Me topé con un texto de Prebisch que, creo, no está digitalizado. Es un papercito llamado «Cinco etapas de mi pensamiento sobre el desarrollo», de 1983, en El Trimestre Económico N° 198.
La verdad es que llamó mucho mi atención y creo que da para el debate, así, playero, de verano, mientras evaluamos las posibilidades reales de Martín Peppa de quedarse con las 400 lucas de Gran Hermano.
Ahí, Prebisch dice algo sobre su etapa más reciente de producción teórica y hace un razonameinto muy interesante. Y que a mí me hace pensar por qué necesariamente la discusión que tenemos sobre inflación, puja distributiva, productividad, Pacto Social, etc. es híper-política.
La línea de razonamiento la voy a resumir de esta forma un tanto bruta, pero creo que sin traicionar el texto.
En la sociedad hay una disputa por el «excedente económico», nos dice Prebisch. Por ese concepto entiende «la considerable proporción de los incrementos sucesivos de productividad que son apropiados por los dueños de los medios de producción, en particular quienes se concentran en los estratos sociales altos».
En ese marco nos dice a la pasada que el incremento del excedente es necesario para el desarrollo pero que «al mismo tiempo es el conducto para el incremento del consumo provilegiado de los estratos socialse altos que imitan más y más los patrones de consumo de los centros». Bien, esto no es lo que me interesa recalcar. Continúa la cosa.
Con la industrialización avanzan «el poder sindical y político de la fuerza de trabajo». Esto tiende a «contrarrestar el poder de apropiación del exceente por parte de los estratos superiores». Se suma a esto el «poder creciente del Estado para compartir los frutos de la productividad».
Así, las empresas se ven ante una «doble presión» de los trabajadores y del Estado. Tarde o temprano hay una transferencia a los precios. Los Bancos Centrales ceden a una «presión creciente de las empresas, los trabajadores y el gobierno».
¿Qué se ha hecho América Latina históricamente frente a esto? Por un lado, restricción del crédito mediante la política monetaria, aunque eso suele no servir. El otro formato para atacar esta situación es «el control de sueldos y salarios mediante la intervención gubernamental». Esto, dice Perbisch, implica «la restauración del excedente en detrimento de la fuerza de trabajo, la que no sólo debe perder lo que ha ganado previamente sino también soportar en sus espaldas el peso de impuestos que ya no puede transferir mediante el reajuste de sus remuneraciones».
Claro que «esto requiere el uso de la fuerza por parte del Estado para superar la fuerza sindical y política de las masas».
Afirma Prebisch: «Consideremos la paradoja: ¡se justifia el uso de la fuerza por parte del Eatado invocando el principio de que el Estado no deb eintervenir en la Economía! Se proclama vigorosamente el liberalismo económico, al enorme costo social y político de la destrucción del liberalismo político, si interpretamos estos conceptos en su unidad filosófica general».
Como vemos, es de alto vuelo el texto. Sigue esta frase:
«No puedo negar que la restauración del excedente mediatne el control implacable de sueldos y salarios podría permitir el incremento de la tasa de acumulación. Pero al mismo tiempo permite que cobre nuevo impulso la sociedad privilegiada de consumo [que Prebisch atribuye a los sectores acomodados y poderosos de la sociedad], y esto último prevalece sobre lo primero».
Agrega, a la pasada: «Tampoco puedo negar que el control podría reducir, aunque no elimimnar la inflación de origen interno. Si a pesar de ello continúa este fenómeno se deberá tal cosa a la inflación externa, a la inflación fiscal o a la expansión abusiva del crédito privado. Pero esto no perocupa a los grupos dominantes, a condición de que el crecimiento del excedente se restablezca y respete plenamente».
Las «bombas» teóricas continúan:
«Los procesos democráticos han demotrado gran eficacia en el mejoramiento de los ingresos reales y en la evolución del Estado. Pero en el sistema actual existe un límite que no puede exceder el poder de redistribución, un límite que cuando se alcanza pone en riesgo la dinámica del sistema. Al llegar a este límite , el excedente alcanza su nivel máximo, al igual que la sociedad privilegiada de consumo, y ya no podrá continaur como antes el proceso redistributov que tiende a mejorar la distribución del ingreso»
Y ya, tirando para todos lados, en un crescendo que te la regalo agrega:
«Sin embargo, en la acción de la leyes del mercado o de la política monetaria no hay nada que corrija esta falla. Tampoco hay ninguna defensa contra el empleo del proceso democrático par amejorar la distribución del ingreso más allá del límite anets mencionado. Por lo contrario, la presión redistributiva, conducirá en este caso a la crisis del sistema. El proceso democrático tiende a devorarse a sí mismo. De acuerdo con lo señalado antes, debo concluir lamentablemente que, en el curso avanzado del desarrollo periférico, el proceso de democratización tiende a volverse incompatibel con el funcionamiento regular del sistema. Esto no se debe tanto al fracaso de tal proceso, derivado de la inmadurez política prevaleciente en la periferia, como al grave sesgo socioeconómico del mecanismo de la distribución del ingrso y la acumulación de capital en favor de los estratos socials superiores«.
Ya cuando hemos iniciado el descenso sobre la ciudad de «atajate-esa-mandarina-Daniel-Artana», Prebisch indica:
«Para evitar confusiones frecuentes debo subrayar que el mercado dista mucho de ser el regulador supremo de la economía. Sin embargo, tiene una importancia considerable desde el punto de vista económico y político. Lo que importa en realidad es la estructura que se encuetnra detrás del mercado y el funcionamiento arbitrario de las relaciones de poder. Cambiemos las estructuras, conservemos el mercado y respetemos las disparidades del ingreso derivadas de las diversas aportaciones individuales del proceso productivo».
Pregunto, sin ánimo destituyente, ¿se habla de esto en la UBA y en la BEA?
Sí a las dos preguntas.
De todas formas no es un texto innovador teóricamente hablando, el asunto es la retórica.
Sería algo así como «ma que Marx, de Prebisch te estoy hablando».
Tereschiuk, como le dijiste a un comentarista de tu post: aggiornate un poco. Prebisch habla de economías cerradas a las finanzas internacionales y casi completamente al comercio. No tiene nada, nada, nada que ver con lo que pasa hoy. Nada. Es como –para llevarte a un tema caro a tu comprensión– que me digas que hay que hacer el Vial Costero de Vicente López para poder llegar más rápido el balneario El Ancla. Así, eh. Igualito.
Más sobre El Ancla: http://www.vicentelopezportal.com.ar/puerto%20y%20balnearios.htm
Y perdón por la i latina en Tereschiuk, Escriba. Y qué grasas que son que pre-moderan comentarios. Espero no moderen este.
Se modera el primer comentario de un usuario, de ahora en más entra derecho, para todos es lo mismo.
El hecho de que un proceso verdaderamente democrático, por su afán redistributivo corra el riesgo de devorarse a sí mismo, la verdad no sé qué tiene de antiguo.
Es como que me digas que Platón es «viejo». A esta altura, Prebisch es un clásico. Lo que hay que tener es ganas de ver qué nos dice «a nosotros», no a la gente de 1983.
Saludos
PD: Era lindo El Ancla, eh.
¿Tanto gre-gre para decir Gregorio ? A la venerable edad en que escribió esto Prebisch ya debió haber escuchado por ahí de la «lucha de clases» ¿No?
Me costa que se discute mucho en la UNCuyo, con textos a cargo de los especialistas Beigel y Gabay. Gugleá ambos nombres con Prebisch, Cardozo, Faleto o cualquier dependentista
Desde antes de Marx (digamos desde el inicio de la Revolución Industrial) hasta Prebisch se habla de una puja entre las fuerzas productivas (los obreros) y los dueños de los medios de producción (los empresarios). Pasando por el rol más o menos definitorio del del Estado.
El fenómeno que ellos no abordan por inexistente la formación de grandes capas de desclasados que quedaron afuera de los medios de producción. O sea, peor que la plusvalía es ser expulsado del Sistema, y peor aún: sin poder reingresar a él.
Por ahora, específicamente en la Argentina, las mejores ideas del Estado pasan por el indigno y miserable subsidio a los pobres (y suculentos subsidios a los poderosos amigos del Poder).
La gente pobre que aún recuerda la cultura del trabajo porque se la contaron sus abuelos, seguramente preferiría ser «explotado» en una fábrica, que vivir de la dádiva pública administrada por punteros corruptos.
Estoy de acuerdo con David, el drama en Argentina son los excluidos, los que ni siquiera son explotados.
Che pero me parece que hay cosas mucho más nuevas sobre el tema de los conflictos salariales. Yo conozco las cosas de Collier, pero hay mucho más. La idea general de que el libre mercado no puede resolver las luchas salariales y requiere la intervensión estatal no es originalmente de Prebisch, ni la de que las clases capitalistas latinoamericana tienen un patrón de consumo incompatible con la expansión del ciclo de inversión y acumulación.
Igual estoy de acuerdo en que estos debates son importantes. Lo que no me parece es que estos debates no se estén dando. Seguramente en muchos ámbitos no se dan. Empezando, lamentablemente, por el ministerio de economía.
muchachos todo eso ya lo dijo Adam Smith, y mis alumnos lo aprenden en la primera clase,
Nico.
Es la mano invisible de Richard !
Un abrazo
Si Escriba, un señor llamado Adam Smith dijo alguna vez esto:
“Lo que mejora las condiciones de la mayoría nunca puede considerarse como un inconveniente para el conjunto. Ninguna sociedad puede ser floriciente y feliz, si la mayoría de sus miembros son pobres y miserables”.
Y otro ilustre argentino, infame liberal y masón (dependiendo quien lo critique), dijo lo siguiente:
“Reconociendo que la riqueza es un medio, no un fin la Constitución argentina propende por el espiritu de sus disposiciones económicas, no tanto a que la riqueza pública sea grande, como bien distribuida, bien nivelada y repartida; porque sólo así es nacional, sólo así es digna del favor de la Constitución, que tiene por destino el bien y la prosperidad de los habitantes que forman el pueblo argentino, no de una parte con exclusión de la otra. Ella ha dado garantías protectoras de este fin social de la riqueza».
Este garca es Juan Bautista Alberdi.
De hecho, los liberales -y me gusta pensar que soy uno- no pedimos el fin del estado ni nada que se le parezca. Esos son los anarquistas y Menems de este mundo (junto con los comunistas y su etapa superadora).
También el mercado ideal -el de la competencia perfecta- si existe solo existe para pocos bienes o servicios. Y por eso el estado debe intervenir en los mercados (porque hay muchos y son todos distintos) como mínimo para intentar alcanzar este ideal y como máximo para corregir los problemas de su no existencia. El mercado de economía perfecta es aquel en el que la información fluye libremente, hay los suficientes oferentes y demandantes para que ninguno de ellos pueda influir sobre el precio y hay costos cero para entrar o salir (entre otras). Justamente, lo último que citas de Prebisch refleja esto. Es que en la mayoría de los mercados algunos tienen poder de fijar el precio. Extrañamente, el mercado del trigo no era uno de ellos hasta que el gobierno lo intervino. Y ahí está el limite que le ponemos los liberales al estado «si no está roto no intentes arreglarlo».
Esto no es de lo mejor que escribió o hizo Prebisch pero muy bueno recordarlo porque fue un hombre muy importante que junto a Federico Pinedo fue el responsable -en la presidencia de Justo- de un plan económico muy intervencionista -pero útil- que llevó a una rápida industrialización del país:
«En 1938, la industria argentina, surgida del giro estratégico de 1933, era superior a la producción agrícola y ganadera en la composición del producto; se lograba el pleno empleo –tras haber alcanzado una tasa de desocupación de 20% en 1932–; y los trabajadores industriales sindicalizados constituían el sector mayoritario de los medios populares, sobre todo en el Gran Buenos Aires, Gran Córdoba y Rosario». (http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2009/06/20/_-01941699.htm) (Guarda que la nota es del «monopolio»).
Prebisch, Pinedo y Justo allanaron el camino para la llegada de Peron. Solo por eso, merece Prebisch -un economista muy reconocido- que no se lo olvide.
Me pregunto si Francisco, durante la presidencia -de facto -de Justo, hubiera valorado tanto la rápida industrialización.
Porque ahí, seamos buenos, la República taba durmiendo la siesta, eh.
Pero perdón, no quiero desviar.
La desviaste. Y como esa fue tu intención, no necesitas disculparte.
Nico, en el tipo ideal de la mano invisible los intercambios son volumtarios. Esto solo es posible si ambas partes tienen el mismo poder de negociación. Tan simple y tan concreto
Pura sanata.
Eso de las «pujas» distributivas encubre la triste realidad: en el caso argentino la economía está muy lejos de las expectativas, no hay un problema de «reparto» sino de «generación».
Es algo que no terminan de entender los Nac&Pop, un poco por ignorancia y otro poco por conveniencia.
El modelo productivo argentino apesta, esa es la realidad, después de 100 años seguinmos pendientes del régimen de lluvias y el precio de los granos. Lamentable.
«Eso de las “pujas” distributivas encubre la triste realidad: en el caso argentino la economía está muy lejos de las expectativas, no hay un problema de “reparto” sino de “generación”.»
¿Es mucho pedir que fundamentes tu afirmación?
Primero, sería interesante saber cuales son «LAS EXPECTATIVAS» tal vez las tuyas no sean las mismas q las mías o las de mi padre o las de ciertos sectores. Investigá, ya que tranquilamente llevaste la discusión a 100 años en el pasado, quienes éramos, que pasó en esos 100 años, cuanta gente intentó y logró cambios positivos para todos y cuantos intentaron y lograron cambios positivos para dos o tres y negativos para millones.
El típico cinismo argentino lo q realmente esconde es verdadera ignorancia y también conveniencia.
Alcides. No entiendo bien lo de sanata ¿lo podes explicar? tambien explicame como sería esa realidad diferente a esta que es triste y que se arrime a las expectativas ¿de quien? si para vos no debería haber «pujas» distributivas,entonces cual sería lo contrario? si el problema es la «generación» es decir inversión, acaso no lees los diarios «serios»? si nos tratas de ignorantes, explicalo entonces para que todos aprendamos, y si es por conveniencia,que tendría de malo? o es que acaso debe de convenirle a determinado sector, y que los demas miremos pasar el tren.En este modelo que apesta, la gente anda con «guita» en el bolsillo, y eso parece que molesta.
Lamentable Alcides.
En el 2002 Casullo escribía esto sobre un desconocido Néstor Kirchner
http://www.youtube.com/watch?v=i_wchJ2xHF0