Lo que sigue es un texto publicado por el Club Político Argentino. A pesar de que no lo hemos discutido en profundidad, la visión que el post expresa sobre la decisión del poder ejecutivo de estatizar los fondos privados de pensiones está marcadamente alejada de las distintas miradas que sobre ese tema tenemos quienes formamos Artepolítica. Sin embargo, los argumentos del artículo representan la opinión de una parte importante de la sociedad en general y de la comunidad académica en particular. Es por eso que nos pareció importante someter el artículo a la discusión entre quienes hacemos Artepolítica (fundadores, miembros de la comunidad, lectores, amigos, enemigos, comentaristas compulsivos, tímidos informáticos, y siguen las firmas). (Aclaración: Este texto se publica con autorización de sus autores.)
Por lo general hay varias formas de arreglar un problema. Suponga que en alguna pared de su hogar aparecen manchas de humedad. Una alternativa es tomar un poco de pintura y lavarle la cara a la pared. Ésta, claro está, es una solución puramente cosmética, que usualmente tendrá corta vida. Si la humedad responde, en realidad, a la rotura de algún caño u otro problema estructural, la mayoría de la gente sensata convendrá en que la operación maquillaje es pan para hoy y hambre para mañana. Claro que si en lugar de llamar al plomero (preferentemente no a Joe !!) y tolerar los costos inevitables de desarmar ese apacible rincón de la morada, aceptar la rotura de la pared, el cambio del caño y demás inconvenientes, usted decide demoler la casa, es evidente que la gente sensata tampoco compartirá su decisión.
Pues bien, suponga ahora un gobierno que, apremiado por necesidades de liquidez e interrogantes difundidos sobre su capacidad de pago inmediata, pero convencido de que es solvente y decidido a honrar los compromisos contraídos, decide dar una muestra contundente para despejar todo interrogante sobre su disponibilidad de fondos. ¿Qué conducta esperaría de ese gobierno frente a tal desafío? Seguramente el anuncio explícito de las fuentes de financiamiento previstas (flujos corrientes y stocks de ahorro acumulados previamente, que todavía afortunadamente los hay) sumado, eventualmente, a un conjunto de medidas sobre los flujos de gasto (especialmente aquéllos dirigidos a subsidiar el consumo de los sectores de ingresos más acomodados), si es que las perspectivas inmediatas sobre los ingresos -producto de la crisis internacional- preanuncian dificultades para cumplir con los superávit presupuestados. Pero en ningún caso, salvo que el gobierno en cuestión desprecie soberanamente las consecuencias futuras de sus decisiones, parece razonable anticipar que la manera de dar «certeza» sobre lo que ocurrirá en lo inmediato sea generar una enorme incertidumbre sobre lo por venir más allá de mañana. Esta conducta, en realidad, podría esperarse sólo de un deudor desesperado convencido de su potencial insolvencia (¿le suena Cavallo 2001?), dispuesto a aceptar cualquier costo con tal de postergar el vencimiento inmediato de las obligaciones a la espera de un milagro, o de traspasarle el problema al próximo en la fila.
La improvisada decisión de eliminar el sistema previsional de capitalización y traspasar compulsivamente al Estado tanto los stocks de ahorro acumulados hasta el momento como los flujos futuros de recaudación de la seguridad social, que acaba de ser anunciada por el gobierno de CFK, equivale a demoler la casa para resolver un problema de humedad. Cerrada la posibilidad de recurrir al financiamiento voluntario en el mercado internacional de capitales (un fenómeno agravado ahora por la profundización de la crisis financiera internacional, pero de cosecha propia previa, fruto de la nula credibilidad de las políticas oficiales y del default mensual sistemático implícito en la subestimación deliberada de la tasa de inflación) e incapaz de efectuar cualquier anuncio que suponga algún mínimo costo político y el reconocimiento de la adversidad, el gobierno decidió apelar a una medida impensada para cerrar la brecha de financiamiento.
La medida tomó por sorpresa a la opinión pública e, incluso, a la totalidad de los analistas. La sorpresa deriva de los parámetros con que el gobierno adopta la mayoría de sus decisiones de política: mientras cualquier persona responsable se autoimpone restricciones que limitan naturalmente el rango de las alternativas disponibles, el estilo temerario de las autoridades las torna propensas a violar cualquiera presupuesto de moderación y razonabilidad. Nadie niega la necesidad de pragmatismo para salir de un atolladero (Gordon Brown 2008 dixit) pero la insensatez no es sinónimo de osadía. Haciendo gala de un cortoplacismo exacerbado, con tal de evitar el default explícito de las obligaciones el gobierno ponderó únicamente los beneficios inmediatos de asegurarse por la vía más expeditiva posible los fondos necesarios para atender esas obligaciones, y omitió considerar los enormes costos futuros de una decisión de este tipo.
Aunque se trata de una iniciativa política audaz, que pretende capitalizar un malestar extendido en muchos sectores sociales hacia un sistema que sin dudas presenta grietas y hace agua por muchos flancos, la medida anunciada es, por sus implicancias políticas, institucionales, jurídicas, financieras y económicas, de una gravedad inusitada.
Pese a que la medida pretende despejar incertidumbres sobre la capacidad de pago del país a corto plazo, no puede descartarse, dada la labilidad del contexto imperante, que la decisión provoque exactamente la reacción opuesta, a juzgar por el comportamiento observado en los mercados financieros domésticos inmediatamente después del anuncio. Más aún, la decisión puede terminar coordinando un nuevo episodio de huida del peso toda vez que, bien mirada, en el mejor de los casos la iniciativa atiende la brecha inmediata de financiamiento del gobierno en moneda doméstica del año que viene, pero no resuelve la potencial restricción externa de 2009, resultante del fuerte deterioro previsible del superávit comercial, en un marco de racionamiento crediticio y de la irresponsable negativa a considerar la posibilidad de recurrir al financiamiento compensatorio multilateral -que seguramente estará disponible en líneas de bajo costo y mínima condicionalidad.
Con todo, no son en realidad los costos visibles e inmediatos los de mayor gravedad. En efecto, en el plano estrictamente financiero, la eliminación del sistema de capitalización, cuando ya el país finalmente había terminado de pagar los altos costos de la transición, amenaza con barrer de un plumazo el raquítico mercado de capitales doméstico, cuya paulatina consolidación y expansión tanto necesitamos para acompañar un proceso de desarrollo sostenible. Más en general, teniendo en cuenta la crucial importancia que tiene para el desarrollo alargar gradualmente los horizontes de planeamiento, resulta inadmisible que cada diez o quince años el país revea drásticamente sus instituciones, altere las reglas de juego y, en definitiva, redefina en forma recurrente y discrecional los derechos de propiedad. ¿Quién, en el gobierno, consideró siquiera mínimamente los posibles efectos de esta decisión sobre la ya deteriorada cohesión de una sociedad abrumada por la imprevisibilidad más absoluta, por la percepción de declinación continua y por una proverbial falta de sentido compartido de futuro?
No se trata de glorificar el sistema provisional de capitalización en general ni, mucho menos, al que se implementó en el país. De hecho, las AFJPs operaban un sistema escasamente competitivo, cobraban elevadísimas comisiones y su valor agregado era mínimo, pero todos esos problemas tienen solución mejorando las regulaciones existentes y adoptando una supervisión seria. Por otro lado, está claro que la evaluación de la rentabilidad de los fondos administrados por el sistema no puede hacerse en un momento arbitrario cualquiera, ya sea de crisis o de boom financiero, sino a lo largo del tiempo y, desde esa perspectiva, la rentabilidad obtenida fue más que razonable. Pero además, una parte significativa de los quebrantos del último período fueron consecuencia de decisiones del propio gobierno, como las que afectaron a los títulos públicos ajustados por inflación (manipulada por el INDEC) en manos de las administradoras, o las que, por ejemplo, impusieron recientemente la repatriación de inversiones en el exterior impidiendo la diversificación de riesgos. Es cierto, en cualquier caso, que quienes tienen la mala suerte de jubilarse en un momento de crisis pueden ver seriamente afectado el valor de su jubilación, pero esto también puede resolverse sin la eliminación del sistema, con costos manejables, mediante un adecuado sistema compensatorio, financiado por el estado o por las propias administradoras.
En todo caso, la medida –porque no es su objetivo real una reformulación que busque mejorar las falencias del sistema- no resuelve el principal problema previsional, que es la falta de cobertura generada por los elevados índices de informalidad laboral. Por el contrario, al pasivo contingente derivado de los varios millones de personas que no aportaban a ningún sistema, el estado suma compromisos futuros con los más de tres millones de personas hasta ahora aportantes efectivos al sistema de capitalización, compromisos que, dada la relación entre los beneficios prometidos y la bajísima tasa de sostenimiento del sistema, son lisa y llanamente imposibles de cumplir con los actuales parámetros del sistema de reparto (relativos al porcentaje de aportes, la edad de retiro, etc.). Por esta razón, de concretarse los anuncios presidenciales, más temprano que tarde una nueva reforma previsional (sí, otra más) será inevitable.
En síntesis, es legítimo querer mejorar el sistema previsional. También lo es, incluso, preferir el sistema de reparto al de capitalización. Lo que no puede ni debe aceptarse es que, persiguiendo fines mezquinos y coyunturales, sin el más mínimo debate, se pretenda imponer inconsultamente una reforma de efectos duraderos de semejante magnitud, violando derechos adquiridos, debilitando las instituciones, polarizando nuevamente la sociedad y generando una altísima incertidumbre política y económica.
Que feo tener que empezar un párrafo así:
«No se trata de glorificar el sistema provisional de capitalización en general ni, mucho menos…»
En muchas cosas de esas institucionales estoy bastante de acuerdo con el artículo, en otras me parecen un poco exagerados, como la de caracterizar la situación de «gravedad inusitada». Total, como dice mi marido, los argentinos ya están acostumbrados a que las reglas se cambien a cada rato.
(Y yo le contesto, y sí, por eso las cosas van como van).
Ahora, no creo que este cambio sea equivalente a demoler la casa. Mientras no se discuta entre todos los actores sociales y se revise en serio todo el sistema previsional, será nada más que pintar encima de la mancha de humedad, que va a aparecer de vuelta dentro de un tiempo.
En otro orden de cosas, ¿no queda medio feíto «robarle» el debate a otro blog? ¿O es que no contestan los comentarios?
«… la rentabilidad obtenida fue más que razonable…» no sostienen una afirmación con un misero dato!
Saludos
Alguien me explica por qué salen a pedir que sea un proceso lento, que lleve años?
Capitalización o reparto SI es la cuestión.
Esta es la política del tero de la que hablaba Manolo.
Te cambian el eje del debate…
Falta un personaje en el ejemplo: ¡nada menos que el plomero!. Sería mejor así: «Querida, el plomero nos cagó, nos puso caños de cartón y tenemos humedad. Pero ¿sabés una cosa?. No vamos a llamar a otro, sino que le vamos a dar otra oportunidad, porque los nabos fuimos nosotros que no lo controlamos mejor.
¿Con qué «engendro» controlamos mejor algo que, según dicen los «entendidos», no puede existir para controlar al gobierno si el sistema fuera estatal?
Léanlo con más detalle, muchachos de Artepolítica. Y uds., los de C.P.A., sepan que «mejorar los controles» es una falacia descarada que esconde la «lavada de cara» de la humedad. ¿No serán plomeros?.
Un saludo, Artepolítica.
Ana C: el texto está reproducido con autorización de los autores, por supuesto.
Si artepolitica publica cosas que comparten la mayoría de los que lo leen es monocolor, antidemocrático, autoritario, autista y medio fanático.
Si artepolitica publica un texto ubicado en las antípodas del pensamiento de la mayoría de sus miembros para debatirlo entonces artepolítica se dedica a «robar debates».
NO, ESA NO ES LA CUESTIÓN!: La cuestión es el respeto al ciudadano, el respeto entre todos los sectores, gobernar con consenso, la cosulta permanente a la gente, el respeto por las instituciones, ver ambas caras de la moneda ANTES de dar por un hecho una medida muy empujada por el gobierno, no tomar la autoridad como autoritarismo,…
Acà es evidente que les preocupan más los «modales» que las cuestiones concretas, de paso poniendo en el debe de la medida, una mirada falsamente ingenua sobre los «sorprendidos» analistas y AFJP’s – Unos angelitos, como bien sabemos.
Otra cuestión es la del default – si el gobierno puede quedar (o ponerse solo, por las dudas y mientras no se aclare el despelote financiero mundial) en default o cesaciòn de pagos temporaria; ¿dónde cornos quedan las AFJP que hasta en la épocas de «bonanza» eran una máquina de perder plata ajena (la de las comisiones no, que muy bien encanutada está).
Al gobierno se le pueden criticar muchas cosas, pero sería bueno que mejoraran el stock de excusas y chamuyos para defender el mamarracho de las AFJP y el abismo al que llevaban la «caja» de los que aportaban a ellas.
Mucho marketing, ejecutivos de trajes caros y gesto adusto, promotoras de curvas interesantes, paraísos multicolores a futuro; todo muy bonito, pero hacer moco timbeando los ahorros de la gente no se ve como «buenos modales» – o sí?
Perdonen mis malos modales, pero en el barrio eso se llama choreo y si no muestran los numeritos de los «jubilados ganadores» del sistema, no solamente están choreando, encima nos toman por estúpidos.
Las «formas» siempre se pueden corregir y/o mejorar; un sistema montado para el despojo solamente puede tirarse a la basura y lo más pronto posible, mejor.
Saludos
«Capitalización o reparto SI es la cuestión.»
Porque SI es la cuestion?????
No, no y no. No es la cuestion. La cuestion es cual es el mejor sistema de jubilacion que puede funcionar en la Argentina, independientemente de quien la maneja.
ESA es la cuestion.
No si es estatal o privado, no si es constitucional o no. Eso es lo superficial.
Es la cuestión porque hay un librito que se llama Constitución que dice: «El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e irrenunciable».
Tambien en ese mismo librito se dice que el aborto es inconstitucional, sin embargo, en tu nuevo blog ya sabemos cual es tu postura al respecto. Te importo acaso que se oponga a lo que dice el librito? Por supuesto que no. Y esta perfecto que asi sea.
Vos no sos abogado (ni yo tampoco). Si vamos a discutir una medida o una politica, hagamoslo desde la posicion de que es lo mejor para el pais o para la sociedad.
No lo que dice el librito. Eso se lo dejamos para los constitucionalistas. A mi no me importa y me parece que no tiene que ser el eje de la discusion.
De hecho, no creo que se deba exclusivamente al rango constitucional del derecho a la jubilación.
Creo definitivamente que es materia de bien común y por lo tanto el responsable último es el Estado. Con participación de todos los interesados en el contralor. Eso es lo correcto.
Lo de las hipotecas subprime en usa debería ser ejemplo más que suficiente de cómo el negocio determina todo lo demás si puede.
Y el estrepitoso saqueo estatal de los haberes jubilatorios durante todo el período previo es razón suficiente para no querer volver a lo mismo.
Siendo todas las demás cosas iguales, yo prefiero que el Estado administre la plata de las jubilaciones que igual va a tener que pagar.
No veo por qué debería regalársela a timberos privados para que después se la presten a interés, que es lo que pasó los últimos catorce años.
Lo demás, es ideología en el sentido que le daba un tal Carlitos hace como ciento cincuenta años.
Esteban:
«No si es estatal o privado, no si es constitucional o no. Eso es lo superficial.»
Quiero creer que fue el calor del momento…
Le adjudico que quiso decir que estatal o privado es superficial y lo otro «se le chispoteó»…
En primer lugar no veo por qué los autores del post dan por sentado que la medida es tomada exclusivamente para asegurarse la confianza de los acreedores en que el gobierno honrará sus compromisos. Yo diría que este es el argumento central del artículo, ya que repiten más de una vez la afirmación, dándola por segura, pensémoslo un poco.
El primer modo que usaron los opositores a la medida, de correr el eje del debate, fue hablar de la caja, la estatización no tendría que ver con las enormes deficiencias del sistema de capitalización, sino que sería un modo de reforzar la caja del estado. El problema de este argumento, es que, salvo para las huestes fundamentalistas de Carrió, la mayor parte de la gente ve con buenos ojos reforzar la caja del estado, ya que en cierta medida es reforzar la suya propia, la nuestra, la de los jubilados por supuesto, ya que no hay tranquilidad mayor para un jubilado que la de saber que el estado dispone holgadamente de recursos para cumplir con sus haberes.
En este artículo entonces, corren un poco más el eje. Los autores no hablan en ningún momento de la fuerza real que obtienen las finanzas estatales con el cambio. Hacen pasar todo por la «confianza» o no. ¿Quiénes son los que deben confiar? ¿los jubilados respecto del cumplimiento de la ley de movilidad? No, no se refieren a ellos. ¿O ustedes no creen que los jubilados pueden estar más tranquilos el año que viene después de esta medida? Nos hablan de la confianza de los que nos suben el riesgo país, por ejemplo. Los mismos que dictaminan que argentina es un país cada vez más peligroso, pese a que aquí no quiebra ningún banco. Mientras Estados Unidos es muy seguro porque su estado rescatará a todo poder financiero, no importa cuál sea el costo social.
Cuando en medio de una crisis financiera internacional, nuestro estado se preocupa por tener finanzas muy sanas para cumplir con los compromisos internos, a mi no me preocupa tanto lo que crea el poder económico.
Y más allá de esto, qué significa ¿»sin el más mínimo debate»? ¿Cómo se debate? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Me van a decir que este no es el ámbito? ¿El ámbito será el congreso por casualidad? Bueno, entonces no se preocupen, el debate allí empieza hoy.
Si nos ponemos a discutir el aborto esto se va al carajo, Esteban.
La cuestión es que lo que dice «el librito» tiene que ver con que el espíritu de una empresa es el lucro, y bienvenido sea, cuando lo que hay que hacer es vender pochocolos, autos o biromes. Pero cuando se trata de garantizar un derecho inalienable, lo privado fracasa.
Mirá el informe de Página 12 y contame.
Nunca lo dudé, María Esperanza.
Sergio, para tener las finanzas públicas saneadas no se usan los fondos previsionales. Se usan los impuestos y se cuida la calidad del gasto.
Esteban, ¿en dónde dice la Constitución que no al aborto?
(Ana: Era la pregunta que quería hacer yo pero no quise desvirtuar la idea del post que no es discutir el aborto.)
Ana C.: Sí, pero para pagar las jubilaciones actuales se usa una parte de impuestos y otra de los actuales aportantes(no se los porcentajes, tal vez vos sí, en ese caso te pido me lo digas porque me interesa saberlo). ¿Cómo ves poder usar esos impuestos en otros rubros, preferentemente sociales por supuesto, si a través de una medida como esta se pueden cubrir mejor las jubilaciones gracias a una caja del Anses más sólida?
Igual mi punto principal con los autores del post es que ellos se van completamente del eje, no discuten esto que me decís vos, que podría ser la discusión central en todo caso, sino que dan por válido algo (que la medida es solo para captar confianza del poder financiero)que para mi no tiene sentido.
El tema de la constitucionalidad debió discutirse durante el menemato en el que todos (o casi) los peronistas avalaron la postura del gobierno (muchos luchamos contra esa arbitrariedad). Pero ahora critico la forma de ir al reparto. No es aceptable esa falta de respeto a la gente.
No es aceptable que pasen por encima del derecho adquirido y que hace muy poco confirmó el 80%, de permanecer en las AFJP.
Acá también te lo pregunto Ciudadano Horacio, si no aceptás que el estado actúe compulsivamente en previsión social, ¿qué entendés por previsión social?¿permitirías que la gente no aporte y se guarde la plata? La previsión social es compulsiva por definición. En este rubro si preguntaras qué quiere cada uno, la mayoría se quedaría con el dinero y no entraría en sistema alguno.
Ana C:
En el famoso parrafo donde dice que se considera vida desde la concepcion y bla bla bla. No importa, yo tampoco quiero discutir el tema del aborto.
Mi punto es que uno cuando toma determinada postura, no lo hace con la constitucion en la mano (salvo que sea abogado y tal vez). Me parece medio una chicana dar como argumento la constitucionalidad de una medida, para decidir si es buena o es mala. Si el sistema de AFJP fracaso, no fue porque era inconstitucional o no. Fracaso porque fue mal diseñado, mal implementado, porque era inmoral o por lo que fuese, pero no por lo que decia el librito.
Si el sistema de jubilacion de reparto es mejor o peor, nunca va a ser por su caracter de «constitucional», sino por como se diseñe e implemente.
Y ojo, yo no me opongo al espiritu del proyecto del gobierno. Yo no defiendo las AFJP. Pero si vamos a discutir que el sistema de reparto es mejor porque era estatal y constitucional y listo, fin de la discusion, a mi pues la verdad, no me dice nada.
Y mas cuando los mejores argumentos para sostener la jubilacion de reparto no es lo exitosa que esta ha sido, sino lo mal que funciono el sistema de capitalizacion, con lo cual el debate parece ser elegir entre malo y peor.
Por eso digo si la medida es constitucional o no, no debe ser el centro de discusion.
Che y Hal donde se metió?
Ana C., usted entiende de numeritos, no? – el sistema de AFJP no «fracasó» para lo que fue diseñado; una aspiradora de plata de la gilada, comisiones a lo bestia e inexistencia de riesgos (para ellos, para los aportantes, que los ayude la divina Providencia o el malo de la película; el Estado) – esa parte del negocio fué un rotundo éxito por 14 años, bueno, por suerte se les termina la joda.
Lástima que los preocupados por las formas o «la caja» no tengan la misma preocupación por los fondos que se evaporaron en lugar de crecer y crecer como prometían los avisos.
Los errores, la imprevisión y toooooodo el largo excusario que usaron y usan para disimular la permanente pérdida son vulgares sanatas.
Usted eso lo sabe, o debiera saberlo, como también sabe, además lo dice, que lo constitucional no hace al mérito, pero ayuda bastante. Si además de un afano era inconstitucional es medio el colmo, no cree?
Saludos.
Sergio:
-La obligatoriedad de tomar una AFJP o el sistema de reparto ya estaba. o sea que el problema no se plantea de que deje de ser compulsiva o no. Era y seguirá siendo compulsiva. El problema consiste en quitar compulsivamente la opción, ya que hace poco la gente confirmó en un 80% por permanecer en las AFJP.
-El otro tema, de si el seguro de ancianidad deba tomarse obligatoriamente es otro tema para discutir. Podemos hacerlo, pero eso deberia plantearse en otro post pues en este salimos de la cuestión. ¿Lo iniciamos?
ram: el tema no son los numeritos, sino la falta de respeto a la voluntad de la gente.
El tema de la discusión ideológica no está superado. LA discusión quje plantea MAG y mi persona en sus respectivos posts es Individuación o Colectivización de la seguridad social.
Como bién dice MAG un sistema de capitalización es un proceso individual de acumulación de seguridad social. En esta caso como dice Robert Castel la seguridad social está asegurada por la propiedad privada.
El otro sistema es el colectivo en donde se dispersa el riesgo social y la solidaridad social entre toda el colectivo. El rengo, el paralítico, la viuda, todos están asegurados por el colectivo que es el estado.
Yo opto por volver a una especie de esta último sistema.
Dicho esto la discusión de si los fondos son apropiados, afanados por el estado es de perogruyo.
El régimen de capitalización además de ser individualista es una ficción porque nunca llega a cosntituir propiedad privada. Por lo que no tiene sentido que ningún particular administre esos fondos.
Por qué las provincias ( http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0307/articulo.php?art=10645&ed=0307 ) en todo caso tendrían que ser «solidarias» y aportar al tesoro nacional con sus propios fondos coparticipables, para solventar el déficit del Anses. Eso va en contra del federalismo y nadie se preocupa por defender a los estados provinciales y en cambio salen en defensa de BBVA y del Santander…
Hagámoslo de una vez, luego discutamos como resgusrdamos ese único fondo de la seguridad social de los jubilados.
Ciudadano Horacio: El respeto a la voluntad de la gente, es el respeto a sus representantes, lo que salga del congreso SERÁ la voluntad ciudadana, eso es el sistema republicano.
Te pongo el acento en la compulsión, porque si un sistema es compulsivo por definición, la compulsividad en una de las decisiones no puede ser motivo de rechazo. Estoy de acuerdo en que discutir el sistema previsional entero no es el punto (aunque si querés hacerlo, te sigo), pretendo demostrar que en el sistema previsional la compulsividad es esencial.
Para que quede más claro: el sistema previsional apunta a la sociedad en su conjunto, hablar de falta de consulta sería, por ejemplo, un DNU, pero si la medida se trata en el congreso, los representantes del pueblo son los que explicitan la voluntad popular. En este campo no tiene sentido hablar de consultar «puerta por puerta», se prioriza siempre el bienestar social en conjunto.
Horacio; vaya a contarle a cualquier jubilado que los numeritos no importan.
O mejor, se podría «respetar» a los que iban a quedar colgados del pincel en la cercana debacle final de las lindas AFJP, «respetarles» la voluntad y mandarlos a llorar a los velorios.
Hay «respetos» con más entidad que otros, especialmente el respeto a un ingreso medianamente seguro en la vejez, cosa que las AFJP ni les prometieron ni les daban y ese respeto bien que se puede medir en los numeritos de porquería que hoy pagaban sin llegar ni a la mínima.
Saludos.
El título del post dice: «Club Político Argentino: ¿Capitalización o reparto? Esa NO es la cuestión»
Efectivamente, la cuestion para el CPA es oponerse. Por la forma, el modo, el contenido, o lo que haya a mano. Una especie de Club Carriotista. Todo mal.
Tomando en cuenta su anterior posición respecto de la 125, y sumandole ésta, yo creo que más que el CPA es el think tank de los medios del stablishment. En este ideario deben de abrevar nuestras plumas más ilustres.
No es el momento, pero se liberan de la oprobiosa tarea de determinar cuál SÍ sería el momento. «La improvisada decisión», pero no aclara en qué se basa para afirmar que es improvisada. La casa demolida, resguardándose puntillosamente de aclarar que la casa no tenía un caño roto sino que estaba podrida desde los cimientos.
En fin. Para leer ésto mejor pongo TN, Magdalena, Nelson, Grondona o leo al prócer tucumano de la tribuna de opinión.
Estoy de acuerdo con todos los que están planteando una reforma del sistema previsional que garantice un salario digno a los mayores.Y que tiene que ser de responsabilidad estatal en última instancia.Un estado con responsabilidad social.
Si la constitución lo permite,todo bién.Si no lo permite o no esta claro cambiamos esos artículos.La constitucion no debe encorsetar los cambios sociales para beneficiar a los ciudadanos de menores ingresos.Poner el grito en el cielo cada vez que podemos violar las instituciones,es argumentos de leguleyos conservadores.Las instituciones al servicio del hombre y nó al revés.
Los sistemas son problemas técnicos.Lo que hay que discutir son los problemas políticos,los ideológicos.
La discusión de esta ley en el parlamento va a ser positiva,van a aparecer los problemas de fondo.
Ayer ha sido presentado en la sala Cabezas de la Camara de diputados un proyecto de una nueva Ley de Impuesto a las Ganancias,para eleminar las exenciones impositivas que hoy beneficia al sistema de plazos fijos,la compraventa de acciones y de empresas,etc.me parece una iniciativa interesante para crear un nuevo sistema impositivo,problema que está intimaente ligado a la redistribución de la riqueza como el tema aquí tratado.Al nuevo proyecto lo firman Victoria Donda y Cecilia Merchán ambas diputadas de Libres del Sur,apoyan la ley también Besteiro del P.S,Calza y Perié de FpV y varios diptados más.para ver mas detalles del acto: http://www.libresdelsur.org.ar
Ram, me parece que le estás contestando a otro.
Sí, Ana C., tiene toda la razón, le contesté a uno que le contestaba a usted. Culpable.
Saludos.
El dinero para el pago de las jubilaciones no debe provenir de un fondo formado por los aportes de los trabajadores para «su futuro». La jubilación debe ser asumida por la sociedad como una deuda, que se paga con los recursos que sean. Esa es la única forma de garantizar el pago de una vez y para siempre.
Si la filosofía de la jubilación es la solidaridad, meterle un fondo es acotar la solidaridad a la existencia, eficiencia o supervivencia del fondo, y eso no es más solidaridad. La solidaridad no tiene límite, el fondo sí. No existe ningún tipo de garantía para que un fondo prevalezca en el tiempo. Simplemente NO EXISTE. Todo ahorro de dinero a largo plazo termina faltamente mal, aunque no se haya echado mano «indebida» a esa caja.
Una parte del pago a jubilados, que no todo porque no alcanza con ésto, debe provenir del aporte diferencial de los ciudadanos que trabajan, quienes deben aportar en proporción a sus ingresos. Pero el monto de la jubilación debe ser uno solo y universal, no diferencial. El Estado no tiene por qué garantizar niveles de vida diferenciales. La jubilación debe ser de un solo monto y suficiente para la supervivencia mínima.
El aporte de los trabajadores no debe ser entendido como ahorro para su jubilación de mañana, sino como aporte de hoy, para la jubilación de los jubilados de hoy. Son los hijos que están manteniendo a sus padres. Eso se llama solidaridad, juntar para sí mismos: ¿cómo puede llamarse solidaridad eso?
De los jubilados del futuro estará afectada a ocuparse la generación trabajadora futura, aportando en el futuro para ellos. Hoy les toca a los jóvenes mantener a los viejos. Mañana serán viejos los jóvenes de hoy, y serán mantenidos por sus hijos.
Toda otra cosa es verso y negocio.
Estoy de acuerdo en lo esencial con Eva.Es que con tanto»sistema’pareciera que el problema es solo tecnico.Y en realidad es muy político.
El Estado y las empresas deben responsabilizarse por la vejez del hombre que les dió de ganar durante casi toda su vida con su trabajo y encima casi siempre con salarios insuficientes.No puede quedar las jubilaciones sujetas a un Fondo que no se sabe si va a tener dinero en el futuro.El estado en última instancia es el garante del bien común.
Saludos.
Como algunos comentarios pretenden descartar el valor de la constitucionalidad de una medida para juzgar las bondades de la misma, quiero señalar que una enunciación taxativa como la que hace la carta magna respecto a las obligaciones previsionales del Estado, y el hecho de que tal disposición haya sido ignorada por legisladores y jueces, merecería alguna reflexión.
Parece que los que claman por seguridad jurídica solo lo hacen cuando la norma en cuestión les viene bien.
Creo que el debate comienza con un sofisma o al menos no es es ejemplo mas apropiado. Si consideramos que el cambio del sistema jubilatorio es humedad en la pared. Que es la crisis mundial, un sismo que te mantiene la casa en pie pero agrietada y casi inhabitable ? Creo que lo que modifica de raiz la discucion es la crisis, el sistema capitalista se cae a pedazos y no se sabe que otro lo reemplazara y nos detenemos a discutir las formas «La medida tomó por sorpresa a la opinión pública e, incluso, a la totalidad de los analistas. La sorpresa deriva de los parámetros con que el gobierno adopta la mayoría de sus decisiones de política: mientras cualquier persona responsable se autoimpone restricciones que limitan naturalmente el rango de las alternativas disponibles, el estilo temerario de las autoridades las torna propensas a violar cualquiera presupuesto de moderación y razonabilidad. Nadie niega la necesidad de pragmatismo para salir de un atolladero (Gordon Brown 2008 dixit) pero la insensatez no es sinónimo de osadía. Haciendo gala de un cortoplacismo exacerbado, con tal de evitar el default explícito de las obligaciones el gobierno ponderó únicamente los beneficios inmediatos de asegurarse por la vía más expeditiva posible los fondos necesarios para atender esas obligaciones, y omitió considerar los enormes costos futuros de una decisión de este tipo.»
Si creemos que esta es una crisis pasajera nos vamos a equivocar.Desde mi punto de vista no se trata de si un sistema de jubilacion si o el otro no, la mancha de humedad, sino de los cimientos del sistema economico y que afecta a los que tienen politicas previsibles, consensuadas, como Brasil o Chile, pero ninguno paso por un default o a paises como el nuestro que hace seis años que la venimos remando. El pais necesita esos fondos, que las AFJP destinan a la timba financiera. Lo necesita, no para pagar deuda, sino para seguir continuar con el crecimiento interno y seguir distribuyendo credito para la produccion y el trabajo que genere empleo genuino, que a su vez aporten a mantener el superavit del Anses. Asi se hizo hasta ahora. Con el superavit de Anses, se incorporaron un millon y medio de nuevos jubilados que tuvieron «la mala suerte de jubilarse en un momento de crisis». Con el superavit del Anses se estan construyendo cloacas en el conurbano,despues vendra el asfalto, el colectivo, los nuevos barrios, las fabricas.
Ademas este consejo:»La sorpresa deriva de los parámetros con que el gobierno adopta la mayoría de sus decisiones de política: mientras cualquier persona responsable se autoimpone restricciones que limitan naturalmente el rango de las alternativas disponibles, el estilo temerario de las autoridades las torna propensas a violar cualquiera presupuesto de moderación y razonabilidad» se lo hubiesen dado a los responsables de la crisis mundial, por ahi nos ahorrabamos un quilombo menos.
Saludos
Papa oso
Alguien me puede aclarar de dónde sacaron los datos de la «terrible pérdida história de rentabilidad de las AFJP»??? Hasta la actual crisis financiera, que empezó a fines del año 2007 para ser exactos, las AFJP tenían un promedio de rentabilidad anual histórico del 14%, nada mal, teniendo en cuenta la expropiación de fontos del 2001, y los ultimos tres años que el INDEC nos insiste con que no hay inflación (y muchos títulos se ajustan por inflación).
Sergio,
un comentario… y si la voluntad popular fuera terminar con la propiedad privada? Cuál sería tu postura? No crees que el respeto a la minoría es básico (esa minoría del 80% que eligió permanecer en las AFJP, aunque le caguen la vida) en una sociedad libre y democrática?
Hay derechos fundamentales que no pueden estar sujetos a la voluntad de una mayoría circunstancial, porque sino se rompe el contrato social.