la guita, si ahora está en otro lado, van tras ella. Por eso mi acuerdo con las políticas pendulares, usar todo eso en beneficio de un proyecto que con contradiciones creo progresista. Pero como lo dije en el primer comentario, entiendo que la pendularidad, una vez más, TAMPOCO TE ASEGURA NADA, así como (en otros temas y otro contexto)el movmiento pendular de Perón para volver al poder, terminó en la tragedia de Ezeiza, hoy la pendularidad muestra su lado flaco cuando se te piantan en el momento justo Urquía por un lado y Lozano por el otro. La política, la realidad, son complejísimas, yo tiendo a estar a favor de la pendularidad, porque es la que mayor sensación me da de poder avanzar, pero le reconozco sus peligrosísimos defectos.
El pensamiento reaccionario antiliberal al que adhieren los progresistas argentinos via (o con el vocabulario de) Schmitt es muy interesante. Y no está mal eso de que los liberales no tienen una teoría del estado sino que solamente hacen una crítica del estado. Pero la teoría del estado al que terminan adhiriendo nuestros progresistas es «impresentable» ante el común de la gente (donde me incluyo: lo leí a Schmitt sólo porque no los entiendo a los autores de cartapolítica). Lo que les importa a Schmitt, a Koselleck (que en las citas del Coyote Estepario pareciera acá un glosador de Schmitt) y a varios más es la Soberanía, casi sin importar los actos concretos que en su ejercicio o construcción se realizan. No en vano los «clercs» recuerdan siempre a los monjes de la querida (?)Edad Media. Y entonces el progresismo kirchnerista sale casi a la defensa de Moreno y de de Vido (ver último párrafo del post del Coyote Estepario). Los expulsarán los K en algún momento como los nazis al pobre Schmitt ?(me puse al nivel de Duhalde,ya sé).
Me parece notable la lectura, más allá de ciertos ejes que señala el amigo Reverso, algunos más certeros que otros. Creo que es una de las contribuciones más valiosas sobre el tema del progresismo argentino que he leído en mucho tiempo.
Me parece interesante esta adaptación de Koselleck a la situación argentina. Creo que, con respecto a la oposición, no quedan dudas: como tribunal moral -diría Koselleck- se erigen por encima de la política y la colocan del lado de lo no moral. Las profesías de Carrió, ayudada hasta con la gestualización, parecen una puesta en acto del intento de conjurar la política. Tampoco podemos olvidar que Koselleck caracteriza como «hipócrita» el «desinterés político» de los críticos: la crítica es inmediatamente moral y mediatamente política. El asunto que perturba es, justamente, el qué hacer del lado de la progresía aliada. Convertir la crítica en acción política, con un discurso que sea performativo. Es un desafío.
Dejo un fragmento de Gilly. Me parece que aporta a la diferenciación de los temas planteados oportunamente por Reverso:
«El neoliberalismo, la desregulación, significa la destrucción
de las protecciones jurídicas, sociales e institucionales que las luchas y los afanes de los trabajadores y de la sociedad fueron construyendo a lo largo del siglo XX y a través de dos grandes guerras mundiales y de las revoluciones y movimientos coloniales y sociales. Es la expropiación y la apropiación privada por los diversos capitales de un patrimonio común protector heredado por los pueblos, construido, aumentado y trasmitido a través de sucesivas generaciones bajo la forma de servicios públicos, instituciones de salud y de educación públicas, espacios territoriales protegidos. Ahí estaban los «ahorros» y las «inversiones» colectivas acumuladas generación tras generación, desbaratados en Argentina, México, Bolivia, Brasil y otros países del continente, sobre todo en el curso de la década de los años 90 del siglo XX, esa fatídica y multiplicada versión de la Bella Epoca de las oligarquías terratenientes de fines del siglo XIX y principios del XX. Formulado en su expresión más abstracta, la expansión neoliberal del capital no sujeta a controles ni leyes puede resumirse en un proceso universal, global, de destrucción de capitales menores, de tecnologías vueltas obsoletas y, sobre todo, de desvalorización de la fuerza de trabajo a escala planetaria, a través de la incorporación de cientos y cientos de millones de nuevos seres humanos al mercado capitalista del trabajo y de la descalificación o la expulsión de ese mismo mercado de muchos otros millones, convertidos en mano de obra tan obsoleta o sobrante como las maquinarias también desplazadas. La competencia sin ley ni regulación de los trabajadores dentro del mercado global, mundial, de la fuerza de trabajo asalariada y su consiguiente desvalorización global en relación a la masa de mercancías producidas, sería así el significado último de la desregulación neoliberal.
Pero las leyes e instituciones que en cada nación regulaban las relaciones entre capital y trabajo y entre los diversos capitales implicaban también un modo de regulación de las relaciones políticas de mando y obediencia, una forma de la dominación y la subordinación legitimada por las leyes y las costumbres dentro de cada comunidad nacional-estatal.Significaban, en otras palabras, la construcción en la sociedad de una hegemonía de las clases dirigentes sobre las clases populares o subalternas elaborada en el curso de la historia precedente y reciente a través de conflictos, acuerdos, resistencias, pactos, organizaciones. El neoliberalismo en los países de América Latina se propone mandar sobre una sociedad de individuos atomizados. No quiere interlocutores, quiere vendedores solitarios de su fuerza de trabajo individual y ciudadanos definidos por el consumo de las mercancías y no por la titularidad de los derechos. El neoliberalismo destruye así los pilares de la antigua hegemonía. Pero al hacerlo, destruye también la legitimidad que aquella forma de gobierno y dominación había alcanzado. El neoliberalismo llega a construir una nueva dominación que sustituye los interlocutores organizados por espectadores mediáticos y votantes solitarios. Pero por esa vía no logra connquistar una nueva legitimidad entre las poblaciones empobrecidas, desocupadas y desarraigadas que engendra. Impone su mando por la triple coerción de la fuerza, la necesidad y el hambre, pero no logra suscitar el consentimiento de los gobernados. Los regímenes políticos neoliberales crean un equivalente de lo que el historiador Ranajit Guha encuentra en el régimen colonial británico en la India: una dominación sin hegemonía.»
Gilly: «El populismo radical», en La Jornada, 01/06/04
Mario de Casas, un ex cobista, pone de relieve el tema opositor del «autoritarismo kirchnerista» en el contexto de la reconstrucción del principio de autoridad estatal, o si se prefiere, de soberanía:
«Es oportuno poner en evidencia otra de las falaces letanías de la derecha, que reitera diariamente su “preocupación” por la “concentración de poder político”. Si algo se ha podido comprobar con el conflicto entre los intereses sociales y los de algunos sectores del agro, es que nuestro país no es una excepción en cuanto al escaso poder relativo que –ante fuertes poderes corporativos– tienen los Estados y los gobiernos democráticamente electos en los países de nuestra América latina para avanzar en la democratización de sus respectivas sociedades. Por lo tanto, la construcción de poder político es una condición necesaria, no un peligro, y será tanto más legítima en la medida en que se haga respetando las formas pero también la razón de ser de la democracia, que es mejorar las condiciones de vida de nuestros pueblos. En estos desafíos está nuestro compromiso.»
En Página 12, hoy.
La primera de las citas que traje a colación pone en contexto la discusión sobre el principio de soberanía implícita en el proyecto de dominación neoliberal, que se vale de una determinada matriz financiera para eliminar las barreras estatales.
Pero la crisis no es un evento aleatorio, como nos recuerda Gilly, sino la consecuencia cabal de la aplicación del proyecto, que erosiona las bases de la hegemonía capitalista al debilitar los marcos regulatorios estatalistas.
No señalo con ello que el Estado capitalista sea una panacea, ni la democracia un Parnaso, pero sí creo que la recuperación del principio de soberanía y la reconstrucción del aparato productivo (para nada opuesta a la participación del capital financiero per se) permiten reconstruir un principio de hegemonía política que supla la crisis de representación de 2001 y cierre definitivamente el ciclo de desgaste de lo público y acumulación privada de poder.
En el segundo, creo, aparece la otra cara de la crítica moral del progresismo ilustrado – republicano: su oposición a la reconstrucción del principio de soberanía, que se desprende como dato saliente del proyecto K. A la 125 sigue el debate sobre Aerolíneas, y de nuevo vemos a la oposición abroquelada en principios de orden neoliberal, desplazando constantemente el debate sobre la necesidad urgente de una intervención del Estado en el circuito aerocomercial local. Un caso similar puede apreciarse en la crítica al INDEC.
Curiosamente, yo sí pediría Juntas de Producción. Creo que la canalización del pensamiento progresista debe encarnar en visiones proyectivas para superar la crítica meramente disolvente.
La atracción de los monopolios estriba, me parece, en que son circuitos estatales paralelos, sistemas de economía planificada con transacciones internas y control vertical, al interior del propio capitalismo. En ausencia de una capacidad real y efectiva para cumplir con las atribuciones formales del Estado, es más fácil «cerrar» con Cargill, que armar un IAPI, por decir algo.
Lo que está claro es que ese camino es un mal parche, en el peor de los casos, de la cuestión que aparece como eje: recuperar personal público capacitado, recuperar facultades propias de organismos vaciados de facto, etc.
Meler estaria bueno que que criticaras los porblemas que puede sucitar el neoliberalismo pero despojado de la idea de que es una conspiracion mundial que tiene como fin arruinar a los pobres y destruir america latina.
yo se que les puede parecer increible pero yo tengo amigos liberales que creen que es liberalismo es lo mejor para todos incluso para los trabajadores y no es un empresario millonario.
yo tambien creo que debe haber servicios publicos estatales, pero por una cuestion de abarcar no solo lo rentable no por una cuestion de soberania, la soberania no se juega en si tal empresa es estatal o privada para mi, eso me parece patriotista.
«la necesidad urgente de una intervención del Estado en el circuito aerocomercial local» quien se opone a eso? no es preocupante estatizar una deuda privada? no viene por ahi la critica?
la critica al indec es que la cifra de inflacion publicada es mentira y que esta mal que se apriete a trabajadores.
Por ejemplo, en su intervención en el Senado, Cheppi ponía al INTA como caso testigo del vaciamiento de las instituciones estatales, y de la consecuencia lógica: la incapacidad de los elencos gobernantes de diseñar políticas a largo plazo que abarquen los planos de sustentabilidad económica y ecológica.
Dejo el link
http://horizontelibertario.blogspot.com/2008/08/la-mirada-de-cheppi-transcripcin-de-su.html
Digo, en estas intervenciones trato de documentar algunos aspectos que a lo mejor requieren de puentes precisos en el debate, sin por eso dejar de señalar la justeza del trabajo que actúa como disparador del debate.
Largo y complicado, eh? En general descreo de las explicaciones filósoficas o ideológicas complejas cuando hay otras más sencillas, pero si hay algo de cierto entre todo lo que se ha dicho es esto: una estrategia de redistribución del ingreso y fuerte confrontación política con los adversarios es completamente contradictoria con una política de «no represión». O una o la otra. Creo además que esa supuesta falta de «voluntad de poder» del «progresismo» es una peculiaridad argentina, vinculada quizás con la existencia del dúo peronismo/dictaduras como un otro que monopoliza y abusa del poder. Ciertamente que los partidos «progresistas», en el sentido en que Uds. usan la palabra, de los países vecinos no carecen de capacidad de alcanzar, mantener y usar al poder. Y los partidos de origen marxista (en especial los comunistas) tienen un saludable respeto hacia el poder (la disciplina y capacidad político táctica de la gente del Partido era legendaria aquí).
Estimado vecino de las estepas:
Creo que no son exactas las frases con que se inicia el post. La comparación de K con Hitler hecha por Tachuela, antes por Lilita, etc., muestra simplemente que los medios legitiman ese discurso, porque ningún periodista les repregunta o señala lo absurdo y ridículo de esas afirmaciones. Es decir que cualquiera está autorizado a decir cualquier cosa, si eso suma al coro mediático (anti K, en este caso).
Y no estoy de acuerdo con lo de «la derrota fue mayor de lo que creíamos». Aquí fracasó una medida aislada que por una lógica poco racional terminó convirtiéndose en «la madre de todas las batallas». La verdadera derrota en el plano cultural viene desde el hundimiento del gobierno peronista y la toma del poder por el Proceso en el ’76. Nunca se revirtió esa derrota en 25 años de democracia y con el menemismo se profundizó hasta un grado superlativo. La experiencia K pudo darse casi por azar tras la debacle del 2001, y nació como una flor de invernadero. Tras unos años de relativa tolerancia, parece que ahora muchos le han bajado el pulgar. Sobre la «identidad kirchnerista» que Ud. menciona, siempre me pareció algo tan endeble que me habría extrañado si en algún momento no hubiera entrado en crisis.
Sobre el progresismo republicano-ilustrado, creo que ante todo es una herramienta útil al neoliberalismo. Recomiendo al respecto leer este trabajo de Bourdieu y Wacqant. Y sobre el progresismo K, lo que es seguro es que anda bastante desorientado.
Saludos.
Es interesante que la oposición se preocupe por los 900 millones de dólares que el fisco debería invertir en la recuperación de Aerolíneas -como parte de una estrategia imprescindible de salvataje, a fin de no perder los contratos de leasing, las rutas, y de mantener a los trabajadores en sus puestos de trabajo y a los aviones volando hacia el interior de nuestros circuitos turísticos- pero no diga ni «mu» respecto de los cuatro mil millones de dólares que, en lo que va del año, nos hemos ahorrado al fijar una tasa de inflación reconocidamente inferior a la real.
(«Nótese que por la normativa vigente, el IPC que publica el Indec, debe ser utilizado por el Banco Central para calcular el coeficiente de Estabilización de Referencia, CER, que a su vez indexa aproximadamente 150.000 millones de pesos en bonos soberanos”. Un cálculo privado de especialistas que no trabajan para los tenedores de bonos y que se identifican como nac&pop indica que entre enero de 2007 y junio de 2008 el Tesoro ahorró unos 400 millones de dólares en intereses de la deuda ajustable por CER, de los cuales perdió la mitad como sobrecosto de colocación de deuda debido al aumento del riesgo-país durante el primer semestre de 2008. Las necesidades de financiamiento externo para 2009 superan los 10.000 millones de dólares, que con el riesgo país en el nivel actual originarían un costo financiero de hasta 2000 millones. Lo más importante es que por cada punto de inflación subestimado se evitó además un crecimiento del capital adeudado de unos 1000 millones, lo cual en un año y medio se aproxima a 10.800 millones de dólares. Dado el carácter acumulativo de la deuda, esta reducción del stock generará ahorros permanentes hasta completar los vencimientos de la deuda indexada», http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-109879-2008-08-17.html)
Ezequiel Meler: En cuanto al ahorro del indec me pareció interesante escuchar a Silvia Vazquez, diputada radical K que quedó del lado del gobierno, decirle a Roberto Navarro el domingo en El Destape(va como me lo acuerdo): «todos sabemos que gracias a los números del Indec el estado ahorra plata, no tiene sentido que gobierno, periodismo y oposición sigamos actuando como si no supiéramos eso» Hasta ahora no había escuchado a nadie del oficialismo decir eso públicamente, igual sospecho que no debe ser tan fácil reconocerlo sin tener problemas.
Me gustó tu definición: «La atracción de los monopolios estriba, me parece, en que son circuitos estatales paralelos, sistemas de economía planificada con transacciones internas y control vertical, al interior del propio capitalismo.» Cuando trataba de expresar eso a menudo lo hacia de un modo confuso.
Los que hacemos AP armamos el sitio, abrimos la comunidad, mantenemos todo andando (dentro de lo posible) con mucho esfuerzo. Todos los que quieren publican y participan sin restricciones, inclusive con posts dirigidos a criticarnos duramente con nombre y apellido. Pero ni aún así pasamos, parece, la barra de la pluralidad y tolerancia. La verdad, me está afectando un poco, ya.
Sergio:
Según H. Verbitsky en P.12 de anteayer, bastaría con que Dominique Strauss-Kahn declarara que los números con que se calcula la deuda argentina no son confiables para que se desate una avalancha de juicios y embargos. Si es así, el asunto es delicado y la diputada Vázquez haría bien en ser más discreta.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-109879-2008-08-17.html
María:
Como siempre, va mi apoyo y solidaridad.
Muchos saludos.
Todo ese ahorro por mentir con la tasa vs el mayor costo de la refinanciación que tenemos que pedir todos los años, además del hecho de que en 2005 fue la única vez en que pudimos (medio a la fuerza) colocar deuda en pesos, y con el retoque nunca más, aunque pasen los gobiernos, se podrá volver a hacer.
María Esperanza, no es mi intención para nada, y lo digo sinceramente, que te sientas afectada o molesta. Es más, admiro muchísimo que hayan construido este sitio y la energía que le ponen, pese a que defienden algo que a mí me parece muy difícil de defender. Lo que no se puede negar es que los comentarios divergentes de gente fuera del círculo de amigos son generalmente malvenidos y tratados con bastante desconsideración, y que muchos de ustedes reaccionan sensiblemente ante las supuestas agresiones, cuando la actitud general de las respuestas suele ser bastante agresiva, lo que a mí también me afecta. Que se le va a hacer, a lo mejor las mujeres somos más de sentirnos afectadas.
Mi comentario sobre la forma de este post fue quizás un poco brusco, pero bienintencionado. Me parece que le quita calidad al sitio no prestarle atención a las formas (lo que, aclaro, no es la norma). En realidad, es un post que está muy bien escrito, en el sentido de conceptos y vocabulario, pero en difícil, esto es, con oraciones muy complicadas y una estructura muy rebuscada. Supongo que resulta bastante hermético para gente que no estudió Ciencias Políticas o que no tiene las mismas referencias culturales.
Hice un esfuerzo doble o triple para entenderlo y al fin creo que algo entró. Si entendí bien, dice algo así como que los progresistas liberales conciben a todo poder como abuso de poder y que como para gobernar hacer falta tener poder, habría una especie de imposibilidad para gobernar si se les da el gusto a los liberales progresistas y no se hace abuso del poder. Lo que al mismo tiempo muestra una especie de lavada de manos de los libeprogres o progrelibes.
Con lo que por supuesto no estoy de acuerdo, si de esa forma se intenta justificar el mesianismo de Kirchner y las escandalosas barrabasadas de Moreno y De Vido et al. que le están hipotecando el futuro a la Argentina.
En el fondo, supongo que es todo una discusión sobre el tipo de democracia que queremos. Si como yo, se cree que el pleno juego de la democracia y la justicia social van juntas y que es imposible distribuir el ingreso si no hay al mismo tiempo una democracia esplendorosa y radiante, no se puede aceptar al kirchnerismo o no se puede aceptar que el kirchnerismo continue de esta forma.
Em fin, como no estoy segura de haberlo entendido, quizás habría que definir conceptos y/o reglas de juego, para no pelearnos.
che que bueno festejemos que la «estrategia» del indec es falsearlo para ahorrarnos guita que igual vamos a terminar pagando por la deuda de Aerolineas! como hizo Mingo estatizando deuda privada!
y de mientras la inflacion real genera nuevos pobres! pero el gobierno no dice ni mu….
Ahora que lo leí, recomiendo con entusiasmo el artículo de Mario de Casas que antes citó Ezequiel.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/109955-34697-2008-08-19.html
Saludos.
Coyote, provocador tu post, tiene la virtud de dar ganas de responderlo. Está lleno de cosas, imposibles de abarcar.
Estás equivocado. Si intentás defender al kirchnerismo, creo que por ahí no es, paso a decirte porqué.
La «soberanía» definida como la mera facticidad del Estado es un argumento problemático, porque la autoridad se acaba ante la «ausencia de facticidad», cuando el Estado no puede. Desde el punto de vista de la facticidad, la 125 no es factible y, peor aún, la autoridad del Estado se acabaría cuando «los del campo» le ganan la pulseada.
El problema de los K, que son de lo mejorcito que hemos tenido, no es entender mejor a Hobbes y Schmitt. El problema es de que están fallando en «construir» hegemonía, consenso, legitimidad. Si los querés ayudar, les haría mejor entender a Maquiavelo o Gramsci. Si basás tu poder en «que la tenés más grande» tu poder se acaba cuando aparece otro que la tiene más grande que vos. Y la pendulación de Perón es exactamente lo opuesto, era justamente una estrategia para construir consenso sin casarse con uno sólo.
No sirve de mucho ser antiliberal y pelearse con la necesidad de construir consenso porque te das la cabeza contra la pared. La cuestión es cómo hacen los K, u otros que la quieran repartir un poquito, para ganar las batallas, no declararse ganadores morales y ser perdedores fácticos. Para ayudarlos hay que tratar de que entiendan que a veces tienen que frenar un poco y armar algo más consistente. Ya lo decía el general, hasta Roma tuvo su Espartaco (que divertido suena decir que Néstor tuvo su De Angelis) y que a los imperios nadie los tumba de afuera, se caen por dentro.
Por eso que lo mejor no es armar un imperio, tan sólo un gobierno demoliberal que es, en el fondo, el juego que se está jugando.
Saludos!
María, mi solidaridad absoluta es con quienes hacen Arte Política y La Barbarie, así mañana se pasaren a la CC y / ovitoreasen al Cabezón… bueno, tanto no, pero casi.
Es un lugar rarísimo: no es un blog, no es un foro, pero se puede discutir con nivel y leer producciones realmente complejas mientras aún están en curso. La fundación de una comunidad es un acto intencional, marca un afuera y un adentro. Ya sabés lo que sigue en ese argumento.
Ana C.:A mi me parece una cuestión de sentido común, si un determinado post te parece muy largo o muy complicado, simplemente pasás a otro. Me sorprende un poco que Caroll y vos que se la pasan defendiendo el libre mercado y el libre juego democrático, quieran ahora determinar cuántas líneas y que nivel de dificultad tiene que tener un post. Me parece que no encaja. Desde ya mis felicitaciones a todos los que hacen este sitio.
Muchachos, basta. Siempre la misma cantinela. ¿Cuándo se ninguneó a alguno que pensara diferente (y que no fuera troll, e incluso a los trolls no se les borraron posts)? ´
«Círculo de amigos»… ¿y eso? Hablo por mi pero creo que es general la situación… yo no conozco a ninguno ni de los moderadores, ni de los habituales comentaristas del sitio.
En serio, che. Dejénse de joder y de romper con el asunto de la tolerancia que acá la hay y de sobra.
Sergio, si sos capaz de decir que yo me la paso «defendiendo el libre mercado» jamás leíste una sola de mis opiniones y seguro que no conocés Finanzas Públicas, donde no solemos defender el libre mercado, justamente, sino la necesidad de que el Estado se financie en forma sostenible y equitativa y sirva para redistribuir el ingreso y disminuir la pobreza y no para que un grupo de corruptos se llene los bolsillos a expensas del resto de la población sin rendirle cuentas al pueblo.
Ah, perdón, otra cosa: ¿desde cuando la discusión política se transformó en cosa de buenos modales? Es apasionada, caliente y muchas veces, sí, agresiva.
Entonces, me parece que no es argumento (para ninguna de las partes) decir «ahh, che, me trataste mal…». En serio, loco, menos prurito y más discusión.
Soy nueva en esto de los post, pero no en la vida, y este sitio me parece excelente. Los felicito y agradezco.
Cresto, sucede que a quienes pensamos diferente no nos perdonan la pasión. Eso es lícito para quienes coinciden con tus ideas que por supuesto son mayoría. Pero coincido, tampoco es algo importante para mi. Ah, gracias por la tolerancia de sobra, desde ya.
Ana C.: Ok, es verdad, no te tengo muy estudiada, sino defendés el libre mercado, mejor. Pero en este mismo post hablás de «construir espacios plurales». Plurales, pero con post del tamaño y dificultad que vos digas, parece, te cito: «Un artículo, para ser leíble, no tendría que superar las 800 palabras (éste tiene casi 1700). Además, tratar de ir al grano con lo que se quiere decir y no escribir largos prolegómenos que no se entiende muy bien a dónde llevan.»
Sergio, el ser humano de inteligencia normal puede retener 7 conceptos al mismo tiempo y mantener la atención por una determinada cantidad de minutos que ahora no me acuerdo sin perder el hilo de lo que está leyendo. Cuando leemos algo que está bien escrito, en forma simple y amena, todo eso nos cuesta menos y se hace más fácil la comprensión de lo que uno lee.
Dicen que un texto que quiere convencer de algo a alguien no tiene que tener más de cinco o seis párrafos, no más de cinco o seis oraciones por párrafo y no más de 25 palabras por oración. Y en lo posible evitar las oraciones subordinadas de subordinadas de subordinadas. Si querés convencer de algo a alguien tenés que ir al grano bastante rápido, porque sino se te distraen en el camino y no convencés ni a los perros.
Fue un consejo, no una orden, y si hubiera sido una orden daba lo mismo, porque la probabilidad de que me «obedecieran» era nula.
Mi impresión fue que este texto podría haber dicho lo mismo con la mitad de las palabras y hubiera ganado muchísimo en claridad y en belleza.
Mientras tanto, su responsable hizo mutis por el foro. Si mi comentario le resultó molesto o doloroso, le pido mis disculpas. Al final, a nadie le gusta mucho que lo critiquen.
Ana C.: Te recomiendo que leas algo de Heidegger, te va a encantar.
«el ser humano de inteligencia normal puede retener 7 conceptos al mismo tiempo y mantener la atención por una determinada cantidad de minutos que ahora no me acuerdo sin perder el hilo de lo que está leyendo»
Ana, se ve que el texto que leías te aburrió o tenía problemas de estilo, porque ni de eso te acordás. Cortemos los egos por acá, y en todo caso, si un post no te interesa o no te agrada, o te da fiaca, no lo leas.
Ana es claro que sos economista pones todo, pero todo eh!!, en términos numéricos. La realidad se reduce a su disección numérica para hacerla cognoscible. Econometria se llama (perdón la ignoracia)
Por suerte muchos ensayistas no entienden nada de matemáticas y escriben cosas brillantes fuera del «canon matemático para la escritura de ensayos».
En serio, no todo es tan preciso. Leí en mi vida mamotretos clarísimos y brillantes y carrillas de A4, cinco párrafos, seis oraciones, etc. escritas para el carajo y en las que no se entendía un pito a la vela. (como lo que suelo escribir yo)
Todo bien Ana,igual tu recomendacion es valida y seguro bien intencionada, de eso no me cabe duda.
Otra cosa, estamos todo el tiempo diciendo que somos tolerantes (todos lo hacemos) y…»dime de que alardeas y te diré de que careces».
A parte, tolerar es una cosa y aceptar otra, la línea es fina pero hay que verla.
Un abrazo.
Ah!!!! me olvidaba. Si, la verdad el post es larguisimo.
Me gusta, entiendo la mitad, pero me gusta.
coyote no contestó nunca. o lo hace con otro nombre??
porqe de ser asi entiendo menos.
¿Porqué no se puede criticar un texto, más cuando tiene pretensiones de explicación original y profunda?. A mi, francamente, me cuesta entender a donde va, a que se refiere.La dificultad no estriba en el planteo teórico, sino en su aplicación a la realidad argentina «hodierna». El gran Ortega y Gasset, el mismo de argentinos a las cosas, dijo que la claridad es la cortesía del filósofo.
¿Qué pasa en este blog que aparece gente que cita a pensadores, ejem, como Ortega y Gasset? ¿Es la UCA que se nos vino encima?
Porque el progresismo sería «enemigo de la soberanía»?
saludos!
Estimado Coyote Estepario:
tu artículo se entiende perfectamente, lo que pasa es que tiene profundidad y hay que tener interés en el tema para meterse y hacer un ejercicio del seso para entender cosas que no son tan sencillas, cosas que muchos estamos tratando de resolver y cuya solución no aparece por ningún lado.
Casi emocionada, seguí tu escrito línea a línea. Ya lo leí varias veces, y al final me turba la emoción. Te voy a decir por qué. Primero porque es BRILLANTE, segundo porque yo sin tener esa profundidad y erudición que vos tenés, habìa comprendido antes lo que vos estás diciendo. Es decir: tuve una comprensión preconceptual y vos le acabás de conceptos.
Fijate que cuando la «intelectualidad» argentina, que bien podríamos decir que está representada por los firmantes de CARTA ABIERTA, esa intelectualidad firma una carta de apoyo CRÍTICO, tenemos el escenario de disputa de soberanía que vos estás presentando conceptualmente. También lo integra la otra parte de la intelectualidad, la de la izquierda de Pino Solanas y su diputado Lozano. De apoyo o de condena, todos lesionan eso que vos presentás acá a la consideración como elemento fundamental de Gobierno, que es la soberanía.
Fijate que yo solita que no soy nadie, a pesar de apoyar a CARTA ABIERTA porque no tenía otra, me mandé mi propia CARTA ABIERTA A LA PRESIDENTA, donde justamente le saco el elemento CRÍTICO y lo llamo mezquino. PORQUE YO ME DÍ CUENTA QUE ERA EL ELEMENTO QUE ENSUCIA CON EL CODO LO QUE ESCRIBE CON LA MANO.
A riesgo de parecer encolumnada, disciplinada y obcecuente, y justamente, por la necesidad de enfrentar ese estúpido prurito de apoyar con CRÍTICA, que es un apoyo vergonzante, un apoyo que apoya y hunde, un apoyo da y quita, me largué con esa carta que está siendo firmada no por la intelectualidad, sino por personas de criterio común, que la ven mucho clara por no estar influìdas por la cuestiones moralizantes que vos tan bien pones sobre la mesa como parte del menoscabo de la soberanìa.
De 200 visitas diarias a leer la Carta a la Presidenta, que está en Internet, sólo dos o tres van firmando diariamente. El resto se queja de que puse eso de que apoyo sin CRÌTICA, a pesar de que expliqué de que se trata de una estrategia necesaria ameritada por el encono brutal de la oposición.
Te doy las gracias, y para mí tu texto ha sido fundante. Le voy a dar todo el uso y abuso que permitas.
Coyote, tu artículo me reconcilió con la filosofía.
Las categorías que usás permiten salir del sentido común y ponerse a pensar en serio, sin los límites que impone el miedo de la corrección política. Es lo que estoy esperando hace tiempo. La vida es demasiado corta, las oportunidades de pensar muy escasas. No se pueden despreciar porque pululen los boludos, con todo respeto. Anoche volví a leer Critic and crisis. El maestro humilla.
excelente ! excelente! revelador!
para nada aburrido,a l contarrio, superintenso.
Las colaboraciones del Profesor Meler tambien, una exquisitez!
Por fin alguien que describe por donde hay que ir para identificar mejor el aroma «porgre».
Y el porque de esa desconfianza intuitiva que nos sugieren.
Amen de porque siempre se van tan, pero tan a la derecha…
excelente ! excelente! revelador!
para nada aburrido,al contrario, superintenso.
Las colaboraciones del Profesor Meler tambien, una exquisitez!
Por fin alguien que describe por donde hay que ir para identificar mejor el aroma «porgre».
Y el porque de esa desconfianza intuitiva que nos sugieren.
Amen de porque siempre se van tan, pero tan a la derecha…
Bueno, leer el post me bajoneò un poco. Si no entendì mal progresismo y poder no se llevan bien.Aclaro que no soy una entendida en el tema, pero no estoy de acuerdo. Yo entiendo que si el gobierno hubiera podido mostrar las medidas que todos esperabamos en lo social, en una de esas esto no pasaba. Porque hasta el màs tilingo hubiera tenido que reconocer el avance. Siento que el gobierno tiene una deuda con los que apoyamos, y es una deuda en lo social.
Coyote:
Pegaste en el nucleo duro de la problematica entre progresismo y ejercicio del poder. Pero no creo que en la coyuntura actual sea la supuesta fidelidad a ese discurso progresista inmaculado lo que hace que los Kirchner no pongan lo que tienen que poner;no creo que en los Kirchner habite un problema de conciencia a la hora de ejercer el poder.Se trata simplemente de tomar las decisiones gubernamentales que permitan levantar la cuesta de una derrota politico-cultural a reiterarse en el futuro de no definir horizontes de «qué politica a seguir». Por otro lado esta el armado de alianzas politicas para construir y acumular poder: acá hay graves fallas del kirchnerismo, porque en la defección de los radicales K se visualiza precisamente el problema del progresismo liberal frente al poder y su mirada principista. Despues de los yerros de manejo del conflicto agrario, se tiene que venir una etapa de reconstrucción del poder menguado: acertado desde el analisis teorico, exhacerbar al limite la idea de alienación de las clases medias en medio del fragor de la lucha, terminó siendo una decisión teoricamente correcta pero facticamente disvaliosa porque restó poder. Ahora es necesario hacer una recolección pendular dentro del peronismo, y traer a los que jugaron bien desde afuera.Conducir sin confrontar es la clave de la coyuntura inmediata, y hacer visible la gestion focalizando en los sectores populares.
Eva Row: No comparto lo que decis sobre los Carta Abierta. El apoyo incondicional se juega en el estricto terreno de la puja politica, por eso la falta de huevo le puede ser achacada a los sectores progre que forman parte de la organica del kirchnerismo, pero no a un grupo de intelectuales que interviene fijando posición desde un pensamiento critico innato a la tarea del intelectual. Carta Abierta es un instrumento para abrir nichos de debate y construir discursividades alternativas que batallen contra la dominación cultural que imponen los medios, pero nos estaríamos equivocando si los vemos como parte de la organica politica partidaria y les pedimos cosas que no pueden hacer. Cabe agregar que son tipos de ese espacio ( como Nicolas Casullo)los que vienen planteando dede hace años la critica al progresismo clasemediero bien-pensante desde una mirada nacional-popular.
Gran post y grandes comentarios.
Saludos
LUCIANO
Después de mucho rumiarlo, este post me sigue resultando confuso. Sobre todo en sus aproximaciones prácticas. La cuestión crucial,para mi, es cual es el aspecto progre del gobierno. ¿Es la política de no reprimir?. ¿Es la así llamada política de «derechos humanos»?. ¿Quienes son los progres del gobierno, Nilda Garré, Eduardo Duhalde?.
Buenos días a todos. Agradezco mucho los comentarios al post, realmente creo que han habido aportes agudos para seguirla. Pero, como soy medio nuevo en esto, no quiero sobrepasar los límites de lo políticamente correcto para un comentario (los censores de la crítica están muy atentos en estos días a los problemas de las mediciones, los índices, las cotizaciones, las calificaciones… pero en el fondo siempre fue así: la política es, por definición, exceso y la crítica no ha sabido últimamente trascender la medición y constatación del desvío).
Todo esto para decir nuevamente gracias y, prometer seguirla en un futuro post. Propongo, mientras, pensar en el sentido de Emir Sader, sobre la tarea de «construir una nueva hegemonía»
Lo haré. Muchas gracias
Una cosa es expresión de oscuridad y otra oscuridad de expresión. La primera suele darse cuando alguien expresa algo profundo y la segunda cuando otro alguien se hace el profundo, no es así Ana C.? (ajummm…).
René Orlando, acabo de escribirle un somnífero.
Coyote Estepario, no seas pavote, no se trata de corrección política sino de saber escribir para los que saben menos que vos.
Hoy, haciendo un poco de «investigación» para un post que tengo en mente, encontré una frase muy linda en el blog del .
La frase, que parece ser de un señor que se llama Oscar Varsavsky, que yo no sé quién es, pero a lo mejor ustedes sí, dice:
«El cientificismo es la actitud del que, por progresar en esta carrera científica, olvida sus deberes sociales hacia su país y hacia los que saben menos que él.»
Uno de los deberes sociales del blogger es escribir para los que saben menos que él.
Saludos políticamente incorrectos. La corrección política en este blog es decir que sos fantástico todo el tiempo.
Perdón, se me salteó algo. El blog era el del Lobo Estepario, ya que andamos por las estepas y el post sale en el link.
María Esperanza,
Es evidente que algunos comentarios sobre la forma y no sobre el fondo de la cuestión (que «no pudieron entender») le están gatillando un bajonazo…
Amiga MEC, que no decaiga…por usted y por un montón de lectores silenciosos de estos formidables lugares de discusión, hay que hacer oido sordo a los comentarios pelotudos y seguir adelante.
Imagínese.
No es posible que una boluda que escribe «…un artículo, para ser leíble (SIC), no tendría que superar las 800 palabras (éste tiene casi 1700). Además, tratar de ir al grano con lo que se quiere decir y no escribir largos prolegómenos que no se entiende muy bien a dónde llevan…» le haga tirar punto muerto.
Y de esa BOLUDA TOTAL se podría citar una retahíla de otras huevadas escritas en su mismo blog. Exempli gratia: «El brunch de los domingos a las 11 de la mañana. Una mezcla fantástica de salmón marinado con eneldo, roastbeef, queso, tartas de verduras, dulce de leche, café, chocolate, pan fresco y los mejores croissants del planeta.»
Escriben las huevadas que escriben porque esa mañana el salmón venía sin eneldo o porque falta murra.
MEC, nuestra solidaridad oscura y arrabalera, si le sirve de algo…
Contradicto
Por supuesto, Varsavsky no se refería a la simplificación del pensamiento para acercarse al «ignorante». Esa concepción paternalista de la divulgación está en las antípodas de lo que fue su pensamiento. Se trata de la responsabilidad del científico ante los que pudieran no estar advertidos acerca de las consecuencias de una investigación que podía afectarlos negativamente.
Para Ana C: gracias por citarme, y aclaro que no comparto lo agresivo del anteúltimo comentario.
De paso, aquí uno puede darse una idea de quién fue Oscar Varsavsky:
http://es.wikipedia.org/wiki/Oscar_Varsavsky
Saludos.