Historieta V: Contacto

          Qué tal, Martín?, saludó el viejo

         

          Te gusta? No lo saco mucho, sólo en ocasiones especiales…

          …esteee, sí… ta lindo. – Le iba a preguntar si se conocían, pero prefirió guardarse las inquietudes.

          Vení, subite, que vamos a dar una vuelta y lo sentís…

          …nooo, tengo que ir a la oficina, volver al trabajo

          No te preocupes. Yo les hablé. No esperan que vuelvas. Vení que la tarde está bárbara. Además tenemos cosas que hablar.

          Sabe como me llamo.

          Y mucho más. Bastante más.

 

Circundó el auto por adelante, mientras lo recorría con la vista y pensaba que podría ser una buena forma de sacarse el entripado de los últimos días y deshacerse de este loco y de sus secuaces, quienquiera que fueran. Mientras caminaba iba cayendo rendido a los detalles del tapizado de cuero blanco en un auto rojo, los detalles en madera y baquelita, los relojes grandes. Subió. El viejo lo miraba con cierta sonrisa cómplice. -Listo?  le preguntó, -ponete el cinturón, sale de abajo-.

 

El semáforo estaba en rojo y esperaron sin cruzar palabra. Martín pensaba que nunca había andado en un descapotable.

 

 -Me llamo Rodolfo- soltó el viejito mientras la luz amarilla saltaba a verde y el auto empezaba a avanzar -Gracias por la confianza en subirte. No tenés obligación: cuando me lo pidas, freno y te bajás- La firmeza y la seguridad en el tono contradecían notablemente ese aspecto bonachón, más propio de jugador de ajedrez de plaza que de agente de contacto de un comando secreto. No necesitó ningún rodeo.

 

-Esto ya tiene muchos años. Si se quiere, empezó allá por los treinta cuando el país se asomaba a la industrialización. Era una sociedad heterogénea, llena de diversidad. Una sociedad en la que además de existir los habitantes ancestrales que venian cediendo sus tierras a los viejos criollos y patricios, se iba agregando paulatinamente la presencia de olas migratorias cada vez más importantes. Y no sólo desde Europa. Muchos de nosotros o de nuestros padres, en casa, hablábamos una lengua distinta de la que hablábamos en la calle. Una sociedad en la que las costumbres, las comidas, la música, cambiaban con el cambio de barrio, cambiaban con el cambio de pueblo.- Unos metros antes había puesto el guiño para doblar por Combate, pero sacó el brazo, rígido, para reforzar su intención. Hacía muchos años que Martín no veía algo así. También quedó extrañado cuando, en esa pausa, escuchó con detalle el motor del Fiat. Era algo difícil de definir, pero también era cierto que el relato del viejo había eclipsado lo que se escondiera abajo de aquel capot colorado.

 

-Por lo tanto, nuestro país, que en la época reunía casi todas las condiciones para convertirse en una potencia, sufría un serio problema: sufría la falta de una identidad común, de referencia a lo nacional. Eso dio lugar a que nos pusiéramos a trabajar para cubrir esa brecha- Su voz era suave y pausada, pero no era la voz de un viejito enclenque, reconoció.

 

-Nos convocaron originalmente en el 35. Yo no conocí a aquel grupo original, era muy purrete. Cuando entré en  el 48 tuve la oportunidad de conocer a alguno y me conozco la historia porque siempre fui muy curioso y me respondían la mayoría de las preguntas.- Manejaba mostrando concentración en lo que hacía, pero de vez en cuando el viejo miraba a Martín a los ojos. A través de aquellos lentes que, aunque impecables, tenían toda la pinta de acompañarlo desde entonces. Unos ojos negros muy expresivos y algo tristones.

 

-Diagnosticamos un problema de identidad y, por lo tanto, le aplicamos la metodología que nos pareció adecuada. Patoruzú es parte de esa metodología aplicada a lo individual. El Eternauta cumplió una función similar, pero asociada a lo social. Hoy cualquiera sabe lo que es una empanada, pero te aseguro que en esa época no eran conocidas por todos- hizo una pausa -La cosa no termina en nuestra gastronomía, naturalmente. El héroe es el paradigma de los valores nacionales, el que en sus actos y en sus palabras representa el modelo a imitar, y lo hace con una simbología propia pero al mismo tiempo colectiva, argentina.-

 

Miró a Martín por encima de los lentes -Si, ya sé… tenés 1000 preguntas sin responder y preferirías estar paseando con tu novia en la plaza o incluso aburriéndote en la oficina. Pero sos un tipo paciente, que puede entrever que detrás de todo este palabrerío, de este viejo y de este auto, podría haver algo que haga la vida más interesante.- Martín no respondio, pero lo miró, cauteloso. -Una vida con algunos desafíos y cambios. La que soñabas cuando eras pibe, cuando tu imaginación no estaba anclada a tu educación.- Venían por Belgrano hacia el bajo. El viejo había aumentado un poco la velocidad. No podía negarse que ese viento suave, las gotas de sol colándose entre las hojas de los árboles de la avenida y el andar suave del Fiat habían convertido al paseo en algo inesperadamente plácido esa tarde.

 

Se dio cuenta de que, en ese momento, no tenía muchas ganas de hacer las preguntas que venía masticando desde hacía días y de que el viejo llevaba las cosas por carriles rápidos. Estuvo a punto de soltarle una ironía respecto del traje que había encontrado en su casa. Por el mal gusto y por lo ridículo de esa idea. Se contuvo. Hasta ahí el viejo no había sido ofensivo y quizás no merecía ese destrato…todavía. También pensó que un comentario como ese podría haber implicado algún tipo de señal mínima favorable y no estaba dispuesto a mantener trato con locos.

Eso sí, si estaban locos, hasta el momento lo venían disimulando bastante bien. Cerca de Paseo Colón el viejo se corrió al carril de la derecha y volvió a sacar la mano. Mientras giraban Martín vio a su izquierda como un taxista sin pasajeros hacía un esfuerzo para ponerse a la par y contemplar ese cortometraje del pasado en Technicolor. Una breve sonrisa ganó su cara.

8 comentarios en «Historieta V: Contacto»

  1. Voy miércoles y sábados. Hasta que me canse, hasta que me aburra,hasta que las vacaciones me alejen de la computadora o… siguiendo la sugerencia de Eva Conducción, hasta que cuelgue el cartelito «Fin»

    Se busca un ayudante para nuestro Superhéore. Tiene que ser petiso, mal llevado y algo tonto.

    Slds.

  2. Hola Contradicto. Te sigo a muerte. Esto se está poniendo interesante de verdad, en ésta parte me puse al rojo de ansiedad por leer lo que sigue. Seguíla tranquilo que vamos a hacer la operación publicitaria para que nadie se pierda tu aventura literaria que nos promete y nos cumple. Miércoles y Sábados. OK.
    Y no te vas a cansar. Y se te vas de vacaciones, volvés y seguís. Esto da para mucho. El Capitán Choripán puede vivir miles de aventuras. Ésto revive las entregas por Folletín. Ésto es «El Folletín» de Contradicto.

  3. Coincido con la descripción del «ayudante», pero prefiero pasar…
    Contradicto, qué bueno que estés. Así nos acordamos de que esto no es sólo «… Política». También es «Arte…»

  4. sigo firme esta historieta, ahora, en mi cuenta esta es la cuarta entrega, que pasó con la III??
    o es parte del misterio?
    saludos

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