Todo PASO

Algunas conclusiones de las primarias:

  • El oficialismo no se privó de un fuerte juego brusco institucional con el manejo del escrutinio provisorio en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, el primer y tercer distrito electoral del país, respectivamente, donde habría resultado derrotado por fuerzas hegemonizadas por el kirchnerismo. Los portadores de institucionalidad armaron su propio show a expensas de la información y se proclamaron ganadores nacionales cuando las pantallas mostraban ventajas de más de 5 puntos en Santa Fe y Buenos Aires y victoria en Chaco por más del 1%. Mostraron los goles propios del primer tiempo y dejaron codificado el segundo tiempo.

 

  • Eso nos deja la idea respecto a que Cambiemos comienza a desplegar un conjunto de estrategias de poder en lo electoral que incluye un sistema de alianzas, de candidaturas y de manejo de la organización de los comicios. Este último aspecto, donde utilizó este “juego brusco institucional” que ya mencionamos, es una novedad en el sistema político argentino democrático que retornó en 1983. Se pueden citar casos anteriores de roces y quejas pero no de (nada menos que) bonaerenses sin saber quién ganó en una elección de la que venimos hablando hace un año y medio.

 

  • El presidente Mauricio Macri logra un espaldarazo político porque, luego de 20 meses sin resultados positivos para una gran parte de la población sostiene una base de apoyos, extiende territorialmente su voto y mantiene dividida a la oposición. Logra aire contra un peronismo sin liderazgos claros -a lo que hay que agregar, fuera del panorama electoral, una CGT también con sus referencias disputadas-. Veamos eso en más detalle.

 

  • Cambiemos se para sobre una cantidad similar de votos que los que se inclinaron por Mauricio Macri-Gabriela Michetti en octubre de 2015 (34,3 % entonces, 35,% en las PASO de Diputados nacionales en esta oportunidad).

 

  • A la vez, desplegó, con éxito, una estrategia territorial nueva. Si Macri en 2015 había realizado una gran primera vuelta con triunfos en CABA, Córdoba, Mendoza y Entre Ríos, a los que agregó Santa Fe, San Luis, La Pampa, La Rioja y Jujuy en el balotaje, ahora agrega Neuquén, Santa Cruz y Corrientes -sólo pierde por ahora Santa Fe y logra una situación de gran paridad en Buenos Aires-. En este sentido, Cambiemos (¿el PRO?) pasa a convertirse en un partido nacional, con estrategia propia y no dependiendo de otros.
  • El presidente Macri, que tenía “la moneda en el aire” en varios aspectos, se ve fortalecido, probablemente poniendo los cimientos del partido de centroderecha nacional del que hablaba Torcuato Di Tella. La expansión electoral del PRO en ese sentido, es el principal activo del resultado del domingo. Victorias en San Luis, La Pampa y Neuquén, más la predecible en Santa Cruz, se suman a los distritos propios.

 

  • Los “terceros partidos” en la Argentina surgieron siempre de la Capital y se desplegaron hacia el interior. Podían inclinarse hacia el centroizquierda o el centroderecha. Y en general, han fracasado en convertirse en una expresión nacional. Se queda sin nafta, ni recursos, ni alianzas. El PRO tiene la posibilidad de lograr esa proeza, convirtiendo a esa fuerza surgida de la capital en una expresión nacional, insistimos: en el polo “de centroderecha” que Di Tella identificaba con un partido más volcado hacia los sectores empresarios, en contraposición a la conformación de un polo “de centroizquierda” donde tengan más primacía los intereses sindicales.

 

  • En este despliegue, la Unión cívica Radical, parece ser un sector derrotado. En las 10 provincias donde Cambiemos tenía PASO competitiva, los espacios vinculados al radicalismo sólo lograron vencer en Mendoza. En el resto el PRO se impuso con comodidad. Sin embargo la mayor derrota la sufrió el rebelde radicalismo capitalino, hizo su jugada de la mano de Martín Lousteau, y apenas alcanzó el 13%, a sólo dos años de haber peleado voto a voto, la Jefatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (¿la vanidad de ser embajador de EEUU le jugó una mala pasada?). A esto habría que añadir que el presidente de la UCR, José Corral no garantizó el triunfo de Cambiemos en Santa Fe y que los dos ministros radicales que dejaron sus puestos para candidatearse, el riojano Julio Martínez y el tucumano José Cano resultaron derrotados. Entre los ganadores se podría ubicar al muy particular radical Eduardo Costa ¿Tiene vida el radicalismo fuera de Cambiemos? ¿Y dentro de él?

 

  • Elisa Carrió surge entre las ganadoras del oficialismo. Los porteños la quieren en el Congreso. Será accionista de la coalición, pedirá y aportará. Enriquece al Presidente porque le genera una especie de “mini sistema político” dentro del oficialismo “haciendo oposición por adentro”. Ayudar a Macri y su poco clara trayectoria a parecer comprometido -al menos en el terreno de la prensa amigable- con la transparencia resulta una invención para destacar. Pero el gran desarrollo electoral que logró con su candidatura Carrió, ¿puede convertirse a futuro en un problema que supere los meros roces con el macrismo?

 

  • El peronismo obtuvo más votos en 13 provincias, incluyendo la probable victoria de Cristina Fernández en la PBA. SIn embargo, como ya hemos observado en otras ocasiones, el peronismo se define desde hace años más por su pertenencia territorial que por líneas internas de alcance nacional.  Se puede decir que ganó un peronismo en cada provincia. Sin embargo, no es menos cierto que el peronismo más identificado con el kirchnerismo, es el único que logró anudar victorias en más de un territorio: Tierra del Fuego, Chubut, Río Negro, Santa Fe, Buenos Aires. Y con capacidad de alianza con el peronismo del Chaco principalmente pero también de otras provincias. Los peronistas que pueden sacar pecho son pocos: Juan Manuel Urtubey, algo más Juan Manzur o Gildo Insfrán que tuvieron en la última etapa fricciones con el Gobierno nacional; el riojano Sergio Casas, el sanjuanino Sergio Uñac. Las construcciones particulares de Misiones y Santiago del Estero siguen inexpugnables.

  • Lo que se presagiaba en la campaña, sucedió: Sergio Massa se enfrenta a un momento quizás de quiebre en su construcción, en sentido negativo. No sólo se retrajo su capacidad electoral y arañó una victoria por muy pocos votos en Tigre; la alianza con Margarita Stolbizer no le redituó más votos, y ahora se desdibuja como una amenaza para Cambiemos. En ese sentido, su suerte es semejante a la de Lousteau: no parece haber lugar en el medio. Los sectores que expresaron una oposición más dura, en ese sentido, tuvieron mayores premios que los opositores “dialogantes” o “constructivos”. A excepción de Urtubey en Salta ese peronismo “republicano” no mostró guarismos electorales para destacar.

 

  • Esto también se vio en el caso de algunos gobernadores “negociadores” o “anti k” -”línea Pepsi” le dice la gente mala en las redes sociales- como Rosana Bertone, Alberto Weretilneck, Gustavo Bordet, el neuquino Omar Gutiérrez, e incluso el más crítico de la Casa Rosada Mario Das Neves con listas que perdieron a manos de kirchneristas u oficialistas. Daría la sensación que la estrategia de Carlos Menem allá, a principios del gobierno de Alfonsín, de hacerse muy amigo de la Rosada no resultó ser muy redituable en 2017. Insistimos, la estrategia del “hacete amigo del presidente” tal vez tuvo su propio castigo en los votantes de esos gobernadores.

 

  • Si vemos la primacía del oficialismo en la zona central del país, también surge con bastante claridad que el Norte (líder del Plan Belgrano incluído) no gusta de Cambiemos y que en las regiones más golpeadas por el modelo macrista, como Rosario y el Gran Buenos Aires se impuso el kirchnerismo. También la foto aérea permite ver que en la golpeada Patagonia ningún gobernador pudo sonreír: derrotas a manos del kirchnerismo o de Cambiemos.

 

  • La elección para Unidad Ciudadana en provincia de Buenos Aires ha sido muy dura, y aún alzándose con la victoria, se mueve en un margen angosto. Con seguridad la persecución política y la denostación permanente a la figura de Cristina pesó. Sin embargo, el para nada desdeñable casi 35% de los votos evidencian que Cristina Fernández de Kirchner continúa manteniendo un liderazgo importante para un importante segmento de la población argentina. Un peronismo dividido tiene consecuencias a nivel electoral en el principal territorio del país y aún más allá.
  • Los 5.59% obtenidos por Florencia Randazzo, dejan entrever que un acuerdo entre ambos espacios, les hubiera asegurado, probablemente, una victoria más clara. La política tiene que poder imaginar escenarios nuevos, ensayar audacias que no se basen sólo en “arriesgar lo propio”. Tal vez no sea demasiado tarde, y de cara a la general, para avanzar en algún acuerdo “por abajo” para que algunos votos del exministro vayan a la candidata de Unidad Ciudadana.  

 

  • Para finalizar: en los últimos tiempos se ha puesto de moda, o mejor dicho consolidado, un “modelo analítico” que tiende a ver “grandes tendencias” con pocos casos aislados o “momentos refundacionales” de la Nación con meras “inauguraciones de comités”. Presionados de algún modo por los hiperveloces tiempos de las redes sociales o la necesidad de responder al “minuto a minuto” de los ratings de los programas de cable, muchos analistas e intelectuales preocupados por “lo político” parecen caer en lo que creemos una tentación: apresurarse para ver quién tira más rápido algo novedoso. Las victorias electorales, por supuesto, con su poderoso atractivo, suman su grano de arena  a esta situación. Basten algunos ejemplos de esto que criticamos: hace no más de dos años, Gabriela Michetti era observada como “el paradigma del nuevo político”, de una flamante forma de “carismicidad” y exageraciones por el estilo. Hace dos años Sergio Massa parecía estar en una carrera indetenible hacia la presidencia. Y hace tres el kirchnerismo era visualizado como una “hegemonía opresora perpetua” por sus opositores o como “irreversibles ganadores de una batalla cultural” por sus simpatizantes.

 

  • Pues bien: aquí creemos apresurada la tentación de postular hoy una “historicidad naciente” de Cambiemos como partido fundante de un “nuevo orden político” en la Argentina. En todo caso, para ello, tengamos la paciencia de esperar al menos dos períodos presidenciales consecutivos. Sin caer en nostalgias, digamos que en el pasado, para ser llamados “fundadores” había que durar más que un amor de verano. Porque hay algo que sí está suficientemente “historizado” ya: la sociedad argentina es brava y con la misma mano que hoy te aplaude, mañana te sopapea.

 

 

 

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