Guillermo O’Donnell

Ayer falleció Guillermo O’Donnell, sin duda, el politólogo más relevante que dio Argentina, y tal vez Sudamérica, al mundo.

Siempre hay un margen para la arbitrariedad en estas cosas, pero a nadie le cabe dudas de que, cuando se hace una lista de los/las 20 cientistas políticos más relevantes del siglo XX, Guillemo O’Donnell está en ella. (Como está, por ejemplo, en la lista de autores que forman el canon de la ciencia política compilada en ese hermoso libro de entrevistas que es Passion, craft, and method in comparative politics.) A un nivel más personal, O’Donnell forma parte de ese pequeño grupo de politólogos a quien se los conoce automáticamente por su nombre propio en todo el mundo. Cualquier profesor de ciencia política, en cualquier departamento del mundo, se refiere a Guillermo, a Juan, a Theda o a Barry, y todos sabe de quien está hablando. No hay muchos así.

Guillermo O’Donnell fue muchas cosas. Fue abogado, fue antiperonista, fue casi marxista, fue exiliado político y activista antiautoritario, fue fundador y director de uno de los centros de investigación más potentes del mundo, fue socialdemócrata, fue demócrata liberal, y fue, en su último libro, hegeliano. Fue profesor de las más exclusivas universidades privadas del mundo y eligió terminar su carrera como profesor de una universidad pública del Conurbano. Dicen que fue un gran jugador de poker. Y fue, sobre todo, un amante de la ética de su profesión, a quien jamás vimos, aún ya grande y consagrado, presentarse a una mesa redonda, a una defensa de tesis, a un seminario interno de su facultad, sin tener el material leído, la ponencia preparada, las preguntas listas para los colegas o alumnos/as.

Fue alguien que nos enseñó que la ciencia política no es literatura y que no se hace entre cuatro paredes; que hay que salir al mundo, y ver, y comparar. Que la rigurosidad metodológica y la regla de la evidencia no son chalecos de fuerza, sino la manera de formar y consolidar una comunidad científica en la cual no se puede decir cualquier cosa todo el tiempo.

Tal vez su mayor legado, y lo que más admiración nos da a los que queremos entrar en esa conversación, es haber sido un creador de conceptos: transición democrática, democracia delegativa, zonas marrones del estado, estado burocrático autoritario. Dentro de cincuenta o cien años, con sus más y sus menos, estos conceptos se seguirán usando para intentar entender los fenómenos de la vida en común. Esto es tal vez lo más cerca de la fama imperecedera que puede estar un cientista social.

Fue un pensador, un teórico y un estusiasta de la democracia liberal. Antipopulista, amante de los partidos fuertes, desconfió de la política popular, y tal vez ahí estuvo su punto ciego, una desconfianza que no le permitió entender del todo los procesos actuales de Latinoamérica, ver que «las masas» son, al menos hoy, un puntal de la democracia en nuestra región y no una amenaza. Sin embargo, fue uno de los ¿pocos? politólogos a quien le gustaba hablar de política en términos de café, que no soslayaba entrar en las discusiones públicas de la época. Y fue alguien que, en sus últimos tiempos, escuchamos señalar que los mayores riesgos a nuestras democracias actuales no era la movilización populista, sino el autoritarismo de una tecnocracia no sujeta a ningún accountability democrático.

Hoy, como siempre, el mejor homenaje es leer su obra y usar sus conceptos. A veces, inclusive, para discutir con él.

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24 comentarios en «Guillermo O’Donnell»

  1. Muy buen post.

    Siempre me gustó la imagen de O´Donnell de la casa con cimientos corroídos para explicar la muerte lenta de las democracias, por contraposición a las muertes inmediatas de un terremoto. Se puede aplicar al gobierno de la Alianza, a esa manera de gobernar guardando las formas (¨mandar buenas señales¨ diría el Chacho) mientras se disuelve el fondo. A ese gobierno que sin embargo terminó en terremoto.

    Lamento lo que señala el final del texto, que un profundo antiperonismo lo hiciera desconfiar del populismo y de alguna manera relacionarlo con el autoritarismo. Eso lo mantuvo efectivamente afuera de los procesos políticos latinoamericanos de los últimos años.

    Saludos,
    r.

    1. No lo lamentes tanto, por suerte te queda tu O’Donnell de cabecera, el intelectual filo-grouchomarxista Pacho, que si que entiende y milita en cualquier proceso politico de los ultimos años.

      1. No, no es la edad, desafortunadamente. Es el menemismo vergonzante que ocultan algunos kirchneristas lo que quizas te aqueja. Quisieran que los vieran como sujetos intelectualmente independientes (Guillermo), pero en la realidad todo el mundo los cotejan con la imagen de lo que son: soldados obedientes que defienden convenientemente la bajada de linea del dia (Pacho).

      2. me encanta cuando los recalcitrantes de siempre le dicen a los comentaristas de AP lo que ellos en realidad sienten, creen y piensan sin saberlo.

        como lo dice su nombre, todo un aparato, astroboy.

      3. Una pensaría que hoy no es el momento ni éste post de homenaje el lugar para bardear al hermano de quien murió, te guste o no te guste su obra.

      4. Bueno, esta apelacion al sentimentalismo berreta es algo que uno no esperaria encontrar entre la muchachada siempre un poco sacada de AP, pero bueno, mala suerte, no me aqueja la culpa de chica catolica de Maria. Pero si para algo sirve esta especie de obituario garca de rinconete es para acentuar la distancia entre pensamiento libre y chupamedismo oportunista. Como dice el post, Guillermo O’Donnell trato de inculcar una forma elevada de pensamiento politico, pero que la militancia necesitada del paternalismo full-time de lideres infalibles nunca entendera.

  2. Buena reseña de sus aportes a un mejor sistema democrático.
    La coherencia de sus ideas lo llevó lógicamente a desconfiar de los populismos. No podía ser de otra forma.-

  3. La versión de «El estado burocrático autoritario» que tengo en mi biblioteca, es de 1982, escrito en 1981.

    Su tesis es los efectos de la irrupción de los regímenes autoritarios en América Latina desde la década del ´60, tomando como caso testigo a la Argentina. Aclara desde el vamos que esa historia preanunciaba ese presente trágico (el de 1981).

    Y dice en el final: «La decisión de publicar ahora este libro es un tributo a la esperanza de que no sean espejismo las luces que comienzan a vislumbrarse»

    Valiente, para quien escribió y publicó esto en plena dictadura militar.

    Tenía mucho para enseñarnos todavía. Una pena que se haya ido.

  4. Lorca hizo una entrada sobre G. O’Donnell con el titulo:EL HOMBRE QUE PENSO EL ESTADO ,que comente en el blog.Su obra ha sido importante y merece estudio.Su lucidez y honradez lo destacan,aunque,como digo en el coentario al articulo de Romero sobre la fundacion del instituto revisionista,subsiste el problema de entendimiento entre muchos intelectuales y la clase nedia con el peronismo,de ambas partes.

  5. Un profesor y algo mas de la Carrera de Ciencia Polìtica de la UBA en una clase recordó que en una charla le pidió a O´Donnell que explicará el porqué del «marron» de las zonas a las que el Estado no llegaba, a lo cual respondió sin misterios: porque son zonas de mierda.

  6. Estaría bueno que aparecieran algunas anécdotas más del tipo de la de César, para quienes no lo vimos de cerca. Gracias.

    1. En vez de perder el tiempo en anécdotas de dudoso origen, mejor ir a su pensamiento, que explica porque algunos no lo quieren, por ejemplo cuando escribió que:
      ¿Por qué reconocer poderes distintos de los propios cuando uno está, supuestamente, tratando de lograr metas conducentes a cierto aspecto del bien público?; y ¿Por qué no procurarse beneficios personales o para la familia, la camarilla o los socios de negocio mientras se ejerce el cargo público, si al mismo tiempo uno está (al menos supuestamente)intentando concretar ciertos aspectos del bien público? Este es un tema que me interesa desde hace tiempo.» (En: Disonancias. Críticas democráticas a la democracia. prometeo. Bs.As. 2002007. págs.100/101.-
      Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

      1. No hay caso. Hay quienes pueden darse el lujo de respetar y aun admirar a alguien que piensa diferente, y pueden ofrendar su respeto en un momento culminante como la muerte. Y hay quienes ven sólo otra oportunidad para destilar su veneno. La falta de proporción asusta, pero también ayuda a comprender muchas cosas.

      2. tus últimos aportes muestran que derrapaste muy fuertemente.

        tampoco hace falta llegar al extremo de carrió.

  7. Su elección última, finalizar su carrera en una universidad pública del conurbano,no necesita discursos ni análisis. La transformación de la realidad es una postura ética y demanda prácticas acordes. Es la respuesta que dió al tema lo preocupaba y que el comentarista Daio repone.

  8. la conducta que cita Daio apunta a lo psicologico y encierra desconfianza hacia el ser humano.O’Donnell no se destaca en ese terreno,sino como analista historico-politico.

    1. Isabel:
      Consulta a Pierre Rosanvallon, especialmente su obra: «La contrademocracia. La política en la era de la DESCONFIANZA»,(Manantial. Bs.As. 2007) y vas a ver que no es tema de la psicología, sino de la política. Buen libro.

  9. si,en definitiva»todo esta ligado»,y vivimos en una era de desconfianza.El asunto es si la atribuimos a las condiciones del sistema o a los genes.Me inclino por lo primero,a apesar de que los m.c.m.todo el tiempo machacan contra las posibilidades de cambio y fomentan el descredito de la politica.Lei ese texto y lo considero valido como critica en esta era global y de crisis capitalista.El mismo autor señala que la democracia es siempre perfectible,es una experiancia abierta.Acepta los conflictos y defiende las instituciones como recurso para mantener el orden,y,sobre todo,atribuye el origen de las tensiones al problema que tienen los electos para conciliar el bien comun y los intereses sectoriales.

  10. Alguien me puede decir en que aspecto O´Donnell fue hegeliano en su ultimo libro?

    a- en una relectura de hegel del concepto de agencia,
    b- del concepto de hegel de reconocimiento
    – el estado etico como mediador entra la universalidad y la particularidad (Hegel pensó el estado como mediador del pendulo historico europeo= revolución/restauración.

    Necesito esa informacion, estoy trabajando a Hegel.

    saludos

    1. Uh Goliardo! Se te va a complicar la prosa. Hasta para pedir un café te va a costar que el mozo te entienda. ¡No te pases con su lectura que hace mal!
      El que sabe bastante de Hegel es Félix Duque, y lo explica bien.

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