Este es un pequeño refrito/remix/retoque del post de saberderecho que escribí sobre el mismo tema.
Dos advertencias previas. 1. En términos de transparencia, prensa e información pública hay muchos temas pendientes, no está de más orejear los que comparten el podio con este: (A) Ley Federal de Acceso a la Información pública, que se aplique también a provincias y municipios; (B) Ley Nacional para regular la pauta de Publicidad Oficial (la Corte ya lo dijo, con respecto a Neuquén, en el caso del diario «Río Negro», un fallo de 2006 que tratamos acá). 2. Estoy en un todo de acuerdo con lo que dice Martín Caparrós acá; y estoy en desacuerdo parcial con lo que dice Roberto Gargarella acá, pero capto y reconozco la necesidad de ampliar y asumir lealmente el debate de la ley. Del mismo modo, quiero evitar trivializarlo u ocultarlo detrás de consignas vacías.
El enfoque general. Indiscutiblemente superador desde lo conceptual de la «ley» vigente. Ley que permite que ocurran concentraciones de medios (verticales, horizontales) que son claramente disfuncionales para la pluralidad informativa y para la libre competencia, que no se podrían hacer legalmente en países desarrollados, ni en países subdesarrollados serios, y que aquí se quieren defender celosamente como un derecho pétreo, autoevidente (con todo el apalancamiento que da una posición dominante en la construcción de narrativas y de agendas). Nadie tiene derecho al mantenimiento de una legislación determinada, mucho menos al mantenimiento de ésta.
Las autoridades. El mejor de los mundos posibles sería un staff de funcionarios concursados, que el Ejecutivo elija de ternas. Con autoridades de aplicación, en plural, desconcentradas y descentralizadas a nivel regional. Por decir algo: es un escándalo que la concesión de una modesta FM de pueblo de provincia dependa de lo que decida una autoridad federal. El proyecto, en cambio, mantiene el sistema unitario y presidencialista que está en la matriz de cualquier esquema regulador que más o menos conocemos. Podríamos decir, con cierta razón, que ningún proyecto oficialista se va a privar de intentar hacerlo así. Pero debemos repensar si hacerlo así es la única forma posible de hacerlo tácticamente en este contexto (a mi juicio, no), y si es la mejor forma posible en términos de diseño institucional (a mi juicio, no).
De corte directorial, el proyecto estructura la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual con cinco miembros. No como autoridad autónoma: depende de la Jefatura de Gabinete y específicamente de la Secretaría de Medios. El Ejecutivo pone presidente del directorio y dos miembros más, el par que falta vienen designados por la segunda y tercera minoría parlamentaria. Tienen aparente estabilidad en sus cargos, y duran cuatro años. Ahí estara la verdadera autoridad, nuestra FCC.
Un punto a tener en cuenta ahora: los miembros del directorio duran cuatro años. Si suponemos que la ley se sanciona este año, vamos a tener 3 miembros designados por la presidente A que van a durar la mitad de la presidencia de B, y 2 miembros que van a representar a la segunda y tercera minoría parlamentarias de 2009, que tal vez en un par de años no sean más minorías. Lo más sensato sería incluir en el proyecto una cláusula transitoria, por la cual las autoridades a designar ahora cesen en 2011, para empalmarlo con los mandatos presidenciales.
También se organiza una Comisión Bicameral de Seguimiento y Promoción de los Servicios de Comunicación Audiovisual, cuyo rol imaginamos a priori limitado, testimonial (es lo que la historia reciente nos enseña sobre las comisiones bicamerales de seguimiento de algo, y no es muy imaginable que esta sea distinta).
Menos relevante aún parece el papel del Consejo Federal de Comunicación Audiovisual, un ente corporativo de 35 miembros designados por el Poder Ejecutivo a propuesta de diversas jurisdicciones / sectores (uno por cada provincia y por la CABA, designados por las autoridades respectiva, tres por los prestadores privados, tres por los prestadores sin fines de lucro, dos de universidades, uno por los medios públicos, dos por los trabajadores). Sus funciones son consultivas, en ningún caso vinculantes.
Finalmente, como cosa novedosa, un Defensor del Público, designado también por el P.E. a propuesta de la Bicameral, por cuatro años.
Control de Contenidos. Ningún problema debería surgir de una interpretación sistemática y coherente de la ley. En primer lugar, tenemos letra explícita sobre el derecho a investigar, buscar, recibir y difundir informaciones, opiniones e ideas (art. 2º), cláusula que menciona las obligaciones de tratados internacionales. Las causales de revocación de licencias no tienen ninguna ambigüedad que pueda justificar presiones o intromisiones, como la exigencia de información «oportuna», «veraz», que está en la ley vigente.
Sí existen -art 56- una serie especificada de cuotas de pantalla (que también se aplican, con variaciones, a radios). Por ejemplo, para la TV abierta: 60 % mínimo de programas de producción nacional, 30 % mínimo de programas de producción propia de la señal, 10 % mínimo de productoras independientes. Discutible en los detalles, el concepto está bien: si yo quiero radiodifundir, y ocupo espacio en un espectro limitado, está bien que se me reclame generar contenidos, generar trabajo, y no ser una repetidora de latas de series y telenovelas.
Propiedad de los medios. El proyecto tiene un esquema agresivamente desconcentrador, con restricciones societarias muy fuertes para los privados que operen medios, veda para los extranjeros, cuotas de distribución tabicadas en tercios (Estado / Privados / ONGs y Universidades et al.), restricciones a la superposición de licencias, plazo de un año para desinvertir y adecuarse.
Por otro lado, se admite la inserción de operadores de servicios públicos (P.ej., telefónicas) supeditado a que a su vez esté abierto y competitivo el mercado donde ellos se desempeñaran originalmente (y sujetos a las restricciones propias de los licenciatarios audiovisuales cuando salten el cerco). El concepto es que la puerta se abra en dos direcciones: que los cables puedan dar telefonía y que las telefónicas puedan dar cable (o, en ambos casos, triple play, sumandole internet). En este punto hay algo que decir: las telefónicas que prestan servicios no son exclusivamente Telecom y Telefónica, sino también empresas locales más pequeñas (p.ej., en la ciudad donde vivo, Santa Rosa LP, la Cooperativa Popular de Electricidad, que debe tener un nada despreciable 20 % del mercado telefónico, y que me provee internet).
Control de licencias. La concesión se dispone por sistemas de «concurso abierto y permanente». La renovación de licencias se supedita a Audiencias Públicas, lo que es una buena cosa. Al leer el art. 34, alguno puede tener dudas sobre lo que pasa, si la renovación es o no una facultad discrecional de la autoridad. A mi juicio, la forma correcta de interpretar esa norma es que el licenciatario tiene derecho a renovar su licencia por diez años más en la medida en que mantenga las condiciones que ostentaba al concursar, y en la medida en que no esté incurso en una causal de revocación.
La secuela de los arts. 38 a 40 debe ser mejorada en su redacción (si fuera por mí, yo lo haría todo de nuevo). El cuco de que se pueden revocar las licencias cada dos años sólo puede sostenerse a través de una lectura descontextuada del art. 38 in fine. Allí, la posibilidad de revisar las reglas de las licencias está precedido de un supuesto de hecho específico, «la incorporación de nuevas tecnologías». Entendemos, leyendo los fundamentos del proyecto, que la revisión posible será a la baja, vale decir, por ejemplo, para propender a una flexibilización de las restricciones ante la ampliación del espectro por digitalización. Asumimos que la revisión de las reglas no implica retroactividad en sus efectos. Pero podríamos ahorrarnos todo este esfuerzo interpretativo si la ley estuviera mejor armada en su sintonía fina.
En sentido similar, no vemos peligros en que a un operador se les saquen las licencias obtenidas, pero no podemos desconocer la posibilidad de que la revisión (una delegación legislativa rara, que puede percutir sobre todo el Capítulo II, vale decir, sobre cualquiera de los 20 artículos más importantes) termine, de acá a cinco o diez años, favoreciendo a los grupos más poderosos, sin pasar por el Congreso y en contra de los objetivos hoy declamados por el proyecto.
Sanciones. En el post original no advierto algo que noto leyendo el informe de la ADC que menciono más abajo. No está bien desarrollada la parte de sanciones: no se determinan con claridad las conductas que pueden derivar en ellas, la elección de la pena queda librada al libre albedrío de la autoridad de aplicación, y esta incluso puede crear en su reglamentación nuevas infracciones no prvistas en la ley (de vuelta, la delegación legislativa…). Nunca un régimen administrativo sancionatorio llegaría a tener las pautas taxativas de tipicidad del código penal, pero esa parte de la ley puede y debe hacerse mucho mejor. Es cierto que todo lo que se sancione tiene control judicial posterior, pero la ley tiene una limitación procesal problemática: según ella, el recurso no tiene efecto suspensivo (es decir, que la sanción aplicada se ejecuta aunque esté cuestionada ante la justicia).
Lnks
– El proyecto de Ley del Gobierno (PDF)
– El informe sobre la ley de la Asociación por los Derechos Civiles (PDF).
La crítica al régimen de penalidades contenida en el informe de la ADC es muy interesante. Ayer, con su habitual manera chabacana, la Bullrich por televisión hizo ese planteo, pero no se le entendía demasiado bien.
mas alla de lo «linda» o «muy linda» q parezca la ley de medios…el tema esta para mi,en quien la lleva adelante…
a ver…si massera o goebbels vienen con un proyecto de ley de defensa de los DD.HH. hiper garantista e hiper revolucionarias…les creeriamos a estos personajes sus «buenas» intenciones…conociendo el background con el q vienen???…lo logico seria no creerles…no???
salvando las distancias,y viendo como el kirchnerismo se manejo con la libertad de prensa y la libertad de expresion,ya no solo en su provincia natal si no tb,en estos ultimos años de gobierno…sinceramente,ustedes creen q da para creerles sus «buenas» intenciondes de democratizar los medios???
a mi me caben serias dudas…
una ley q deberia ser politica de estado y lograr un amplio consenso entre todas las fuerzas democraticas…es presentada por los «k» como una cuestion de «tomalo o dejalo»…
noten una cosa,aun medios como critica y perfil,tradicionalmente enfrentados al grupo clarin…estan cayendo en la cuenta q esta ley no solo va a voltear a clarin…si no,a la misma capacidad de libertad de expresion de todos los medios criticos con el gobierno…por eso estan empezando a cerrar filas…
sin ir mas lejos,la fantochada de la AFIP en clarin hoy…no es algo realmente burdo???
o quizas haya q buscarle «explicacion» a esto,como un intento de sacar de los primeros planos peridisticos el tema del sindicalista zanola y su relacion con las «mafias de los medicamentos»???…y tb la relacion de estas mafias en los aportes a la campaña de cristina???…(ya no solo aportes de empresarios ligados al contrabando de efedrina si no tb a la mafia medicamentosa y demas yerbas)…
a estas alturas,los «aportes mafiosos» a la campaña progre seria lo de menos…si tomamos en cuenta la muerte de varias embarazadas por tomar suplementos de hierro adulterados…o a los quizas cientos o miles tal vez de enfermos con VIH o canceres…q se medicaron con con simples placebos o directamente con remedios adulterados…(y lo mas insidioso de todo…guita proveniente de estas «ganancias» truchas…fueron a engrosar la publicidad de los q nos prometian el «paraiso de la redistribucion»).
esta ley de medios,es un contrato entre la sociedad y el estado…y como todo contrato,hay q fijarse cuidadosamente en la «letra chica»…y ahi veremos sus verdadera intenciones…
no dudo de la buena leche de la mayoria de los artepolitequeros en buscar una buena ley democratica de medios (de algunos pocos si dudo…mas q democratizar el espectro,creo q solo buscan arrimar agua a su molino)…pero deberian saber el dicho…
«el camino al infierno esta tachonado de buenas intenciones»…
no vaya a ser q se den cuenta de todo cuando esten a las puertas del septimo infierno del dante…ese dia…ya sera tarde para lagrimas…
en fin…
Tenés razón, Kirchner es Hitler como dijo la loca mesiánica…sería bueno que aclararas cuántos diarios cerró este gobierno, cuántos periodistas encarceló y torturó este gobierno que vulnera la libertad de expresión. Si el gobierno fuera la personificación del mal, como todos uds. que han buscado voltearlo a como dé lugar, y buscara tener una herramienta para «controlar los medios», lo más simple sería…mantener la ley actual de la dictadura….es tan obvio que tu planteo no merece mayores comentarios. Además de ser un planteo simplista, maniqueo y malintencionado.
Leandro; Sos la mas pura demostración de la libertad de prensa que hay en el país desde 2003 hasta la fecha. Una persona que publica lo que vos publicas, sin tener ninguna consecuencia, es el mejor elogio que se le puede hacer al gobierno y a su política sobre la libertad de prensa.
lo decís seriamente??
El tema de contenidos propios en lso medios del interior no es tan lineal.
La verdad como oyente yo no quiero escuchar en la radio las pavdas que puedan armar un par de amateurs para llenar espacio. Yo quiero seguir escuchando por FM las AM y FM de Buenos Aires. Sino es como prohibir el futbol de 1ª A en el interior y obligarnos a ver el futbol local de cada pueblo.
Un 20 0 30% de contenido local se banca fuera del horario pico. Más no me interesa.
Tiene razon Mariano T, yo propongo que eliminemos la radio y la TV argentinas, a mi me gusta ver la Brasileña, linda musica, mejor futbol.
¿El mismo Poder Ejecutivo que manda 200 inspectores de AFIP a un medio opositor será el encargado de «controlar» los «contenidos»?
Y, algo de miedito me produce…
(¿Cómo «controlarán» los blogs?)
David, tu onda debería apuntar al verdadero Goliat.
Lo de los inspectores que nadie vio es propaganda insólitamente barata, indigna de ser citada como la especie de asertivo sugestivo que pretendés.
El miedito que te surge por el peligro que vislumbrás debería ser pánico, terror; hace décadas que no disfrutamos de información de calidad, sino de la propagación incesante de una sola ideología.
Lo que realmente determina (mucho más y mucho mejor que controla) los contenidos de lo que infinitamente compone el mensaje de los medios no es el poder de un gobierno, sino el poder del dinero.
La SIDE, la policía, los diarios, los fallos de los jueces, aún el mismo gobierno, son simples e imperfectos secuaces, todo sostiene el mito del capital. Vivimos, por ejemplo, en la creencia de que sin él (el capital) no somos nada, que necesitamos que otros hagan «inversiones» para nosotros poder trabajar por las migajas. En todo caso en los medios hay un puñado de profesionales que, con cinismo o sin él, viven de propagar ese mito con su infinidad de ramificaciones; todo lo que no concuerda con él es extraño, insólito, ilógico, aún inmoral. No se puede discutir, no es «democrático» hacerlo, la realidad única admisible: quien tiene dinero tiene derecho a hacer cualquier cosa. No pagar impuestos, hablar todo el día por la boca de ganso de sus empleaduchos (que usurpan el nombre de periodistas).
La «ley» vigente (de origen dictatorial) sí está pensada para eso que vos llamás control, David; si este gobierno soñara con poder, o querer, controlar lo que se dice en los medios, simplemente debería aplicarla, cosa que no hace ningún gobierno del ochentipico para acá.
Estimado A. Donnantuoni:
Agradezco que me señales al verdadero Goliat, si bien yo creía tener capacidad de discernimiento sobre lo que me gusta o no.
Si nadie vió a los inspectores, no veo la necesidad de la desmentida por parte del Jefe de Gabinete. No me parece un hombre tonto. Si fuese tonto Anibal Fernandez, coincidiría contigo en que mi frase sería «indigna de ser citada como la especie de asertivo sugestivo que pretendés» (Transcribo tu frase porque me pareció fina y elegante)
El «miedito» que tengo, como todo miedo, tiene su componente irracional, tal vez deba analizarlo en mi próxima sesión terapéutica.
No tengo terror. Yo disfruto de poder leer La Nación y Página 12. Perfil y Canal 7. Navegar por el Jerusalem Post y Al Jazeera. Ver Granma y Generación Y. Leer El País de España y mirar las páginas de Euskadi (aunque entienda poco de vasco).
Y si como vos decís hace décadas que no disfrutamos de información de calidad, lo cual no es cierto ya que tenemos acceso a casi todo, lo último que deseo es que «alguien» decida por mí (ni siquiera una ley) qué corno es la «calidad».
Si bien el poder del dinero es enorme (lo saben los medios que gozan de la generosa pauta oficial), no me alcanza para descalificarlos automáticamente. Yo leo todo.
Podríamos hablar en otro momento sobre el «capital», es un tema muy interesante.
Coincido también en que «en todo caso en los medios hay un puñado de profesionales que, con cinismo o sin él, viven de propagar ese mito con su infinidad de ramificaciones…», y podríamos hablar de «los mitos» que como todo el mundo sabe, los hay de derecha y de izquierda, religiosos y ateos, burgueses y revolucionarios, etc.
Finalmente la «ley» vigente, de origen dictatorial, no nos impide tener este intercambio libre y democrático, tal vez porque a nadie se le ocurrió (hasta ahora, y por suerte) ver en qué artículo estamos violando la ley en cuestión. Espero que la nueva ley no incluya párrafos oscuros y peligrosos como mi olfato de adulto mayor percibe con «miedito».
Saludos.
¿Y qué tiene Clarín de especial que prohíbe que reciba visitas de la AFIP como cualquier otra empresa del país?
Nada especial. Me hubiese gustado saber si Clarín tiene empleados en negro, en vez de tener solamente una desmentida oficial.
Las cosas que hay que leer…
1) Para tu información, el gobierno YA ESTA CONTROLANDO los medios con una ley de la dictadura que le da el 100% del control del COMFER (=interventor, te suena?) y que establece que la información tiene que ser «veraz, objetiva y oportuna» (o sea, una excusa excelente para cerrar a un medio opositor – que hasta la fecha no ha utilizado).
Y la está queriendo reemplazar por una ley que disminuye a 60% su participación en la autoridad de control y 40% de la oposición (pero además están dispuestos a discutir este punto), más una comisión de seguimiento parlamentaria, y de otros sectores de la sociedad. Una ley que además no establece NINGUN REQUISITO sobre la «objetividad» de los contenidos. A esto sumémosle el anuncio de ayer de la ley por la que funcionarios públicos no podrán querellar más a periodistas por «calumnias e injurias». Parece que son controladores de medios medio pelotudos, valga la redundancia.
CONCLUSION 1: lo que te tendría que dar «miedito» es que el gobierno quisiera MANTENER LA LEY ACTUAL.
2) Como dijo Pasquini Durán hoy, UNA DE DOS: o el engendro del mal que es el Kirchnerismo se pepetuará por los siglos de los siglos amén y a pesar del 28J dominará Argentina y el mundo cual dibujito de cartoon network, O…
…estamos en el «post-kichnerismo» de la LOCarrió-Grondona-Biolcatti et al., y este gobierno «se está yendo» porque nadie lo quiere, y además ya van a ver después del 10 de Diciembre como les volvemos todas las leyes para atrás. Pero las dos cosas juntas NO.
Pero además: la mayoría de los cambios que la ley exigirá demorarán AÑOS en implementarse, con lo que es muy probable que este gobierno no llegue a «usufructuar» los «beneficios» políticos mezquinos que supuestamente estaría buscando según sus detractores habituales.
CONCLUSION 2: Como ésta no es la ley de un gobierno dictatorial que tiene asegurado decenas de años por delante en el poder, sino de uno elegido democráticamente pero que probablemente se encuentre al final de su ciclo, decir que está enviándola al congreso para «controlar» a los medios es lo mismo que decir que mi abuelita de 95 años patea calefones para sacar músculos en las piernas.
Lo más sensato sería incluir en el proyecto una cláusula transitoria, por la cual las autoridades a designar ahora cesen en 2011, para empalmarlo con los mandatos presidenciales.
Te parece? Mirá: la BBC, como parte de la estrategia para lograr que los medios estatales no sean gubernamentales, tiene la renovación de las autoridades bien separada de la época en que se renueva el ejecutivo. ¿No se supone que ésa es una de las cosas que buscamos?
Gracias por la profusa, respetuosa e inteligente respuesta, David; así da gusto.
Uno se deja llevar por las posibilidades retóricas de un argumento a veces, y por el gusto de agregar los poderes de la ironía a la magra sustancia de lo que puede a veces hilar con ideas… nadie aquí realmente creerá que puede reemplazar el discernimiento de nadie, por lo menos no seré yo ese alguien. POr tanto me disculpo.
La mitografía sería una materia indispensable de un hipotético curso de estudios sobre política, por supuesto. Y uno de los mitos más sostenidos, y tal vez más infundados, es el de la libertad de prensa; mejor dicho, el de suponer en todos los individuos potencialmente pensantes una ideal capacidad crítica. Y una ideal capacidad para generar, recibir y difundir mensajes.
La realidad es más cruel: el acceso a la información está tabicado, por supuesto de forma compleja; la capacidad de cada individuo de crear y difundir ideas también. Tabicados por la estructura social.
No dudo de tu capacidad individual (David, no tengo por qué, además de que ofrecés pruebas de ella) para alimentarse de información con la debida y necesaria diversidad. El problema en todo caso es creer que todos los individuos aquí tenemos la misma capacidad. Simplemente no es cierto, no se da por la naturaleza de lo social (en el capitalismo, bajo el que vivimos), naturaleza que propende a la concentración de todos los bienes, la información también por supuesto, siendo uno de los más valiosos.
La única forma de intervenir sobre esa realidad es por medio del poder ciudadano organizado: las famosas instituciones del Estado. Esto es, la regulación y el control; nos guste o no nos guste, nuestro poder como ciudadanos para oponerlo al «natural» que tiene el dinero pasa por la organización del Estado, que es administrado por gobiernos de turno. Negarles por precaución esa facultad es negárnoslas a nosotros mismos como ciudadanos.
El Estado debe «redistribuir» el poder «natural» de comunicar que el dinero pelado tiene; creer que se puede siquiera pensar en hacer eso sin crear enemistades en los monopolios privados es simplemente naif.
Esto quedó dicho, no obstante por supuesto no creo por eso que debieran aceptarse instrumentos legales o administrativos deficientes por el simple argumento de que lo que hay es peor. Por chantajes políticos como ese vivimos eligiendo al «menos peor», con lo que siempre tenemos un malo entre malos.
¿La solución? El proyecto de ley oficial debería flexibilizarse en dirección a democratizar las instancias de decisión y control, a favor de crear consensos con sectores que de ese modo lo apoyarán. Todo lo otro (posiciones irreductibles, chicanas, etc.) es jugar a la polarización (ambas partes conocen el juego) sin pretender ningún cambio de fondo.
Empecemos por los consensos: No todos tenemos el mismo acceso a la información. Así es.
De eso saben mucho los «monopolios» y lamentablemente también los «estados».
Por naturaleza ideológica le tengo mucho más miedo al «estado» en cuanto a «cuidador de la calidad» o el «control», que a todos los excesos informativos y chicanas de los medios privados. Ahí seguramente no estaremos de acuerdo.
El estado, como monopolizador de la fuerza pública y su enorme capacidad de «convencer», cosa que la Historia se ha cansado de mostrarnos una y otra vez, para tristezas y tragedias infinitamente repetidas, debería, en mi modesta opinión, carecer de toda ingerencia sobre la «calidad de los contenidos».
Utilizar el argumento de la falta de capacidad de los sectores más desprotegidos (o sea los pobres y por ende menos educados – ¡uy! qué palabras feas) para «saber y entender» si el manejo de la información de los medios es suficientemente «buena», puede llevar a una tutela paternalista del burócrata (en el mejor de los casos) o la arbitrariedad vengativa del amado dictador (en el peor…)
Me quedo con Sarmiento: «Educar al soberano»
Lo dejo con Sarmiento, amigo. Suerte