Yo te digo que todo va a estar bien, oh no, mantén el movimiento

Chavez sgarzini

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La luz latía, resplandecía, se iba de blanco a anaranjado, en el mismo momento que la voz de Maduro decía en cadena de radio y televisión “designo una comisión para investigar los miles de millones de dólares que se robó la burguesía parasitaria a través de CADIVI y el Sistema de Títulos Extranjeros”.

Las casualidades de la vida intentaban cortarle la voz como si un rockero agarrara una guitarra y la incrustara en el medio de la pantalla, pero la luz no se iba, seguía ahí haciendo posible la cadena de radio y televisión hasta que el rockero finalmente trasladó su dorada guitarra a martillar la misma línea de alta tensión que en septiembre había dejado a medio país sin luz y esta vez lo hacía en Caracas y otros siete estados más, justo cuando la imagen del presidente despedía su alocución de la pantalla.

La burbuja que protege a Caracas de los cortes de luz y otros problemas por decisión política, se quebraba una vez más en menos de cuatro meses por arte de magia y los caseríos amontonados en las montañas del valle pasaban de soles enchufados para siempre a pequeñas luciérnagas aisladas, que con paciencia esperaban que pasaran esos 25 minutos de profecías autocumplidas realizadas por el presidente, quien como vidente venía anticipando qué la oposición quería cortar la luz antes de las elecciones, pero no pudo evitarlo ni con los militares en el sistema eléctrico ni controlando aún más a los trabajadores de Corpoelec, donde existe una fracción que no responde al chavismo.

Así, la frutilla del postre de Maduro le llegaba a la mesa y le recordaba lo que había sido este año sin Chávez cerca, donde la escasez, inflación, y dólar paralelo se tironearon al barro con los pactos económicos que no acabaron el panorama y le dieron menos legitimidad después de su apretada victoria electoral, y luego derivaron en un golpe de timón que restauró su autoridad con inspecciones en los actores que forman los precios, y aprovecharon la inestabilidad política para usar los déficits estructurales de Venezuela (falta de producción, concentración de lo que existe, masivas importaciones y sistema bancario dedicado a la especulación con papeles de deuda pública, PDVSA y otros) como herramienta de acumulación financiera, y golpe y no negocie hasta jugar con sus reglas de libre mercado.

En el medio de eso, a Maduro le pasó el año como un flash de su vida con: potencias que no reconocieron su victoria, diplomáticos norteamericanos pivoteando y aconsejando a la oposición, diputadas con deseos de golpes de Estado grabadas en privado, aumentó de actividades  paramilitares y detención de miembros de estas organizaciones listos para matarlo, compra de medios por parte de intereses financieros que lo deslegitiman de a poco para imponerle el chau al Estado y abrir el control de cambios(es decir el cofre dorado, la renta petrolera) la consolidación de una boliburguesía que le hace la vida imposible con sus alianzas financieras y su ir y venir entre bambalinas, y ,claro, un plan de desgaste acelerado firmado por la dirigencia opositora y el expresidente Álvaro Uribe (aquel que no tuvo tiempo para atacar Venezuela) con la  anuencia de la Usaid, el nombre artístico estadounidense para desestabilizar gobiernos sin involucrarse en los hechos, ni dejar que el demonizado ex sindicalista del Metro de Caracas pestañee para dejar de hacerse presidente a los golpes.

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El chavismo arriba el barco a esta nueva elección después de pasar unas tormentas internas y externas, que podrían haber haberlo dado vuelta si se hubiese aprobado un crédito con el FMI (una parte del gabinete fogonea esto o un crédito con banca internacional empeño de oro mediante) y una liberación cambiaria, como pedía las patronales, y los bancos  que armaron un panorama para realizar “una oferta que no se podría rechazar” al estilo del plebeyo que le besa el anillo a un prestamista quiebra huesos de última instancia.

A contramano de los psesudos analistas económicos, la pelota envenenada fue de vuelta de un zurdazo madurista que la envío a la tribuna con la radicalización del discurso y la acción con inspecciones y reflote del control de cambios, lo que arrimó unos puntos a los candidatos chavistas, que disputan los distritos importantes del país en una elección que es más compleja que describir la trama del Padrino en tres líneas.

En una dimensión superficial se puede hablar de un seguro avance de la oposición en número de alcaldías (tiene 56), y una consolidación territorial del PSUV (tiene 268) como primera fuerza nacional, un pronóstico que es una plaza de lugares comunes y no toma la cantidad de electores de cada lado en clave de plebiscito, como pretende la MUD, ni las alcaldías simbólicas o de importancia electoral.

En el primer punto, el resultado es bastante incierto porque la abstención de un lado y otro alcanzará entre un 40 y 50% (como es común en las alcaldías), y esta elección es más territorial que nacional, lo que le juega en contra a la estrategia de deslegitimación que motivará el lev motiv de la oposición posterior al ocho de diciembre, el reférendum revocatorio, lo único que hoy por hoy podría unificar a un espacio que sigue sin presentar un proyecto alternativo que salga del anti chavismo.

En el segundo, los distritos claves (grandes urbes) como Caracas, Maracaibo y Valencia son el Padrino 2 y 3 (para seguir en la misma saga)  porque las incógnitas e implicancias de estos resultados pueden inclinar la balanza para un lado u otro: Si el chavismo pierde las tres, chau, se viene la oposición terminator si logra articular movilizaciones como la gente (ahora no pasan de dos mil gatos locos), si el chavismo gana dos o Maracaibo (opositora), puede cantar victoria o empate en caso de que la plaza de los lugares comunes se cumpla, como piensan todos los analistas.

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Caracas está divida en cinco distritos con alcaldes propios, que aportan electores para la elección del Alcalde Mayor. La oposición gobierna cuatro de esos cinco (Baruta, Chacao, El Hatillo y Sucre) y el chavismo uno (Libertador), lo que hace que la MUD controle la Mayor con Ledesma, el ex dirigente de Acción Democrática que metió bala duro y parejo durante el Caracazo.

El chavismo ganaría tranquilo con Jorge Rodriguez en su bastión, el Libertador, y la oposición haría lo mismo en Baruta con Blyde, Grateron de Primero Justicia (partido de Capriles) y algunos de los suyos en El Hatillo (donde va dividida). El gran elector de la Mayor sería Sucre, donde está el barrio más grande de Venezuela, Petare,  y el chavismo no gana hace ocho años por la pésima gestión que hizo el hijo del periodista José Vicente Rangel.

Pensando en los totales de la Mayor fue que el chavismo apostó a candidatos mediáticos en estos distritos adversos, como el conductor televisivo Winston Vallenilla en Baruta y el reggatonero el “Potro” Alvarez en Sucre, donde impensadamente se plantea un cabeza a cabeza con el alcalde Ocariz de Primero Justicia (lo natural sería que ganara) con Don Omar de fondo en el cierre de campaña chavista 2.

En Maracaibo, ubicado en el Estado Zulia, ex bastión opositor, el politólogo y periodista chavista Miguel Pérez Pirela ha realizado una campaña híper agresiva y mediática y las encuestas oficiales lo posicionan arriba de la alcaldesa Eveling Trejo,  la esposa  de Manuel Rosales, ex gobernador del estado y candidato presidencial en 2006. Ver para creer, dicen por ahí después de los pifies históricos en la última presidencial.

Más complejo es aún Valencia, donde el actual alcalde chavista fue detenido y embargado por actos de corrupción, y el candidato rojo, Miguel Flores, proviene de la secretaria de gobierno del máximo estratega electoral del PSUV, el gobernador Francisco Ameliach, quien naturalmente se puso la campaña al hombro como si los votos fueran para él.

Enfrente lo tiene a Miguel Angel Cocchiola, que venía primero según la consultora Hinterlaces, hasta que el gobierno inspeccionó su red de ferreterias, Imeca, y encontró sobreprecios de hasta 1000%, lo que le habría provocado un bajón en los sondeos (y un viaje a Miami por miedo a una detención), pero , como con Maracaibo, eso está aún por verse.

Sin embargo, en todos estos escenarios no se cuantifica un mal que afectó al chavismo en las presidenciales y seguramente lo hará en las alcaldías, la desmovilización y abstención de su base por la situación económica pero sobre todo por la falta de internas en el PSUV y la imposición de candidatos, que ha generado “rebeldes”en algunos distritos, que hasta último momento pusieron en riesgo la máxima alcaldía de la simbólica Barinas (donde nació Chávez y gobierna su hermano) y tienen en entredicho al Alto Apure (uno de los distritos con mayor electorado) , donde el actual alcalde, el padre del ministro de Interior y Justicia, Rodriguez Torres, se lanzó por fuera del Psuv después que se le bajara el dedo* .

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En el chavismo, el dedazo fue más un golpe territorial que un deseo del alto mando civico-militar, que había prometido a los aliados del Gran Polo Patriótico (GPP) una mayor porción de representación en la elección, lo que luego terminó siendo las migajas de las migajas del pan.

Esto abrió la posibilidad de que aparezcan alcaldías rebeldes, como las cerca de cuarenta que apoya el Partido Comunista Venezolana al igual que otras fuerzas territoriales, y que se pusiera de relieve el poder de los gobernadores y representaciones distritales del PSUV, cada vez más cerca de los caudillismos regionales que una apertura que permitiera mantener la unión en internas, como exigía el todavía tenue movimiento popular y los partidos aliados.

Algunos lo soportaron y se subordinaron por la importancia de las elecciones, otros no y presentaron sus candidaturas, y unos cuantos rompieron sus filaciones al PSUV e incluso anunciaron que se quedaran en sus casas o en la plaza jugando domino, como se comentaba en el emblemático  23 de enero de Caracas.

Ante esto, el PSUV llevó a cabo una estrategia de control de daños que intentó seducir a los candidatos con mayores chances de bajarse o ponerse su logo en la boleta luego de pasar a retiro al primer boxeador elegido. Sin embargo, lo que queda claro, es que el éxito o fracaso de este tipo de elección de candidatos repercutirá en lo que sea el PSUV y el GPP en el futuro, ya que incluso hay dirigentes importantes, como el diputado Freddy Bernal, que exigen una discusión hacia dentro para que se dé “una dirección colectiva de la revolución”.

Pase lo que pase, Maduro tendrá la difícil tarea de contener las distintas vertientes, pirotécnicas en algunos casos, y bajar el poder de extorsión de los gobernadores para administrar los conflictos, y que no le aparezcan fantasmas preparados para dar un salto en caso de inconvenientes o averías en la nave de la revolución, que seguramente tendrá unos importantes cambios de tuercas a principio de 2014 en su gabinete de ministros y propuestas económicas (¿reforma fiscal y del Estado?), y mostrará a quién se privilegia en la coalición de gobierno, donde los militares son cada vez más visibles en áreas claves.

La hora de la verdad recién comienza.

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Para la oposición política será una elección contra de pero también una interna a cielo abierto, donde el liderazgo de Capriles se ponga a prueba en su distrito y como gran comandante de la MUD y Primero Justicia a lo largo y ancho del país.

Un escenario adverso lo tira tres casilleros atrás, uno favorable lo relanza y lo vuelve a dibujar como jefe de la campaña chau Maduro 2016 sin tener que competir en importancia con otros dirigentes, como Leopoldo López y Henri Falcón, que caminan el país como virtuales presidenciables.

En esto también se define cuál vertiente predominará finalmente en la oposición, si la de Capriles,López y María Corina Machado que cada vez más se dirige a la deslegitimación crónica y cabezatermística, o si la más refinada e inteligente de Henri Falcón, gobernador de Lara, que legitima a Maduro, lo critica en aspectos cotidianos y dibuja una propuesta de cuño socialdemócrata y pseudo “progresista”.

A diferencia de esta vertiente, en la oposición económica se puede esperar, quizás, un pacto momentáneo pero dentro del mismo panorama, una disputa a suma cero por quien se queda con el control de la renta petrolera (PDVSA), lo que marcara la presidencia de Maduro a golpes, como un escultor de hechos que prepara su arte como registro de la época y visión de futuro.

Pero antes de los golpes están las elecciones para pasar a un año y algo más sin comicios para de verdad reordenar las coordenadas, fijarse que sirve, que no y encarar los años bisagras del proceso venezolano con producir o producir como lema de supervivencia ante los leones de la selva.

 

*Los últimos datos dicen que Barinas está muy disputado, al igual que todas las capitales del país

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