¿Por qué debemos sentirnos orgullosos de ser izquierdistas?

Quieren que nos sintamos idiotas.
Se ríen de nosotros.
Nos acusan de idealistas o de ingenuos.
Nos retratan como gente sin talento ni vocación alguna.

Algunos dicen que lo que nos motiva es únicamente el resentimiento.
Se empeñan en mostrarnos como envidiosos y cobardes.
Al final, concluyen otros, no hay diferencia:
Sólo nos motiva el poder.

Pero hay una rebelión dentro nuestro que ellos no conocen.
Hay una furia que se alimenta de esa mirada que no da la espalda a la injusticia.
Hay una rabia en nosotros que nunca se convierte en odio,
porque renunciamos a la complicidad que la crueldad del ambicioso nos propone.

Nuestra rabia es la indignación de los justos.
Nuestra rabia es la sangre que corre a través de los corazones que palpitan de veras.
De nuestro lado están los santos y los mártires.
De nuestro lado están los héroes que han hecho la parte bella de esta historia que habitamos todos.

¿Qué puede hacer sentir orgullosos a nuestros enemigos?
¿Su arrogancia, hija de la indiferencia y la ambición sin norte?
¿O acaso esa prepotencia del egoismo amanerado que cultivan ante el dolor del prójimo?.

Nosotros somos hijos de un amor:
El que lo puedo todo, aunque no pueda nada

Debemos recobrar el orgullo de ser lo que somos:
los denostados, los sospechosos, los radicales,
los peligrosos a quienes encadenan,
los venenosos a los que silencian,
los que se ríen de su decencia hecha de opresión y de esclavos.

Aunque nos digan mil veces que el mundo siempre fue y será una porquería,
Aunque inventen teorías que refrenden la imposibilidad absoluta del hombre por torcer la voluntad del mal difrazado de progreso,
nos afirmamos en nuestro empeño de escuchar esa música prohibida que habla de libertad y justicia.

No nos convence el fin de la historia,
El postmodernismo nos deja impávidos,
la estética post-ideológica nos enfurece.
Creemos en la verdad, porque pese a todo, creemos en el hombre.

Aunque nos silencien o nos ridiculicen,
Ahí estamos nosotros,
Soñándo el mundo que ilusionan los niños.

Somos amigos de los pájaros y de las fieras.
Nuestra paz no es la pretensión de una seguridad absoluta.
Nuestra libertad no se construye sobre la opresión de nuestros vecinos.
Nos gusta reirnos haciendo mucho ruido.
Nos gustan las caricias.
Nos gusta el sexo entre flores y cebollas.

Nosotros no pusimos alambrado a la tierra de todos
Ni nos apropiamos del ADN de la creación
No somos dueños de patentes,
ni especulamos con el hambre de los pueblos
Ni contratamos ingenieros que diseñan bombas inteligentes que nos permitan dormir sin remordimiento.

Si nos dan a elegir, preferimos un poema a todas las armas de nuestros enemigos.
¡Ay de aquellos de los nuestros que se dejen engañar en el espejo de nuestros verdugos!
Los izquierdistas somos compasivos
El miedo no nos arrebata nuestra ternura
El coraje no endurece la simpatía que sentimos hacia todo lo humano.
Y eso porque al contar nuestros muertos, y al honrarlos,
nos sabemos muertos con ellos.

Después de resolver el estupor y acabar con el llanto,
Nos ponemos de pié y volvemos a exclamar:¡Basta! ¡Basta! ¡Basta!,
y salimos a la calle, con los ojos bien abiertos.

18 comentarios en «¿Por qué debemos sentirnos orgullosos de ser izquierdistas?»

  1. Ser izquierdista es bueno. Pero ser izquierdista en la Argentina tiene sus bemoles. La izquierda social en la Argentina (es decir, el soporte humano de clases populares) lo tiene el peronismo desde 1945. Los partidos de izquierda no lo tienen y entonces deben sumarse a la izquierda política desde el sector de la cultura (estudiantes, profesionales medios, etc.). Cuando lo hicieron (década del 70) todo funcionó bien. En este momento están más cerca de la derecha que nunca (o cuando participaron de la Unión Democrática en el 46). Si le dan la espalda al pueblo, pueden sentirse orgullosos pero jamás ganarán el favor de la verdadera izquierda (la social).
    Un abrazo.
    PD Salvo el PC, todo el arco izquierdista opositor (menos del 10 por ciento de los votos) operó contra el proyecto de retenciones, donde se jugó el futuro del país por muchos años. Ni Solanas se salvó. Creo que no es el momento de hacer olas, y sí de una autocrítica. O vuelvan a la UD.

    1. bueno muchacho… Cómo carajo sabés desde dónde hablo? Cómo carajos sabés si el que te habla es la verdadera izquierda o la izquierda falsa. En fin… que te vaya bien en tu cruzada PRO-pureza y todo lo demás…

  2. Si una persona asume posiciones de izquierda y se dedica a militar en la izquierda no lo hace para sentirse orgullosa de sí misma y ponerse a cantar loas a los motivos de su pertenencia. Lo hace porque le duele la injusticia y porque quiere que las cosas cambien. A eso se le debería llamar «ser de izquierda», pero hay demasiado zurdismo narcisista compuesto de onanistas que se se la pasan recitando ante el espejo lo maravillosos que se ven o se imaginan, con palabras enfáticas y retórica autocomplaciente, mientras el resto del mundo se dedica a otras cosas, mejores o peores, pero mucho menos al pedo.

  3. BALVANERA CONTRA LOS POETAS: o el efecto de exposición prolongada a la ciencia mala.

    Creo que está profundamente equivocado. Lo único que esta haciendo es mantener inarticulados sus propios bienes morales. Pero la constitución de nuestras identidades no es algo de lo que podemos prescindir. Somos, ontológicamente, seres que damos forma a nuestras identidades narrativamente y en diálogo con nuestros congéneres. Ahora bien, la narratividad que da forma a estas identidades no se despliega arbitrariamente, sino en función de los bienes a los que nos adherimos. Esos bienes a los que damos nuestra lealtad, esos bienes que admiramos, amamos o respetamos, no sólo son los fines sino los motores de nuestra actividad como agentes. Si echamos una mirada a todos los movimientos políticos, culturales, sociales o religiosos el asunto se vuelve evidente. Es posible que su temor esté alimentado por un exceso de exposión a las ciencias humanas estudiadas en clave reduccionista. Los politólogos, sociólogos y antropólogos de cierta estirpe, parecen olvidar que los seres humanos son agentes que se autointerpretan, y que esas autointerpretaciones inventadas y descubiertas por nosotros no son una opción, sino que son ontológicamente ineludibles.
    Interpretar una canción, poema o proclama en términos “politológicos” es no entender nada. Evidentemente, usted puede realizar una interpretación semiótica de una poema de Rilke, o reducir el acto amoroso a un epifenome del acto biológico de la frotación genital, pero se encuentra tan lejos de la verdad como al principio.
    Cuál es el problema, reducir la verdad política a la mera enunciación de las variables numerológicas de los participantes. La reducción del otro a cifra, mórbida y soberbia, también se encuentra claramente enfundada en su propio ideario u horizonte moral.
    El asunto es interesante, porque al final de cuentas, lo que demuestra son los propios bienes inarticulados que usted propiamente defiende. Los seres humanos son entidades complejas. Existen un sinnúmero de motivaciones, temores y causas que nos llevan a establecer una posición teórica (Como lo han demostrado con sobrados argumentos nuestros filósofos de la ciencia: Kuhn, Lakatos Feyerabend y compañía) Lo que decimos de la ciencia, lo decimos también de la política y la religión.
    Ante esta realidad, el científico político y el activista tiene dos alternativas. Una de ellas es la que usted mismo ha elegido y que lo descalifica como científico y lo convierte en peligroso como activista, que es la de pretender censurar y establecer los críterios últimos que los agentes deben realizar para establecer sus lealtades. Por otro lado, le guste o no el poema, su falta de sensibilidad, como la del señor Gatica, sólo demuestra una tilinguería revertida.
    Por lo tanto, señor Balvanera, no cometa el pecado atribuido a Platón. No pretenda determinar el modo en que los poetas deben afinar sus tonos para hacerse cargo de su ideario Nacional y Popular.
    La alternativa es escuchar al poeta, dejarlo hablar.

  4. Por cierto, con lo de onano acaba de demostrar que usted se siente profundamente orgulloso de ser lo que es, no como esos otros que están al pedo. Por lo tanto, acaba de confirmar mis loas, y establecer la imbecilidad de su argumento. Usted es un narcisista inarticulado, que como los imbéciles de cierta postmodernidad que usted desprecia, se hacen la paja con guantes, para que no se les llame pajeros.
    En segundo término, recuerde que si tiene tiempo para contestar a una «loa», es porque está reverendamente al pedo como muchos otros. No sea imbécil, y procure medir su tono, porque mientras usted se dedica a la política onanista, otros salvamos vidas de verdad, no de mentirilla…. ¡Tarado!

  5. Una más, la frase del sexo (flores y cebollas) es un giro de una expresión que usó D’Elia y que usted nos «mandó» leer en un post que publicó en agosto de año pasado. Haga memoria. O va decirme que el señor D’Elía, que también tiene su estética según el mismo confiesa, que también tiene su orgullo, es uno de esos flacuchos de la city. No sea pelotudo, no hable al pedo. La lucha social se lleva a cabo en muchos rincones del planeta. Yo participo de este blog, pero no vivo en Argentina desde hace miles de años. No he vuelto a pisar mi patria y no tengo por qué escuchar a un sopenco de ocho cuartos creer que los muertos (nuestros muertos que usted no conoce) en Indonesia, en India, en Laos, en Colombia, valen menos que los suyos porque llevan otras siglas grabadas en las bolsas donde los metieron.
    Usted es un payaso, y debería aprender, debería pedir disculpas por la imbecilidad que ha escrito. Pero no por mi, sino por todos ellos. Y además, debería imprimir el texto, y leerlo despacito para que le responda todas sus preguntas.

  6. Sí, sí, es muy cierto. Pido disculpas por la imbecilidad que he escrito. Me retracto desde ya, humildemente. He llegado a la verdad: lo admiro, Cinco. Grande, Cinco. Ojalá algún día pueda parecerme un poco a usted.

    1. Tiene razón, evidentemente. No sólo todo esto me des-merece, sino que probablemente me retrata tal cual soy, pero eso no dice nada de lo que escribí. Yo puedo ser un flor de pelotudo, pero las palabras siguen siendo ciertas.
      Es posible que haya algo de lo que dice Gatica. Incluso puede que haya algo siempre sospechoso, como dice Balvanera. Pero uno debería andarse con cuidado. Una cosa es un artículo, al que sometemos a toda clase de contraargumentos a fin de exponer las verdades ocultas, las conclusiones impensadas y todo lo demás. Y otra cosa muy diferente cuando lo que se presenta es un poema o un cuento. Pero permítame que le aclare una cosita. Ni siquiera el poema tiene que ser bueno, es como un beso, una acaricia, un acto de amor, una indignación, lo que sea, que sólo puede ser respondido en la medida de él mismo. No se trata de alabarme a mi mismo, sino de dar un agradecimiento a tanta gente que ya no esta, dar un agradecimiento a esta tradición de la que formamos parte, que se articula de infinitas maneras a lo largo de la historia, que compone lo más bello de este planeta de crueldades que habitamos todo.
      Pero para quienes creen que una caricia o un beso, que una palabra amable o un acto de generosidad no partidista, es un insulto o una burla de sus convicciones, les falta eso de lo que alguna vez hablamos tanto, que es saber que la muerte acecha a todos por igual, y que la lucha tiene que ser por la justicia, pero siempre desde el trasfondo del amor.
      Claro, los machistas idiotas que se ríen del amor, que no han pensado el amor en términos políticos, que reducen las relaciones humanas a ecuaciones de justicia, deberán explicar en su momento la filiación y la pasión que nos obliga a la parcialidad pese a nuestras convicciones, deberán ofrecer una respuesta al rostro, deberán devolver a la lucha lo humano.
      Las ecuaciones de estos ilustrados, olvidan que en el corazón de nuestras luchas hay siempre una instancia inarticulada que no se hace de argumentos sino de los odios y las pasiones que nos alimentan.
      Hay que ser idiota para no comprender que yo no estoy en el poema, loa o porquería que les he regalado a algunos de los participantes de este blog. Yo soy sólo una voz que canta, soy homenaje y nada más.
      No vivo en la Argentina desde hace siglos. El encuentro con alguien me ha devuelto la mirada a un país que no he vuelto a pisar desde la niñez. He vivido demasiado lejos durante demasiados años.
      Pero vale la pena escuchar a tipos como Balvanera y como Gatica reaccionando de ese modo. En realidad, su asco y su rabia sin norte, su fascinación con el choripán por el choripán en sí, como respuesta a las dietas de los chicos y chicas de la city, como decía en alguna ocasión el propio Balvanera, demuestra la verdad irrefutable del hegelianismo, del espejo invertido, del mundo al revés.
      En buena medida somos un carnaval. Nos creemos diferentes, pero somos la anti-estructura, somo el reverso del otro, la idiotez dada vuelta, la imposibilidad de escuchar nada que no sea nosotros mismos, nuestra propia alocada batalla provinciana, nuestro universo de muecas y gestos que sólo nosotros y nuestros enemigos conocen.
      En fin, que les vaya bien muchachos. Sin rencor y hasta la vista.

  7. cinco:esta bien que retruque y se defienda frente a los comentaristas.Tambien que se enoje..pero su lenguaje llega a desmerecer el blog y su propio poema inicial.Mantenga su sensibilidad y su saber,pero mas bien repasemos el concepto de ser de izquierda para clarificar la situacion,y ser mas constructivos.

    1. Tiene razón, evidentemente. No sólo todo esto me des-merece, sino que probablemente me retrata tal cual soy, pero eso no dice nada de lo que escribí. Yo puedo ser un flor de pelotudo, pero las palabras siguen siendo ciertas.
      Es posible que haya algo de lo que dice Gatica. Incluso puede que haya algo siempre sospechoso, como dice Balvanera. Pero uno debería andarse con cuidado. Una cosa es un artículo, al que sometemos a toda clase de contraargumentos a fin de exponer las verdades ocultas, las conclusiones impensadas y todo lo demás. Y otra cosa muy diferente cuando lo que se presenta es un poema o un cuento. Pero permítame que le aclare una cosita. Ni siquiera el poema tiene que ser bueno, es como un beso, una acaricia, un acto de amor, una indignación, lo que sea, que sólo puede ser respondido en la medida de él mismo. No se trata de alabarme a mi mismo, sino de dar un agradecimiento a tanta gente que ya no esta, dar un agradecimiento a esta tradición de la que formamos parte, que se articula de infinitas maneras a lo largo de la historia, que compone lo más bello de este planeta de crueldades que habitamos todo.
      Pero para quienes creen que una caricia o un beso, que una palabra amable o un acto de generosidad no partidista, es un insulto o una burla de sus convicciones, les falta eso de lo que alguna vez hablamos tanto, que es saber que la muerte acecha a todos por igual, y que la lucha tiene que ser por la justicia, pero siempre desde el trasfondo del amor.
      Claro, los machistas idiotas que se ríen del amor, que no han pensado el amor en términos políticos, que reducen las relaciones humanas a ecuaciones de justicia, deberán explicar en su momento la filiación y la pasión que nos obliga a la parcialidad pese a nuestras convicciones, deberán ofrecer una respuesta al rostro, deberán devolver a la lucha lo humano.
      Las ecuaciones de estos ilustrados, olvidan que en el corazón de nuestras luchas hay siempre una instancia inarticulada que no se hace de argumentos sino de los odios y las pasiones que nos alimentan.
      Hay que ser idiota para no comprender que yo no estoy en el poema, loa o porquería que les he regalado a algunos de los participantes de este blog. Yo soy sólo una voz que canta, soy homenaje y nada más.
      No vivo en la Argentina desde hace siglos. El encuentro con alguien me ha devuelto la mirada a un país que no he vuelto a pisar desde la niñez. He vivido demasiado lejos durante demasiados años.
      Pero vale la pena escuchar a tipos como Balvanera y como Gatica reaccionando de ese modo. En realidad, su asco y su rabia sin norte, su fascinación con el choripán por el choripán en sí, como respuesta a las dietas de los chicos y chicas de la city, como decía en alguna ocasión el propio Balvanera, demuestra la verdad irrefutable del hegelianismo, del espejo invertido, del mundo al revés.
      En buena medida somos un carnaval. Nos creemos diferentes, pero somos la anti-estructura, somo el reverso del otro, la idiotez dada vuelta, la imposibilidad de escuchar nada que no sea nosotros mismos, nuestra propia alocada batalla provinciana, nuestro universo de muecas y gestos que sólo nosotros y nuestros enemigos conocen.
      En fin, que les vaya bien muchachos. Sin rencor y hasta la vista.

  8. ¿Que no he pensado el amor en términos políticos? ¿Qué sabe usted? ¿Qué puede saber usted? ¿Qué puede llegar a imaginarse usted con su retórica inflada y autocompasiva de cuarta?
    De todos modos, gracias a usted, que ha llegado del extranjero a encontrarse con su destino sudamericano y a traernos la luz a los pobres palurdos que nos quedamos acá rumiando asco y rabia sin norte, lejos del roce cosmopolita, he llegado a saber quién soy, y se lo agradezco infinitamente. He aquí mi verdad, mi Ser, mi non plus ultra, el carozo de todo: la fascinación del choripán por el choripán en sí. Por fin me reconozco, ¡berp!

    1. Mire Balvanera, le doy toda la razón. Lamento profundamente toda esta discusión. No vale la pena. En fin, puede que tenga razón y yo sea un boludo. Puede que haya tenido un mal día y le haya respondido con rabia por otras razones que es mejor mantener ocultas. Todo puede ser. No hace falta que hagamos este sitio un lugar de reproches que no nos llevan a nada. Usted no sabe quién soy, yo no sé quien es usted. Lo más probable es que estemos disparando a nuestros propios fantasmas.

      Le deseo lo mejor.

  9. Se.Balvanera: el sr. Cinco -como él mismo dice- vive hace miles de años fuera de la Argentina. Y a miles de kilómetros, seguro. Creo que estamos perdiendo el tiempo con un egresado del Nacional Buenos Aires en tiempo del jopo. Nadie está más lejos de la verdadera izquierda -la nacional- que estos tipos. Demos por terminado este asunto. Que vote contra las retenciones. Que vote a Macri en las próximas elecciones. Y que siga en su exilio.

  10. Estimado Mono Gatica,

    Primero,le pido disculpas por haberlo ofendido. Creo que me dio un poco de bronca que no pudiera leer un texto sin endilgarle toda una serie de proyecciones locales que no vienen al caso.
    En fin, acepto que no he dado la mejor de las respuestas, y por tanto, merecido es el reproche.
    Sin embargo, ¿no le parece totalmente inoperante su intolerancia sólo porque no utilizo su idioma, porque hay un abismo de veinticinco años que me impide conocer cuáles son los gestos, las señas de identidad que ustedes manejan?
    Le voy a contar una historia que siempre me quedó grabada en la memoria. Lo leí hace muchos años en un librito que recomendó algún profesor aburrido en la universidad. Era un librito de de Konrad Lorenz que intentaba dar respuesta a la agresión de los humanos en términos etiológicos. En uno de los capítulos hablaba de un experimento que se había hecho utilizando ratas. Yo no lo sabía, pero las ratas se distribuyen en las ciudades en barriadas. Cada barriada, que ocupa una zona territorial determinada, caracteriza a sus miembros con un olor particular. La cuestión es que los científicos sacaron una de las ratas y la aislaron durante una temporada. Durante ese período de tiempo, la rata fue perdiendo su olor característico hasta que este desapareció completamente. Finalmente, los científicos regresaron al animal a su espacio habitual (en este caso un barrio ficticio construido para realizar el experimento). La rata, en cuanto se vió entre los suyos, reconoció el olor de sus congéneres y se atrevió a abrirse paso sin temor entre ellos. Pero entonces, las ratas cayeron en la cuenta que ya no olía como ellas. No pudieron reconocerla. Y la despedazaron. Una historia, como cualquier otra.
    Saludos.

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