Los anuncios en materia de Salud realizados ayer por la Presidenta son, de manera colateral, un buen ejemplo para repensar el federalismo en nuestro país. El tan mentado federalismo, que a esta altura viene a ser un concepto tan políticamente correcto que ningún diputado, senador o periodista puede dejar de pronunciar, merece algunos abordajes un tanto más profundos que la mera enunciación vacía de contenido.
Veamos: la Salud en nuestro país es de esas cosas que las provincias no cedieron a la Nación en los archifamosos «pactos preexistentes» que luego dieron origen al Estado-Nación. Por ende, toda política de Salud que se intente desde la esfera del gobierno central debe ser consensuada con las provincias, que a su vez deben cumplir los pasos legislativos correspondientes en sus, perdón la redundancia, Legislaturas locales. Muy lindo todo. Muy institucionalista. Muy federal. Lástima que total y absolutamente ineficiente e ineficaz. Porque, para decirlo con un ejemplo burdo: la línea punteada que divide en los mapas una provincia de otra, en la realidad no existe. Y cuando te enfermás lo que existe es la crudísima realidad, no los mapitas.
Y qué cosa sucede en esa realidad real? Que es extramadamente complejo, por no decir imposible, generar una política nacional de salud (o sea, para todos los seres de buena voluntad que habitan nuestro suelo) coordinada, coherente y consistente ¿Y esto es porque los ministros de Salud son seres malísimos, ogros infames, habitantes del séptimo círculo del infierno? Bueno: no siempre. Sucede que es un quilombo. Y muchísimo más quilombo cuando están en juego cifras millonarias, corporaciones médicas muy poderosas (revisen cuántos diputados y senadores provienen de esos «campos de actuación»), negocios estructutrados vertical y horizontalmente, etc.
Dirán: oh, ¿pero la Salud es un negocio? Que barbaridat! Y, sí. Es una barbaridad, pero claramente lo es en su totalidad en el subsistema de la medicina prepaga , casi enteramente en el subsistema de las obras sociales (ya sea porque se chorean la guita, o bien porque delegan la administración de las mismas en empresas que, caramba, cobran un porcentaje por ello o, en el mejor de los casos, porque los sindicatos deben preservar su sustentabilidad -la de la obra social, je-, la mayor de las veces a costa de cortar servicios y prestaciones). Y, aquí si lo más fulero, pero también forma parte de la realidad, la salud muchas veces es un negocio en el campo de la salud pública. Desde el director del hospital del pueblo, puesto por el intendente que le debe un favorcito a la clínica privada del lugar, y entonces «cierra» especialidades, hasta el enfermero que se chorea los remedios para meterlos al mercado negro de la farmacia que le vende rivo a los pibes.
Bueno. Que tampoco me quiero ir de tema. La Presidenta ayer anunció tres temas: a) el que se llevó el mayor centimetraje y comentarios en las radios, porque afecta a 4.5 millones de personas y un toco de pauta publicitaria; b) la «trazabilidad» de los medicamentos más caros (oncológicos, VIH, hemofílicos) o, lo que es lo mismo, un sistema de seguimiento y seguridad desde los laboratorios hasta el paciente, garantizando transparencia, calidad y seguridad en toda la cadena (además de terminar con algunos curros que a veces podrían llegar a incluír a los propios laboratorios, con partidas duplicadas y la consiguiente evasión impositiva); y c) la compra conjunta de medicamentos entre Pami, Ministerio de Salud y de Desarrollo Social.
Éste último anuncio, quizás el que pasó más desapercibido pues no hay allí ni grandes tortas publicitarias ni algunos «malos, feos y sucios» del sindicalismo entrometidos, es para mí el más trascendente en términos estratégicos para la salud nacional. Porque ese «pool» de compra tiene la suficiente potencia para poner coto, limitar y tener la capacidad de poner un «precio testigo» a los laboratorios de medicamentos, abaratando así el costo para la totalidad del sistema. Recordemos, a modo de ejemplo, que el PAMI es la obra social que compra el 40% del total de los remedios oncológicos de la Argentina.
Ahora bien: se imaginan cuánto mejor sería si sumáramos a las Obras Sociales y los ministerios de Salud de cada provincia en esta estrategia de compra conjunta? Cuánto ahorraría ya no solo el sector público, sino el sistema de salud en su conjunto? Y si pudiéramos replicar este modelo en otros ámbitos de la salud? Por ejemplo en los estudios de alta complejidad. Saben ustedes la disparidad absurda de valores y costos que hay en un mismo estudio entre una provincia y otra? (producto de mercados cartelizados, por citar una causa).
Claro. Hay que zamarrear, para lograrlo, un poquito el árbol del federalismo. Ese que nos ampara a todos. Pero ese mismo que, a veces, no nos deja ver el bosque.
Muy interesante aporte. Presento algunas discrepancias sobre el federalismo en salud.
Hasta la fusiladora, la salud pública era nacional porque había sido implementada en el gobierno de Perón por Ramón Carrillo. Antes no existía más que como beneficencia o prácticas muy específicas. Por lo tanto, la salud pública nacional es preexistente a la provincial y, así, predominante también. La transferencia de los servicios propios a las provincias (sin los recursos necesarios para su funcionamiento) y del financiamiento al privado lo hizo el gobierno de facto con aporte técnico de OPS y fue, sistemáticamente reforzado en las otras dictaduras. Justamente para consolidar el negocio de la salud. Consecuencia, es muy difícil organizar coherentemente tanto el gasto como los servicios porque lo que prevalece es la desintegración y el negocio de la enfermedad. Ello, sumado a la cultura instalada del consumo de servicios y del consumo de medicamentos como conducta curativa, tanto por las personas que padecen como por los profesionales que tratan.
Abrazo,
Martín
No exactamente. Es cierto que a través de Carrillo por primera vez hubo un abordaje «nacional», construyendo hospitales «nacioanales», etc. Pero en ´terminos constitucionales es como digo arriba. Comparto lo que decís de las cuestiones culturales. Saludos
No había hospitales antes de Perón? No macanees.
Y yo macaneo porque vos lo decís? Dije «abordaje nacional de la salud». No dije que NO había hospitales. La ceguera no te permite Comprensión de Textos I a vos.
No te lo dije a vos sino a Martin «Antes no existía más que como beneficencia o prácticas muy específicas». Eso es claramente un verso. Había hospitales públicos provinciales desde el siglo 19.
Los hospitales que se construyeron en el siglo XIX estaban administrados por sociedades de beneficencia y subsidiados por el estado o las administraciones locales. En la década del 20, por ejemplo en la Pcia. de Buenos Aires, se estatizó su administración. Su rol era proveer atención a los indigentes. Sin embargo, la organización de los servicios en función de la salud pública y respondiendo a un proyecto nacional recién lo hizo Carrillo y fue bombardeada, igual que la plaza de mayo, por los milicos y todos sus cómplices civiles.
Concuerdo con la reflexión final: se ahorraría mucho si los sistemas provinciales de salud se sumaran a la estrategia de compra conjunta. La disparidad de precios en estudios podría ser también subsanada de existir una bajada nacional.
Con lo que no estoy de acuerdo es con ese espíritu que sobrevuela el post, de que la descentralización del sistema de salud, per se, es mala. No podría asegurar que la descentralización es buena pero sí que tiene ventajas operativas en cuanto a la capacidad de crear estrategias que tengan que ver con lo que se palpa en el terreno, algo más difícil de hacer si las directivas vienen todas desde el ámbito nacional.
Si con Perón (y Carrillo) empezamos a entender la salud como una cuestión «pública» (antes casi que pertenecía al ámbito individual, sólo existía un Departamente de Higiene), fue a partir del ’55 que empezó la descentralización. El tema es que en los ’90 se terminó por descentralizar pero con propósitos fiscales antes que sanitarios. Mayor carga para las provincias y la Nación aliviada del asunto. Pero, como dije antes, la descentralización tiene sus ventajas. Quizás lo que estoy diciendo excede el marco del post, pero no sería una mala idea buscar formas intermedias, en la que los sistemas provinciales conservaran alguna autonomía y, en ciertas cuestiones como las mencionadas, las directivas sean nacionales.
Saludos.
No planteo que la descentralización es mala per se. Donde claramente es mala es en la planificación de políticas. No necesariamente en la ejecución de las mismas. Creo que hay que ir por ahí.
Junto con las escuelas, en los períodos 76-83 y 89-99 (y en el medio, nada de nada) los hospitales fueron transferidos a las provincias sin presupuesto. Por otra parte, la constitución vigente reivindica un federalismo que se parece bastante a lo que necesita un país para convertirse en inviable. El mejor ejemplo es el tema de los hidrocarburos y la propiedad originaria de las provincias.
Todavía hoy, el ministerio de Educación es un ministerio sin escuelas. El argumento original para que esto sea así es que en el pasado, con una educación (o salud) unitaria, el alumno de Jujuy aprendía adecir «oso» y nunca había visto ni vería un oso en su vida.
El concepto de salud anda por el mismo win.
Olvidé mencionar que estoy totalmente de acuerdo con los anuncios de Cristina. Vengo posteando desde hace rato contra la mafia de Swiss Medical. Y lo de la trazabilidad de los medicamentos, bueno, es un pasito hacia adelante. Vamos a ver si funciona en la práctica pero vale la pena intentarlo
Acevedo: mientras no dejes de insultarme a mí y a cada uno de los que somos peronistas en cada puto post y con cualquier excusa, no te voy a permitir que uses ni mi espacio ni mis escritos para que vomites tu mierda infecta. Cada vez que vos decís algo estás cagándote en mi abuelo y en mi mamá. Y yua no te banco más. Te baneé y te voy a bannear las veces que te metas, porque sos una basura de tipo que no puede argumentar ni el color del asfalto sin agredir, de forma ya casi racista, a los peronistas.
Me rompiste las pelotas.
Y andá a quejarte de censura a la SIP.
Salvo que quieras venir y discutirme algunos de tus conceptos cara a cara.
Pido disculpas al resto de los lectores, pero para decir esas cosas ya existe La Nación o Perfil. No con mi esfuerzo.
¡¡¡¡¡Ahhhhhhhhhh!!!!! Pero porrrrrrrrrrrrrrrrrrqqqqqqqqqq no lo hicieron antesssssssssss a verrrrrrrrr????????????
8 años!!!!!!1 Los KK………. y recien ahooraaaaaaaaaaaa se acuerrrrrdannnnnnnnn de hacer estooooo???????????
(Fffff… Necesitaba esto. Me descargué. Antes de que lo haga algún otro boludo, les gané de mano… lero, lero)
Mendieta,
Para mi el principal problema es como hacer para que el sistema de atención primaria sea de excelencia(que es el eje principal en cualquier sistema de salud público que funcione) sin abandonar la territorialidad. Aquí el conflicto no es con las provincias, sino con los municipios quienes se han hecho cargo de esa franja de atención (lo cuál suena bastante lógico porque es el nivel del Estado que está más cerca del ciudadano -sea lo que sea que esto signifique-). El Plan Nacer pareciera un esfuerzo en esa línea pero no termina de entenderse como se articula.
Digo, el nudo crítico de la salud está ahi: si encontras el mecanismo de solución de la APS tenes el 70% del problema de salud adentro y te quedan muy pocos actores con quienes negociar.
Y ahi me parece que esta la clave, la Nación debería rediseñar el sistema de atención primaria, definir los perfiles según el territorio, monitorear las necesidades y descentralizarlo con recursos en los municipios. No es nada simple, porque es una de las pocas cosas que los municipios sienten que pueden «hacer bien» y por el otro lado deberías generar incentivos para que los médicos se radiquen en esos lugares donde no hay atención (ni hablar del perfil con el que los medicos salen de las universidades, convencidos que si no trabajan en alta complejidad son unos fracasados).
El sistema de compras es super importante,aunque estaría bueno un laboratorio nacional que produzca farmacos de calidad y abastezca al sistema público tirando precios para abajo, pero la clave del sistema de salud está en otro lado en mi humilde entender.
Abrazo!
Absolutamente de acuerdo con respecto a la importancia de la Atención Primaria. Pero es otro de los «totems»: todos hablan de ella, poco se hace efectivamente por la misma. Empezando, como bien decís, por la concepción hegemónica médica (por algo los médicos de las salitas ganan menos guita), siguiendo por la tendencia a la hiperespecialización, etc. Y tambiénn comparto lo del laboratorio. Lo que me pareció importante es que siempre los rescursos son escasos, y bajarlos en dónde ma´s guita se va (medicamentos de alta complejidad) permitiría transferir esa tartasca a APS.
Primo Louis: excelente. Es una cuestión compleja, además, porque no sólo los médicos buscan la hiperespecialización -porque, lamentablemente, ahí es donde está la guita- sino que los pacientes, también, muchas veces prefieren ir al hospital cabecera antes que a su CAPS más cercano cuando su patología bien podría ser tratada en el primer nivel de atención.
Creo que se busca cambiar el perfil con el que salen los médicos de la facultad. Por lo menos en la UNT recalcan siempre y las cátedras se orientan a eso también: el perfil del médico generalista.
Saludos.