Entrevista a Eduardo Jozami: «El Frente es tan importante como el candidato»

 

 

Iniciamos con esta publicación una serie de entrevistas a dirigentes de la oposición, a cargo de Manuel Barrientos y Matías Cerezo

 

Distintos sectores del peronismo comenzaron a buscar una reunificación de sus fuerzas con vistas a las presidenciales de 2019. El Encuentro por la Unidad que se realizó el 8 de febrero en la UMET y en el que participaron referentes del kirchnerismo, el Frente Renovador y el randazzismo pareció derribar ciertas fronteras que se consideraban infranqueables hasta pocos meses atrás.

Integrante de Carta Abierta y de Participación Popular, Eduardo Jozami analiza las potencialidades y límites de la constitución de un frente electoral que reúna a las vertientes dispersas del peronismo y pide que se preste atención al diálogo con los movimientos sociales, los sectores disidentes del radicalismo e incluso los partidos de izquierda. El ex director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, también señala que no se deben apresurar las postulaciones, por cuestiones tácticas y porque “por primera vez puede darse una situación en la que el frente es casi tan importante como el candidato”.

 

¿Qué balance hace del encuentro en la UMET? ¿Qué perspectivas abre de cara a las presidenciales de 2019?

Es un buen comienzo, porque implica que mucha gente entendió que es importante la mirada opositora y los distintos sectores del peronismo que acudieron ahí pudieron deponer las diferencias -más o menos importantes- que se venían teniendo en estos últimos años. Aún falta mucho, en cuanto a la convocatoria de otros sectores. Incluso hubo otras reuniones paralelas, que no son para nada contradictoras con la reunión en la UMET. El ánimo es que todo esto termine en una única gran convocatoria. Me parece que es muy notable el cambio que se dio a partir de diciembre y, fundamentalmente, de la discusión parlamentaria de la reforma previsional y la gran movilización social que la acompañó. Hoy no hay en el peronismo sectores que abiertamente se pronuncien en contra del kirchnerismo; quedan algunos dirigentes, pero son poco representativos. En el Frente Renovador están planteadas las dos posiciones, el compromiso de Daniel Arroyo y de Felipe Solá con este proyecto me parece sólido. Es muy difícil saber cuál va a ser la situación final de Sergio Massa, pero no veo que él pueda convertirse en el líder de otra convocatoria peronista. Si el proceso de la unidad del peronismo avanza es probable que los que se nieguen a sumarse a esta convocatoria, ante la polarización, terminarán muy cerca del Gobierno. Por otro lado, uno siempre puede discutir cuál es la profundidad de los acuerdos; por ser un comienzo no debería ser excesivamente exigente, pero yo diría que me pareció interesante y positivo el contenido general de los discursos, porque el tono fue unánimemente opositor. Desde ya que hay más que matices que se pudieron observar, sobre todo en los debates en las comisiones, donde algunos temas se profundizaron más, pero quedó claro que la posibilidad de una unidad del peronismo que convoque a la mayor parte del movimiento y a una unidad opositora -que es el siguiente paso necesario- sólo puede construirse sobre la base de un claro programa alternativo al neoliberalismo. 

Se comenzó a abrir un debate sobre dónde poner el foco de esa unidad. Algunos plantean que el peronismo debe ser el núcleo que empiece a unificar, y otros sostienen que debe ser una propuesta de centro-izquierda. ¿Qué piensa al respecto?

Quienes reivindicamos los doce años de kirchnerismo y nos seguimos identificando como kirchenristas, obviamente que ante cualquier propuesta de unidad vamos a defender esa historia y esa mirada sobre el país, más allá de todas las cosas que se reconocen que deben cuestionarse, replantearse, etcétera. Pero si hiciéramos hoy una convocatoria desde la centro-izquierda exclusivamente, me parece que es una convocatoria que casi que el kirchnerismo se hace a sí mismo… No porque no haya otros sectores no kirchenristas que pueden considerarse como centro-izquierda, pero no atacaría el núcleo o el problema central que hay que tratar de resolver para construir un frente opositor que realmente tenga posibilidades de derrotar al macrismo. Ese problema es el de la unidad peronista. Por supuesto que tampoco puede pensarse que el peronismo solo resuelve esto, porque se ha demostrado que no es así, ya que desde Menem en adelante, cada vez que el peronismo convocó y llegó a unificar a la mayoría de los peronistas fue con una definición muy clara en un sentido o en otro. Hoy necesitamos un peronismo que sepa convocar a todo el campo popular y tenga un discurso que pueda dialogar con los radicales que hoy están incómodos con el macrismo y los sectores de centro-izquierda que acompañaron al kirchnerismo; y con la misma izquierda, aunque es un poco difícil imaginársela sumándose a un frente electoral. Pero a lo mejor no es tan difícil pensar que ellos puedan adoptar, en el caso de una segunda vuelta, una posición distinta y que no sea que les dé lo mismo que gane Macri o que gane la oposición. Un proceso que tenga la potencialidad para constituirse en alternativa y convocar a todo lo que hay que convocar es lo que me parece que debe ser visto como un proceso de unidad del peronismo; aunque probablemente no convoque a todos los peronistas, porque eso no ocurría ni en tiempos de Perón.

Habló de la profundización de los acuerdos programáticos. A su juicio, ¿cuáles son los temas que deberían integrar esa agenda?

Acá hay que aclarar un punto. Por un lado, todos coincidimos en que no hay que hacer un frente meramente opositor, porque en política siempre es importante tener una propuesta. En segundo lugar, también es importante con una coyuntura tan difícil o dramática como la que estamos viviendo, construir algo nuevo. Es decir, demostrar que hemos sido capaces de procesar todo lo que pasó en el país durante los últimos años y salir con una propuesta que recoja todo lo que de nuevo pueda estar manifestándose en la sociedad. Dicha esa salvedad, esto no es contradictorio con decir que el programa básico surge de la agenda de la discusión con el macrismo, porque en realidad lo que nos está unificando no es sólo la oposición a las cosas que hace este Gobierno, sino la necesidad de tener la posibilidad de ganar en 2019. El frente es posible porque somos conscientes de que hay una situación –la llamo de “emergencia nacional”-, que exige priorizar los grandes acuerdos e impulsar esta unidad. Pero esta unidad tuvo un paso adelante importante con la oposición a la reforma previsional y a la reforma laboral, con el cuestionamiento de la política del endeudamiento. Esos son, en el aspecto social y económico, los grandes ejes que en principio tienen que ser ratificados para llegar a un acuerdo. Creo que lo que está pasando en el campo institucional, en el campo de la seguridad, de las libertades públicas, de las violaciones de los derechos de los ciudadanos, es el otro gran eje. El presidente de la UCR, junto con sus legisladores, ha apoyado la política del Gobierno en el caso Chocobar; y eso muestra hasta qué punto llega la contradicción que se vive en el radicalismo, porque hay algunos dirigentes importantes que se manifestaron en sentido contrario. Entonces hay que ratificar la agenda opositora y al mismo tiempo tratar de que esta unidad sea algo más que un acuerdo entre dirigentes.

¿Cómo se puede avanzar metodológicamente hacia esa unidad para que, como dice, no sea sólo un acuerdo entre dirigentes, sino también que involucren a sectores más amplios?

Las PASO tienen que formar parte del acuerdo. Si después los principales dirigentes de todo el país se ponen de acuerdo en un candidato presidencial, será porque ha surgido una figura que concita una gran adhesión y sería tonto oponerse a eso. Pero lo que de alguna manera garantiza que el candidato no va a ser impuesto por nadie, es lo que permite convocar a otros sectores y abre la posibilidad de competir en las PASO. De cualquier manera, antes de eso, hay otro momento que es el que estamos viviendo ahora, que es el de hacer comprender la necesidad de un frente. Cuanto más se avance en eso, más participativo va a tener que ser este proceso de construcción del frente y eso nos permitirá superar algunos de los vicios o dificultades de las construcciones políticas de los movimientos nacional y popular de los últimos tiempos. El segundo momento es el de la definición de un candidato hacia la presidencia, aunque es cierto que por primera vez en la Argentina puede darse una situación en la que el frente es casi tan importante como el candidato, porque sin el Frente el candidato no gana, mientras que Cámpora hubiera ganado en 1973 sin el Frente, aunque hubiera sido menos bueno, y lo mismo puede decirse de Perón en su momento. Llega un momento en el que obviamente tiene que haber una figura que sea firme y con posibilidades de liderazgo, y ahí aparece -antes de que me lo pregunten- necesariamente la situación de Cristina. Nadie sabe todavía cuál va a ser exactamente la conducta de Cristina o la definición de ella, aunque en principio ha dicho que no va a poner obstáculos en esta construcción y me parece que eso es lo que está haciendo definitivamente, porque la reunión de la UMET se hizo con el visto bueno de Cristina. Hoy no es el momento de dar nombres de candidatos, porque eso implicaría ya constituir un frente con potencialidades menguadas, porque inmediatamente aparecería otro candidato que podría recostarse sobre los sectores que no han sido convocados por este primero. Eso no quiere decir que en algún momento esa definición no tenga que darse y creo que ahí todo el mundo tendrá que hacer un esfuerzo por conciliar posiciones sobre una base de garantía de definición democrática como puede ser la convocatoria de las PASO.

¿Cómo ve el rol movimiento obrero en esa futura unidad?

Desde la perspectiva de la que podríamos llamar la unidad política, la situación del movimiento obrero es menos compleja que si la miramos desde el propio movimiento obrero. Quiero decir que hoy en el movimiento sindical se vive claramente una situación crítica, en la que los sectores que en su momento se identificaron con el kirchnerismo no son mayoritarios, y el liderazgo que ha vuelto a retomar Hugo Moyano todavía es un liderazgo que se asienta en la contundencia que puede tener su oposición al Gobierno en estas circunstancias. Estamos lejos de ver un acuerdo más sólido entre todos los sectores que participaron en el acto del 21 de febrero. A pesar de la visión crítica que tengo y que mucha gente tiene de las divisiones sindicales, hay otros dirigentes sindicales que podrían en determinado momento sumarse a una CGT que no fuera oficialista. Pero en el terreno político es menos complicado, porque si se gestara una unidad popular muy amplia y esa unidad estuviera respaldada por los principales sectores del peronismo, es difícil para un dirigente sindical hacer política fuera de eso. Creo que eso ayudaría al acercamiento de algunos; y a que tal vez otros transparenten la prioridad que le dan a la relación con el gobierno. Insisto en que me parece que la gran mayoría de los dirigentes sindicales acompañaría ese proceso de unidad.

¿Qué actores políticos y sociales, incluso por fuera del peronismo, podrían sumarse a este frente?

Hay que entablar un diálogo más importante con las organizaciones sociales que participaron del acto del 21F. Por otro lado, siempre hay que dejar una puerta abierta a los radicales, aunque eso uno nunca sabe si va a dar resultado. Aquí hay que hacer una aclaración: la alianza con los radicales es una mala palabra desde el gobierno de De la Rúa, pero lo que pasó en esa ocasión fue que una fuerza política nueva, como era el FREPASO, decidió aliarse con un partido mucho más importante como el radicalismo y naturalmente terminó siendo una especie de furgón de cola. Acá lo que estamos planteando es otra cosa, estamos reconociendo una crisis de la UCR, que cada vez se aleja más de todo contenido nacional y popular; y estamos al mismo tiempo advirtiendo que hay sectores del radicalismo que no están de acuerdo con las políticas del gobierno y que entonces naturalmente deberían ser convocados a un gran frente nacional y popular. Si eso es o no posible, y en qué grado puede darse, lo dirá el tiempo, pero una convocatoria como la que se está haciendo no debería prescindir de este factor.

Una de las críticas que se le hizo al encuentro de la UMET por parte del periodismo oficialista es que casi no había referentes con representación territorial, en especial porque los gobernadores peronistas no participaron del encuentro. ¿Cómo debería darse el diálogo con esos gobernadores peronistas, que en algunos casos se muestran cercanos al macrismo?

Definitivamente la presencia de los gobernadores peronistas no fue muy importante. Pero si decimos que esto es un comienzo, me parece razonable pensar que haya otros sectores que tuvieran la iniciativa antes que los gobernadores, porque la relación institucional con el gobierno a veces ellos entienden que les pone límites. Pero bajo este nuevo clima político que decíamos que empezó a manifestarse con fuerza en diciembre, también se modifica un poco la actitud de los gobernadores y su relación con el Gobierno, incluso de los más insospechados, que terminaron siendo críticos a las políticas oficiales. Existen buenas perspectivas de que los gobernadores, y por lo tanto el peronismo de las provincias, acompañe este movimiento. Seguramente no lo van a hacer, en un primer momento, todos los gobernadores.

Por otro lado, también se criticó la ausencia de mujeres entre los oradores centrales.

La falta de mujeres en el acto inaugural es tan importante como fácil de resolver. Entiendo que quienes organizaron el acto pensaron más en que fuera equitativa la representación entre los sectores, que es la preocupación lógica en el proceso de unidad, y no advirtieron la ausencia de mujeres. Fue un error significativo, en ese punto no empezamos bien, ya que no sólo la representación más igualitaria de género es una conquista de la política argentina en las últimas décadas, sino que si uno piensa en un proceso de unidad que también sea una unidad gestada desde la sociedad, el movimiento #NiUnaMenos es tal vez de lo más importante que ha habido en la sociedad argentina en los últimos años. Es un estimulo más para que las organizaciones que expresan estas reivindicaciones tengan una presencia mayor.

En las calles, la unidad se ha dado con la izquierda. Desde el acto contra el 2×1 a los genocidas hasta las marchas por Santiago Maldonado y contra la reforma previsional, hubo una articulación muy fuerte con los partidos y sindicatos de izquierda. ¿Qué posibilidades políticas hay de avanzar en ese sentido?

La izquierda se ha convertido en un protagonista político importante en los últimos años. Uno debería pensar que en un acuerdo de un gran frente de oposición no habría porqué no convocar a la izquierda. Pero la realidad política parece indicar que eso no es fácil, porque la izquierda tiene una visión muy crítica de todo el resto del arco político, y no nos olvidemos que en la elección de 2015 se abstuvo en la segunda vuelta. Aunque no todos los votantes de la izquierda tuvieron esa inclinación de abstenerse, está claro que si ellos también lo hubieran apoyado el resultado podría haber sido otro. Entonces esta discusión tiene dos niveles. Por un lado, todo discurso de unidad popular no debe excluir a la izquierda y debe incluir a todos los que se reconozcan como suscribiendo a esa política. En segundo nivel, como nada indica hoy que eso pueda ser posible, hay que empezar a pensar en un nivel de acuerdo más bajo, que es que la izquierda termine de definir una actitud que ha mostrado en los últimos meses, que es definir claramente al macrismo como el enemigo principal y priorizar eso por sobre las diferencias con los otros sectores del campo popular. Todo esto debería expresarse en que la izquierda no dijera que le da lo mismo que gane Macri o que gane el candidato del frente opositor. Ese debiera ser también un objetivo de quienes pensamos en este frente para ganar la próxima elección.

Después del encuentro de la UMET, empezaron a escucharse algunas voces que sostienen que el kirchnerismo había estado subrepresentado, porque tiene un caudal electoral mayor que el del Frente Renovador o el randazzismo.

Yo me sentí muy bien representado en esa convocatoria. Además creo que no tiene mucho sentido preocuparse por cuántos representantes o cuántos dirigentes puso cada uno en esa mesa, porque esa mesa era de unidad. No se le pregunta a cada uno cuántos votos tiene. Seguramente si hubiera sido una reunión para definir las listas en la Capital Federal hubiera sido más complicado, alguna persona hubiera dicho “tengo tal representatividad” y a otros les hubieran señalado “bueno, te queremos mucho, pero este es un acuerdo electoral”. Este es un acuerdo que empezó con diputados que tuvieron un rol iniciador importante en los debates por la reforma previsional, y entonces esto no está implicando hegemonía, ni pre-anunciando quiénes son los que van a tener hegemonía. En realidad esta discusión tiene que ver con otra, nosotros dicen algunos compañeros kirchenristas, tenemos que hegemonizar el frente. Ahora eso es algo más que dominar, ahora que se ha popularizado tanto Gramsci en la política argentina, todos sabemos que la hegemonía supone dominación pero también consenso. Entonces es obvio que no habría consenso de parte de los sectores no Kirchenristas, si el acto hubiera sido convocado por cinco dirigentes kirchenristas, uno del Frente Renovador y algún otro peronista o del randazzismo… La hegemonía es una pretensión lógica en una corriente política, pero primero hay que preguntarse si todo va a seguir siendo igual, si el kirchnerismo va a seguir siendo siempre el mismo, o si el kirchnerismo va a renovarse y a enriquecerse en este proceso. Y, si bien es legítimo que una corriente política aspire a una hegemonía, también es bueno que entienda que la hegemonía tiene que revalidarse en cada circunstancia política. Si vos sos de otra fuerza a la mía, me vas a pedir que yo revalide esta hegemonía y que demuestre, por ejemplo, que el kirchnerismo tiene hoy el mismo ascendiente en la sociedad que tenía en su momento, que puede encabezar una lista electoral, y me vas a reclamar internas para que, en última instancia, si eso se hace sea como consecuencia de una decisión democrática. Y me parece que este es el único camino posible para la unidad.

Hablando de hegemonía: el gobierno ganó las elecciones en octubre con cierta amplitud territorial. Si bien es cierto que hubo movilizaciones muy fuertes en diciembre y que en las encuestas hay una caída tanto de la imagen del Gobierno como del presidente, ¿no se corre el riesgo de que haya una subestimación no sólo de Cambiemos, sino también del apoyo social hacia el Gobierno?

Sí, el riesgo se corre, sobre todo teniendo en cuenta el optimismo inconmovible que tienen las fuerzas políticas populares. Pero estamos en un momento en que hay que entusiasmarse porque la adhesión de la sociedad al Gobierno está disminuyendo; pero al mismo tiempo no entusiasmarnos demasiado, porque esto es un proceso que no necesariamente es una tendencia irreversible. Eso dependerá de cómo le vaya al Gobierno, que está sufriendo contratiempos todos los días, pero de cualquier manera no se puede decir que el proyecto neoliberal en la Argentina haya fracasado estrepitosamente. No estamos en 2001. Por otro lado, los gobiernos pierden las elecciones frente a alguien, no es que necesariamente la pierden ante cualquiera porque les va mal. Entonces si nosotros sabemos construir este proyecto de unidad popular, y si esto tiene una expresión electoral adecuada, me parece que hoy es razonable que se le pueda ganar al Gobierno. Ese es el gran cambio en la política argentina desde fines del año pasado. Es decir, no es que antes ganaba Macri y ahora ya perdió Macri, sino que el cambio radica en que antes era muy difícil pensar en la posibilidad de ganarle al gobierno, que hacía las cosas que a nosotros nos parecían más tremendas y sin embargo tenía un consenso que parecía inconmovible. A partir de lo que pasó en diciembre, el descontento pasó incluso a sectores importantes de votantes del macrismo y no casualmente eso genera estas convocatorias de unidad y todos vivimos un clima diferente en dónde pensamos que es posible ganarle al Gobierno. Pero es posible si las cosas siguen avanzando y si nosotros sabemos construir esta herramienta que tenemos que construir.

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