Misceláneas industrofinancieras

-El pago al Club de París es una demostración de debilidad y una concesión al G7. Demostración de debilidad porque es una respuesta desesperada que surje como consecuencia del ambiente provocado por el creciente deterioro macrofinanciero. Un gobierno que se enfrenta a un riesgo país creciente por la destrucción de su instituto de estadísticas y censos, que un año y pico después se da cuenta de una forma poco agradable que su esquema financiero no cierra sin refinanciación de deuda y nadie le quiere dar un mango. A menos del 15%, claro.

Wall Street, el FMI, los bonistas, el G7, los gurúes del establishment, todos aprovechan los errores del gobierno en cuanto al manejo macroeconómico y financiero para hacer escuchar sus voces nuevamente. Voces que piden un cambio de modelo, embroncados porque durante unos años en este país fue más rentable invertir que especular. Dicen que el FMI en sus estadísticas va a decir que el INDEC miente, que entonces los holdouts hacen juicio, que el BID y el Banco Mundial no pueden prestar si no pagás al Club de París, que la duda no es si el país se hunde sino cuando se hunde y muchas otras cosas que ahora no vienen al caso. Sin inflación al 20%, Indec destruído y tasa de interés al 15%, el micrófono de toda esta gente seguiría apagado. Si ahora crecen es porque se montan sobre la decadencia del modelo k. Si ahora le entregás en cash 6.700 millones de dólares no es por placer, es porque te olieron tu debilidad y [los buitres] están avanzando.
Y te lo digo así me corrés por izquierda: creo que hay que arreglar con el Club de París y con los holdouts también. Lo de los holdouts son 20 mil millones, que con quita del 75% se vuelven 5 mil. Lo tirás con plazo y no tienen peso sobre la deuda. Lo del Club de París, si lo pagás hoy en cash, quedás en una situación de mayor vulnerabilidad para enfrentar una situación mundial que viene cada vez más complicada, con la crisis financiera agudizandose mientras los términos de intercambio empiezan a caer. Había que refinanciar, pedir quita, pagar muy poco cash, estirar plazos. Se intentó, fue un fracaso rotundo. En muchos lugares se dice que fue en gran parte gracias a las impericias de los negociadores argentos. Difícil confirmarlo.
Tener esa deuda renegociada no sólo no te pesa hoy, sino que al mantenerte abiertos los mercados financieros te pondría en una situación mucho más holgada de la que gozás actualmente.
Y retomo algo que esbozaba sin decir antes: acá lo que se define es la dependencia financiera. La deuda externa te saca recursos por sí misma pero, además, si no está bajo control, es la herramienta que usan los deudores para imponer en el país las políticas que más se corresponden con sus intereses sectoriales / nacionales /[personales en caso de los gurúes?]. Así que prefiero menos perorata, un manejo más serio y menos dependencia financiera.

-Era el día de la industria. Es verdad, anunciaste que vas a mejorar tu política de antidumping. Pero los aplausos de pie se los llevó la entrega al G7. Justo en el día de la industria? No había forma de disimular un poco y que parezca que, aunque sea ese día, el desarrollo industrial está entre las prioridades del gobierno? Digo, un día, no es mucho pedir. En otros países las reservas se usan para el desarrollo productivo. En Brasil entregan para compensar los efectos de la apreciación. Sí, pagar jubilaciones es un delirio, pero no se podía armar ni una prefinanciación de exportaciones?

En los mismos días Cristina va a Brasil. Dice que envidia los empresarios brasileros. Lo mismo había dicho cuando los empresarios brasileros vinieron para acá. Si no recuerdo mal, no había hablado de envidia a los empresarios, sino a su clase dirigente, por su vocación productiva. Como si al decir clase dirigente su inconciente estuviera incluyendo una autocrítica. Hubiera sido razonable. Dio un discurso ese día, dijo que nosotros teníamos sectores desarrollados [en otras palabras] y los quiso enumerar, pero sólo encontró a informática, software y un tercero que no recuerdo. Son tres, y vaya uno a saber cuál es el sector de informática o, en todo caso, en qué se diferencia del de software. Después habló Lula, hizo una lista bastante más larga. Y no es que no tengamos ni un sector para nombrar. Podría haber hablado de la siderurgia, la petroquímica, el sector automotriz, plásticos, maquinaria agrícola, biotecnología, farmacéutico. No es que sean una maravilla, pero si incluiste a software, tranquilamente podrías haber nombrado un par. Se nota que no los conocen. Ni un poco, ni de nombre. Eso de que se note que no sabés es el riesgo de la improvisación de discursos, esa que tantos halababan. No hay vocación industrial. Se menciona la envidia a los empresarios brasileros. Se dice eso en el mismo viaje donde se inaugura una planta de fabricación de molinos de viento que hace Pescarmona, un empresario argentino. Un argentino que decide producir en Brasil. Produce molinos de viento, es argentino, no los produce en nuestro país, con una capacidad eólica increíble y una necesidad de energías renovables tanto más increíble. Ojo, igual en ese encuentro medías a los burgueses brasileros con los argentinos y los nuestros, contadas excepciones, eran nenes de pecho. Y en esos días Lula iba a un nuevo pozo petrolero descubierto por Petrobrás y se manchaba las manos con el primer litro extraído.

Es un debate interesante igual el que se desprende de los dichos de Cristina. El huevo o la gallina? No hay política industrial porque no hay burguesía industrial que la reclame? O no hay burguesía industrial porque no hay política industrial que la genere? El otro día, en la Cátedra de Pensamiento Económico Latinoamericano, le preguntaron a Ferrer si creía que se podía generar una burguesía nacional. Respondió que el problema no era de los empresarios. Que si ponías al empresario coreano más dinámico en Argentina, en 6 meses era un especulador.
Estas comparaciones con Brasil me traen a la cabeza a Cardoso y Faletto y especulaciones del momento [todas hechas desde la debilidad de alguien que conoce muy poco de la historia brasilera, aún más que la argentina]. Pensaba cómo en Argentina la industrialización en su versión ISI era sinónimo de pleno empleo, poder de los sindicatos y peronismo, entre otros dolores de cabeza de las clases dominantes tradicionales del país. Pero en Brasil la industrialización no tuvo el mismo efecto, por lo menos no de esta magnitud. Las dictaduras brasileras pudieron industrializar o «modernizar» el país y mantener al mismo tiempo una sociedad excluyente. Acá no se podía hacer eso, había que cerrar industrias, destruir sindicatos. La crisis fue y es un elemento fundamental del quiebre que los liberales introdujeron en este país. La crisis y la destrucción del aparato productivo no como error, no como un plan fallido, sino como forma de transformación de la estructura socioeconómica hasta allí vigente. Y la destrucción del Estado, del esquema institucional armado durante décadas, con sus aciertos y sus errores, pero que servía de motor del desarrollo manufacturero. El Estado de Bienestar y el Estado Desarrollista [à la Evans, con algunos reductos de eficiencia]. Hoy Brasil tiene una industria desarrollada y nosotros no. Pero, además, tiene un Estado. Acá sigue pendiente la tarea de reconstruirlo. No cualquier gobierno tiene que ver la necesidad de tener un Estado más fuerte, con más capacidad de intervención. Tan sólo uno que piense en el desarrollo del país.

Si, ya se, no respondí a la última pregunta. Quizás alguno de ustedes se encargue.

Autor de la foto

Acerca de Tavos

Estuve cerca de comunicación, ciencias políticas y sociología, pero terminé en economía. Cuando el país explotaba quería ser periodista, pero pensaba que había que tener algo interesante para decir, había que formarse. Así que estudié economía y ahora estoy en investigación, aunque por suerte no tan alejado de la gestión. Y también terminé acá, sin buscarlo, haciendo esto. El problema es que, siendo economista, hay que hablar de cosas como la acumulación, la consistencia macro, los precios relativos y algunas otras cosas extrañas. Pero bueno, alguien tiene que hacerlo, no?

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16 comentarios en «Misceláneas industrofinancieras»

  1. Tavos: aclaro que no soy economista aunque me interesa mucho la misma. Lo digo como justificación de alguna incongruencia que pueda tener el comentario.
    No discuto la idea general del post, con la que más o menos podría coincidir.
    Pero sí debato algunas pequeñas cuestiones.
    Caso Pescarmona y desarrollo eólico. Por características del mercado energético argentino, fundamentalmente tema precios, tengo entendido que se hace inviable la producción de energía eólica. Digamos a modo de simplificación que los costos de producción serían algo mayores al precio que las distribuidoras pagarían por la energía (creo que la más barata es la térmica). Y el precio de la energía es un elemento que hace a la figura de «tipo de cambio alto». Digamos, no hay tipo de cambio alto con energía a valores internacionales, me parece (obvio que no alcanza sólo con eso para que el tipo de cambio sea competitivo, pero ese es otro tema).
    Igualmente, más allá de eso, hay muchos ejemplos de empresarios brasileros que invierten en Argentina. Me parece un poco injusto señalar el caso de Pescarmona como una demostración de que Argentina no ofrece ventajas estructurales para la conformación de una burguesía industrial fuerte, si evaluamos los casos inversos (de empresarios brasileros que invierten acá) como una demostración de lo mismo. Creo que es medir con distinto rasero.
    Después está el tema de los problemas financieros. El tema de la deuda es de una complejidad enorme. Y la complejidad se debe a que en 25 años se cuadruplicó la misma y se desajustó terriblemnte la curva de vencimientos (hubo dos defaults en el medio). Partiendo de allí, el manejo de la misma es complicado. Si no salta por un lado, salta por otro. Si el INDEC blanqueara la inflación «real», las consecuencias para la deuda argentina por ahí serían peores que las de la suba del riesgo país (que se puede gambetear en parte con financiación interna). De lo que se trata es de mejorar la composición de la deuda, en cuanto a la moneda en que se nomina, y en cuanto a la capacidad de presión política de los acreedores. Y el saldo anual, a pesar de las fuertes indexaciones, es positivo: descontando lo pagado al Club de París el stock de deuda externa sería a fin de año, menor al de fin de 2007.
    Como comentario adicional, creo que ya se negoció para que el FMI no haga una declaración demasiado fuerte sobre el INDEC, de modo de que se obtenga un poco de aire para negociar con los hold outs.
    Perdón por lo largo del comentario.
    Un saludo

  2. Tavos, muy bueno. Hace mucho que no lo leía acá.
    Dos cositas (o tres, o cuatro, no sé por qué siempre digo dos)

    1) Sobre la situación económica: ¿no hay siquiera una mención a la crisis financiera internacional, y al temor de un efecto sobre las finanzas locales? Porque creo que los riesgos propios de invertir en países emergentes, más allá de la presión de los holdouts y el resto de los bonistas por el tema INDEC, han subido por razones parcialmente exógenas. Diría, entonces, que habría que considerar:
    a) la crisis financiera, devenida recesión en Europa y EEUU.
    b) la presión de los holdouts para ser incluidos AHORA.
    c) la presión del resto de los bonistas para que se actualice el índice del CER de acuerdo a la realidad económica del país.

    2) En su análisis, omite los festejos de los industriales. Y le voy a decir por qué no es menor. En diciembre, apenas subió Cristina, entre las tres cosas que figuraban en el papelito que le acercaron los muchachos de la UIA, estaban:
    -pagarle al club de París.
    -resolver el tema del INDEC.
    -arreglar con los holdouts.

    Lo cual me lleva al ítem

    3) ¿Cuáles son los rasgos predominantes de nuestra «burguesía industrial nacional»?
    Primero, está fuertemente ligada a los intereses económicos extranjeros, al clivaje financiero.
    Para eso, más que en Ferrer, yo pensaría en Jorge Sábato & Jorge Schvarzer: la clase dominante en Argentina es polivalente (ellos dicen «multiimplantada», a mi me parece feo), y nació con fuertes dependencias del exterior, que la convierten, no en un agente de desarrollo interno, sino en una suerte de caballo de Troya, al cual, no por maldad, sino por las condiciones económicas que ayudó a generar (y aquí me detengo a señalar que el Estado nunca, menos acá, es completamente autónomo de esos intereses, no es una instancia 100% diferente, un instrumento, una cosa), ya sea desde el Estado, como desde la economía.
    Efectivamente, sobre todo con posterioridad a 1976, el carácter especulativo de la economía argentina es un caso de estudio.
    Por eso el festejo, porque era uno de sus reclamos más importantes.
    Un gusto leerlo, Tavos. Me refresca el día.

  3. Tener esa deuda renegociada no sólo no te pesa hoy, sino que al mantenerte abiertos los mercados financieros te pondría en una situación mucho más holgada de la que gozás actualmente.

    Lo que el autor pide es refinanciar. O sea, mantener la deuda y pagarla en más años, perpetuando de esta forma la dominación política.
    La Deuda Externa fue deliberadamente construida como elemento de Dominación Política.
    Hay un fallo judicial, impulsado por un Gran Patriota como fue Alejandro Olmos, que dice que Nuestra Deuda Externa es ilegal, inmoral, ilegítima y fraudulenta, al cual agregaría que es (en condiciones «normales») impagable.
    Si hay un mérito por el cual los Kirchners deben pasar a la historia es el de haber encontrado una forma «tan legítima» de pagar la deuda como la usada para contraerla.
    El manoseo del INDEC le permite a nuestro país una baja de 8.000 mil millones de dólares (aún considerando los préstamos caros de Chávez).
    Claro, en el G7 no se chupan el dedo y amenazaron con declarar al índice del INDEC como «una mentira», con lo cual tendríamos una avalancha de juicios que aumentaría la deuda.
    Es por eso que se pagó con el Club de París y es por eso que se hizo la Recompra de bonos. Por la simple razón que la cuerda se puede tirar, pero sin abusar porque si se corta termina saliendo más caro.

    La búsqueda de financiación en los mercados implica aceptar el monitoreo del FMI. Si aceptás eso olvidate de pagar la deuda y olvidate de la Soberanía Política.

    Continuar con esta Política de Desendeudamiento, y por que no, de Liberación Política implica riesgos que estoy seguro valen la pena asumir.

  4. Dialéctico es. Vos subís, no te lo reclaman y vos querés mantenerte, tampoco lo llevás adelante. Una cosa que falta en el análisis es que al reconstrucición de un Estado en la Argentina no se un proceso exento de conflictos y para eso hay que tener alguna parte del cuerpo muy pero muy larga. Cosa que no siempre se puede.
    El tema además ese que estos empresarios no quieren ese Estado (de ahí la conflicitivad potencial).
    En resumen, para mí, claro que hay responsabilidad política, desde ya, pero otros actores tienen la responsabilidad.
    Otra: hipótesis. No hay sector político que tenga lo que se debe para hacer un «manejo serio» de lo macro (cierre con el Club de París + Holdouts + INDEC) y no tirarse para el lado de la ortodoxia. Temo que el que haga eso, en caso de que quiera industrialización, querrá que sea a-la-brasilera: sin conflictos, con excluidos, sin sindicatos que molesten.
    Por eso digo: Tavos ministro. ¡Ah, veo que tenemos un presidente del BCRA entre los comments!
    Saludos

  5. Tavos, muy bueno. Bienvenido de vuelta a las pistas…

    En 1963, otro Fernando Henrique Cardoso, no este último que privatizó TeleSP en los 90, daba una definición reduccionista pero meridiana de «burguesía nacional», que puede ayudar en este asunto. Decía: «burguesía nacional es la parte del empresariado (acá venía la palabra brasileño) a la que LE VA MAL, cuando al país LE VA MAL». Dentro de su nivel de simplificación, me ayuda a hacer pie para marcar un punto. Veamos:

    -Por definición ninguna transnacional pertenece al conjunto.
    -Veamos las empresas de capital nacional. Existen dos tipos: (1)las que fabrican bienes transables y además tienen capacidad de «swapear» su producción entre exportación y mercado doméstico con facilidad y (2) las que son mucho menos elásticas a dicho «swapping» y están «atadas» más fuertemente al mercado doméstico. Evidentemente las segundas están mucho más cerca de la definición cardosista que las primeras.

    Invitarlos a una rápida recorrida mental tratando de enumerar componentes de este último conjunto lleva a identificar que (1) son muchas menos de las que imaginábamos, (2) no consolidan un volumen agregado de negocios importante y (3) no están articuladas ni organizadas como para configurarse en un factor de lobby autónomo.

    Para evitar confusiones, ni Techint, ni Pescarmona, ni Perez Companc, a esta altura de la soiree ni Arcor, ni tampoco los definidos como «oligarquía diversificada» por E. Basualdo son burguesía nacional.

    Sintetizando: la licuación de la CGE fue, en términos prácticos, la licuación de la burguesía nacional: el tipo que tenía un taller metalúrgico de 200 empleados en San Martín, el que fabricaba (con bajísimos niveles de productividad y eficiencia, por otro lado) autopartes para las viejas terminales que dedicaban su producción al mercado doméstico. Demás está decir que a todos estos los que pasó por encima la apertura indiscriminada de Joe a fines de los 70 y a los pocos que quedaron les desconectó el respirador la convertibilidad. NO ESTÁN MÁS, aún cuando duela decirlo. La UIA no representa esos intereses ni por aproximación.

    Ahí hace agua un factor crítico de lo que pudiera denominarse proyecto K. Esa pata, clave en un sistema capitalista que pretenda desarrollo sostenido y bien distribuido, NO ESTÁ…por más que les armemos negocios a los Eskenazi, los Eurnekian, etc.

    Creo que el foco se debe (se debió, esto ya lleva tiempo funcionando) poner en acciones específicas a nivel micro una vez que las reglas generales de la macro las tenés operativas. Esperar a que surjan zanahorias, cebollas y remolachas porque tenés las condiciones de humedad, luz, temperatura y suelo correctas es ilusorio, en especial cuando tenés la quinta llena de repollitos de bruselas, de zucchini italianos y mucho pero mucho yuyo y maleza.

    Disculpas por lo básico del enfoque, pero me parece que el tema burguesía nacional industrial da para mucho (mucho más que estar zonceras) y estaba piola tratar de aportar a un marco de referencia. Ah!! y algo más, en el 63 lo de Cardoso eran todas puteadas contra la burguesía nacional brasileña.

  6. Un tema que habria que tener en cuenta sobre las «bondades» de fraguar el INDEC, es que gran parte de la licuacion de deudas hecha por los kirchner, estan en manos de las AFJP, que uno podra criticar o no el sistema de jubilacion privada, pero en definitiva, gran parte de los futuros jubilados son los que fueron perjudicados por la licuacion de deudas hecha acabo por el gobierno de kirchner.
    Por otro lado, el gobierno de Kirchner destruyo una herramienta que podria haber sido muy util para el Estado y una de las mejores cosas que hizo el mismo y lavagna en la reestructuracion de deuda del 2005 y es tener deuda en PESOS.

  7. Todo esto me hace reflexionar una vez más sobre las formas. Porque creo que en definitiva, esa debilidad de la que habla el post, viene desde las formas que tiene este gobierno de hacer las cosas. Qué industrial se sentaría a hablar seriamente con este gobierno sobre un plan a mediano plazo? Qué certidumbre puede transmitir un gobierno cuando se evidencia tanto improvisación y repentinos golpes de timón para salvar la coyuntura? Y mucho menos cuando se evidencia que todas esas decisiones se hacen desde un grupo muy cerrado, que evidentemente no se asesora correctamente, y que por ende, termina haciendo mamarrachos.

    Aquello que menciona el post, de que Cristina por desconocimiento no puede mencionar cuáles son las industrias más importantes de nuestro país, es muy cierto. Y de tan evidente que es irrita a los industriales que buscan señales de seriedad desde el gobierno, pero sobre todo, agudiza su debilidad al no ser referencia institucional ni tener el estratégico rol de articular las partes; y lamentablemente no hay mejor lugar desde dónde proyectar la política industrial, pero ese lugar hay que ganárselo. Evidentemente los Kirchner daban el perfil para pilotos de tormenta, pero cuando debieron acomodarse en los rieles institucionales para confluir las diferentes necesidades e intereses de sectores, mostraron cuanta ingenuidad había en esa particular forma de entender la política.

  8. Tavos, Ezequiel:
    No hace falta que lo diga, pero la cosa está jodida sin vueltas:
    -Cuando la inflación llega al “por las dudas” comienza una etapa más acelerada de realimentación: Por las dudas que la inflación sea mayor que la que lo previsible, suben los precios más que ella, y las pretensiones salariales también. La consecuencia son las huelgas, el aumento de la velocidad de circulación del dinero que equivale a emisión, todos factores inflacionarios.
    -Por otro lado hay que enfrentar pagos internacionales que obliga a ir aumentando el tipo de cambio, lo cual es inflacionario.
    -Además estamos atrasados en tarifas y otros servicios, lo que es inflacionario cuando se trata de corregir.
    -Hay otros factores.
    Subir el dólar es difícil por razones políticas (beneficia el agro). Y eso es complicado. Lo mejor que se podría esperar, sin llegar a la hiper calculo que sería algo como mantener un 30% de inflación durante unos 2 o 3 años poniendo tarifas y dólar en valores aceptables. Otra no veo.
    Otra si digo: Vean porfa este blog: http://horacioproyectoslibres.blogspot.com/ puedes escribir tus proyectos si te incluyo como autor. Escribime a: conserje@hotmail.com incluime en tu blog porfa. Yo te pongo en este.

  9. Buen post, pero tengo algunas discrepancias. En mi opinión se puede observar una vocación industrial por parte del gobierno, lo que sucede es que falta una autentica Politica Industrial integral, y esto se enmarca en la ausencia de una estrategia nacional de desarrolo. Lo que tenemos es una macroeconomia que incentiva la actividad produtiva, y un conjunto de medidas inconexas favorables a la industria, algunas recientes como por ejemplo la reorientacion del Banco Nacion hacia las pymes, el nuevo Bice (que viene lento, por ahora), algunos beneficios impositivos a la reinversion de utilidades y al sector autopartista. Ademas hay que tener en cuenta el trabajo del Ministerio de Ciencia y tencnología, asi como del de Educación, que estan orientando esfuerzos a las necesidades de un modelo economico productivo. Sin embargo, todo esto es insuficiente ante el ya mencionado faltante de una politica industrial. Porque no avanza el gobierno en esto último es una pregunta que me hago, pero no creo que sea por falta de vocación.
    Saludos.

  10. Juan P, con mucho respeto me animo a darte mi punto de vista:
    -Mi opinión es que si no se dedican con intensidad a combatir la inflación se va todo al carajo. La misma o aumentada termina trabando todos los mecanismos de la economía.
    -La forma de estimular la industria es mediante un dólar alto, el resto es cartón pitado. Sin ese ingrediente, la política industrialista de K está casi muerta.
    -Estamos lejos de políticas integrales y estables. Hasta ahora no se armó ninguna política del largo plazo, solo se dedicaron (bien) a salir de una conyuntura jodida.
    -lo que falta no es vocación. Es una política de largo plazo (en todos los aspectos) para elaborarla se requiere de un equipo multidisciplinario amplio y muy muy estable. Debe existir un equipo10 tipos expertos en tecnologías computacionales, economistas, ingenieros filósofos… y algún político. Es una ilusión sin el menor fundamento que lo pueda hacer uno sólo y siendo abogado.
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  11. El discreto encanto de la burguesía argentina
    Contrariamente a lo que mucha gente piensa, la Argentina es un lugar magnifico para vivir. Si se tiene dinero.
    El modo de vida de la burguesía argentina seduce a cualquiera. Buenos Aires puede ser una fiesta, sobre todo para los maduros ejecutivos de multinacionales de origen europeo o norteamericano. Los primeros se sienten como en casa: la oferta cultural es variada, policroma. La vida nocturna no envidia nada a la de las capitales europeas, ni que decir de las oscuras ciudades de provincia de, por ejemplo, España o Francia. La oferta gastronómica supera holgadamente los estándares internacionales, y la tradicional cordialidad de los argentinos, atribuida a cierto carácter «latino» – del cual todos hablan, pero nadie parece saber qué es – hace que la incomodidad del desarraigo se diluya rápidamente, entre cenas, teatros y encuentros para jugar al tenis en exclusivisimos clubes, cuya membrecia no se obtiene únicamente con dinero. En estos lugares la burguesía argentina hace gala de su gusto por la buena vida, y la diferencia que hace la antigüedad del dinero: autentica madera, bronce y cuero, producto de mas de cien años de disfrutar la renta que la Argentina – ubérrima – produce aun en épocas de presuntas vacas flacas. Es que el sentido de clase, y el de pertenencia que conlleva, lo han heredado los argentinos de aquellos dorados años en que las costumbres inglesas eran omnipresentes.

    Los fines de semana permiten el contacto con la naturaleza, amplias mansiones en el sur del país, con su clima ¿Cómo decirlo? Tan poco sudamericano. Tanto que permite – por ejemplo – la caza del ciervo o la pesca de la trucha, reconfortantes deportes que subrayan la especial condición de quienes lo practican, que confraternizan posteriormente ante un crepitante hogar con una copa de buen cognac, ámbito ideal para cerrar acuerdos de negocios provechosos para todas las partes. A años luz de los incultos patanes de tipo «schumpeteriano», preocupados solo por la reproducción de su capital, el burgués argentino conserva alguna rémora feudal en su genotipo; el consumo, los símbolos de prestigio, y – hoy en día más importante que nunca – la imagen mediática son elementos imprescindibles para su caracterización. Tanto como el relativismo moral, que tanto fascina a burgueses de otras latitudes. Entiéndase bien: el europeo o norteamericano está acostumbrado a pagar para obtener algo, y cuanto más paga, tanto aumenta su prestigio y capital simbólico. Por el contrario, el burgués argentino hace gala de la vasta red de relaciones entretejidas por lazos familiares, de amistad y de favores recíprocos, que le permiten conseguir entradas para un estreno 15 minutos antes de la función, con solo un llamado telefónico. Para no hablar de una entrevista con un ministro o secretario de estado de alguna área que afecte sus intereses. Una demostración de poder que encandila a cualquier inversor extranjero, el que queda inmediatamente convencido de la necesidad de un «socio local» de esas características: la capacidad de abrir puertas. El burgués argentino es, antes que nada, un político florentino: sabe tejer alianzas, y traicionarlas. Sabe que el estado le pertenece, lo utiliza en su beneficio particular, antes que el de su clase, y este método tiene incomparables ventajas a la hora de la agudización del conflicto social: la transferencia de riqueza se hace con la intermediación estatal, que asegura la rentabilidad del capital, aún a costa de la destrucción del propio estado; como parece ocurrir en estos días, en los que el afán de saqueo se impone por sobre cualquier otra consideración.

    Reciclados a partir de 1985, cerraron filas y como «Capitanes de la Industria» tejieron alianza con los «gestores políticos» alfonsinistas, alianza que – recordemos – no dudaron en denunciar cuando el verano de 1989 acababa con la primavera de 1988 y con el plan de idéntico nombre.

    En esos inolvidables días completó la burguesía argentina el mayor de sus deseos, la loca esperanza que la perseguía desde 1930, cuando emprendió el poco cautivante camino de intervenir en los destinos del país a través del «partido militar»:

    La colonización completa de los dos mayores partidos políticos de masas que tuvo la historia argentina. El triunfo era completo, era el inicio de la «fiesta menemista», que – prolongada por su «alter ego delaruista» se constituyó en la década más gloriosa desde los años de la «República Oligárquica».

    Fueron los «Dorados Noventas» para la burguesía argentina, pletórica y exultante: el triunfo había sido completo. El «Gran Hermano» había logrado su cometido: no sólo era temido, sino amado.

    Ninguna tapa de revista era suficiente para exhibirse. Modales de la senil y patética aristocracia española, que años atrás eran objeto de befa por el «sentido del ridículo argentino», eran imitados impúdicamente. Mostrar a todo el mundo la intimidad del baño pasó a ser de «buen gusto», y el tradicional «recato» del burgués argentino para mantener ocultas a sus amantes transmutó en el desparpajo de empresarios automotores por rodearse de jóvenes actrices o modelos.

    El derroche y la ostentación fueron los símbolos más luminosos de una época ominosa para el conjunto del pueblo argentino.

    Desenfrenada, deseosa de recuperar el tiempo perdido, la burguesía argentina se liberó de su complejo de «discreción» y se lanzó de lleno a adorar al becerro del hedonismo sin límites, nadie lo cuestionaba.

    Después de más de un siglo por fin su gran anhelo se cumplía: las masas votaban su programa a través de sus dóciles partidos políticos, conquistados por las ideas del capital, o por el capital mismo.

    udi, mayo de 2002

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