Maradona, el corazón relator

Tiene razón Pablo Alabarces cuando dice en 678 que hay que aplaudir el genio narrativo de Maradona. Quien suscribe podrá no entender un corno de fútbol, pero que el Diez lo concibe como relato deberíamos ya darlo por sentado. Y aunque nos resistamos a parafrasear a Coelho, pareciera como si el Universo entero conspirara para que él construya esa historia verosímil, derrotero tan azaroso como cualquier otro, pero marcado por mojones que de alguna manera lograron revestirse de absoluta necesidad. Diremos por tanto que las cosas tenían que darse así y no de otra manera. Acaso sea esto aquéllo que comúnmente se denomina «mística».

Del desorden al orden después del desorden, en un camino que se inicia en aquel fatídico «sei a uno con Bolivia» que estableció el conflicto nodal de su trama -la participación en el Mundial, la misma supervivencia de la Selección y por qué no la vida: la legitimidad del ídolo, el héroe del pueblo-, los trazos de este relato dramático comenzaron a avisorarse con los Bolattis y los Palermos de la ronda clasificatoria. Por aquel entonces, ManuK escribió: «clasificamos y lo hicimos como se hacen las grandes cosas: por poco y puteando al periodismo». Es que puestos al servicio del dramatismo, los sucesos no podían darse distinto. Esto es, si las cosas se resuelven muy fácil para el protagonista de una película, uno sospecha -con razón- no haber visto lo último del villano: aún queda más por sufrir.

La Argentina del Diego avanza con esa sed de relato que le imprime su conductor, emotivizando, sugestionando los aires de vestuarios y botamangas como un pastor evangélico, regulando el dramatismo, buscándose -y el kirchnerismo hace lo mismo, por eso inevitablemente todo el mundo vincula Selección y Gobierno, aún no pudiendo explicitar bien por qué- crisis, retos y nuevos enemigos que signifiquen su marcha. Ambos, como Rocky Balboa, se achanchan en la comodidad del éxito, la rutina, incluso la gloria, hasta que llega alguien que los abofetea, les plantea la posibilidad de que ya no son los mejores y los desafía -palabras más, palabras menos- a refutarlos.

Tal es la síntesis de utopía y statu quo, y si se me permite la disgregación, por eso el kirchnerismo es -por ahora al menos; ¿cuánto más podríamos pedir en tiempos posmodernos?- la instancia superadora que le permite a Laclau decir con toda tranquilidad que se trata de un movimiento político a la izquierda que cualquier otro en su país, así como el maradonismo -si logra desplegarse, y cruzamos los dedos por ello- es superación de bilardismo y menottismo. Ni resultadismo ni jogo bonito: buen relato, que contiene y conjuga las dos cosas en una sola.

Poca falta hace ilustrar con ejemplos la dinámica de enemigos del Italian Stallion o del kirchnerismo; distinto sea quizá con Maradona. En cada partido desde el comienzo del Mundial, siempre se enfrentaron por encima de la cancha, además de los combinados nacionales del caso, dos partes de un binomio opositivo. La vez menos clara fue contra Nigeria: sobrevolaba, en los nervios pre-debut, la sensación de cierto padrinazgo del país africano por sobre el nuestro (recordamos aquí cierto tiro libre en que la defensa albiceleste jugó al off-side, costándole el partido y algo más) que le imprimió al encuentro una especie de compromiso de «validar de modelo». Había que llegar pisando fuerte y conseguir lo que Passarella no había logrado. Se lo hizo. Luego vino Corea y allí apareció el primer villano: el director técnico surcoreano Huh Jung-Moo, verdugo de Maradona en el Mundial de México ’86, de quien el ídolo argentino dijo alguna vez que «no jugaba al fútbol, practicaba tae kwon-do». Fue entonces la oportunidad de revancha ante eso que no había tenido nada que ver con el fútbol, tanto como la mano a los ingleses era el comeback por cosas que tampoco venían por el lado deportivo. En efecto, la revancha es una constante maradoniana, pero difícilmente está planteada siempre en términos personales. La confirmación de esto sería el próximo partido: la Grecia defaulteada, en crisis, tan semejante a esa Argentina de 2001, y ante la que hubo que probar que ahora acá se está mejor que hace nueve años, que se juega como se vive, ese slogan tan malinterpretado como una regla histórica que en realidad no existe, y que solamente es la expresión de un entusiasmo, de que hay más en el plano de la cancha que lo que está a ras del piso. Que, en definitiva, Maradona alimenta y es alimentado por el patriotismo. Y para ratificarlo, casi a propósito, entra en escena Ricardo La Volpe, ex-integrante de un Seleccionado Argentino campeón, a manifestar -indirectamente, pero poca diferencia hace pues una cosa implica sin medias tintas la otra- el deseo de que su país pierda. Era la hora de taparle la boca a los vendepatrias. Se lo hizo también.

Ahora, la próxima etapa, contra Alemania el sábado, está también cargada de sed de revancha y justicia: por la copa del ’90, por ese penal mal cobrado, por aquella lista tecnócrata de pateadores. Pero el equipo del Diego ya se enfrentó a esas cosas y se reivindicó. La biopic maradoniana requería algo nuevo y específico para este choque, y entonces -como si los escritores brasileños de autoayuda tuvieran razón en algo- sale un pulpo, sí, un pulpo que parece que se viene comiendo un mejillón pintado con la bandera teutona antes de cada victoria de su Selección. Y como todo héroe necesita también el favor de los dioses, Maradona tendrá que probarse merecedor de ellos, o más bien, que tiene ese rango semidivino que tantos insisten en achacarle. El partido es ahora contra la Providencia.

Uno tras otro zurcan el camino maradoniano los elementos indispensables de este relato sobre, y del, héroe futbolístico nacional. El DT argentino jamás evadiría el desafío de validarse ante cada uno de ellos. En otras palabras, Maradona será campeón mereciéndose todo o no será nada. Si D10S quiere, luego llegará -en semis y/o más allá- el turno de Uruguay, ese rival de los tiempos del génesis al que nunca supimos superar, u Holanda, ante quien habrá que demostrar que si queremos ser campeones tenemos que ganarles como la vez que lo fuimos, o Brasil, el eterno archirrival ante el cual ningún título alcanza si no es derrotándolo.

En efecto, contrario a lo que reza el refranero popular, sobre gustos hay muchísimo escrito. Buena parte de ello es en el terreno del fútbol. Se podrá comulgar más o menos con los planteos maradonianos, y se está en todo el derecho de hacerlo o no. No es el tema en cuestión aquí. Lo cierto es que al esquema del DT lo rodean cantidad de ribetes que lo hacen apasionante como nunca antes fue el fútbol para quienes no somos iniciados. Maradona se sufre como una película de suspenso, pero más allá de eso se vive como una película, y punto. Sólo nos queda anhelar que termine ganando la estatuilla.

La foto es de aquí.

20 comentarios en «Maradona, el corazón relator»

  1. La puta que te pario. Estaba pensando en escribir algo parecido pero jamas lo podria haber hecho tan brillantemente como vos, hermano. Excelente.

  2. «Grecia defaulteada, en crisis, tan semejante a esa Argentina de 2001, y ante la que hubo que probar que ahora acá se está mejor que hace nueve años, que se juega como se vive, ese slogan tan malinterpretado como una regla histórica que en realidad no existe, y que solamente es la expresión de un entusiasmo, de que hay más en el plano de la cancha que lo que está a ras del piso»

    basta del relato 678 por favor

    por lo demas, aguante el Diego!

    1. El que no hace cierta identificación frente a Grecia, al que no se le dispara ninguna asociación, el que no ve un poco como un espejo a lo que sucede allá, bueno, está en denial con algo. A partir de ahí es cuestión de tomarse el atrevimiento poético de vincularlo a otra cosa. 678 que diga lo que quiera; creo que ni los panelistas de 678 se lo creen, y que los productores lo repiten como disparador de polémica. No hay que olvidarse de la dinámica propia y necesaria de lo televisivo. Yo hago esta observación justamente contra esos informes, pero también contra los que se interpretan que lo que ellos dicen es una ley, lo cual, concordamos, es bastante ridículo. Aguante el Diegote.

      1. ojo Matias, economica, politica y socialmente es casi igual

        pero el futbol no tiene nada que ver

        habre entendido mal, saludos

        saludeeennnnn a Brasilllll que se vaaaaaaaa

  3. La vida no es el fútbol y entender cada tema de la política como un partido de fútbol es una de las razones por la que el Kirchnerismo ha perdido tanto apoyo. Digan lo que quieran: a los argentinos nos gusta el jogo bonito.
    De otro lado, coincido con Pepe. Está épica 6,7,8chentista de mezclar los goles de Argentina con el calzoncillo de Felipe Noble de Herrera bastardiza tanto el fútbol como a la política.
    Finalmente, el análisis es más que simplista dado que cuando juega Argentina del otro lado está Nigeria, Grecia o Alemania. Cuando juega Cristina, del otro lado está su propio equipo: ella, se supone, es presidenta de todos los argentinos…

  4. Es taparle la boca a tanto gil y coronarse con un gran LTA desde el balcón de la Rosada. Expresada personalmente o a través de los jugadores, es la gran revancha ante todo y contra todos que el Diego sabe que esta acariciando. Y coronarse en el Olimpo para siempre.

  5. «Lo hacen apasionante como nunca antes fue el fútbol para quienes no somos iniciados.»

    Lo que los apasiona a ustedes no es precisamente el fútbol.

    En realidad, vaya a saber uno qué es lo que los apasiona, porque la política tampoco. Los apasiona 678, y eso sí que es feo.

    1. Quintín querido. Si vas a trollear trolleá bien. Arreglemos la correctio que hiciste. A ver, elegí: «En lo que ustedes no son iniciados es…» o «Lo que hacen apasionante los ribetes es…»; vamos, fuerza, a superarse.

  6. Como te duele cada golcito del Apache Tevez no quintin,
    un poquito más adentro cada vez,
    que dolor, vos no sos opositor sos un salame que es distinto,
    ser opositor es otra cosa, vos estás en contra y no te importa a quien haya que apoyar.
    Sos de cuarta,

  7. Che, en serio? Es así? Si nos va bien en el futbol es porque el gobierno de turno hace bien las cosas? En el 78 nos iba bárbaro entonces.
    Yo entiendo que la tentación es grande, pero habría que poder resistirse. El único lugar en donde el fútbol y la política se cruzan, para mí, es en los negociados.
    Por lo demás, para mí, no hay orgullos ni patrias; hay un juego divertídisimo que me proporciona sufrimiento, alegría, tristeza y varias emociones humanas más.
    Pa’mi.

    1. Es que en el ’78 realmente nos iba bárbaro: las hinchadas telúricas gritaban pestes a las «locas» de la Plaza, que eran visitadas por una nefasta señora activista de la campaña antiargentina desarrollada por el Imperio y los también enemigos europeos.
      Todo magnífico. Ganamos el Mundial, el Pueblo fue a pedir a la Plaza de Mayo que saliera el General Presidente Videla.
      Solo nos comprendían algunos pocos países, como Cuba, cuyo Comandante supremo nos defendía en la OEA cuando los británicos osaron presentarnos batalla.
      ¡Ah! ¡¡¡Qué tiempos aquellos!!!

    2. Ah, por si lo leen algunos jóvenes y no lo vivieron, aclaro que el General Videla accedió a salir a saludar al balcón de la Casa Rosada, con su gesto siempre adusto, amable y educado.

  8. Creo necesario revisar algunas de mis tesis volcadas anteriormente pues creo que trazar un paralelismo entre la Selección y el Kirschnerismo quizás no haya sido lo más adecuado. Evidentemente.
    Además hago notar que cuando puse «la querida y habilidosa pulga» en realidad quise decir » la ladilla incapaz de convertir un tanto» y cuando puse …» estamos tranquilos , el omnisciente D10S estuvo preparandose toda la vida para esto» debí decir… » el gordo cometravas insiste en conducirnos al abismo».

  9. Matias:
    Lo de hoy lo sufri como argentino, porque aunque no lo puedas entender, se puede ser argentino y anti K. Lo que si, por lo menos yo no me tengo que seguir tragando los sapos de tu relato, o como los del veto a la Ley de Glaciares, un canciller colaborador del proceso, la revolucion que estan haciendo con Hugo Curto y Mario Ishi ¿sigo?…. y siguen aplaudiendo….. Ahora que se termino el mundial para nosotros, seria bueno empezar un gran Prode a ver quien acierta la capacidad de tragar sapos de un autentico K.

  10. Maradona más que un relato o un director técnico o lo que cuantas definiciónes puedan ponerse del «mito», ha sido la porrista de la selección, sin más. En lugar de traje gris, debería haber tenido minifalda azul, musculosa blanca, medias blancas hasa la rodilla, trenzas y gritar en forma de coreografía; «…4-3-2-1 como nuestros asados no hay ninguno…» «6-7-8 el capitalismo esta mocho…» «11-12-13 es el futbol argentino que desaparece…»

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